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Psicología del apego Verónica Guerrero Mothelet

Edición preparada para este curso por el Mtro. Enrique Morales Beristáin, profesor de Psicología del CCH Sur, invitado a participar en la sesión relativa a: Análisis de la relación tutor y familia. Curso-Taller: El tutor del CCH, su proceso de cercanía y acompañamiento con los alumnos -Algunos pasos en la intervención tutorialDiseño del curso e impartición: Mtro. Abenámar René Nájera Corvera


Universidad Nacional Autónoma de México. Colegio de Ciencias y Humanidades, Plantel Vallejo Curso Taller para profesores: Curso-Taller: El tutor del CCH, su proceso de cercanía y acompañamiento con los alumnos -Algunos pasos en la intervención tutorialDiseño del curso e impartición: Mtro. Abenámar René Nájera Corvera Fecha: del 28 de mayo al 1 de junio 2012 Turno: Vespertino, de 16:00 a 20:00 horas. Duración: 20 horas Sede: CCH Plantel Vallejo, Edif. T salón 7 Las fotografías que ilustran este material de apoyo son cortesía de Gaceta CCH.

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Psicología del apego, Verónica Guerrero Mothelet


Psicología del apego Verónica Guerrero Mothelet La teoría del apego aplicada a las características de personalidad del adulto nos permite comprender procesos complejos como la intimidad, el amor y la socialización. Se asume que los estilos de apego en adultos se generan a partir de los modelos mentales que él tiene de sí mismo y su relación con los demás. Estos modelos se desarrollan durante los primeros 12 años de vida. Los tipos de apego infantil se traducen, en la edad adulta, en tres estilos que dependen de la manera que tiene cada persona de establecer relaciones interpersonales y de responder a la intimidad en su relación de pareja: seguro, ansioso (ambivalente) y evasivo (interoperable) —Poco después de conocerla, hace tres años, supe que la amaba. Al principio, me sentí un poco inquieto. Pero cuando me di cuenta de que su trato conmigo y con los demás siempre era amable y adecuado a cada circunstancia, todo funcionó... —Salimos un par de meses, y pensé haber encontrado a mi pareja ideal. Sin embargo, pronto comencé a notar detalles que me desagradaban, como sus celos, inseguridad y dependencia. Claro que preferí alejarme... — ¡Ya sabía que esto ocurriría! Y es que es una persona demasiado hermética y desconfiada. Por más que me mostré siempre disponible, y me preocupaba a cada momento por estar cerca, me rehuía constantemente.

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as frases anteriores reflejan tres distintas formas de relacionarse con una pareja que corresponden al estilo de apego que tiene cada persona. A primera vista, parecería que el primer ejemplo (estilo seguro) presenta la única actitud adecuada; pero, ¿significa eso que los otros son incorrectos, o incluso patológicos? Algunos investigadores creen que no. Sus argumentos parten de que, si bien uno de los aspectos más profundos de nuestra naturaleza humana es el de buscar seguridad y confianza, la evolución no sólo admite, sino también promueve la diversidad, y esto no es menos cierto en la forma como establecemos nuestras relaciones de cercanía. Lo importante, aseguran, es la funcionalidad de nuestros apegos, y cómo se refleja esta necesidad innata en la vida diaria.

Historia de una teoría

El bebé humano es uno de los seres más vulnerables y frágiles que existen. Depende de los adultos, y principalmente de su madre, para subsistir. En él, el apego es un proceso de proximidad con una figura que le brinda seguridad, a la que busca cuando se siente ansioso o en riesgo. Esta primera rela4

ción, cuyo desarrollo ocurre entre los seis meses y los tres años de edad, será uno de los factores que influirá en el pequeño para generar posteriores patrones de apego, que guiarán sus sentimientos, conceptos y expectativas en sus relaciones adultas. Pese a su importancia, el concepto del “apego” como estrategia evolutiva esencial para nuestra supervivencia apenas comenzó a construirse después de la Segunda Guerra Mundial. El médico y psicoanalista británico John Bowlby1 observó que si los niños y niñas no establecían una adecuada relación de apego con sus madres o cuidadores cercanos, presentaban trastornos muy importantes de personalidad. 1. John Bowlby (1907-1990) nació en Londres, Inglaterra, estudio psicología en Cambridge y posteriormente estudió medicina y psicoanálisis. Su interés por la relación madre-hijo, que posteriormente generó su teoría del apego, nació de su propia experiencia. Su madre pensaba que demasiada atención y afecto sobre los hijos, podría maleducarlos, por lo que sólo convivía con su hijo durante una hora diaria, después del té. Así la verdadera relación de afecto de John era con su nana, quien lamentablemente dejó el trabajo cuando él apenas tenía cuatro años. Bowlby describió posteriormente esa separación como similar a la pérdida de una madre. Entre sus principales obras están: Maternal Care and Mental Health (1950), Separation: Anxiety and Anger, Attachment and Loss (1975), Loss, Sadness and Depression (1980).

