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Hernán Díaz Alonso

Hernán Díaz Alonso, Déjà Vu, 14 de agosto de 2017. Fotografía: Juan Ignacio Palma. Archivo EAEU.

Déjà Vu Hernán Díaz Alonso

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Dejá Vu propone realizar un extenso viaje por las lógicas de la contaminación y la inestabilidad cultural. Radicalizar la estética de la forma por medio de la interacción artificial y natural en una topología dinámica. Si la arquitectura tradicional es necesaria para determinar el grado en el que un proyecto alcanza belleza, estas topologías exploran la estética inversamente: como una voluntad de angustia o un encuentro espantoso con la obra. Enraizado en la estética de la proporción y la belleza de la arquitectura, lo horrendo de un nuevo tipo de organización estructuralmente basada en el exceso produce lujuria y asombro. Nunca abandonamos la extrañeza. Hay belleza en el desorden. Nos esforzamos en conseguir un equilibrio que rompe el ideal de la imaginación, la innovación y la originalidad. Creemos en la integridad de las obsesiones. Creemos que el único propósito de la arquitectura es desafiar la cultura disciplinar desde todos los ángulos posibles.

Academia-Práctica

En el mundo anglosajón, en Estados Unidos particularmente, el sistema académico permite organizar una práctica especulativa, en la que no se está tan obligado a tener clientes o proyectos que no interesan. Esto sucede gracias a que la academia es una forma de negocio. Sin fines de lucro, pero genera condiciones de investigación y formas de trabajar que sería imposible pensar en otro contexto. No hay forma de pensar el trabajo de mi estudio sin tener en cuenta la relación con SCIˉArc. SCIˉArc, que ha sido mi casa durante los últimos 18 años, es históricamente un lugar donde esa plataforma de experimentaciones es no solo facilitada sino demandada. Es la única escuela que conozco de renombre mundial que, desde su fundación, ha tenido como directores siempre arquitectos. Nunca un teórico, nunca un académico tradicional. De Ray Kappe a Michael Rotondi, de Neil Denari a Eric Owen Moss.

Contaminación

La mayoría de la gente de mi generación, que empezó y fue parte de la cultura paperless, con el uso de softwares de animación a mediados de los 1990, venía de una tradición que buscaba instrumentos o modelos de precisión. Yo formé parte de esa tendencia, pero no me encajaba naturalmente. Si bien empezamos desde el método científico, a medida que fuimos trabajado desarrollamos un interés de otro orden por las computadoras. Desde entonces, analizamos cómo generar mecanismos de contaminación que tienen que ver con lógicas propias de otras disciplinas para reinterpretar ciertos valores establecidos en la disciplina.

Amoralidad

Una de las cosas con la que siempre tuve conflictos en la arquitectura es el principio de moralidad, según el cual si haces A, B, C, D, E, eventualmente el proyecto se vuelve F. Me parece importante entender que la revolución computacional de los últimos 30 años no es solo de un problema de herramientas, o de eficiencia. La computación ha cambiado completamente la forma en que producimos y pensamos conceptualmente los espacios.

La Forma sigue a la Forma

Siempre digo que soy un formalista. No tengo ningún problema con eso, y si alguien me acusa de que lo que hacemos es cuasi cultura, no me importa demasiado. Nunca creí que la forma sigue a la función. Creo que la forma sigue a la forma.

Lo Grotesco

Me interesa hablar de lo horrífico como mecanismo alternativo de producción de belleza, o como modo general de relación con el problema estético de la arquitectura. Es interesante que, tanto en inglés como en castellano, hemos deformado el sentido de lo grotesco, como si se refiriera a algo repugnante o desagradable. El origen de la palabra no es ese. En términos pictóricos, tiene que ver con movimientos que no encajan con el canon estético de un tiempo particular. Goya es uno de los primeros a los que se relaciona con el pensamiento crítico de lo grotesco. Mediante la computación se pueden producir lenguajes formales que no pertenecen a la tradición, en el sentido convencional del legado disciplinar de la arquitectura.

