Asistir con indiscreta mirada a estas cartas de amor escritas a personas desconocidas, es una pequeña transgresión que nos arrastra a lo que sucede un poco más allá de nuestra piel. Las palabras tienen la facultad de amarrarnos a tierra firme, y la forma de trenzarlas que tiene Amaia nos envuelve y nos acompaña en ese curiosear las trazas de su andadura. Es una fortuna encontrar en el camino un espíritu tan joven y apasionado como el de Amaia, porque nos confirma que no hay causas perdidas, sino esperanza.