La Nube Roja

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La Nube Roja es un proyecto independiente, sin curaduría, autofinanciado. Se permite la libre distribución sin fines comerciales de los contenidos de este catálogo bajo la condición de que se de crédito a sus respectivas autoras/es. Los textos de este catálogo pertenecen a sus respectivas autoras/es.


LA

NUBE

ROJA

EN

EL

MUTE

Concepto/Dirección General: Alejandra Mejía Romero Asistencia Técnica: Ana Siliezar, Ruth Romero, Chang-Yao Juan, Alejandra M. Romero, María Luisa Sáenz Jaramillo Montaje: Christian Ortiz, Reynaldo Arriola, German Artiga, Nimrod Rivera, Alejandra M. Romero, MUTE, Ernesto Bautista, Mauricio Kabistán Financiamiento: Ruth Romero, Christian Ortiz Agradecimientos: Kevin Gómez, Reynaldo Arriola, Nimrod Rivera, Manuel Bolaños, Sebastián Martín, MUTE, Juan José Santos. Y al equipo médico y de laboratorio, enfermeras y doctoras(es) que asesoraron en la recopilación de la sangre. Registro fotográfico: Kevin Gómez, Ernesto Bautista, Christian Ortiz Textos/Entrevistas: Ernesto Bautista, Paula Paola, Alondra Umanzor, Brianna Eviggan, Manuel Bolaños


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Créditos de producción Introducción Entrevista con Brianna Eviggan La Inevitable Realidad por Manuel Bolaños El corredor de Buluc Chaptan por Paula Paola La Nube Roja es vida. La Nube Roja es muerte por Alondra Umanzor Revisión de coordenadas por Ernesto Bautista Biografías


¿Es posible ver a este subcontinente como otra cosa más allá de lo tropical y de un contenedor de acontecimientos violentos? ¿Existe en Centroamérica una verdadera ética de la cultura, los procesos sociales y los medios? ¿Es una disociación retórica la exposición de la verdad y la necesidad de‚ fabricar una verdad? La investigación, el arte, los medios: ¿En qué momento se vuelven transitorios, complementarios? ¿En qué momento la reacción se vuelve indiferencia y la persistencia de la ignorancia se vuelve la incuestionable verdad? ¿Dentro de estas fronteras geopolíticas, qué es Centroamérica? ¿Qué es cada región por si misma? ¿Cuál es la definición real de sus límites? Como artistas, ciudadanos, espectadores, profesionales o críticos: ¿Cómo participamos a la constitución, distorsión o desarrollo de todos estos ‘‘territorios’’?


-‘‘Esto es lo que somos, es lo que vamos a seguir siendo, es la mejor manera que encontré para escribir un reporte de lo que es Centroamérica en este momento, yo simplemente organicé, estilicé, seleccioné... Pero la nube roja siempre ha estado ahí desde hace décadas.’’ -‘‘La relación es recíproca, a mi punto de vista y es directamente proporcional al centroamericano, La Nube Roja más que un fenómeno lo veo como una esencia, como una condición natural, tan natural que quizás un jardín colorido sería inequívoco y causaría el trastorno que en principio buscaba con La Nube Roja.’’ -‘‘Yo diría que a todo lo que nos rodea, lo interesante de la poesía desde como yo la percibo es que ocurre en todos lados, todo puede estar en peligro de extinción, o puede ser desechable y deforme pero irónicamente son características que generan poesía.’’ -’’Bueno hay un intento de unificación, cierto, desde lo territorial y lo situacional, pero no estoy emprendiendo una batalla, ni construyendo algo que pudiera ser, esto es algo que ya es y ha sido, son las coordenadas para una auto observación más detenida, lo que busco con el proyecto es pensar el contexto, pero necesitaría otro para reconstruirlo.’’-


L a N u b e R o j a : R e p o r t e n p r o c e s o d i a l é c t i c o*

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u

Entrevista de Brianna Eviggan** con Alejandra Mejía Romero en torno a su exhibición en el MUTE. BRIANNA EVIGGAN: Hola Alejandra. ¿Me gustaría que nos concentráramos sobre tu obra en específico en el mute. Podrías hablarnos un poco de ella? ALEJANDRA MEJÍA: Hola Brianna. La nube roja es un reporte sobre la Centroamérica contemporánea. BE: Al ser hondureña, ¿Cómo abordas este tipo de procesos? Así como al venir de un medio con tanto trasfondo histórico y técnico como lo es la pintura. Si no mal entiendo, que es tu especialidad. AM: Me gustaría desespecializarme, como una manera de descentralizar lo académico y desfigurarlo, considero que mientras más me acerque a eso más posibilidades tengo de hacer cosas interesantes. BE: ¿Porqué Nube Roja? AM: Porque sentí que la metáfora correspondía al contenido de la muestra, a su discurso y la dirección de las lecturas me interesa que emerjan.

BE: ¿Cómo ves que se relaciona con Centroamérica el fenómeno de la nube roja? AM: La relación es recíproca, a mi punto de vista y es directamente proporcional al centroamericano, la nube roja más que un fenómeno lo veo como una esencia, como una condición natural, tan natural que quizás un jardín colorido sería inequívoco y causaría el trastorno que en principio buscaba con la nube roja. BE: ¿Cómo participan los medios en este fenómeno? AM: Pienso que los medios han dejado de informar. BE: ¿A quienes afecta y de qué manera este fenómeno? AM: Sí entiendo es algo que trasciende la fronteras centroamericanas, a quienes afecta y como, es algo que espero lo pueda insinuar (aunque sea) este proyecto una vez tengamos personas recorriéndolo en el espacio. BE: ¿Al hablar de la nube roja, hablamos de violencia solamente? AM: Si y no, al hablar de violencia siempre se habla de algo más.


BE: ¿Como artista, en qué afecta tu obra a una persona que la mire? (un niño, un adulto, una señora del mercado, un periodista) AM: En ocasiones eso lo decide el espectador por sí mismo, lo más que puedo hacer por el momento es internar en la obra elementos y situaciones que vayan más allá de una decoración del espacio. BE: ¿Tu pieza habla mucho de territorios, veo mucho del pensamiento Morazánico o Bolivariano en tus planteamientos: Qué piensas de Centroamérica? De Honduras, El Salvador, etc. AM: Bueno hay un intento de unificación, cierto, desde lo territorial y lo situacional, pero no estoy emprendiendo una batalla, ni construyendo algo que pudiera ser, esto es algo que ya es y ha sido, son las coordenadas para una auto observación más detenida, lo que busco con el proyecto es pensar el contexto, pero necesitaría otro para reconstruirlo. BE: ¿Tú comienzas el proyecto con unos versos de Clementina Suárez, para ti la sangre es muerte? ¿Qué es para ti la sangre? AM: La sangre para mi es el aceite para el motor de la vida, la sangre es multiusos.

