Algo Más | Noviembre 2023

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ALGO MáS

vínculos de solidaridad

Perfiles periodísticos

AÑO 1NÚMERO 2NOVIEMBRE 2023 ISSN: 2953-5581
Producción de circulación gratuita bianual. Realizada por estudiantes del Taller de Especialización II: Redacción de la Licenciatura en Comunicación Social de la Facultad de Ciencias de la Educación de la UNER

Equipo de ALGO MáS

Dirección General:

Aixa Boeykens

Corrección General:

Elías Moreira Aliendro

Diseño/Edición:

Camila Venturini

Redacción:

Angelina Abril Amici

Valentino Bel Del Valle

Natalia Maturana

Catalina Mauré

Aixa Mayr

Fanny Moreno

Mirna Rebord

Renata Wanzenried

Docentes del Taller de Especialización II: Redacción

Aixa Boeykens

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Elías Moreira Aliendro

Autoridades de la UNER - Período 2022-2026

Rector: Cr. Andrés Ernesto Sabella

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Subsecretaría Económico Financiera: Lic. Paula Laurenzio

Secretaría de Asuntos Jurídicos: Dr. Alejandro Caudis

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Autoridades de la Facultad de Ciencias de la Educación

Período 2022-2026

Decana: Dra. Aixa Boeykens

Vicedecano: Dr. Carlos Marín

Secretario General: Mg. Ignacio González Lowy

Secretaria Académica: Dra. Milagros Rafaghelli

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Secretario Económico Financiero: Cr. Rodrigo Ceballos

Facultad de Ciencias de la Educación - UNER - Alameda de la Federación 106 Paraná - Entre Ríos - Argentina - CP: 1300 - (0343) 4222033

Impresa en la imprenta La Factoría- Noviembre 2023

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ISSN: 2953-5581

Por Angelina Amici, Fanny Moreno y Catalina Mauré

La historia de una Mamá Cultiva

Por Natalia Maturana, Mirna Rebord, Renata Wanzenried

Yo vengo a ofrecer mi corazón: sanar con cannabis y sonrisas 8

Lo natural como alternativa, el detrás de escena de María Kultiva

Por Aixa Mayr

La red colaborativa que convoca al cannabis medicinal

Por Valentino Bel del Valle

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Sumario
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En búsqueda del bienestar

La historia de una Mamá Cultiva

Carola Olavarría hace un recorrido por los senderos de su vida que la llevaron a conocer la organización Mamá Cultiva en Entre Ríos, de la cual es referente. Promueve el aceite de cannabis medicinal e invita a comprender todas las ventajas que trae su uso para las personas que sufren diversas enfermedades. En 2017, se implementó la ley nacional N° 27.350, que permite la investigación de la planta cannábica para la salud.

Por Natalia Maturana, Mirna Rebord y Renata Wanzenried

Durante mucho tiempo, el cannabis ha sido demonizado por unos y alabado por otros. Sin embargo, son innegables las marcas positivas que ha dejado en aquellas personas con problemas de salud. Es un bien necesario, ya que brinda la posibilidad de apaciguar el dolor infundido por las enfermedades. Pero el proceso no ha sido fácil, Mamá Cultiva facilitó el acceso al cannabis medicinal para todas esas personas que lo necesitaban y que aún lo precisan para mejorar su calidad de vida.

Carola Olavarría, es presidenta de la organización Mamá Cultiva. Se unió en 2017, junto con otras madres, para dar a conocer y promover los beneficios que tiene el aceite de cannabis medicinal en personas con diferentes enfermedades o patologías.

Una notificación de Google Meet aparece en la pantalla de la computadora. Carola está lista para el encuentro virtual. Su imagen aparece una vez aceptada la solicitud, su pelo mojado y su sonrisa al saludar da la impresión de que será una conversación grata y amigable.

—Todo bien, con una gripe terrible. No puedo dormir la siesta porque empiezo a toser —dice con voz nasal, producto de la gripe. Mientras tanto, termina de darle vueltas a su

pelo en un rodete final. Acto seguido, toca la pantalla varias veces: —Ahora sí —agrega, mientras acomoda la cámara de su celular para que se la pueda ver bien, en un primer plano.

Carola Olavarría es una persona luchadora, carismática y simpática. Tiene una energía contagiosa. Nació hace 40 años en La Plata, Buenos Aires; es madre y trabaja como acompañante en el cuidado de personas mayores. Es una apasionada por la enseñanza, lo que la llevó a estudiar el profesorado de Educación Primaria. Además, le gustan los números y las letras, explica que en ellos “existe una formación noble y nada sencilla”. Sin embargo, son varias sus motivaciones. También se interesa por las personas de la tercera edad, lo que hizo que estudiara gerontología. En simples palabras, Carola se autopercibe como alguien tranquila y amable, le gusta estar en la comodidad de su hogar junto con su familia. ***

Mamá Cultiva comenzó con un objetivo en común: poder acceder al marco legal para el cultivo de cannabis medicinal. Sus impulsoras fueron madres de hijos e hijas con diferentes enfermedades y patologías que sabían de los beneficios que brindaba el aceite de esta planta. Carola forma parte de

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4 Paraná
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Créditos: Comunicación y prensa de Mamá Cultiva Entre Ríos.

ese amplio grupo que se ramifica en todo el país. Un dato no menor es que esta mujer es la presidenta de la agrupación de Entre Ríos, un puesto clave que le permite defender sus convicciones y luchar por una mejor salud. Pese a la sencillez con la que habla respecto de la organización, en ningún momento se adjudicó el cargo de dirigente de la misma, teniendo en cuenta el reconocimiento que tiene en Paraná y en el resto de la provincia como referente de Mamá Cultiva.

Esta asociación establece espacios auspiciosos para la construcción de nuevos vínculos entre sus miembros. En una de las reuniones, Marta Susana Vivas, mejor conocida como Susi, una jubilada de 65 años conoció a Carola. —La conozco desde hace seis años. Nuestro vínculo fue inmediato, ya que nuestra lucha era la misma, que nuestros hijos pudieran utilizar el cannabis medicinal para controlar sus crisis —manifiesta. Susi define a Carola en pocas palabras pero significativas: “Una persona solidaria, luchadora y una madraza”. Además, cuenta que ella fue quien les enseñó cómo cultivar la planta y cómo hacer aceite para sus hijos e hijas.

Carola tiene dos hijos de 20 años y una hija de 17 años. La más pequeña padece el Síndrome de Rett, un trastorno generali-

zado del desarrollo (TGD). Hace siete años pasó por una situación compleja, estuvo mal medicada. En la búsqueda desesperada de mejorar la calidad de vida de su hija, Carola encontró la solución a través del uso medicinal del cannabis. Según sus propias palabras, el cambio fue notorio y muy positivo desde la implementación del aceite cannábico. Poco a poco los medicamentos le fueron reducidos. Carola nunca bajó los brazos, pese a los prejuicios que recibió por parte de los médicos y de la sociedad. Ella demuestra ser una persona luchadora ante las adversidades de la vida.

“A medida que iba eliminando los medicamentos, le iba dando aceite de cannabis, y la verdad que la ayudó muchísimo. Se nos empezó a presentar otra nena”, manifiesta la representante de Mamá Cultiva Entre Ríos con un tono de voz alegre. Lo cierto es que, antes del gran avance de su hija, Carola y su familia vivían en una burbuja. Es decir, no realizaban, lo que para otras familias serían, cosas normales como: ir al cine, a un cumpleaños, o simplemente salir a la calle con tranquilidad; pero gracias al tratamiento alternativo, los Olavarría pudieron experimentar un nuevo estilo de vida.

