Somos Guaicaipuro (Edición Nº 20)

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Historia local

Somos Guaicaipuro ­— Del 26 de agosto al 1 de septiembre de 2016

tequeños

Emma Chicco de Sánchez Nace en Los Teques el 17 de diciembre de 1923. Hija de José Rafael Chicco y de Luisa Navas. Desde el año 1935 estudia primaria y secundaria en el colegio María Auxiliadora de Los Teques. A la vez recibe clases de pintura durante tres años con la Madre Sol Leonilde Maule, de origen italiano. Su pasión por la pintura surge cuando tenía diez años de edad. Emma se casa en el año 1946. Posteriormente viaja a la ciudad de México donde recibe clases de pintura en la Academia de Arte Guadalupano (en el lapso de un año) con el profesor Carlos Ruano Yopiz, de origen español. Regresa a Venezuela y se inscribe en la Escuela Cristóbal Rojas de Caracas en el año 1957. Culmina sus estudios en la referida escuela en el año 1962. Entre los profesores de la Cristóbal Rojas que admira y reconoce como sus maestros, figuran: Omar Carreño, Oswaldo Vigas, Tomás Golding, Víctor Valera y José Luis Calzadilla. Emma Chicco, una de las pioneras de la plástica tequeña, participa anualmente en las exposi-

Domina todas las técnicas, principalmente: plumilla, acuarela, óleo y espátula

ciones colectivas de la Cristóbal Rojas hasta el año 1962, cuando finaliza sus estudios en esa prestigiosa Escuela. La artista viaja a Londres para estudiar inglés y asimismo participa en una Exposición patrocinada por las Fuerzas Aéreas de La India. Obtiene un Premio de doscientas libras y un trofeo de madera con su nombre grabado. Emma ejerció la docencia artística en la Cárcel de Mujeres de Los Teques, desde el año 1973 hasta hace unos cinco años. Durante ese lapso realiza varias exposiciones de pintura con las reclusas en la Casa de la Cultura de Los Teques y en el Ministerio de Justicia en Caracas.

Ejerció también la docencia dando clases de inglés en el liceo Julio Rosales, que en el turno nocturno para adultos recibía el nombre de Hijos de la Unión. Emma Chicco domina todas las técnicas, principalmente: plumilla, acuarela, óleo y espátula. Su temática preferida es la figura humana, los paisajes y los retratos. En 1978 elabora un vitral con motivos bíblicos para la Capilla de su casa. Para ella ser artista plástico la complace, le gusta, la distrae; mas no se lucra con sus obras. Juntamente con su oficio de pintora, Emma es escultora. Realiza tallas en madera y modelados en piedra. En esta especialidad participa en el histórico Primer Salón de Pintura “Francisco de Miranda”, inaugurado en la Casa de la Cultura de Los Teques el 31 de marzo de 1978. En esa oportunidad expone una obra titulada “Corticurvas” que tuvo buenos comentarios del jurado calificador. Tomado de: Los Teques y sus artes plásticas, Rebeca Martín, 2005

El huequito

La pizza Guaicaipuro Mayrin Moreno Macías SOMOS GUAICAIPURO

El pizzero guatireño Gilberto Pinto es rockero, magallanero, playero y todo lo que termine en ero. Vio en vivo a Phill Collins, a los Guns’ Roses, UB40, Jon Bon Jovi, Metallica. Y no porque haya viajado fuera. Fue la época en la que venían al país los grupos de rock. Tiene 42 años de edad, 15 viviendo en Los Teques, en El Barbecho, y 20 perfeccionando la pizza. Siempre lo llaman para inaugurar negocios. Los tesoros de su vida son tres hijos y una esposa que desde enero no se sabe. Sus manos guardan un propósito. Según él la mejor pizza es la que le gusta al cliente, pero su pizza perfecta es la de masa delgada, cuatro quesos y sin salsa. “Queda como una galletica”. Ahora es encargado de la panadería Starloaf, la de la esquina El Dato. Esta panadería tiene dos años funcionando. En un día malo salen entre 20 y 30 pizzas, pero el récord

