AL OTRO LADO DEL ESPEJO Nº 4

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Y SIN SER CRUELLA DE VIL desAFRIKA

aL OTRO LADO DEL ESPEJO

(relatos)

L

o tienes en las manos, Marta. Qué jodida eres. Saben, no hay canciones cuando uno se pone a odiar al otro, no hay banda sonoras. Fue de pronto, no sé. Una noche, al mirarnos. Habla por ti, Marta. Una noche al mirarle. Estaba ahí dormido. Odio venirme al tópico pero es que es así. La vida está llena de ellos. Un día te despiertas, te estás lavando los dientes frente al espejo y la luz de la bombilla hace que aparezca ante ti la verdad. Años, rojeces y lunes, todos parecidos. Te ahuecas el pelo, te pintas los labios. Vuelvo a lo mío. Fue así, lo más fácil. Se durmió con el libro encima. Le miré y supe que todo había acabado. Nada, ningún camino hasta llegar allí. En serio. Esto suena

raro pero es la verdad. Ningún detalle, nada distinto. Solo eso, de pronto nada. Eso fue lo peor. Me senté en la cama y encendí un cigarrillo. Le miré con las piernas enroscadas, me desplacé desde la cama hasta la moqueta y sencillamente me quedé ahí hasta apurar el cigarro, con mala cara. No sé, debía tenerla. Nunca he sido muy guapa y tampoco muy lista. Joder, pero soy un ser vivo. Baste con eso. Con mala cara y deudas, pocos amigos y poco por delante. Siempre lo justo. Que él se enamorara de mí fue siempre algo sorprendente. Un tipo culto, con carrera. Con cientos de proyectos en marcha. Con aficiones como tocar la guitarra, pintar y hacer viajes con solo una mochila y algo de dinero. Guapito, un tío cachas. Intelectual, nada cínico. Una perla. Oye.

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