Se puede usar para brindar (me imagino a dos señores del congreso brindando con ella), o desde para salvar otra vida o para regar plantas, o para hacer discursos que reinventen lo que somos. BE: ¿Cuando hablamos de imaginarios sociales y de estadísticas y poesía, a qué nos referimos exactamente? AM: Yo diría que a todo lo que nos rodea, lo interesante de la poesía desde como yo la percibo es que ocurre en todos lados, todo puede estar en peligro de extinción, o puede ser desechable y deforme pero irónicamente son características que generan poesía. BE: ¿Consideras que en Centroamérica y Latinoamérica se producen o se han producido fenómenos de “Nube Roja”? AM: Si, este proyecto no es una ficción. BE: ¿Más allá de lo político y lo histórico, que determina un territorio o el sentido de pertenencia de un territorio para ti? AM: Un imaginario en común, similitudes en cómo se percibe el entorno, una misma manera de hacer y de des/ordenar el contexto, creo que el sentido de pertenencia


tiene que ver con mirar hacia afuera y encontrar un retorno, me refiero a la capacidad de vernos a nosotros mismos en cualquier detalle urbano. BE: ¿De quién es esta sangre que has utilizado para hacer la obra? AM: De centroamericanos y centroamericanas. BE: Respecto a esta acción de pintar con sangre: ¿Pusiste o pones en riesgo la vida de al guien? ¿Cómo reaccionaron las personas? ¿Qué proceso llevaste para llegar a estos textos escritos en la pared de las salas? AM: En Centroamérica mueren 40 personas a diario, la respuesta es entonces sí, se ha puesto en riesgo la vida de muchas personas, ahora como obtuve la sangre que está en las salas no es relevante en este caso. Esta es la mejor manera que encontré para escribir un reporte de lo que es Centroamérica en este momento, yo simplemente organicé, estilicé, seleccioné pero la nube roja siempre ha estado ahí desde hace décadas.


La

Inevitable

Realidad

Imagínese usted, que las fronteras fueran nada más que líneas inventadas para delimitar un territorio. Imagínese usted, que no fueran excusa para decir de dónde venimos, como hablamos o para señalar nuestras diferencias. Piénselo al menos. Elimine el discurso político y los protocolos; no queda nada más que una línea hecha con la imaginación y las conveniencias culturales. Descubrirá, quizás, que hay algo más que nos une como seres humanos. Tal vez incluso, se dé cuenta de lo fácil que es borrarlas, porque no son nada más que una necesidad, la cual, ni siquiera se nos consultó si era funcional para nosotros. Creo firmemente que la imaginación es un recurso; más que una necesidad. Aunque contradiga a Carlos Fuentes «Necesito, luego imagino»; considero que las diferencias entre nosotros, son las que nos unen, en lugar de separarnos. De ahí que una frontera, no estará más que relegada a la cartografía.


Entonces, si ya ha tenido la amabilidad de imaginar que las fronteras son ficticias, quizás se pregunte, ¿Cuál de esos elementos, que nos unen, compartimos entre nosotros? La respuesta, la lleva usted, latiendo en su interior a razón de unas cien pulsaciones por minuto. La sangre; si, esa que nos corre y que todos los días vemos derramar sin razón en Centroamérica. Esa, la que nos dice quiénes somos y lo que le transmitiremos a nuestros hijos. La sangre. La sangre como elemento integrador; como común denominador del lenguaje que no cuesta entender, sin importar que usted sea periodista, artista o espectador. Ese líquido que, en palabras de Alejandra, es el aceite para el motor de la vida*, es ahora el planteamiento de «La Nube Roja»; una instalación que nos permite relacionar nuestra vida y nuestra muerte, como la dicotomía de las cosas que nos hacen ser continente, país, ciudadano, individuo. Un mensaje claro y directo, enorme y a la vez compacto, como nuestras fronteras. No las del mapa, sino las de nuestra realidad como centroamericanos.


Tenemos, frente a nosotros, la oportunidad de replantearnos si la violencia ―pan nuestro de cada día―, se puede leer desde una perspectiva diferente. Y es que la violencia; tan multifacética como un diamante, tan arraigada en nuestro territorio, a veces nos hace pensar que deberíamos hablar a través de ella y no sobre ella. No para generar más violencia, sino para cuestionar nuestro estatus quo y el de nuestra realidad. Retírese por un instante, si le es posible, la carga negativa de los acontecimientos de nuestra vida, representados aquí a través de la sangre, para que pueda ver aquello que nos define como pasajeros de la existencia. Eso es lo que tenemos ante nosotros: una realidad, que apartada de nuestros miedos y del que nos imprimen los medios de comunicación, se nos revela para dar paso a una experiencia de autoconocimiento y aceptación. La Nube Roja, en la que estamos presentes y que se extiende sobre nuestros hogares, es una respuesta a la inquietud de desdibujar nuestra situación y centrarnos en medio de la verdadera raíz de nuestra vida.


Es un recuento de las preguntas que llevamos dentro. Más que un planteamiento, artísticamente crítico y racional, es un pasaje que nos invita a realizar un reconocimiento de las fronteras del pensamiento, con la que está marcada nuestra Centroamérica. Como humanos, estamos condenados a que nuestra memoria nos sobreviva invariablemente. Lo que dejamos detrás de nosotros, no es más que la carga de hechos y razones que, una vez muertos, pasarán a la siguiente generación. La vida a veces es como una nube, tan frágil y tan lejana como nos han enseñado a verla. Tan pasajera y efímera, como hemos aprendido a conocerla. Encuentro en esta metáfora, de una nube de color rojo, una manera de entender mejor nuestra situación como habitantes de este espacio de tierra en que nos tocó vivir.


Nuestra realidad se ha teñido de rojo, como si de una feroz tormenta se tratara, se avecina y nos salpica a diario. ¿Será inevitable cambiarle el color? No. Es inevitable no querer cambiarlo. Somos humanos, somos sangre. La que nos une y tenemos frente a nosotros, conjugada en un lienzo para hablarnos de nuestra identidad, de nuestros países y de nuestra vida, que tal como una nube, nos rodea y nos permite transitar de generación en generación. Imagínese usted como parte de una sociedad, que lejos de quedarse en el mero papel de un grito nacionalista, o un himno de guerra, nos transporta y nos une para convertirnos en individuos, no ya de nuestra colectividad, sino de la identidad como hermanos de un territorio que respira, siente y muere todos los días. Un territorio; violento sí, pero que nos llama a ser protagonistas.


A no apartar la vista de nuestra realidad. Imagínese usted, dentro de una nube, viajando en ella, no solamente viéndola pasar sobre su cabeza. Permítase la oportunidad de sentirse parte de la sinergia y cuestiónese todo lo que le muestran a diario. Siéntase parte de la sangre que conforma su país, haga de cuenta que tiene ante sus ojos, un documento único de identidad. Tome parte, actúe, pero más importante, respóndase. Imagínese una nube. Y póngale usted, el color que quiera. Al fin que no es imposible. Manuel Bolaños * Tomado de la entrevista: La Nube Roja: Reporte de un proceso Dialectico por: Brianna Eviggan.