En el caso de Valentino, uno de los hijos de Carola, el hecho de que su hermana empezara a consumir el aceite para mitigar

“El camino para aprender y profundizar en la marihuana medicinal fue largo y laborioso.”
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Foto: Movilización para exigir la legalización del cannabis medicinal en Paraná en 2017. Créditos: Comunicación y prensa de Mamá Cultiva Entre Ríos.

el dolor que le ocasionaba la enfermedad, le sirvió para colaborar con la familia para cultivar la planta en casa y ayudar en el proceso. Él habla con orgullo de su madre y de la organización; destaca la fortaleza que tiene, pese a los momentos difíciles, es decir, prevalece por sobre todas las cosas: —Cada vez que mi mamá participa en Mamá Cultiva siento un orgullo enorme. Saber cómo empezó todo y en lo que se fue convirtiendo —asegura. Valentino resalta su admiración hacia su mamá: —Lo que más admiro de mi vieja es su forma de ser. Es muy divertida y buena onda pese a haber pasado momentos feos. Siempre está ayudando a los demás en lo que puede explicar. ***

Mamá Cultiva es un espacio informativo que facilitó el acceso a los conocimientos acerca del cannabis y su uso medicinal. Fue y es una herramienta para aquellas personas que necesitan de esta planta para mejorar su calidad de vida.

Todo comenzó un 5 de agosto de 2016, cuando un grupo de especialistas, médicos y políticos se reunieron en el salón de la Escuela de Música Constancio Carminio de la Facultad de Humanidades, Artes y Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma de Entre Ríos (UADER), sobre calle Italia en Paraná, para hablar sobre el cannabis medicinal.

Ese día, invitaron a Carola y en aquel entonces, ella desconocía todo lo que se hablaba de esta planta y los efectos que producía en el cuerpo, pero aún así decidió participar. La charla captó su atención e interesó a todo el colectivo de madres que también estaban presentes. Por ende, intentaron acercarse al aceite cannábico, algo novedoso para muchas personas y las preguntas comenzaron a surgir: “¿Dónde consigo?, ¿cómo pruebo?” Por suerte, en la ciudad ya había algunos cultivadores que fueron clave en el proceso, ya que brindaron información sobre la semilla, cómo se trabajaba el cultivo y de qué manera se realizaba el aceite. “Lo primero que querés hacer es probar y ver si funciona”, cuenta Carola.

El camino para aprender y profundizar en la marihuana medicinal fue largo y laborioso. Los constantes viajes a Buenos Aires y a Rosario para instruirse en los talleres, requería, en ese momento, que las madres dejaran a sus hijos en manos de una organización a la que no estaban acostumbradas. Carola se mantuvo siempre firme a su propósito y, sumado a esto, conformó la Comisión de Salud.

Poco a poco, Mamá Cultiva se consolidó. En 2017 se reunió un grupo de madres que asistieron al Congreso, en Buenos Aires, para pedir la aprobación del primer proyecto de ley nacional 27.350 Uso Medicinal del Cannabis. Esto significó un gran avance para todas esas familias que, desde hace tiempo, luchaban por un futuro mejor para sus hijos e hijas.

Cinco años más tarde, en 2022, se convirtió en ley el proyecto que establecía el marco regulatorio para la inversión del Cannabis Medicinal y Cáñamo Industrial. Ambas normas se complementaban y buscaban garantizar el acceso a un producto seguro y de calidad.

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La referente de Mamá Cultiva se muestra muy contenta al hablar sobre la agrupación. En Paraná, hay más de 200 miembros que participan en las asambleas pero, a nivel provincial, el número aumenta. —Las reuniones comúnmente son abiertas a la comunidad que se quiera acercar y conocer sobre el tema —explica Carola. Y añade: —Nosotros, por ahí, obsequiamos semillas, explicamos y acompañamos en todo el proceso—. En los encuentros que se organizan, se llevan a cabo diversas charlas y actividades, las cuales cuentan con el acompañamiento terapéutico de psicólogos y psicopedagogos de la UADER.

A partir del año que viene, según cuenta Carola, tienen pensado armar nuevos talleres en colaboración con la Facultad de Ciencias de la Vida y la Salud de la ciudad. Además, la Facultad de Trabajo Social de la Universidad Nacional de Entre Ríos, en convenio con el Centro de Estudios de la Cultura Cannábica, crearon una Diplomatura en Cannabis. El curso tiene una duración de siete meses, de modalidad virtual, con cuatro horas de clases semanales. Carola demuestra, a lo largo de la charla,

ser una persona que acompaña, que siempre está a disposición de todas aquellas personas que se interesan por sumarse a Mamá Cultiva. Tiene sus convicciones bien claras y las protege a capa y espada. Se planta ante la vida y lucha por lo que quiere. —Al autocultivo lo voy a defender siempre, por más que ya tenga la posibilidad de tener una obra social y pueda acceder al cannabis que hace la nación —concluye, segura de sí misma. ***

En cuanto al cultivo de la planta, su proceso depende de la tierra a usar, y cuando las flores están maduras se lleva a cabo el procedimiento de corte y secado para luego hacer el aceite de cannabis. En Mamá Cultiva, también imparten talleres de cocina, para explorar los distintos beneficios que tiene la planta y usarla de diferentes maneras. Sin dudas, Carola es fiel al aceite cannábico y a lo beneficioso que puede ser para quienes lo consumen. En el caso de su hija que tiene Síndrome de Rett, cuenta que este tratamiento ayudó a que cesaran las convulsiones causadas por la enfermedad y que mejorasen sus capacidades motrices y cognitivas. Explica que el uso medicinal también permite aliviar los dolores musculares y de articulaciones, descansar mejor y mitigar los efectos colaterales del tratamiento de quimioterapia o rayos en pacientes oncológicos.

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Carola se entusiasma cuando hace referencia a Mamá Cultiva. Habla fuerte y claro, pero no solo se expresa con lenguaje verbal, sino que también en cada oración mueve sus manos de aquí para allá. En el vaivén de preguntas y respuestas cuenta sobre su familia, y cómo sus hijos también colaboran en el cultivo de cannabis, especialmente cuando las flores ya están maduras y llega el proceso de manipular, es decir, sacar las hojas que no van con las flores y después ponerlas a secar. “Todos participan para que su hermana esté mejor, aunque no sea activamente en la organización”, manifiesta la estudiante de gerontología.

Hay que recordar, que las asambleas de la organización generalmente son abiertas e invitan a todas las personas a participar. Es por esto que las familias, en su mayoría, asisten a las charlas. —Todos intervienen y acompañan, eso pasa muchísimo —expone Carola. Cada miembro pone su granito de arena para contribuir: alojar la planta en su casa y cuidarla. Y no solo eso, a estas reuniones también se suman personas vinculadas a la medicina que se interesan en ampliar su conocimiento para poder ejercer mejor su labor. ***

Carola encontró el camino hacia una mejor calidad de vida para su hija, y ayudó a otras mujeres a hacer lo mismo. Mamá Cultiva le brindó el espacio para compartir conocimiento y vínculos con otras madres. Pudo darle esperanza y forma a esta organización desde su lugar, en Paraná, con amor y humildad.