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Bowlby había trabajado con niños inadaptados y delincuentes, y conocía las consecuencias de separar a los pequeños de sus familiares a raíz de la guerra. Él encontró que aunque los infantes tuvieran cubiertas sus necesidades de alimento y cobijo, si carecían de una figura de apego sufrían trastornos del desarrollo que podían ser físicos, intelectuales, emocionales y sociales2. Esto lo llevó, hacia finales de 1950, a desarrollar su “teoría del apego” y, con la colaboración del 2. Uno de los discípulos de Sigmund Freud, René Spitz se dedicó a estudiar el impacto que las primeras experiencias tienen en los niños. Llegó a la conclusión de que el afecto físico en esas primeras etapas resulta fundamental para el adecuado desarrollo del ser humano. Estudió bebés de hasta dos años y medio en dos instituciones: • Por un lado un orfelinato impecable y organizado, pero donde los niños sólo eran atendidos para cubrir sus necesidades de alimento y limpieza. Se percató que los pequeños tenían un desarrollo intelectual lento y progresiva debilidad física. Durante el estudio, una epidemia de sarampión mató a 23 de los 88 niños. Ninguno tenía control de esfínteres y ninguno sabía comer por sí mismo. El cociente de desarrollo era de 72 en promedio (donde el 100 representa el término medio). • La otra institución fue el centro de desarrollo infantil de una cárcel para mujeres, las madres y el personal del centro estaban a cargo de los pequeños y tenían mucho contacto físico con ellos. El cociente promedio de desarrollo fue de 105, un poco superior al término medio.

trabajador social James Robertson, a realizar estudios empíricos que subrayaban la importancia de observar las experiencias en la vida real de los niños y sus madres. En busca de los mecanismos que causaban los fenómenos que había observado, Bowlby dirigió su atención a la joven ciencia de la etología, que es el estudio de la conducta animal en condiciones naturales. La etología había sido fundada por Konrad Lorenz3, cuyos experimentos con gansos le permitieron descubrir el vínculo instintivo que desarrollan las crías con su madre, vínculo al que Lorenz llamó impronta filial. Bowlby se interesó también por los trabajos de otro psicólogo, Harry Harlow4, 3. Konrad Lorenz (1903-1989) nació en Viena, Austria donde estudio zoología y comportamiento animal, fue director del Instituto Max Planck de Fisiología del Comportamiento. En 1973 obtuvo el premio Nobel por sus estudios comparativos del comportamiento. Investigó el fenómeno de la “impronta” y en su famoso libro Sobre la agresión, el llamado mal, explora las raíces de la violencia. Entre sus publicaciones están: Sobre el comportamiento animal y humano (1965), La otra cara del espejo (1975) e Investigación comparativa de la conducta (1978). 4. Harry Harlow (1905-1981) fue un investigador que dio mucha luz sobre la forma en que el apego se genera. Con extraordinaria creatividad, diseñó experimentos con gran rigor metodológico que se ha convertido en clásicos de la Psicología.

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quien investigaba los efectos de la separación y aislamiento en monos rhesus bebés y realizaba los primeros trabajos experimentales para estudiar el desarrollo, el aprendizaje y los afectos en los animales. En los siguientes años, Bowlby aprovechó los descubrimientos y planteamientos de la etología para construir su teoría del apego que, en sus palabras, estaba “firmemente enraizada en la teoría biológica, sin requerir ninguna dinámica que no pudiera explicarse llanamente en términos de la supervivencia de las especies”. Esto Intrigado por la forma en que las experiencias tempranas de monos bebé podrían influir en su vida adulta separó, en diferentes estudios, a un bebé de su madre y lo colocó en una cámara con dos madres subrogadas: una de alambre y una cubierta de felpa. Un primer hallazgo fue que los monos tenían “confort de tacto”: pasaban casi todo el tiempo con el maniquí con felpa, aun cuando el biberón con su alimento estuviera en la madre de alambre. Pasaba el tiempo indispensable alimentándose y, en cuanto era posible, regresaba a abrazar al maniquí con felpa. Lo más interesante del estudio vino después, cuando los bebés criados en estas condiciones fueron creciendo. Su comportamiento social era atípico, no se relacionaban adecuadamente con otros ni podían jugar. Las repercusiones de haber crecido sin una madre natural fueron aún más evidentes al llegar a la edad adulta; sus conductas sexuales eran erráticas para lograr el coito, y cuando una hembra llegaba a quedar embarazada, su relación con la cría era de total indiferencia o incluso violenta, mordiéndola y golpeándola constantemente.