E l c o r r e d o r d e B u l u c C h a b t a n La destrucción del mundo ficticio para remontarse a la experiencia del exotismo y construir una nueva identidad es necesaria para conocer los orígenes de lo que nos ha formado, esta identidad le pertenece al sujeto que ha sido construido, es aquí donde nace un hibrido de lo explorado y para ello se necesita un cambio en el ojo del espectador. Nuestros actos cotidianos dan el ingrediente para explicar la conformación del sujeto en Centro América y con ello la vida que nos rige; sus conceptos de normalidad y tabú, así podemos decir que ‘’nuestro conocimiento es algo que no es uno mismo’’. El texto ‘‘visión de los vencidos’’ es el relato de los indígenas respecto a la llegada de los españoles y su manera de concebir su encuentro con hombres que a primera instancia llamaron ‘‘hijos del sol’’ con una configuración del mundo distinta.

Una de las premoniciones antes de la invasión al territorio azteca nos relata la angustia que vivieron cuando magos y hechiceros vieron a través del cristal incrustado en el cráneo de un ave; hombres vestidos de lata sobre grandes venados, ellos desembocarían una terrible guerra y el ave desapareció luego según el relato. Los mayas dentro de sus creencias rendían sacrificios para mantener el orden en el cosmos, la historia una y otra vez se repetía, el tiempo era un ciclo que respetaba su naturaleza, es por ello que; cuando un evento importante ocurría dejaban su historia plasmada para que las nuevas generaciones supieran recibir la llegada del nuevo ciclo. Centro América fue el escenario de estos ritos, la sangre era necesaria para mantener contentos a los dioses pues se alimentaban de ella. Buluc Chabtan en la cosmogonía maya es el Dios que representa la guerra y los sacrificios. Los seres dueños de este pensamiento sentían la muerte como un deber y su sangre claramente era la ofrenda de más alto valor.


Hoy siglos después Buluc Chabtan no ha muerto, de su silencio brota la vida en una visión post moderna de la realidad, se convirtió en ese dios clandestino que en silencio pidió a sus hijos adoptivos que legitimaran al nuevo sujeto perturbado ‘‘el nosotros’’. Creemos que los ‘‘otros’’ siempre son ajenos pues el mundo oculto causa temor, en realidad solo somos el sujeto exótico que evolucionó de fantasías y ficciones. Este es el resultado del exterminio de los dioses que otros seres había realizado por un extraño encanto al Dios de la guerra al cual secuestraron brindándole siglos de sangre de sus hijos de origen. De alguna manera la muerte de los dioses indígenas fue el resultado de un conflicto mucho más grande en Centro América que rompió el orden del ciclo y con ello; la paz, el respeto hacia el otro y el amor a la vida. Es necesario comprender la historia de la que poco se habla debido a una imposición cultural que ha relegado el pensamiento indígena al silencio.

Veo La Nube Roja como la representación del espacio en la cual la sangre inunda todos los ámbitos sociales, la Guerra parece una necesidad humana. La Nube Roja es la protesta a estos sujetos que han formado años de guerra. Por nuestras venas corre sangre pero también corre historia y este sujeto el ‘‘nosotros’’ ahora protesta. El corredor de la muerte es el llamado tramo que integran las fronteras entre los países de Honduras, Guatemala y México, lo llaman así por el peligro que en el existe, el narcotráfico como principal motor de guerra, las personas que buscan huir de Centro América por sus condiciones de vida aun con el peligro que los amenaza se aventuran para escapar a ‘‘un mundo mejor’’ sin saber que solo reina la desesperanza. Una y otra vez escuchamos por las noticias los crímenes que aquí se cometen o por testimonios de sobrevivientes ‘‘sin nombres’’ y otros crímenes que nunca se esclarecen o ni siquiera nos damos cuenta, allí en un lugar sin Dios


queda otro sacrificado, otra vez la tierra es bañada con sangre pero ya Buluc Chabtan ha perdido su nombre y su propósito, ha sido víctima de un engaño, el ciclo se ha roto para siempre. Estamos a la deriva de los eventos futuros en los cuales reina la guerra, pero la protesta ante este tipo de crímenes llega como un eco al arte, es así como veo La Nube Roja como ese desencanto hacia la muerte violenta que no tiene ningún objetivo más que destruir, queremos ver a la muerte como la generadora de la vida pero no literalmente, es ridículo pretender ser inmortal físicamente, sino verla como el ingrediente secreto para construir una nueva conciencia donde ‘‘nosotros’’ seamos el protagonista consiente de la realidad para generar el cambio. Paula Paola Agosto 2012


La Nube Roja, causó un doble clic en nuestros sentidos, puesto que, tenemos en común ciertas extrañezas que nos hacen actuar, reflexionar y crear, llevándonos a las experiencias más sublimes de nuestras cortas existencias sobre la tierra en una composición rara de placer y dolor, siendo al mismo tiempo un quehacer encomio y peligroso. Hablemos de lo que nos ocupa: La Nube Roja, para llegar a la instalación de la obra plasmada en la pared del museo, lo que debes hacer–advertencia- si no quieres puedes fijar la mirada al extremo ausente de La Nube Roja. Ninguna persona está obligada a ver las cifras con capas de sangre humana procedente de distintas personas centroamericanas. Pero si te atreves: solo basta fijar la mirada sobre las cifras impresas en las paredes de las salas Farabundo Martí (Ex Cárcel Política) y Sala No. 02 del Museo. Lleva en mente el antiguo significado griego de (Estética) aesthetes, ‹‹el que percibe››.


Vos serás quien percibe lo que La Nube Roja proyectará a tus sentidos. Pon atención a las sensaciones que esta te cause y si te causa nada no te preocupes. Como dijo hace varios años atrás, la escritora Norteamérica Susan Sontag (1933-2004): “estamos viviendo en una cultura donde se da‚ la creciente aprobación de la brutalidad.” Si revisamos las obras de diversos artistas a través de la historia, tanto en: la pintura; la poesía; la música; la novela; el teatro; el arte contemporáneo; el cine, entre otros: la sangre siempre ha estado presente. La sangre es una palabra polifacética con muchos significados y simbolismos, que evidentemente invadió todas las artes. Revisa en tu bagaje culturalpersonal o busca en Google y podrás constatarlo. Muchas personas han hecho trabajos con su propia sangre: una mujer ha hecho pinturas con su menstruación; otros se han flagelado el cuerpo en performances; y, otros se han inyectado sangre de otros animales en sus venas. Con esta enumeración se podría ahondar en otro ensayo que podría encabezarse con la siguiente pregunta: ¿Cuál es la sangre que más apesta? ¿Será que La Nube Roja que está proyectando Alejandra, se trata de, ese cada momento de la historia del cual nos habló el sociólogo francés Michel Foucault (1984); y‚ la paz centroamericana es una falacia y argumento de dominación que expone las promesas incumplidas (1999)?