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Doctora

Yo vengo a ofrecer mi corazón: sanar con cannabis y sonrisas

Julieta Rogiano es médica clínica con un posgrado en cannabis medicinal. La profesional de 37 años atiende en el consultorio Munay, ubicado en la ciudad de Santa Fe. Acompaña a las personas en sus procesos para mejorar su calidad de vida, con una simpatía que es parte de su personalidad. Además, apuesta al progresivo uso de la planta como una herramienta terapéutica, y continúa estudiando el campo siguiendo su propósito de ayudar al otro.

A cinco cuadras del Boulevard Pellegrini de la ciudad de Santa Fe, en calle 4 de Enero casi Domingo Silva, se encuentra Munay. Lejos de ser una clínica tradicional con frías salas de espera, asientos que obligan a mantener una postura erguida y médicos que imponen distancia con sus ambos, el sitio propone una filosofía diferente: se define como un espacio terapéutico.

La recepción del lugar está supervisada por dos gatas peludas que, instaladas en un amplio sillón, convidan espacio a cambio de algunas caricias, hasta que las personas son llamadas a su consulta.

Al subir una escalera de pocos peldaños, en una de las habitaciones ubicada a la derecha, se encuentra la médica que cuenta con un posgrado en cannabis: —Pasen, pónganse cómodas —dice Julieta Rogiano con tono chispeante. ***

Julieta es inquieta, curiosa y aventurera. Nació el 5 de agosto de 1986. Esa manera de ser es la que la impulsó a tomar grandes decisiones en su vida. Así, sin una razón aparente y con una seguridad categórica, decidió estudiar medicina. Ni su padre, ni su madre, ni su hermana mayor son médicos. Ella optó por un camino distinto, impulsada por su lado más humano. En 2011 se recibió en la Universidad Nacional del Litoral, ubicada en Santa Fe, su lugar de nacimiento para, posteriormente, realizar la especialización en Clínica en el Hospital José Bernardo Iturraspe. Convertida en una profesional,

buscó junto a su pareja nuevos horizontes, y emprendieron viaje al sur del país. Cuando terminé mis estudios, decidimos mudarnos con mi compañero. No sé por qué, siempre hicimos estas cosas medias raras —afirma con una risa, como si se tratase de una picardía—. Así que nos trasladamos a Zapala, una ciudad muy chiquita en el corazón de Neuquén. Allá tuve un cargo como médica clínica de planta en el hospital Dr. Jorge Juan Pose, donde hacía internación y consultorio. El trabajo fue intenso porque hacer guardia era una locura, pero la experiencia fue hermosa y aprendí un montón. Después de dos años, por cuestiones personales, nos trasladamos a Mar del Plata. Trabajé en un centro de atención primaria, atendiendo a personas que no cuentan con obra social. Estuvimos igualmente dos años, y al quedar embarazada, quisimos volver a Santa Fe.

Ya en su ciudad natal, empezó a trabajar en el sanatorio Diagnóstico como instructora de residentes, donde sumó a su carrera de médica un rol de docente. Pero la maternidad, junto al deseo de quedarse más tiempo con su hija y el encierro obligatorio por la pandemia que azotó al mundo en 2020, la llevaron a tomar la decisión de estar un año sin trabajar.

Al volver a la actividad laboral, su particularidad incesante de ir siempre por cosas nuevas, impulsó a Julieta a darle un giro a su carrera.

—Siempre escucho lo que siento y cómo me

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Santa Fe
en tratamientos naturales
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Por Angelina Amici
“Me di cuenta de que mi trabajo ya no me estaba reconfortando. Por eso le di importancia a lo que me pasaba y busqué otra opción. Así surge lo del cannabis”.

siento, qué me gusta, con qué estoy cómoda. Me animo a volver a empezar, a tirar todo y arrancar de cero. En ese momento me di cuenta de que mi trabajo ya no me estaba reconfortando. Por eso, le di importancia a lo que me pasaba y busqué otra opción. Así surge lo del cannabis. ***

El bichito de cambiar de rumbo volvió a picar a Julieta en 2021. La ausencia de razones y la curiosidad que la moviliza a hacer cosas nuevas, le hizo tomar distancia de su labor como clínica e instructora, para estudiar el uso terapéutico del cannabis. Tras buscar posgrados, encontró en la Universidad Nacional Arturo Jauretche, ubicada en la localidad bonaerense de Florencio Varela, una formación virtual que le permitió conocer este nuevo mundo. Al finalizarlo, trabajó en ambas ramas, pero de a poco soltó la medicina tradicional para dedicarle más tiempo al consultorio de cannabis. —Me sorprendí por toda la información médica y científica que hay sobre el cannabis, es mucho más complejo de lo que me imaginaba. Me fascinó y dije: “Esto es lo mío”. Una vez concluida su diplomatura en Cannabis y sus usos medicinales, de forma particular, comenzó a atender a pacientes en 2022. Con esta nueva especialización, su vida se reorganizó.

Generalmente, sus días son tranquilos: lleva una vida familiar, pasa mucho tiempo con su hija de tres años y su pareja. Mientras la pequeña está en el jardín, divide su tiempo entre estudiar (ya que continúa perfeccionándose en fitomedicina), el manejo de sus redes y el trabajo. Julieta atiende de forma virtual y presencial, en dos consultorios distintos: Conectar Med (en donde, además, trata algunos casos clínicos) y Munay. En ambos, recibe sobre todo consultas sobre cannabis.

—Hay que remarla, porque no es lo mismo trabajar en un sanatorio, donde vos sabés que a principio de mes tenés tu sueldo ase-

gurado. Tiene sus pros y sus contras ser independiente, pero estoy contenta con mi decisión.

Virginia Hubeaut es psicóloga, fundadora y directora de Munay, palabra quechua que significa “amor” y “que seas quien sos”. Allí, las personas pueden hacer consultas sobre psicología, sexología, nutrición, yoga, cannabis medicinal, entre otras especialidades. Las terapias y tratamientos proponen un camino hacia el interior que se abordará, si la persona lo desea, a pies descalzos. Es un ambiente muy relajado y desestructurado, “en pos de generar un espacio para facilitar y acompañar procesos de cambio, salud, enfermedad y crecimiento”, describe la fundadora. La luz natural que ilumina, las plantas de grandes hojas verdes y los aromas herbales permiten que, al cerrar los ojos, te sientas en un lugar místico y seguro.

—Nos conocemos desde jóvenes, de hecho, compartíamos el mismo club donde hacíamos deportes —recuerda Virginia a Julieta de forma cariñosa—. Su incorporación a nuestro equipo de profesionales trajo una perspectiva de la medicina que fue un aporte muy novedoso. A través de su terapia con aceite de cannabis, hubo resultados super positivos en pacientes que necesitan trabajar emociones o patologías. Me animaría a decir que antes de derivar a un psiquiatra, yo suelo consultar con Juli para trabajar con personas con ansiedad, bipolaridad o depresión. Sinceramente, ha sido muy positivo el intercambio con ella, y creo que así lo sentimos en general.

Virginia destaca la simpatía, la calidez y el detalle con el que Julieta trata a cada paciente. Cuenta que, a través de su sonrisa, irradia alegría, frescura y una sencillez genuina que la convierten en una gran compañera. Su forma de ser y ver la vida hace que se enfrente a las adversidades con mucha luz. Tal vez, lo que para la mayoría puede ser una crisis, ella le hace un guiño optimista para transitar los obstáculos.