La vegetariana tiene sus seguidores. FOTo cipdeg guevara

lo ocupa un Día del Niño en el que se hicieron 152 pizzas. Trabajan con un horno eléctrico que está en la esquina de la panadería. Las hacen pequeñas, medianas y grandes. Gilberto cuenta que las pizzas que más salen son la Especial Guaicaipuro (jamón, salchichón, maíz, cebolla, pimentón y tocineta) y la Starloaf (jamón, salchichón, peperoni, maíz, tocineta y aceituna

negra). Se pueden acompañar con dulces, tienen café y al mediodía el selfservice se pone full. Venden una sopa grande en Bs. 900. Aquí no padecieron del racionamiento de luz. Desde que entras es un solo pukipuki. La gente que compra el pan se mueve entre los mostradores bailando y cantando. Si pusieran más rock, seguramente menearían las cabezas. ■

Rieles y neblinas

Historias, causas y azares de los Altos de Guaicaipuro

Los inicios de San José de Tácata Manuel Almeida Rodríguez rielesyneblinas@gmail.com

El pueblo de Tácata nació entre leyendas de heroísmo real maravilloso. Según Adolfo Salazar Quijada, el nombre de este poblado altomirandino es una voz Caribe que significa “Lugar Bosque adentro”, aunque también se alude a una onomatopeya: Ta-CaTa, originada por el imaginario popular que la denomina hoy: el pueblo de los tres golpes. Este lugar, ubicado entre los ríos Tuy y Guare, fue habitado principalmente por los pueblos Quiriquires y algunos pueblos Teques, que aún permanecían en pie de lucha luego de la pacificación de Guacaipuro. Los primeros recorridos de conquista fueron de Gabriel Ávila en 1573. Luego Garci-González de Silva, junto a 30 hombres, recorrió el territorio y enfrentó a Conopoima y Acaprapocon, principales Teques aún en resistencia después del asesinato de Guacaipuro, a los que no logró doblegar sino con el secuestro de sus chozas, sus mujeres y sus hijos. En el sector quedaron numerosos grupos de los Quiriquires, que son mencionados desde 1574, cuando se realizan las expediciones de conquista de los Valles del Tuy —región llamada Súcuta por los originarios y valle de Salamanca por los conquistadores— que realizó primero Francisco Infante y luego Francisco Carrizo. En la historias se expone un encuentro mítico entre Garci-González de Silva y el indio Yoraco, quienes se enfrentaron en combate singular. El español tenía un poder de combate sorprendente, según Oviedo y Baños quien, enamorado de la figura del conquistador, le otorgó en su relato capacidades que rayan en lo sobrehumano. Por su parte, el indio Yoraco, también descrito con gran valor y fuerza, poseía un collar de cuentas coloradas que impedían mágicamente su sangramiento. El combate entre ambos héroes terminó con la muerte del quiriquire y la toma del mágico artefacto por el conquistador que luego lo cedió al rey Felipe II. El combate se mantuvo envuelto en un aura de leyenda que aún pervive en el imaginario de los tacateños. Las expediciones por la conquista del territorio continuaron en los años siguientes con enfrentamientos, traiciones y asesinatos. Estos culminaron parcialmente con la confrontación entre Garci-González de Silva y Parayauta, en la que fue derrotado el quiriquire. Sin embargo, Silva le perdonó la vida y al liberarlo acordó con este la paz del lugar. Al culminar las confrontaciones iniciales se dio la oportunidad para la instalación de una encomienda que quedó en manos del propio González de Silva y su pariente Francisco Infante. Fue bautizado como San Joseph de Tácata, consolidándose la presencia del conquistador y los inicios de la colonia en el lugar.


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