Foucault escribió: “Cada momento de la historia impone obligaciones y derechos, establece marcas, graba recuerdos en las cosas e incluso en los cuerpos; se hace contabilizadora de deudas. Universo de reglas que no está en absoluto destinado a dulcificar, sino al contrario a satisfacer la violencia. La regla es el placer calculado del encarnizamiento, es la sangre prometida. Ella permite realzar sin cesar el juego de la dominación. Introduce en escena una violencia repetida meticulosamente, están hechas para servir a esto o aquello, pueden ser empleadas a voluntad de este o de aquél. El gran juego de la historia es quién se adueñará de las reglas, quién ocupará la plaza de aquellos que las utilizan.” “Las reglas son fruto de la historia, no de un oráculo, son construcción, no revelación. Hay que re-pensarlas, re-interpretarlas. No son algo dado ni necesario. Es una falacia y argumento de dominación la promesa de paz ante su aceptación y sumisión. De lo que se trata es de echar luz; poner en evidencia sus intereses ocultos que condicionan permanentemente nuestra libertad. Las reglas, los poderes, no tienen como función primordial prohibir, impedir, decir: no debes.” Déjenme decirles que La Nube Roja no se quedará en las salas del MUTE, está seguirá su viaje por lugares que retrató Foucault en Vigilar y Castigar: lee esto como el puente histórico que hay entre la tortura que se le imponía al criminal en la plaza pública y la pena que se realiza contra la vida del delincuente en la prisión.


El puente histórico que hay entre el derecho de matar y el derecho de administrar la vida del delincuente. El puente histórico que justifica el que ya no se decapite, pero se encarcele. Este puente histórico que algunas personas fundaron para que las penas como: la reclusión, la intervención psiquiátrica, el tratamiento psicológico, la acción de la pedagogía, el encierro en la propia casa, entre otros, parezcan: necesarias, justas, benévolas, humanitarias ¿Pero… acaso no ocultan la violencia ejercida desde las instituciones? “La visión es siempre una cuestión del ‘poder ver’ y, quizás, de la violencia implícita en nuestras prácticas visualizadoras. ¿Con la sangre de quién se crearon mis ojos?” (1986, p. 330) Concluyendo: La Nube Roja es Vida. La Nube Roja es Muerte. Alondra Umanzor El Salvador 2012


SONTAG, Susan: Al mismo tiempo. Ensayos y conferencias. Random House Mondadori. D.F, 2007. FOUCAULT, Michel, “El uso de los placeres” en Historia de la sexualidad, vol. 1, Ediciones siglo XXI, Madrid, 1984. FOUCAULT, Michel, “Las mallas del poder” en Estética, ética y hermenéutica, obras esenciales, vol. III, Paidós, Barcelona, 1999. Foucault, M. (1975). Vigilar y castigar. México. Siglo XXI. 2003. Haraway, D. (1986). Conocimientos situados: la cuestión científica en el feminismo y el privilegio de la perspectiva parcial. En (1991). Ciencia, cyborgs y mujeres. La reinvención de la naturaleza.


R e v i s i ó n

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C o o r d e n a d a s

Esto es lo que somos y lo que vamos a seguir siendo. A finales del siglo pasado la puesta en escena del arte centroamericano en territorio internacional jugó un papel importante en el desarrollo de las propuestas jóvenes de ese momento. Fenómenos particulares que trataban ‘‘temas centroamericanos’’, tanto histórico-sociales como histórico-artísticos, cobraban protagonismo y aunque la expansión del territorio como región competitiva y la ‘‘exotización’’ de la obra del artista (una suerte de cliché sobresaturado) dieron paso a una serie de coordenadas mediáticas que posteriormente nos harían puntal en el medio global; elementos como la violencia, los fenómenos políticos, hegemónicos, los femicidios, etnocidios la discriminación territorial, nos marcaron como región, y aún lo siguen haciendo. La declaración del ser tropical, de ser tercermundista como artista activo, nos creó una máscara de la cual es muy difícil desligarse actualmente.


No es mi intención hablar sobre arte centroamericano ni mucho menos, porque este no es un tratado sobre arte regional. Nos concierne la pregunta, desde estas condiciones, es decir, es imposible no preguntarnos ¿Es posible ver a Centroamérica como otra cosa más allá de lo tropical y de un contenedor de acontecimientos violentos? Actualmente Centroamérica se determina por una docena de artistas que llevan la camisa de turno, que dictan opciones prefabricadas de aceptación o contestación a la identidad (modelos europeos, americanos, tercermundistas), sin buscar o declarar más alternativas; cuando docenas de acontecimientos y episodios regionales nos hacen revelación a una historia escrita con mucha más profundidad, con más pasión, más tristeza, más esperanza, tragedia, furor y orgullo. Temas de pertenencia y patriotismo nos marcan un sendero en una historia inmediata decadente que no ha tardado más de medio siglo en suceder… y que aun está sucediendo. Claro, alguien dirá: ‘‘Centroamérica tiene su historia propia, su profundidad, así como cualquier territorio de la región mundial, como cualquier historia de cualquier pueblo’’, pues, también, alguien más dirá. ‘‘Justo ahí comienza el concepto de La Nube Roja.’’ No se trata de declaraciones unificadoras o Morazánicas de lo que es el territorio, ni de violencia, muerte o guerras; o de política partidista o noticias sensacionalistas de tragedias y memoria: es todo eso, pero va mas allá, y a la vez es simple, podríamos decir que es un retrato familiar de Centroamérica en donde todos estamos conectados a un fluido corporal cuya importancia tiene una cuota de poder sobre la indiferencia. Es de ver si la indiferencia queda expuesta como tal en este proceso de reacción hacia el proyecto de LNR y lo que lo rodea.


En uno de los textos Paula Paola habla sobre esto: ‘‘Por nuestras venas corre sangre pero también corre historia y este sujeto el ‘nosotros’ ahora protesta.’’(El corredor de Buluc Chabtan. Paula Paola). La misma artista expresa en una de las entrevistas sobre estas relaciones de pertenencia: ‘‘Creo que (el sentido de pertenencia) tiene que ver con la capacidad de que cuando vemos hacia afuera encontremos un retorno, me refiero a la capacidad de vernos a nosotros mismos en cualquier detalle urbano.’’ Y continúa: ‘‘Hay un intento de unificación, cierto, desde lo territorial y lo situacional, pero no estoy emprendiendo una batalla, ni construyendo algo que pudiera ser, esto es algo que ya es y ha sido, son las coordenadas para una autobservación más detenida, lo que busco con el proyecto es pensar el contexto, pero necesitaría otro para reconstruirlo.’’ (Reporte de un proceso Dialéctico. Entrevista de Brianna Eviggan con Alejandra Mejía). Cabe hacernos la pregunta, Como artistas, ciudadanos, espectadores, profesionales o críticos: ¿Cómo participamos a la distorsión o desarrollo de todos estos procesos de los que habla LNR? Los medios como parte de esta historia, la institución y la sociedad adquieren un rol protagónico y nos muestran o nos ocultan comienzos y finales que tal vez nunca han existido, o si existieron no son lo suficientemente verosímiles para creerlos. La verosimilitud y la veracidad son meros trucos literarios que en algún momento se vuelcan sobre los ejecutantes, y la ignorancia cobra soberanía, retomando la pregunta de la cédula de sala:


¿En qué momento la reacción se vuelve indiferencia y la persistencia de la ignorancia se vuelve la incuestionable verdad? Estas fluctuaciones dentro de este ecosistema mediático nos crean historias alternas, vuelven de la muerte condiciones históricas que como generaciones sentimos que hemos traspasado y recae mos en la cuenta de que el tiempo gira con círculos, no con líneas. Pero ya no nos importa, porque no somos capaces de reaccionar, de recrear o crear estas ideas que en algún momento movieron los engranes de la sociedad. Ni los profesionales ni los ciudadanos o campesinos de cotidiano, los universitarios o los investigadores harán lo que nos distingue del ser mecánico, como lo es el ejercicio del pensamiento y la sistematización y el registro de la historia. La reacción es tan importante, porque (robo la frase de Freire) El mundo no es, el mundo está siendo.