Atravesar los prejuicios sobre el uso del cannabis con fines medicinales continúa siendo una tarea difícil en nuestra sociedad. Al principio, Julieta sintió esa dificultad en carne propia:

—Como siempre fui de buscar lo raro, me acuerdo que cuando le conté a mi mamá que me estaba formando en el campo de la medicina cannábica ella me decía: “¿Pero cómo le vas a dar droga a tus pacientes?” — imita Julieta a carcajadas—. Creo que recién ahora lo están aceptando y me apoyan en lo que hago, pero al inicio creo que habrán dicho: “¿En qué se está metiendo?”. Hay muchos mitos todavía, y en el consultorio lo noto un montón cuando los pacientes vienen con dudas o miedos. ***

En Argentina en 2017 se sancionó la ley 27.350 que regula la investigación médica y científica del uso medicinal de la planta de cannabis y sus derivados. El libro Cannabis medicinal: la guía completa, explica que “luego de un largo proceso de reglamentación, desde 2021, existe una regulación que permite el cultivo legal de nueve plantas en floración y la tenencia de aceite medicinal y 40 gramos de flores secas”, siempre que se cuente con autorización creada en el ámbito del Ministerio de Salud.

La primera instancia de la legislación era bastante restrictiva, sólo autorizaba el uso en patologías específicas. Después, se amplió el tratamiento con cannabis a cualquier persona que tuviera una indicación médica. La creación del programa que habilitó el cultivo fue de mucha ayuda.

En nuestro país, se creó también en 2021 el Registro del Programa de Cannabis (Reprocann). Su fin es emitir la correspondiente autorización a pacientes para acceder al cultivo controlado de la planta, con indicación médica.

Al año siguiente, se sancionó la ley 27.669 que habilitó el marco regulatorio para el desarrollo industrial del cannabis medicinal y

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el cáñamo. Julieta Rogiano inició la práctica con un marco legal un poco más avanzado, que le facilitó llevar adelante la atención médica.

La planta del cannabis produce una larga lista de productos químicos, pero los compuestos activos más importantes son el cannabidiol (CBD) y el tetrahidrocannabinol (THC). En este sentido, la médica aclara que, a través de la consulta, evalúa qué síntomas tiene cada paciente para luego determinar qué tipo de aceite necesita, porque, según explica, “las dos variedades tienen propiedades distintas y sirven para cosas diferentes”.

Julieta cuenta que a sus pacientes les ofrece distintos tipos de vía de administración. El más conocido y que ella recomienda es el aceite, por la facilidad en su acceso. Sin embargo, existen otras opciones: la inhalación o vaporización de la flor, la realización de infusiones o la utilización de ungüentos. La única preocupación de la profesional, es que el Estado continúe apoyando el uso medicinal, ampliando el cultivo y mejorando el marco regulatorio de distribución. En el caso de Santa Fe, existe el Laboratorio Industrial Farmacéutico S.E. (LIF), el cual produce desde octubre de 2021 el aceite de cannabis como una nueva especialidad medicinal.

—Es un avance enorme que tengamos en la provincia un laboratorio que produzca CBD. Tal vez yo no lo receto tanto, pero, por ejemplo, los pediatras lo usan un poco más. La pasión por su trabajo ayudó a Julieta a seguir con pasos firmes en la investigación y aplicación de los beneficios de la planta. Los resultados positivos en sus pacientes le hacen saber cada día que eligió el camino correcto. ***

—¿Qué diría la Julieta que entró a estudiar medicina en 2011 sobre la Julieta de hoy?

—Que no se imaginaba llegar donde estoy. Y eso me pone muy orgullosa, porque pude seguir el camino que quise y que me hace bien. Se pondría contenta, porque lo que hago es lo que me gusta, ayudar al otro.

Julieta Rogiano ríe con los ojos. Sentada sobre un mullido sillón forrado con lienzo crudo, esboza una bienvenida pintada de sonrisas. Un moño con estampado de flores sostiene una media cola que ordena sus rulos. Así es como espera a sus pacientes.

A su consultorio llegan personas de todo tipo: jóvenes entre 20 y 30 años, hasta personas por encima de los 80. En cuanto a las consultas, igualmente se presentan muy

variadas, pero destaca que las tres más frecuentes son por tratamiento de dolores crónicos, insomnio y ansiedad. La mayoría de veces, las personas se contactan con ella por recomendación, a través del noble canal de boca en boca. Considera que esa es la forma principal, porque llegan por conocidos que usan el método y manifiestan que funciona. También, tiene una cuenta en Instagram y publicita en dos revistas barriales, medio por el cual llegan sobre todo los adultos mayores.

Al llegar a la sesión, Julieta nota que en primera instancia sus pacientes manifiestan el cansancio de haber probado todo tipo de fármacos, y que nada les haya funcionado. En su mayoría, asisten al consultorio atravesados por años de sufrir alguna patología o dolores, y el último recurso es el cannabis. En otros pocos casos, hay personas que toman su uso como primera opción, ya que prefieren la medicina natural.

—¿Cómo atendés a tus pacientes?

—La consulta es bastante integral. No solo hablamos de la especificidad del tratamiento, sino de todo: de qué trabaja, si tiene un hobby, qué actividades le generan placer. Hasta indago en si son felices, qué les divierte o hace reír. Pregunto todo, algo que en una consulta normal de 15 minutos no se hace. Acá nos sentamos y estamos una hora charlando. Justamente por eso elegí este lugar. Quería un espacio que no sea una clínica tradicional y fría, sino amigable y cómodo para el paciente y para mí. Siempre les digo que me escriban a los 15 días para saber cómo están, y volver a dosificar de a poco. Cuando me mandan que avanzaron muy bien, yo me pongo demasiado contenta. Para mí, esa es la parte más linda. —Lo que hace distinta a Juli es su dedica-

ción —dirá más tarde Virginia—. No es algo común encontrar una médica que destine tanto tiempo a sus pacientes, y que terminen abriéndose y explayando en cosas que tal vez ni pensaron que iban a contar. Ella les da todo el espacio del mundo.

La experiencia de Susana Godoy como paciente coincide con la descripción. Susana tiene 53 años, y hace un tiempo le diagnosticaron tiroides, fibromialgia y diabetes. La respuesta que parecía venir de la toma de fuertes medicamentos, no dio el resultado que esperaba, y la solución parecía estar cada vez más lejos. En septiembre del 2022, tras padecer un accidente cerebrovascular, decidió probar el cannabis como método alternativo, frente al agobio de tomar nueve medicamentos diarios. La mujer llegó al consultorio un año más tarde, con dudas y miedos, pero decidida a querer tener un cambio. —A Juli la veo como una persona muy receptiva, dedicada e interesada en ayudar a los demás. Como ella, el ambiente donde atiende es muy agradable. La recomendé a tres personas. Enseguida cuento la experiencia y todo el proceso ya que mucha gente, como me pasaba a mí, esquiva la palabra cannabis porque creen que es la droga o cosas por el estilo. Ella tuvo mucha paciencia conmigo, pues escuchó todo lo que le dije. Ahora me siento muy acompañada, porque en cualquier momento me puedo contactar si tengo alguna duda. Me siento muy contenida porque tomamos las decisiones juntas de acuerdo a cómo me voy sintiendo. Entendí que la vida es un todo, no importa la enfermedad o las emociones que tengas, hay que buscar siempre sanar el alma para sanar el cuerpo. ***

Así sea en Neuquén, Mar del Plata, Santa Fe o en cualquier lugar, atienda a personas jóvenes o ancianas, en cualquier espacio, Julieta estará dispuesta a ayudar siempre. El cannabis es hoy la forma que eligió para poder continuar con ese fin, campo en el que se sigue formando. Es su herramienta para acompañar y aprender junto con el paciente formas para mejorar su cuerpo y alma. Mientras el mundo sigue con su incesante sucesión de hechos, Julieta Rogiano estará lista para enfrentarlos con el brillo en sus ojos y una sonrisa de oreja a oreja.

