Dacian 01

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Bettina comenzó a retorcerse las manos sobre el regazo. Arriesgó una rápida mirada a Daciano, encontró su rostro de repente inescrutable -pero, oh, sus ojos eran negro como la noche. —Si no quieres ser testigo de mi preocupación, entonces vete. — murmuró ella, su atención de nuevo en la pelea. Él no respondió. ¿Por qué Cas no estaba tratando de encarar al Cerunno? ¡Sabía que él era mejor que esto! Se volvió hacia Raum, evaluando su expresión. Su frente estaba surcada de arrugas. No era bueno... El Cerunno volvió a la carga y, finalmente Cas se defendió. Sus espadas resonaron en la noche, una y otra vez. Las chispas saltaron cuando el metal besó al metal. Mientras ambos machos se rodeaban entre sí, las grandes antorchas iluminaban el rostro sudoroso de Cas y las brillantes escamas del Cerunno. Ninguno de los dos podía conseguir la ventaja. Entonces se fijó en la cola de la serpiente que se fue alargando, arrastrándose detrás de Cas mientras este se concentraba en desviar los golpes de la espada. Justo cuando estaba a punto de gritar: — ¡Cuidado!— Otros espectadores se le adelantaron. Cas intento rastrearse demasiado tarde. La cola serpenteante ya se había envuelto alrededor de sus piernas y caderas, manteniéndolo en su lugar. Luchó para abrirse camino, pero la serpiente rechazaba cada golpe de su espada. Todo el tiempo la cola se enroscaba más y más alrededor del torso de Cas, constriñéndolo, debilitándolo. Bettina miró con incredulidad como el Cerunno fijaba sus propios brazos alrededor de Cas, aplastando su cuerpo hasta que el hermoso rostro de Cas se llenaba con sangre, abultando las venas en las sienes. —Oh, dioses, no. ¡Raum, haz algo! Cas se desplomó, con los brazos flácidos. Su espada cayó al suelo. —No. No. ¡No! ¡Raum!

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