Y la artista, en todo este trayecto, ¿Dónde está? ¿Qué hace? El ‚ser cultural‛, en general, ¿Cómo alimenta los campos metafísicos y del conocimiento?, ¿Cómo da puntos de partida?, ¿De qué manera, actualmente, construye historia?, ¿Cómo hace país, ¿Cómo hace región, ¿Cómo hace‚ cultura‛?


Es una necesidad palpable la construcción de una teoría y de un conocimiento, de sistematizar los procesos históricos y escribir la escena con críticas más estereoscópicas, decir: Que los escritores escriban, que los investigadores investiguen, que los medios comuniquen.


Que los críticos critiquen, que los artistas activen. LNR es un ensayo minimalista y dialectico que abre el telón para encarar la inminente necesidad de conversar y debatir sobre un ambiente que se cierne sobre nosotros y si no nos vemos en donde estamos, nos podemos podrir en el. Todo esto ostenta una transitoriedad que se permea como el agua sobre las manos, si simplemente sucede, pero no trasciende. Es de entender, cual es la importancia de la generación de pensamiento en una región en absoluto incisiva o hierática, pero si instintiva y apasionada. ¿Cómo volver reflexión la pasión, y como volver al arte un comentario de su propia época?, difundirlo y a la vez encriptarlo en una capsula del tiempo que no sea indiferente a los hijos de los hijos (e hijas de las hijas) de la gente que ve, siente, y lee el arte que actualmente sucede. Esto último es una pregunta abierta. El arte tiene la capacidad de ser esa capsula cuando en cualquier sentido, se vuelve la voz de las voces. Así, pero, ¿Cómo escribir tanto y decir tanto si en realidad docenas de libros no bastarían? Alejandra Mejía hace referencia en uno de sus diálogos, ‘‘Quería escribir lo que era Centroamérica, y fue la única forma que encontré.’’ La acción de La Nube Roja lo respalda con la idea de prestar las voces (la sustancia vital) de muchas personas para comunicar algo, pero, ¿Comunicar qué? Comunicar un sector, comunicar una zona, comunicar lo que abarca un espacio, y todos los fenómenos inherentes a él: este espacio es la sangre y este espacio es Centroamérica, dividido en cada uno de sus elementos. El recurso de la otredad es un campo vasto donde el ser se vuelve infinito y se juzga a sí mismo y su entorno de tantas maneras posibles como personas posibles puede lograr ser. Un pasaje a la otredad es el simple comentario de la sangre en situaciones no naturales, por ejemplo.


Pero, ¿Cómo devuelve los fantasmas sociales a donde ellos han comenzado, es decir, a la muerte real de las cosas? En el arte relacional vemos seguido la delimitación de situaciones, de elementos que confrontan unos con otros para dar puntos de partida y generar capas y capas de lecturas posibles, sin ser dispersas, como en una cebolla que va envolviendo capas y capas de discursos sobre sí misma. En esta parte quisiera hacer un par de anotaciones personales, respecto a las propiedades artísticas que ostenta La Nube Roja, para poder encaminar hacia un espacio de lectura más amplio y profundo la situación que se forma con (y desde) su simple planteamiento. Sea por comentario, sea por imagen visual, o por que la persona se encuentre en la sala, un escalón especulativo se construye al transmitirse la imagen de la obra. LNR es en sí misma nada y muchas cosas. Podemos hablar sobre las condiciones artísticas de La Nube Roja, como tal, y decir: Es instalación, acción, pintura, poema, grafiti, performance, happening, ensayo, bioarte, retrato. La artista habla en su momento ‘‘Me gustaría desespecializarme, como una manera de descentralizar lo académico y desfigurarlo, y considero que mientras más me acerque a eso más posibilidades tengo de hacer cosas interesantes.’’ (Entrevista con Brianna Eviggan). Pero creo que es más fácil hablar de un sentido real de desespecialización donde la contundencia de la situación social, nos obliga a retomar este camino, lo deseemos o no.


A Centroamérica no le importa el arte en este momento, a los artistas no les importa el arte en este momento, al arte no le importa el arte en este momento, como un migrante (que lo es sin saberlo) en plena precariedad y entre la espada y la pared, obligado a tomar decisiones; no le importan las convencionalidades o el status quo de la misma expresión artística, le importa comunicar y buscar formas de estar presente, necesita existir, pero (y porque), acá viene lo último: a la gente no le importa tampoco. Pero si el arte no habla de arte, y el arte no se preocupa en ser arte, entonces ¿Cuál es su territorio? o peor (¿o mejor?) aun ¿Cuáles son sus límites? La posibilidad generadora de la reacción se vuelve otra vez a manifestar aun con más fuerza. El proyecto general de La Nube Roja es un ejercicio de confrontación simbólica y social, a través de la estatización de una acción institucional, política y orgánica. Elementos de literatura, estadística, salud, una especie de imaginario matemático relacionado con los mitos de los números, la poesía y el desarrollo simbólico de un contexto regional se ven involucrados en La Nube Roja como concepto y no solo como obra, donde esta obra es parte de una serie de planteamientos en proceso que Alejandra Mejía comienza en el Museo de la Ciudad de Santa Tecla. ‘‘Lo interesante de la poesía desde como yo la percibo es que ocurre en todos lados, todo puede estar en peligro de extinción, o puede ser desechable y deforme pero irónicamente son características que generan poesía.’’ (A.M.) La Nube Roja, como declaración cromática, es el eje crítico de una colección de fenómenos contemporáneos a los que la misma obra alude en todas sus dimensiones: un reporte epistemológico con plataformas plásticas, de un contexto visual centroamericano.


A manera de antología sensorial, lo hace retomando muchas líneas de un imaginario ecléctico relacionado con la historia de la política, la historia del arte, el patriotismo, la identidad cultural y lo que podríamos llamar una ‘‘visceralidad’’ geopolítica, así como todo el mosaico de situaciones complejas relacionadas con el individuo social desde la misma sustancia que lo forma y le recuerda su fragilidad y su condición humana. Por otro lado, la contemplación de la obra (el individuo frente a las letras) es una forma de analogía de una actitud general para pragmática el valor de la vida en función de algo. Pero no hablamos solo de la acción de absorber la presencia de la misma, sino de la temporalidad desarrollada a través de los 10 días que dura el experimento, donde la sangre se va secando y cambiando de color a medida que sucede. En esta dinámica de expectación, el individuo se vuelve a la vez parte y objeto de una acción recíproca (como una especie de contemplación mutua, desligado de sus sentidos personales). La presencia dentro de una metáfora de la metáfora donde nos vemos involucrados como actores y testigos en la madeja inconclusa de una ficción histórica, ambigua, lejana.


‘‘Pero esto no es una ficción.’’