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Uno de los rincones del consultorio de Julieta en Munay espacio terapéutico. Foto: Angelina Amici

Cultivar y divulgar

La red colaborativa que convoca al cannabis medicinal

Luciano Natella, un emprendedor dedicado a la producción y asesoramiento del cannabis medicinal, comparte la historia de su vida que se entrelaza con esta planta. Junto a otros colaboradores, se esfuerza por desmitificar y expandir el conocimiento sobre sus beneficios terapéuticos a través de una red de apoyo para mejorar la calidad de vida de las personas.

Por Valentino Bel del Valle

““Desde los ocho años ya sabía a qué me quería dedicar: quería ser peluquero, cocinero o abogado”, dice Luciano Natella mientras se frota las rodillas con las manos. En realidad, son las vueltas de la vida las que nos dejan donde estamos. En el presente, Luciano se dedica a la producción y asesoramiento del cannabis medicinal en la ciudad de Paraná, embarcándose en una red colaborativa que él mismo ayudó a tejer con el fin de promover el uso de esta planta como tratamiento terapéutico para quienes lo necesitan.

En 2017, el Estado aprobó la Ley N.° 27.350 que habilita el uso medicinal del cannabis y las posibilidades se abrieron a una alternativa que se planteaba de años anteriores. La motivación por ayudar de Luciano llegó de la mano de la noción de salud a través de su familia: “Me crié con mi abuela que era enfermera en el hospital y mi abuelo que era enfermero rural”, cuenta. La forma de brindar la ayuda es con el uso del cannabis como tratamiento medicinal. “¿Cómo llegamos hasta acá?”, se pregunta en voz alta y reflexiona: “Bueno, fue un largo proceso”.

Sentado en la terraza de su casa, Luciano se prepara para contar su historia y el motivo que lo trae al presente, mientras los rayos del sol atraviesan la porosa vegetación y le iluminan el perfil izquierdo. Con voz serena y pausas memoriosas, hurga en su pasado sa-

biendo que cada detalle de sus motivaciones y experiencias cuenta para explicar cómo llegó a ser quién es y por qué hace lo que hace. Una historia de vida que se entrelaza con una actividad particular: el cultivo de cannabis medicinal.

A los 16 años, Luciano llegó a Buenos Aires para trabajar en un emprendimiento de gastronomía. “Me fue muy bien”, comenta encogiéndose de hombros modestamente. Durante los tres años que trabajó en ese espacio, llegó a tener 35 personas a su cargo y a cocinarle a reconocidos personajes como la música y compositora Soledad Pastorutti, o los grupos de rock La 25 y Rata Blanca. “En esa época, tomé conciencia de las herramientas que tenía para emprender, estudiar y hacer lo que me proponga”, dice como quien desempolva un álbum de recuerdos de una aventura que recién comenzaba.

Luciano nació en 1989 en Bovril, un pintoresco pueblo ubicado en el departamento de La Paz, al norte de Entre Ríos, que cuenta con alrededor de 10 mil habitantes. Luego cursó cuatro años de abogacía y hace casi una década y media es estilista, siempre con la convicción de emprender y ayudar por delante. No fue hasta 2015 que la alternativa del cannabis medicinal se presentó ante él como una experiencia propia para tratar dolencias fí-

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Paraná
Foto: Luciano Natella

sicas. Ya siendo peluquero y tras la recomendación de un cliente del uso de cannabis para tratar su difícil recuperación de una operación que había tenido recientemente, es que Luciano comenzó a indagar y sumergirse en el cultivo y la producción, para consumo propio y para la madre de su cliente que tenía cáncer de mama.

El estatus legal del consumo de cannabis fue y es objeto de debate y controversia desde hace décadas en el mundo. Prácticamente, todos los países tienen leyes vinculadas con la regulación del cultivo, posesión, venta y consumo de cannabis; pero su anterior criminalización, cuando era totalmente ilegal, contribuyó al desarrollo de prejuicios sociales y vacíos legales a los que se enfrentan las personas que deciden incursionar en su uso medicinal.

El consumo de cannabis suele traer consigo un estigma social. Es por ello que parte de la sociedad lo rechaza y evita considerar los beneficios terapéuticos asociados a la planta, por los que tantos consumidores lucharon incansablemente durante años. “La ley cannábica fue aprobada por el Estado porque primero hubo una cierta aceptación social”, rescata Luciano, pero todavía queda mucho por conocer y por dar a conocer, ya que aún hay mucho por investigar sobre sus propiedades medicinales. La información no solo contribuye a la ciencia, sino que también ayuda a quitar el estigma de la sociedad a través de dar a conocer los beneficios de su uso.

Se trata de una cadena que se fue dando a través de la aprobación de una serie de leyes que permitieron la investigación y experimentación en el uso terapéutico del cannabis dentro del marco legal, lo que le dio el lugar necesario para que comiencen a circular libremente los tratamientos que se pueden brindar a través del uso de cannabis y que las personas empiecen a tenerlos en cuenta como una alternativa para tratar sus dolencias.

Para Luciano se trata de conocer para dar a conocer, porque al ser poco el conocimiento debió generar su propia información para continuar creciendo y mejorando en el cultivo de cannabis. Luciano tiene 34 años, el pelo castaño y un andar apacible, en su voz se nota la fuerza de sus convicciones y en el relato, sus grandes aventuras. Así fue cómo, en el pasado, se asoció con un profesional de la salud animal y terminó tratando animales con cannabis en la guardia de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la Universidad Nacional del Litoral de la ciudad de Esperanza, en Santa Fe. “Todo lo que se sabe es por experimentación y, a través del contacto con personas que hacen lo mismo, la información va circulando”, explica Luciano sobre su formación, que en un principio fue autodidacta. Incluso, cuando era ilegal en Argentina, Luciano pasó varios veranos en Uruguay para conocer las propiedades de la planta.

“Cuando arranqué con esto, primero tuve que entender que podía terminar preso”, dice, mientras se rasca la barba. Para suerte de muchos, los tiempos cambiaron y las posibilidades se fueron abriendo a través de las pro-

puestas institucionales que surgieron con las diversas aprobaciones legales que se fueron superando. Actualmente, la Ley N.º 27.350 establece el marco regulatorio para la investigación médica y científica del uso medicinal, terapéutico y/o paliativo del dolor de la planta de cannabis y sus derivados.

En 2023, Luciano comenzó el Curso de capacitación sobre Gestión de la Industria del Cannabis y el Cáñamo Industrial en la Facultad de Ciencias Económicas de la UNER y la Tecnicatura en Jardinería en la Facultad de Ciencias Agropecuarias en Oro Verde. En un futuro también planea formarse en medicina para terminar de juntar estas dos nociones y lograr que su entendimiento sea mucho más amplio en ambas cosas.