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significa que, desde esta perspectiva, los niños se vinculan con sus madres, o con la figura de apego que hubieran elegido, mediante varios sistemas de respuestas instintivas, cada una igualmente primaria —como la búsqueda de contacto físico, o de alimento—, y que en conjunto todos tienen un elevado valor para la supervivencia.

Desde la infancia

En la década de 1970, la psicóloga del desarrollo Mary Ainsworth, que había estudiado con Bowlby, amplió la teoría, diseñando un experimento llamado “situación del extraño”, en el que se observan las respuestas de niños pequeños al alejamiento de sus madres. En el experimento la madre y el niño comparten una sala donde hay juguetes, y periódicamente se incorpora una desconocida (una investigadora). Mientras ésta juega con el chico, la madre sale y los deja solos; luego, la madre vuelve a entrar y se va nuevamente con la desconocida, dejando solo al niño. Finalmente ambas mujeres regresan y la madre se acerca al hijo para tomarlo en brazos. En el transcurso de la prueba, los investigadores observan las reacciones de los niños. A partir de estas observaciones, Ainsworth concluyó

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que existen tres tipos diferentes de apego, a los que más recientemente se ha agregado un cuarto. Los niños con apego seguro tienen a su mamá como una especie de “base”, en el sentido de que exploran por unos momentos y regresan a ella en un patrón que se repite, cuando se va, parecen intranquilos y lloran un poco, pero al regresar, se acercan a ella. Los que entran en el grupo de inseguros-evasivos no lloran cuando se va pero parecen evitarla en el momento en que regresa y no buscan su contacto físico. Esto puede ocurrir —según los investigadores— cuando la madre no les ha ofrecido un apoyo constante, o muestra cierta insensibilidad a sus demandas, por lo que los hijos reaccionan con indiferencia para evitar rechazos. Los niños con el tercer tipo de apego, inseguro-ansioso, o ambivalente se inquietan excesivamente cuando la madre abandona la sala, y no juegan hasta que ella regresa, muestran reacciones inconsistentes al regreso de la madre como buscar contacto y pegarle. Se piensa que éstos suelen ser hijos de madres que han oscilado entre la sensibilidad y la frialdad. El cuarto tipo de apego, el desorganizado, incorporado posteriormente por Mary Main, investigadora de la Universidad

de California, se produce cuando el hijo no tiene estrategias posibles para mantener la relación con la madre, y se considera el tipo de apego que más daño psíquico produce. En todas sus formas, se ha observado que el proceso de apego no tiene relación con el género, ya que tanto niños como niñas forman estos vínculos con cualquier cuidador permanente. También parece ser más importante la calidad del cuidado que la cantidad. Conforme el pequeño crece, partirá de su figura de apego como una base para explorar el mundo, y muchas veces el vínculo que haya desarrollado con esa figura puede definir su futuro ya sea como un adulto funcional o disfuncional. En años recientes, Allan Schore, neuropsicólogo de la Universidad de California en Los Ángeles, ha señalado que la primera relación de apego va construyendo circuitos neuronales e interconexiones en las regiones del cerebro relacionadas con los estímulos socioemocionales, con lo que también promueve su maduración. El primer apego resulta un importante organizador del desarrollo cerebral, por lo que su papel va más allá de brindar seguridad y confianza para explorar el mundo, resiliencia ante 7