E l R o j a :

f e n ó m e n o d e L a N u b e E s t e p r o y e c t o n o e s u n a f i c c i ó n

‘‘Al hablar de violencia siempre se habla de algo más.‛ Lo más que puedo hacer ahora es internar la obra elementos y situaciones que vayan más allá del encanto y del placer estético.’’ ‘‘Esto es Centroamérica en este momento.’’ “La seguridad ciudadana se ha convertido en una de las principales preocupaciones de la población en América Latina y el Caribe y constituye un obstáculo objetivo para el desarrollo humano sostenible. Las personas y comunidades ven restringidas sus opciones reales de vida y de organización debido a las amenazas contra la seguridad personal y patrimonial, así como contra bienes públicos fundamentales.


Las estrategias parciales que se basan en nociones exclusivamente coercitivas o preventivas, que no consideran además la coherencia con el sistema de justicia y con la estructura de valores de civilidad han fracasado. La mano dura y la mano blanda deben evolucionar hacia la mano inteligente y a una estrategia de seguridad ciudadana para el desarrollo humano.’’ (Seguridad ciudadana y desarrollo humano, Informe para desarrollo humano para América Central 2009-2010. PNUD). La consistencia de la información y la expansión de una retórica de paz ha cobrado auge en estos últimos años, sobretodo en situaciones políticas concretas de varios países de Centroamérica, pero que dejaremos anónimos y en las cuales no ahondaremos en este texto. No se trata de exponer hechos concretos, sino de crear una plataforma de especulación para que como espectador (en alguna forma) de LNR pueda tomar un punto de partida para un segundo momento donde la obra se convierta en un vil pretexto de estimular la observación crítica del entorno inmediato en el que inevitablemente, y fuera o dentro de las fronteras regionales, nos vemos inmersos como centroamericanos.


Ahora bien, abrir espacios a la seguridad ciudadana y el desarrollo humano; la búsqueda de la verdad y la fabricación de la verdad; temas como el amarillismo o el sensacionalismo; el proselitismo; el morbo del entretenimiento mediático; el dopaje global de la cultura de masas y la democratización de la información están presentes al hablar de fenómenos contemporáneos. Y LNR es inevitable que se encamine hacia ellos. Hay un comentario hacia la posibilidad de una masa crítica. Atienden a capas más profundas en el ensayo que comienza con el proyecto base de LNR, claro está. Ahora, bien es cierto que la identidad mediática centroamericana es muy difusa en cuanto a la‚ transmisión de la “verdad”, las letras como tal pueden pasar desapercibidas, pues dicha transmisión y dicha‚ “verdad” están sucediendo. Hay que cuestionar para empezar ambos conceptos, para encaminar la obra hacia las formas de silencio en las que tiene la posibilidad de verse envuelta. En algún momento la artista habla sobre un soundtrack (‘‘LNR es el soundtrack para una película de acción made in USA, desde la violencia hasta el ingrediente para encender el motor de la vida.’’). Un himno ficticio que de alguna manera está presente en nuestro imaginario cultural. El epilogo de nuestras vidas y las vidas de nuestros padres, madres, abuelas e hijas. Como Don McLeod en su opera prima cuando habla sobre el silencio, recita: ‘‘And in the streets the children screamed, the lovers cried, and the poets dreamed. But not a word was spoken.’’


O en su versión en español (interpretada por el nicaragüense Hernaldo Zuñiga en 1984 y que posee versos únicos de esa adaptación, en español) ‘‘¿Donde fueron las voces a caer?/ Los poetas, los sueños de alquiler/ las nubes, el viejo dominó. (...) Y en la calle obscura llora un niño/ su sueño grande es muy pequeño.’’ Dan McLeod dice también sobre el silencio del artista al respecto “Encontrarán muchas ‘interpretaciones’ de mi letra pero no les diré la mía... Lamento dejarlos a todos así, pero hace tiempo me di cuenta de que los compositores deben dar sus declaraciones y marcharse, manteniendo un silencio digno”. (Entrevista realizada a Dan McLeod en el marco de los 40 años de su canción). Y quisiera retomar estas palabras para recordar que cualquier comentario que se haga sobre LNR, al final regresa a su punto de partida mental, poético, ambiguo. Tan cierto como cuando Alejandra Mejía habla sobre la interpretación del espectador y que este es la única autoridad para terminar de construir la obra. Coincido con ella cuando presenta en el arte un territorio de lo posible, porque en otros territorios como el de nuestra realidad, serían imágenes demasiado difíciles de encontrar (Comunicado de Prensa. La Nube Roja en el Museo Municipal de Santa Tecla). Así que sírvase de partir de esta serie de escritos presentes como un mapa de territorios posibles dentro de lo que pueda ir conociendo del proyecto de La Nube Roja. Más que eso o menos que eso sería fracaso rotundo.


Sobre este himno fantasma del que hablamos. Esta necesidad rítmica atañe, una necesidad cíclica que no podemos evitar como sociedad. Y que eventualmente, una obra, una canción o un libro, nos recuerda que necesitamos esta pasión en la manera en que vemos las cosas, encomio del pasado. Henry Berson comenta: “Nuestro pasado se manifiesta íntegramente en nosotros, por su impulso y en forma de tendencia aunque solo una débil parte se convierta en representación” (Bergson Henry, Memoria y vida, textos escogidos por Gilles Deluze, Alianza Editorial, 3º edición). ¿Y porque no? porque al hablar de muerte también hablamos de vida. Para que nosotros funcionemos necesitamos que la sangre corra en nuestras venas. Y decir, también abiertamente a través de esta muerte y esta sangre expuesta en la pared, que esto es lo que somos, y esto es lo que vamos a seguir siendo. Retomando a Clementina Suarez: Con la palabra, sí, Con la sangre obscura, / despavorida sangre. / Y con la exacta precisa muerte.


Existen en Centroamérica una serie de fenómenos referentes relacionados que nos vuelven región, no geopolíticamente, sino nos envuelven en otra clase de fronteras. Es adecuado mencionar, referencias no solo a un recorrido sociopolítico, sino también establecer un mapa respecto a la historia del arte y la ciencia en CA. Por otro lado nos permiten reflexionar que la estadística, la poética y su ligereza compartida es más que eso, son el vehículo que permiten llevar a cabo el proceso relacionado con la investigación científica y la condición humana que también oculta una ficción y una ilusión. Retomando la cédula ¿Dentro de estas fronteras geopolíticas, que es Centroamérica? ¿Qué es cada territorio por sí mismo?‚ “Entonces, ya ha tenido la amabilidad de imaginar que las fronteras son ficticias, quizás se pregunte, ¿Cuál de esos elementos, que nos unen, compartimos entre nosotros?” (La Inevitable Realidad. Manuel Bolaños). Hablemos sobre Centroamérica y entendamos la licencia artística de la obra: ¿Como incide el cuerpo social como raíz e institución en la constitución de estos territorios geopolíticos?


