Anochecer 10

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Declan se abrió paso más allá de la embestida, pero tan pronto como dio la primera mirada a la instalación, el aliento lo abandonó. Decenas de presos corrían libres. La mampara dos también había sido violada, y una... una montaña se levantaba en su interior. Dos mujeres Sorceri estaban cerca; Declan reconoció a Portia y Emberine, la Reina de la Piedra y la Reina de las Llamas. Tampoco llevaban collar, lo que significaba que tenían completos sus malditos poderes. Con un movimiento de su mano, Portia continuó la creación de dicho frontón colosal de roca. Emberine estaba a su lado, incinerando a los soldados que habían capturado fuera de la sala de investigación. Un disparo en el pecho volvía sus cuerpos cenizas. Si la roca se elevaba más, toda la instalación sería demolida. Declan no sería capaz de salvar a nadie en esta isla de la auto-destrucción. Él no sería capaz de salvar a Regin. Regin. Declan finalmente entendió lo que sus víctimas habían sentido cuando había torturado a sus compañeros. Una locura protectora. Hay que eliminar a las Sorceri. Gritó una vez más a los guardias, − Mantengan la línea, −entonces se dirigió directamente al infierno. Cuando arremetió a través de los disturbios, vagamente se dio cuenta que las criaturas sin sus collares eran los de la alianza Pravus. El ser había llegado desde el exterior para liberar a un solo ejército. Ahora los del Pravus aprovecharían la debilidad de sus enemigos Vertas. Regin estaba herida y probablemente todavía llevaría el collar. Si el vidrio de su celda se rompía, ella se quedaría sin protección. Como Vertas, estaría condenada… Finalmente obtuvo suficiente espacio para levantar su rifle y tener en la mira a Portia. Apretó el gatillo y lo mantuvo, pero antes que la ráfaga de balas pudiera llegar a la hembra, Emberine las disolvió en el aire. A continuación, la Reina de las Llamas se volvió hacia él, con los ojos llenos de malicia. Una bola de fuego ardía en su mano levantada. Apuntó su objetivo con ella, vació un cartucho, pero ella ya había lanzado la bola hacia él con la velocidad de un cohete. Un tiro de muerte. Le cayó directo en el pecho, la explosión atravesó la instalación.


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