el estrés (ver ¿Cómo ves? No. 151) y nas seguras disfrutan las situaciones equilibrio de las emociones. de intimidad, no temen al compromiso y expresan sus sentimientos sin El apego en los adultos problemas, es fácil llevarse bien con Mary Main encontró que el apego ellos y se sienten cómodos al depenadulto también puede dividirse en der de otros y tener a otros que dedistintas categorías relacionadas con pendan de ellos para ciertas tareas. el recuerdo que se tiene de la relación Por lo general no se preocupan de con las primeras figuras, esto influiría sentirse abandonados ni por la posien la respuesta hacia los hijos. bilidad de tener a la gente demasiado Pero otros investigadores descu- cerca de ellos. brieron, además, que los adultos tamLas ansiosas (ambivalentes) perbién presentan las diferentes formas siguen la intimidad, se obsesionan fáde apego en sus relaciones de pareja. cilmente con sus relaciones y suelen Sin referirse a casos extremos, como dudar de que su pareja corresponda a violencia familiar, adicciones, abuso su amor; les gustaría que los demás se infantil o enfermedades mentales, acercaran más a ellos y quisieran que sino a las personas promedio, los in- todos estuvieran al pendiente de ellos, vestigadores Cindy Hazan, de la Uni- lo cual, paradójicamente, puede alejar versidad de Cornell, y Phillip Shaver, a la pareja y amigos potenciales. de la Universidad de California, conLas evasivas (interoperables) cluyeron, en 1987, que los patrones de se sientes incómodos con las persoapego que establecen los adultos con nas cerca de ellos y les cuesta trabajo sus parejas son semejantes a los que confiar en los demás. Es difícil que se existen entre los niños y sus padres. permitan depender de otros y geneLa teoría actual del apego en ralmente sus parejas amorosas quisieadultos define tres estilos principales ran que fueran más cercanos y carique dependen de la manera que tiene ñosas, recelan de la intimidad como cada persona de sentir y responder a una amenaza a su independencia, por la intimidad en su relación de pareja: lo que evitan la cercanía. seguro, ansioso (ambivalente) y evaDe acuerdo con el psiquiatra y sivo (interoperable). neurólogo Amir Levine, director de En términos generales, las perso- investigación de la Universidad de 8

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Columbia y coautor del libro Maneras de amar, (junto con la psicóloga social Rachel Heller), son seguras cerca de 50% de las personas, mientras que 20% pertenece al grupo de las ansiosas; 25% son evasivas, y un pequeño porcentaje (3-5%) corresponde a un cuarto tipo, muy inusual, el ansiosoevasivo. Si bien algunos investigadores todavía consideran que las personas con estilo evasivo o ansioso son resultado de una mala relación con sus primeros vínculos afectivos y, en cierta forma, eso les provoca conflictos en sus relaciones adultas, Levine y Heller, así como otros especialistas, piensan que hay bases para sostener que también esos dos estilos de relación son normales en el sentido de que no son necesariamente patológicos; simplemente se han desarrollado a lo largo de la evolución de la especie como respuesta a factores distintos de los que forman el estilo seguro. En un experimento realizado en el Centro Interdisciplinario Herzliya, Israel, con 138 estudiantes universitarios cuyo estilo de apego se había examinado con una prueba, los investigadores encontraron que los ansiosos o evasivos respondían más rápido ante una situación simulada de

peligro, lo que también beneficiaba a sus compañeros con estilo más seguro. En su opinión, esto explicaría en parte por qué persisten esos estilos de apego en la población humana; la clave está en la diversidad: los ansiosos y los evasivos pueden contribuir a la supervivencia del grupo. Individuos que evitaban los vínculos demasiado estrechos pudieron sobrevivir en un entorno que era tan peligroso que hacía demasiado costoso el invertir tiempo y energía en otras personas. O bien, en el mismo entorno de elevado riesgo, también tuvieron éxito quienes adoptaron la estrategia de mantenerse constantemente cerca y pendientes de sus figuras de apego. Las investigaciones sobre afectos han encontrado que, además de los factores genéticos y de las vivencias infantiles, los estilos de apego adulto también están construidos por distintos factores, como la experiencia de vida, e incluso las relaciones románticas previas. Los autores de Maneras de amar señalan que, en promedio, una de cada cuatro personas modifica su estilo de apego en un periodo de cuatro años, generalmente sin ser consciente de ello. Lo interesante es que todas las personas siguen alguno de esos esti9