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Para Luciano, ayudar a quien lo necesita no se limita solo al sentido directo de la acción, ya que después de muchos años en “el mundo cannábico” como le dice él, logró desarrollar una gran cantidad de técnicas y conocimientos sobre el cultivo y el cuidado de la planta de cannabis. Una serie de conocimientos con los que no tiene pensado cargar solamente él, porque, además de la elaboración de productos, Luciano comenzó a brindar asesoramiento y a alentar a las personas para que cada quien pueda tener su propio cultivo. Fue una actividad que se fue dando de a poco, primero eran consultas individuales, domicilio por domicilio; luego, cuando la ley lo permitió, fueron charlas y reuniones; y, al sumarse cada vez más gente, llegó a dar asesorías grupales a profesionales de la salud.

Durante la charla, Luciano es el encargado de cebar mates y mientras pasa uno, explica: “brindo los recursos y todos mis conocimientos de manera gratuita para asesorar a las personas en su propio cultivo”. Sus ideas siempre hacen hincapié en formar “una red colaborativa”, no solo para que las personas se animen a cultivar y tratarse con cannabis de forma legal, sino también para que compartan esta información con otras personas que lo necesiten.

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Tejer una extensa red lleva mucho tiempo y requiere de muchas manos, entre todas ellas se encuentra Florencia Cogo que desde 2023 trabaja con Luciano encargándose de recopilar toda la información que él fue generando a lo largo de los años, para reunirla toda en un manual de cultivo autosustentable. “Cualquier persona puede cultivar, ese es el objetivo del manual y no solo se trata de la planificación, como puede ser reconocer los factores económicos, sociales y geográficos con los que cuenta cada uno; sino también que se sepa qué cultivar en cada caso para atender a las necesidades particulares de cada persona”, explica Florencia. El manual trata de ser una extensión de la voz de Luciano para optimizar el rendimiento y eficacia de la información al momento de circular por esta red colaborativa. Además, extender estas formas de cultivo tiene el doble objetivo de deconstruir la imagen criminalizada que se tiene del cannabis como una droga que causa adicción y problemas tanto físicos como sociales. La realidad

es muy diferente, ya que los avances científicos demostraron la baja nocividad que tiene el cannabis en nuestro cuerpo, tal como lo explica Florencia al decir que “los cannabinoides que tiene la planta son similares a los endocannabinoides que hay en nuestro cuerpo, es decir, que contamos con receptores para este compuesto orgánico a diferencia de lo que sería un tratamiento con fármacos convencionales que tienden a ser más nocivos para el organismo”. ***

Si la colaboración es la forma de acción, ayudar es el objetivo. Entre las personas con las que Luciano colabora y ayudan a extender la red, se encuentra Mariángeles Hereñú, que es enfermera y conoció a Luciano a principios del 2023. Para ese entonces, ella atravesaba una difícil situación: dos trabajos, el complejo posoperatorio de su madre y sus crisis de asma comprometían el bienestar en su día a día. Lo cierto es que para Mariángeles el cannabis medicinal no era algo desconocido, ya que anteriormente se había informado con su amiga Pamela Káiser, presidenta de la Asociación Civil Cannabis Medicinal Concordia (Cameco), pero por cuestiones de tiempo y la falta de un cultivo propio no había logrado concretarlo.

El resto de la historia se cuenta por sí sola: “Hoy prácticamente no utilizo paff, excepto en ocasiones aisladas. Y por todos los beneficios en mi salud como en la de mi madre, ya que también utiliza el cannabis para el dolor, es que me motivó a formarme en el tema con

“Con buena información se puede mejorar la calidad de vida de las personas”.
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Luciano”, explica con tono de seguridad en su voz. Pero la historia no finaliza ahí, porque Mariángeles, al ser personal de salud, no tardó en comenzar un nuevo proyecto con Luciano en la producción de aceite medicinal. ***

Los beneficios potenciales del cannabis medicinal que se conocen hasta el momento son muy amplios, ya que puede tratar afecciones físicas, como aliviar el dolor crónico y los efectos inflamatorios producidos por artritis, enfermedad inflamatoria intestinal, esclerosis múltiple; también contribuye a reducir trastornos como la ansiedad, el estrés y el insomnio. Todos estos descubrimientos se hicieron a través del estudio de casos y la investigación controlada; no obstante, las personas que están informadas sobre el tema, tanto Luciano como Florencia, al hablar de todos los posibles tratamientos que se pueden realizar con cannabis hacen profundo hincapié en una particularidad: el uso recreativo y su paradigma social.

Por su parte, Luciano dice que desde la militancia del cannabis medicinal siempre se alienta a que las personas que lo consumen de forma recreativa sean sinceras en sus consultas médicas y expongan abiertamente esta situación porque “a veces a lo que se le llama recreativo en realidad está teniendo efectos terapéuticos o medicinales que no se tienen en cuenta”, explica.

A su vez, Florencia aborda el concepto de consumo recreativo relacionado con lo social y cómo esta práctica contribuyó a formar

la imagen criminalizada que se tiene sobre el cannabis: “Entendemos al uso recreativo como el consumo de esta planta con el propósito de entretenimiento, placer, relajación o sin un objetivo en específico, en contraposición al uso con fines medicinales”, aclara y continúa explicando que “esta actividad dio lugar a la creencia social del cannabis como una adicción o como la puerta a otras drogas, pero se comprobó que el consumo recreativo, que generalmente se realiza a través de combustión, en niveles de adicción es similar e incluso menor que el tabaco, presentando cuadros de abstinencia parecidos pero más relacionados con la práctica de fumar”.

Además, a través de los estudios y datos que fue recolectando en el proceso de confeccionar el manual de cultivo, Florencia ilustra la situación real al comentar que “un estudio reciente constató que el síndrome de abstinencia que tiene lugar al detener el uso del cannabis es menos frecuente e intenso en el caso de personas que lo usan con fines médicos y en aquellas mayores de 50 años, comparado con el que se manifiesta en personas jóvenes que lo usan con fines recreativos. Y se estima que el 12% de los usuarios recreativos de cannabis presenta algún tipo de síntoma de abstinencia cuando deja el cannabis, principalmente ansiedad, insomnio e irritabilidad”.

Desde 2020, Luciano dispone su actividad de tiempo completo al pleno estudio y a la experimentación a partir de un cultivo propio con el objetivo de mejorar la calidad de vida

de seres vivos “ya sean personas o animales”, aclara. Y, al momento de responder qué es lo que queda por delante, los ojos de Luciano se vuelven a perder en un trance reflexivo mientras parece que mastica bien su respuesta, al mismo tiempo que se reclina sobre el respaldo de la silla y se acaricia el mentón: “Falta por conquistar el entendimiento de la gente, falta que se comprenda que estamos trabajando con algo natural y que con buena información se puede mejorar la calidad de vida de las personas. Para lograrlo hay que seguir estudiando, informando a los demás, generando proyectos y espacios de discusión para seguir amplificando el conocimiento del cannabis medicinal”.

Comúnmente, pero cada vez menos, se habla del cannabis como una droga más, como “la puerta a otras drogas” como ejemplificaba Florencia, y lo cierto es que se trata de un paradigma diferente, ya que el mismo Luciano da cuenta de los buenos resultados que tuvo al tratar con cannabis el consumo problemático de cocaína que tenía un familiar.