Hablemos de ficción: Guatemala, Panamá, El Salvador, Belice, Honduras, Nicaragua y Costa Rica forman una región ficticia, creada bajo el techo del museo, bajo el ideal de un mártir, bajo la tapa dura de un libro de reporte de alguna entidad de Cooperación Internacional X o un juego de‚ Monopoly inexistente que hable de territorios y banderas; en este caso, en un museo: repúblicas reagrupadas que aun así, narran una historia, valida en las dos salas, tal vez, únicamente en las dos salas, en los 9 días. Donde las reagrupaciones no obedecen a una distribución geográfica, social o política, que al final siempre son caprichosas y arbitrarias (los datos oficiales de la región centroamericana como tal siempre varían, los del proyecto de LNR están basados en el último estudio realizado por la CIA, a excepción de Honduras, cuyo comentario personal es propio y único de la artista), sino a una perspectiva artística que ha delegado en cada pared, cada zona una significación poética que ostenta otras relaciones más intimas con el que las vea, con las que cada uno podemos coincidir de distintas formas si nos tomamos el momento para explorarlas. Llamémosles presencias. La artista comenta al respecto ‘‘Desde secundaria, cuando tenía unos 13 años me enseñaron el área territorial de Honduras, es un dato que desde entonces reconozco y no era tan buena estudiante de ahí mi conclusión de que el espectador si reconoce una de las áreas reconocerá eventualmente el resto.’’ (Diálogos con la artista)


L a

N u b e R o j a c o m o a c c i ó n ( D e s a r r o l l o d e l a m u e s t r a ) ‘‘Sangre de centroamericanos y centroamericanas’’ ‘‘En Centroamérica mueren 40 personas a diario (muertes inútiles para generar cambios sociales), la respuesta es entonces: Sí, se ha puesto en riesgo la vida de muchas personas, ahora como obtuve la sangre que está en las salas no es relevante en este caso.” A.M.R.* El proyecto de La Nube Roja comenzó como un punto de partida a varios procesos de producción referenciales, vivencias, observaciones y reflexiones colectivas y personales, convirtiéndose pronto en (como lo llama la artista en una entrevista con EDH) contenedor de sucesos. No se pueden efectuar cambios sin atacar lo que nos reprime.


En el proceso de producción se vieron involucradas más de 20 personas, en las que recayó en alguna forma, estas reflexiones que comparto y recito. La gente anónima quedara en el anonimato, por deseo de la artista, y el registro se puede consultar a bajo perfil a través de este texto, en la bibliografía. Empero, es importante hablar del proceso. De estos centroamericanos y centroamericanas cualquiera que prestan sus voces para decir 7 o 9 números. Sistematizar, de ser posible un proceso de reacciones, no solamente del discurso en sí, sino un estudio, una investigación de la reacción del espectador hacia la muestra. Pero eso no nos toca ya, el proyecto de La Nube Roja continúa (¿Qué es lo próximo?), con Alejandra o sin ella. Porque CA no está en las manos de una o unos cuantos artistas, sino en la de los Centroamericanos. Señalar direcciones, por otra parte, crear caminos.

Y el tránsito de la masa crítica por esos caminos, siempre es una posibilidad inmediata que la obra tiene, el switch para crear. Y esta continuidad es la que las letras impresas con sangre en las paredes de La Sala Farabundo Martí y la Sala de Presos Políticos quieren decir a voces. El Museo Municipal Tecleño es uno de los edificios más antiguos de la ciudad y de los recintos penitenciarios del país. El ahora museo fue construido originalmente entre 1901 y 1902 para ser la prisión municipal; dicho inmueble ha tenido cuatro usos de suelo el primero como cárcel municipal, el segundo -a partir de los años ochenta- como penitenciaria política, el tercero -después de los acuerdos de paz- en salón de clases de la ANSP, siendo uno de sus periodos más oscuros la década de los 80 cuando se convirtió en la primera cárcel para reos políticos del pis, algo que dio lugar a la creación del Comité de Presos Políticos de El Salvador.” (Tomado de: Datos oficiales del MUTE).


Es de preguntarse, más allá de las literalidades o críticas amarillistas (si existen), más allá de las lecturas políticas o sociales, e incluso más allá de las observaciones mediáticas, institucionales o estadísticas: ¿Cómo me concierne a mí, como individuo cualquiera, este comentario a la indiferencia? Si existe, ¿Cómo ha evolucionado mi indiferencia hasta el punto amargo de la soberanía?, y si no existe (la indiferencia), ¿Cómo es que no he podido reaccionar ante más cosas que rodean mi realidad cotidiana, con esa misma falta de indiferencia?, ¿Qué hago para cambiarlo? ¿Solo me asusto? ¿Solo lo ignoro? ¿Cuál es el discurso detrás de todo esto? El tiempo, como signo, juega un papel importantísimo en este primer proyecto de La Nube Roja.

La obra/acción, sencilla, mínima, concreta, literaria, estadística, poética, en realidad pasa desapercibida, como un murmullo, cuando no se sabe que se está contemplando (la obra nunca dice que las letras están hechas de sangre humana, y menos los nombres de los donantes centroamericanos), y el espectador puede abandonar la sala sin que la imagen haya podido permearse en su cabeza. Puede llegar a su casa y entender que fueron solo números sin ningún sentido. Extensiones de tierra, tal vez de algún departamento o zona específica, ¿o no? Pero algo pierde sentido en ese momento, la pieza está ahí, y ese murmullo espera volver con más fuerza cuando se refuerce el contexto en un segundo o tercer momento, para mezclarse con los pensamientos inquietos e íntimos del ciudadano o ciudadana.


Un segundo o tercer espectador puede llegar al museo, tal vez días después (o quizás el primero, en este sentido ambos tienen la posibilidad de considerar sus impresiones de la misma manera). Pero, poco a poco, y a medida que va pasando el tiempo ese murmullo se convierte en gritos (Llamémosle mentalmente, un sistema de locomoción sonoro) a medida que las propiedades instalativas de la obra comienzan a invadir el espacio. No se puede ser indiferente, incluso, los quintos y los sextos espectadores, en días finales de la muestra, posiblemente ni siquiera podrán entrar debido a la presencia del material y en sí mismo, en el signo como material, el discurso, estas personas no podrán entrar o acercarse en el espacio.

En los 9 días que duró el proyecto, creo conveniente establecer un reporte acerca del comportamiento del material en cuestión. En sí mismo, como ya dijimos, la temporalidad asociada a la sangre es una analogía y un signo en sí misma, lo que muestra entonces una necesidad de llevar a describir su comportamiento: Una descripción concreta de la visión de LNR puede ser la siguiente: El espectador que entra en una de las salas puede ver en una de las paredes números en rojo, impresos en la pared, con consistencia dispareja, bordes limpios, pero cierta plasticidad particular, que remite a estas pancartas que se ven en las manifestaciones o las mismas letras escritas sobre el umbral del salón antes de entrar que dicen “Sala Farabundo Martí”.