segura/o de mi relación como para no tener que preocuparme por ella?” Saber que tenemos una pareja en quien confiar facilita nuestra interacción con el mundo, igual que sucede en los niños. De hecho, la dependencia sólo es un problema cuando no se satisface la necesidad de apego, sin importar de qué tipo sea. Supongamos que Juan tiene un estilo evasivo mientras que María es de estilo ansioso. Inicialmente se atraen y parecen complementarse; pero sus necesidades de intimidad y proximidad son tan divergentes que el resultado es la exageración de sus tendencias, lo que desemboca en una creciente insatisfacción y frustración. Por el contrario, cuando las neLa paradoja de la dependencia “En realidad, nuestra teoría del apego cesidades de ambas personas son no plantea si la dependencia es buena mutuamente atendidas, éstas pueden o mala, sino si es efectiva o no”, ex- enfocar su atención hacia otras actiplica el doctor Amir Levine. Aunque vidades. existen varios tests para definir el estilo de apego personal y el de la pareja, La llamada paradoja de la depenincluida la técnica desarrollada por él dencia propone que cuanto más mismo y la psicóloga Heller, Levine eficiente es la interdependencia de señala que si queremos determinar dos personas, más independientes nuestra compatibilidad, basta con y audaces se vuelven hacerse un par de preguntas que llevan al centro de la cuestión: “¿Puedo De acuerdo con Levine, esto se contar con mi pareja cuando la nece- basa en la idea de que niño al sensito?” y “¿me siento suficientemente tirse cómodo y seguro porque su los de apego en sus relaciones de pareja. Conocer las respuestas de cada uno permite anticipar su conducta y reacciones en una situación romántica, pues en opinión de los expertos, el éxito de la mayoría de las relaciones no depende tanto de que no haya conflictos, sino de cómo se resuelven esos conflictos. Esta teoría no sólo tiene sentido al observar nuestra propia relación, y las de personas cercanas, sino que puede resultar muy útil para evitar o resolver muchas discrepancias surgidas de relaciones en las que dos estilos de apego diferentes chocan o se complementan negativamente.

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madre cubre su necesidad de apego, se da la oportunidad de explorar y experimentar. “Lo mismo pasa con los adultos; cuando un adulto vive una relación que cubre sus necesidades de apego, se siente confiado para enfrentar los desafíos de la vida y dispuesto a actuar de manera independiente”. El apego es un componente del amor y también explica por qué en múltiples y distintas investigaciones se ha observado que las personas que disfrutan de una relación comprometida presentan menos problemas mentales, menos actividad de las regiones cerebrales que procesan el dolor, así como menor presión arterial y producción de cortisol (una hormona del estrés), y sus heridas sanan con mayor rapidez. Bajo esta perspectiva, Levine no habla propiamente de patologías de las emociones, sino de la utilidad o ineficacia de los distintos estilos de apego; de la posibilidad de cambiar nuestro estilo hacia un apego más seguro, de elegir personas con el estilo de apego que más nos convenga o de aprender estrategias para mantener una relación satisfactoria sin recurrir a “conductas de protesta” (reacciones similares a las de los niños ante la angustia de separación), incluso si el

estilo de apego de nuestra pareja no coincide exactamente con el nuestro. Desde luego que esto implica que la dependencia no será eficaz cuando uno quiere depender de alguien que no es capaz de apegarse como lo necesitamos, o no es confiable, o tiene alguna adicción. O bien, “si por una relación nos obligamos a hacer cosas que lamentamos”. Levine añade que el término de codependencia es muy útil en el contexto de personas que tienen una pareja con alguna adicción; “pero, fuera de eso, la dependencia puede funcionar perfectamente para hacernos personas felices y, paradójicamente, independientes”. De distintas formas y en diferentes grados, depender de otros es el fundamento de nuestro mecanismo de supervivencia, y no solamente durante la infancia. El apego es una necesidad que comienza en el útero materno y termina con nuestra muerte, pero no por ello debemos apegarnos a ciegas. “Lo más importante es que la vida amorosa no tiene por qué dejarse al azar”, dice Levine. Una sana relación de intimidad tiene un poderoso impacto en el bienestar personal. Nos hace más fuertes física, emocional y mentalmente. Así, a pesar de que numerosos libros de autoayuda, 11


reflejando la cultura en que vivimos, promueven la búsqueda de independencia y rechazan necesidades más primarias como las de proximidad y confianza, los estudios recientes indican que, en lo que se refiere a las relaciones humanas, la dependencia en sí misma no es una patología; ni siquiera una preferencia. Sencillamente, es un hecho biológico.

Más información • • •

Amir Levine, Rachel Heller, Maneras de amar; Ed. Urano, Barcelona; 2011. www.paidopsiquiatria.com/TDAH/ tc9.pdf http://www.attachedthebook.com/ compatibility-quiz (test del apego en inglés)

Verónica Guerrero es periodista y divulgadora de la ciencia; colabora en ¿Cómo ves? y en otras áreas de la Dirección General de Divulgación de la Ciencia de la UNAM, y como corresponsal ocasional para la revista Nature Biotechnology. Agradecemos la asesoría del Dr. Eduardo Thomas Téllez en este artículo. _________________

Texto tomado de: Revista ¿Cómo ves?, Revista de Divulgación de la Ciencia de la Universidad Nacional Autónoma de México, año 14, número 157, página 22. Enero de 2012.

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