Luciano demuestra su convencimiento a través de la firmeza de sus enunciados y con una sonrisa en su rostro asegura que “después de ver cómo le cambiás la vida a un nene de siete años con problemas de hidrocefalia que puede empezar a caminar, a escribir y a conectar con su familia, a través de un tratamiento que se le brinda a partir del trabajo propio, el paradigma cambia completamente y te das cuenta del mundo de posibilidades que está a nuestro alcance”.

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Emprendedora cannábica

Lo natural como alternativa, el detrás de escena de María Kultiva

María es una joven paranaense que cultiva plantas de cannabis con fines medicinales. Tiene su emprendimiento María Kultiva donde ofrece cremas y aceites con el objetivo de acercar a las personas el poder curativo de los derivados cannabidiol (CBD) y tetrahidrocannabinol (THC) de la planta cannabis sativa. Su interés por producir contenido propio surgió a partir de tener a su mamá transitando un tratamiento de quimioterapia.

Por Aixa Mayr

Son las 17:30 de un viernes primaveral de octubre, el día está templado, hay una brisa notoria pero no es fuerte, aunque pronostican posibles lloviznas y elevación en la velocidad del viento. Un vaivén de autos alborotados de bocinazos y frenadas en cada semáforo inundan las calles de Paraná. En el interior de un departamento se escucha como si alguien rozara suavemente una tecla de un piano, es el sonido particular del ingreso de un nuevo participante a una videollamada de Google Meet; es María conectándose.

María nació el 23 de noviembre de 1992, tiene 30 años y vive en el barrio San Agustín, el más populoso de la capital entrerriana. Su familia está constituida por ella, su hermano, su papá y su mamá. Maru, como le dicen cariñosamente en su entorno, es una mujer simpática, agradable. Cuando habla mueve sus manos como ayudándose a explicar ciertos temas, acomoda su pelo y desvía la mirada al pensar sus respuestas, en primera instancia al hablar puede ser puntual y concisa hasta que se la nota más cómoda y la charla fluye.

Actualmente trabaja en la jardinería y la botánica de sus plantas de cannabis, las cuales están inscriptas en el Registro del Programa de Cannabis (REPROCANN). Esta emprendedora prefiere mantener cautela con su nombre real debido a que hoy en día no se cuenta con una ley firme que respalde a los cultivadores de estas plantas y sus derivados.

Bailar danzas urbanas es uno de sus pasatiempos favoritos, destaca . María no encuentra alguna frase que la defina pero se identifica con la palabra cambios. Es una persona que a pesar de haber quedado sin trabajo a raíz de la pandemia, eligió y elige seguir confiando en su emprendimiento denominado María Kultiva y apostar a salir adelante más allá de las adversidades de la vida.

Deconstruir(se) para sanar “Desde los 15 años que la marihuana es parte de mi vida, llevo más tiempo de mi vida fumando que el que no”, dice María entre risas. Si bien la planta ha estado por más de una década en su entorno, su madre no estaba de acuerdo con eso. Cuando su mamá comenzó a transitar un tratamiento con quimioterapia a raíz de ser diagnosticada con cáncer, este panorama se transformó . “El miedo a la muerte te lleva a hacer muchas cosas, mi vieja pasó de no dejarme tener las plantas a estar cocinando aceite conmigo”, explica María.

Los buenos y malos momentos de la vida pueden traer sorpresas, en ciertas situaciones donde la salud se ve comprometida, las personas atraviesan muchos miedos. María cuenta que desde su experiencia de ver a una persona tan cercana atravesar el cáncer, la llevó a ella y a su mamá a experimentar cosas nuevas con el objetivo de transitar un tratamiento de la manera menos invasiva posible. Para poder evitar o al menos re-

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Paraná
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Foto: María Kultiva

ducir los efectos de la quimioterapia como náuseas, mareos o vómitos, entre otros, probaron diferentes actividades: yoga, cambios en la alimentación, hacer ejercicios. María no recuerda exactamente quién le habló del cannabis pero recuerda que le comentaron que los derivados de la planta medicinal también podrían servirle a su madre y fue así que empezaron a producir aceite sólo para el uso personal. Para la mamá de María la solidaridad de su hija significó mucho para afrontar el tratamiento. “Para mí fue un acompañamiento irreemplazable. Yo había empezado con unas plantitas y no me iba muy bien, porque tenía que aprender el cultivo desde cero. Cuando ella se puso a hacerlo todo avanzó mejor. Compartimos mucho el avance del crecimiento de las plantas”, señala la madre de María. Por otro lado, desde su experiencia como usuaria recomienda usar los productos que la joven elabora. La mamá cuenta que “el cannabis me ayudó mucho a manejar todo lo que implica un tratamiento tan invasivo y el diagnóstico de cáncer: ansiedad, falta de apetito, insomnio. Todo eso pude manejarlo muy bien usando el aceite”.

Saberes llevados a la práctica

La joven estudió tres años la carrera de Sociología en la Universidad Nacional del Litoral en Santa Fe. A su vez, trabajó en una escuela de circo por 10 años hasta que la situación que se instaló en el país, a causa del covid-19, la dejó sin posibilidad de seguir desarrollando su trabajo con normalidad. María se empezó a interesar más por la producción artesanal de fitoderivados, es decir, medicinas alternativas en base a la planta de cannabis luego de quedarse sin su anterior trabajo. Fue así que de a poco armó su emprendimiento con venta de cremas de uso externo para aplicar directamente sobre el foco de dolor y aceites que se colocan en forma de gotas debajo de la

lengua. Ambos productos se fabrican con cannabidiol (CBD) y tetrahidrocannabinol (THC). La joven emprendedora incorporó los conocimientos básicos sobre los cuidados de las plantas y la producción, con sus derivados, investigando por su propia cuenta y a través del diálogo con otros productores. Pero también se formó en capacitaciones donde recibió certificados como la Diplomatura «Formación Integral en Cannabis desde una Perspectiva en Derechos Humanos», organizada por la Facultad de Trabajo Social de la UNER; otro certificado que recibió fue por finalizar siete módulos de la especialización en cannabis medicinal de Bioquímica del Cannabis organizado por Educación Cannábica, Primera Academia Cannábica de Latinoamérica.

A las personas que utilizan estos productos se las llama usuarios o usuarias y recurren a ellos por diferentes causas que María enumera:

—Los motivos son varios. Por ejemplo, hay un grupo de cinco gurisas que se tratan la ansiedad con aceites de CBD, una o dos gotas al día les ayudaron a dejar los medicamentos psiquiátricos tradicionales; ellas me contaron que el uso de esta alternativa medicinal les apaga las voces en su cabeza. Por otro lado, el aceite de CBD y THC lo buscan muchas mujeres mayores de edad con dolores generalizados de huesos, artritis y artrosis. Otras personas los usan para controlar los problemas de insomnio. Por otro lado a las cremas la usan mucho las mujeres con problemas de artrosis y artritis, ellas me dijeron que aplicando la crema con masajes sobre el foco de dolor les permite no tener que recurrir a tomarse un cóctel de pastillas. Después tengo dos gurisas que utilizan en conjunto el aceite, la crema y fuman el cigarrillo de marihuana para reducir los dolores por la migraña.