El olor, a medida que van pasando los días, ha ido volviéndose cada vez más intenso. Los primeros 3 o 4 días se puede estar circulando en la sala sin percatarse de lo que uno ve, más que simples cifras con terminaciones kilométricas en la pared, el visitante transita sin problemas y puede que ni se percate. Luego un par de días en los que la presencia aumenta y la gente no puede evitar preguntar o averiguar más sobre lo que ve, si es que no se logra percatar al momento. Los últimos días, 5to o 9no, es imposible entrar al salón sin sentir el olor pesado en el aire del ambiente, que recuerda mucho a los pabellones en los hospitales. El contundente olor de la sangre descomponiéndose. Es de comentar que esto último, uno de los signos característicos de la artista, se reitera mucho en su trabajo,

retoma sentidos particulares con cada nueva obra y La Nube Roja, no es la excepción. ¿Acaso no es una declaración en si misma este proceso de descomposición? Los números que vemos son las cifras ordenadas de los países centroamericanos en el mismo espacio. ¿No es a la vez, una analogía de la habituación y el condicionamiento que la indiferencia y “la persistencia de la ignorancia” vuelven legítima a cualquier afirmación que en algún momento simplemente tomamos por verdad? En referencia a esto último, si estuviéramos rondando esa sala, sin percatarnos, hipotéticamente, todos los días de la muestra, este olor iría incrementando a medida que el tiempo transcurre. Pero a su vez, el hecho de estar en las salas, el hecho de “estar” ahí, en el lugar donde suceden las cosas, no nos permitiría darnos cuenta de como esta sangre se descompone y nos ahoga con el olor a carne marchita.


Así como el experimento de los renacuajos que mueren hervidos al irse habituando al agua caliente, hasta el punto en el que mueren sin darse cuenta (Llamémosle una forma de pensamiento). Todos de alguna manera nos hemos sometido en algún momento a llevar una reflexión atada a la visceralidad visual de una sustancia corporal (porque estas sustancias nos remiten contundentemente a nuestra condición humana, temporal, perecedera) y tenemos una anécdota de mayor o menor trascendencia a la que amarramos ejes de nuestra filosofía personal. La carga de la sangre es un signo sensorial completo en sí mismo, es decir: para todos nosotros, esta sustancia es la representación más inmediata de nuestra presencia. Podemos ‘‘despresenciarnos’’, negando la experiencia con la que la relacionamos (tal vez, incluso, la ajena),

pero no podemos extraer la corporalidad de una situación orgánica, al confrontarnos con esta dimensión física de la sustancia en cuestión, como en este caso, la narrativa semántica de la sangre; que nos recuerda, no solo el contexto del que formamos parte (social, sexual, religioso y personal), sino, a su vez, lo frágiles que podemos ser, en todas nuestras dimensiones y la importancia que tiene esta condición en los cambios que podemos ejercer en las cosas que nos rodean (es decir, somos frágiles, pero antes de la ejecución de esta fragilidad, somos ejecutores del mundo). Nos remitimos entonces, y nuevamente a un icono de fronteras, donde la misma idea de límite o frontera cambia de estado, en cuanto nosotros cambiamos de perspectiva y por tanto, de situación. Así, La Nube Roja como ensayo regional o reporte, busca comentar fenómenos inherentes a la región centroamericana de manera visual y dialéctica desde y hacia el individuo social.

La cronología de los procesos geopolíticos y el sentido de pertenencia territorial, todos estos, que a su vez generan una serie de procesos artísticos, desde el cual señala la artista hacia un terreno distinto al físico. Así, refiriendome al contexto teórico de la obra, a la obra y a la artista (sobretodo) y al texto que leen en concreto (a esta guía del territorio de lo posible), como un libro fantasma que se va escribiendo sin preámbulos ni epílogos, un texto para armar cortazariano, que pide ser leído a trozos y sin orden, pero que retoma una narración fractal muchísimo más larga que cientos de páginas, pero que no sobrepasa los 9 dígitos cada uno. Inevitable, para el que lee y para el que no lee.


‘‘Decir, también, esto es lo que somos, es lo que vamos a seguir siendo.’’ Ernesto Bautista Centroamérica 2012

Informe para desarrollo humano para América Central 2009-2010. PNUD. Reporte de un proceso Dialéctico. Brianna Eviggan. La Inevitable Realidad. Manuel Bolaños. El corredor de Buluc Chabtan. Paula Paola. Diálogos con Alejandra Mejía Romero (Apuntes Inéditos). Comunicado de Prensa de La Nube Roja. Ernesto Bautista. Entrevista con Dan McLeod. Tomada del sitio oficial del artista. www. don-mclean.com

Bergson Henry, Memoria y vida, textos escogidos por Gilles Deluze, Alianza Editorial, 3º edición, Madrid 2004. Pedagogía del Oprimido. Paulo Freire. Editorial Suramericana. 4ta. Edición. Link para el registro de fotos del proceso de extracción de sangre de LNR. Alejandra Mejía Romero 2012. * Extracto de la respuesta de AMR ante la pregunta de: ¿Pusiste o pones en riesgo la vida de alguien? ¿Cómo reaccionaron las personas? ¿Qué proceso llevaste para llegar a estos textos escritos en la pared de las salas?


Brianna H. Eviggan

Christian Ortiz

1970, Alemania. Phd. en Fine Arts Investigation por la New York University. Trabaja y produce entre Berlín y NY. Ha publicado en distintas revistas y periódicos de arte a lo largo de EU y Europa.

1987, Honduras. Bachiller en Artes Gráficas, Escuela Nacional de Arte en Honduras, 2004-2006. Estudiante de la carrera de Antropología, Universidad Nacional Autónoma de Honduras. El 15 de Septiembre del 2009 en el marco de la Marcha realizada por la Sociedad Civil, realiza el performance Suntuoso y Desierto.

MUTE 1901, El Salvador. Originalmente prisión mucipal. En la actualidad funciona como espacio para el apoyo y difusión de eventos culturales.

Alondra Umanzor 1985, El Salvador Escritora. Su trabajo ha sido publicado en distintos libros y periódicos de El Salvador.

Paula Paola 1991, Honduras. Estudiante de la Carrera de Letras con orientación en Literatura, Universidad Nacional Autónoma de Honduras, Ciudad Universitaria, Tegucigalpa (UNAH).

Manuel Bolaños 1986, El Salvador. Estudiante de Artes Plásticas. Cuenta con un par de exposiciones y proyectos nacionales e internacionales discretos, mientras llega al entendimiento de las artes, a través de las artes. Se dedica a la investigación a medio tiempo, además de la literatura, entre los óleos en proceso y una que otra nota musical.


Ruth Romero

Chang-Yao Juan

1964, Honduras. Licenciada en matemáticas. Entre 1990 y el 2000 trabajó la manta publicitaria de calle pintada con esténcil.

Master en Artes plásticas con especialidad en caligrafía, pintura y tallado de sellos, Fontbonne University, EU. Actualmente es maestro en la Universidad Nacional de Arte en Taiwán.

Ernesto Bautista

Kevin Goméz

1987, El Salvador. Estudiante de Artes, UES.

1994, El Salvador. Estudió diseño gráfico, Universidad Don Bosco. En la actualidad trabaja en el área de diseño web y movil.

Alejandra Mejía Romero 1985, Honduras. Estudio una Licenciatura en Arte con especialidad en pintura, Universidad Nacional de Arte en Taipéi, beca otorgada por el Gobierno de Taiwán, 2008-2012. En el 2011 exhibió Individualmente en el Museo Municipal Tecleño (MUTE) con el proyecto Fauna.

Agradecimientos 2012, El Salvador. Ana Siliezar, Reynaldo Arriola, German Artiga, Nimrod Rivera, Sebastián Martín, Juan José Santos, enfermeras y doctoras (es) que asesoraron en la recopilación de la sangre.



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