A María le parece “muy importante hablar y visibilizar el problema de la ansiedad

ya que ha crecido un 75% los casos a nivel mundial desde la pandemia”, reflexiona. Aunque compra algunos insumos para elaborar los productos, todo lo que produce lo adquiere de sus propios cultivos de plantas de manera orgánica. Sus cremas, aparte de tener cannabis, están preparadas en conjunto con otras plantas medicinales: lavanda, romero y caléndula debido a que “potencian mucho las cualidades medicinales del cannabis”, explica María. Por otro lado, la joven apuesta al uso de estos productos porque sostiene que es un tratamiento que sana a largo plazo: —Todos los mamíferos tenemos un sistema que se llama sistema endocannabinoide, es muy importante al igual que los demás sistemas que nos constituye, este sistema actúa regulando nuestro apetito, sueño, humor, parámetros de dolor, entre otros. Me parece una vergüenza que esto no se enseñe en medicina.

La empatía: preocuparse y ocuparse

Este trabajo no es fácil, María señala que los cuidados de la planta son muy delicados y hay que dedicarle mucho tiempo. Desde que se germina la semilla hasta que se cosechan las flores de la planta pueden pasar alrededor de siete meses. “El cannabis nos obliga a respetar los procesos naturales de las cosas”, reflexiona sonriendo la mujer. Su espacio de trabajo se tiñe de un verde oscuro, las plantas llegan a sobrepasar la altura de la joven quien esconde su rostro detrás de un ramo formado por gajos recién cosechados. Ante la criminalización que aún persiste hacia quienes cultivan, esta mujer prefiere preservar su identidad. El espacio se divide entre algunas plantas que necesitan una luz artificial para ayudar a su desarrollo y otras que ya están más crecidas, casi listas para su cosecha. La zona de trabajo está organizada de manera tal que María pueda moverse tranquila entre la

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Foto: María Kultiva

vegetación. María comenta que, al contrario de lo que muchas personas opinan sobre el olor, a ella le encanta. La joven menciona que estas plantas tienen dos millones de terpenos que es lo que le da sabor y olor a las flores, estos se diferencian según su genética, algunos de ellos son: cítricos como pomelo, mandarina y limón; otros, más dulces como frutos rojos, arándanos entre otros; destaca que estos aromas tienen propiedades medicinales.

La mujer que le dió la vida la caracteriza como una persona emocional, transparente y con un carácter de emprendedora innato que hace que lo que se proponga, lo pueda realizar. “Creo que hace un trabajo hermoso. Desde la semilla hasta la crema o el aceite, le pone amor y cuidado, pero sobre todo el acompañamiento que hace de cada persona usuaria”, sostiene la madre de María y agrega que “no va con una receta, como un médico, sino con algo que puede ayudar y después se dedica y se interesa por saber cómo le está yendo a esa persona. De ese modo sigue aprendiendo siempre”.

Trabajo en equipo

Si bien en un primer momento María, junto a su mamá, producían sólo para el consumo familiar, luego la joven emprendedora decidió llevarlo a otro nivel y con ello poder llegar a más personas que lo necesiten; trabajando sola. Hace 3 años que su emprendimiento empezó a crecer más, son varios los usuarios que utilizan sus producto y hoy en día tiene un grupo fijo de aproximadamente 20 personas que “no se quedan nunca sin su aceite o su crema”, destaca María. María se empezó a dedicar más a lo que es la jardinería y el trabajo manual del cuidado del cultivo, debido a la atención que demandan las plantas. Actualmente Brenda la ayuda a repartir los insumos a los usuarios y usuarias; ella empezó siendo usuaria hace tres años debido a que está diagnosticada con migraña crónica y sufre dolores de espalda. Esta joven llegó a conocer el canna-

“Al consumir el cannabis actúa de manera que si estás triste te levanta, si estás sin apetito te da hambre, si estás con ansiedad te calma, es la planta más maravillosa y sagrada del mundo”

bis medicinal y a elegirlo como tratamiento a partir de elaborar un informe periodístico en el primer año de la carrera de Comunicación Social.

Brenda también es emprendedora pero de ropa interior. Le comentaron de la ayuda de los productos que elabora María, se pusieron en contacto y decidieron hacer un trueque. Brenda le dió un conjunto a María, y esta última le dió uno de sus productos, así se fue forjando un lazo de amistad y compañerismo. “Maru es muy paciente, me ha explicado mucho sobre las plantas y sus funciones terapéuticas aunque sus productos hablan por sí solos porque vos lo usás y sabés que automáticamente te hacen bien. Ella siempre te escucha y luego te asesora”, expresa Brenda sobre la relación que tiene con María como productora y ella como usuaria. A su vez la define como una persona empática que se preocupa por sus usuarios más allá de sus propios tiempos, como una mujer muy feminista y con conciencia de clase, muy compañera. “He encontrado en ella alguien que me ha sabido acompañar en lo que es tener una enfermedad que no tiene cura, por ahí yo le voy contando lo que me duele y ella me da diferentes opciones para que pruebe según los dolores que sienta”, reflexiona Brenda.

La compañera de trabajo de María explica que ahora están con mucho trabajo. Ve una actitud buena de María al delegar trabajo en ella debido a que muchos usuarios necesitan una atención más personalizada y los horarios de pedidos son muy variados, puede ser a las 12 de la noche como a las seis de la mañana, entonces menciona que es muy complicado para una sola persona encargarse de todo.

¿Por qué se criminaliza un tratamiento terapéutico natural?

La Ley N° 27.350 establece el marco regulatorio para la investigación médica y científica del uso medicinal, terapéutico y/o paliativo del dolor de la planta de cannabis y sus

derivados. Si bien existe el proyecto de ley sobre la producción y usos medicinales del cannabis hoy en día ni los productores, ni los usuarios cuentan con un respaldo legal, más allá de que es evidente la gran ayuda que aporta a quienes padecen diferentes enfermedades y/o dolencias.

La joven emprendedora sostiene que más allá de que sus plantas están inscriptas en el Registro del Programa de Cannabis (REPROCANN) ha tenido miedo por la criminalización de este trabajo. Para María es fundamental que se saque al cannabis de la Ley 27.737 de Tenencia y tráfico de estupefacientes ya que “mientras el cannabis siga dentro de la lista de sustancias peligrosas de la ley de drogas siempre va a haber presos por plantar. Es una ley que se usa para meter presas a personas pobres, personas negras, a mujeres, no se usa para meter presas a personas blancas”, destaca la joven. María ha participado de marchas pidiendo que se saque al cannabis de la ley de drogas y que se legalice su uso por ejemplo en la ciudad de Buenos Aires. También participó del 36° Encuentro Plurinacional de Mujeres, Lesbianas, Travestis, Trans, Bisexuales, Intersexuales y No Binaries en Bariloche realizado en octubre del 2023, en donde se debatió sobre el tema.

El cannabis es una medicina natural que actúa a largo plazo y alarga la vida de las personas, “es algo que no se puede medir en encuestas, solo lo sabe quien lo ha probado” dice María. “Al consumir el cannabis actúa de manera que si estás triste te levanta, si estás sin apetito te da hambre, si estás con ansiedad te calma, es la planta más maravillosa y sagrada del mundo; aumenta la calidad de vida”, destaca María, quien sigue ofreciendo ayuda con su emprendimiento.

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ISSN: 2953-5581

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