Nuevas Coherencias

Lo más fascinante de lo que introducen los ordenadores es las nuevas coherencias. En el siglo XIX, era imposible pensar que el pensamiento humanista y el romanticismo se podían negociar. A través del ordenador se pueden desarrollar lógicas distintas o éticas diversas, y combinarlas para producir nuevas formas de coherencia. El ordenador no involucra solo automatización y mecanismo, sino producción de nuevas lógicas.

Instinto Animal

Cuando trabajé para Enric Miralles, recuerdo que nos daba una libertad a la que llamaba instinto animal. Esta forma de expresión primitiva hay que repensarla con la computación. Al principio, todos permanecían esclavos de aquello que la tecnología daba. Los softwares de animación tendían a producir superficies singulares. Pero siempre me interesó un proceso más destructivo, más fragmentado, con más variación.

Continuidad en la Transformación

En realidad, yo quería estudiar Cine. Cuando empecé a trabajar con los ordenadores encontré una veta para la cinematografía y la idea del tiempo en arquitectura: pensar la narrativa en las animaciones no solo como herramienta para presentar el proyecto a un cliente o jurado de un concurso, sino para pensar cómo diseñar, para pensar la forma mediante la continuidad en la transformación. A través del efecto cinemático, no mostramos nunca la totalidad del pabellón para PS1. Queríamos que se entendieran los efectos que la propuesta podía producir en tanto espacio habitable.

Realidad paralela

La cultura del render, de la imagen, está transformando la idea de lo real. El render no es un elemento para simular la realidad: la realidad se vuelve reflejo de esa realidad paralela.

Degradación

Especulamos sobre la posibilidad de que los materiales puedan decaer. Esta posición rompe con el canon de la mayoría de los arquitectos trabajando con computadoras y milling machines con la idea de perfección exacta. Siempre me pareció bueno encontrar el factor de degradación, de carencia, de humanidad en las cosas y en los procesos.

Posiciones

De mi generación, que empezó a trabajar con ordenadores desde los 1990 en adelante, creo que todos hemos trabajado de algún modo en agendas de contaminación. Desde Greg Lynn hasta Jesse Reiser o François Roche. Si tuviera que organizar según categorías las posiciones que hemos tenido, diría que a partir del 2001 ocupábamos una posición sistemática de aproximación a la biología, y que a partir de allí dimos rienda suelta al ornamento, negociando principios de la modernidad pero reintegrando el ornamento. La idea de los efectos cinemáticos nunca la hemos abandonado. Recientemente, el trabajo ha empezado a tener una condición de naturaleza artificial. Nada es natural, nada es artificial.

Circuitos

Operamos en un mundo intermedio entre la arquitectura y el arte, una nueva categoría que emergió en los últimos 35 años vinculada a las instalaciones. Hubo una explosión de oportunidades en el circuito de los museos, en la que se podía especular con lenguajes formales. Los proyectos se vuelven plataformas para experimentara. Todos los proyectos en los que trabajamos, en concursos o con clientes privados, están pensados para funcionar en la realidad del mercado. No hacemos proyectos inventados, siempre trabajamos como cualquier arquitecto, tratando un problema que alguien te da.

Rituales

A partir de 2010 empezamos a prestar atención a los rituales. Me interesa la capacidad que tienen de ser a la vez sistemáticos y brutales, primitivos. Los rituales tienen instrumentos precisos que han sido cultivados y organizados a través de siglos, una mezcla sofisticada de rasgos. Es interesante que por naturaleza el software tiende a producir una falsa sofisticación, donde todo parece terminado y es preciso. Los rituales exploran una forma de contaminarlo. Buscamos proyectos con contacto, para producir nuevas formas de belleza. Francis Bacon y otros artistas trabajan con un romanticismo violento, que me interesa como mecanismo de defensa.

Literalidad

Si aceptamos el problema de la forma, el mecanismo ha sido el de la abstracción, de un modo u otro. Disciplinarmente, en arquitectura o en pintura, siempre se ha tendido a la abstracción. Pero en el arte se trabaja con más comodidad con lo literal. El arte se ha apropiado de lo literal para producir un lenguaje formal más liberado que lo que históricamente la arquitectura ha podido hacer.

Carnicería

Si uno observa las técnicas de un carnicero argentino, son muy distintas a las de un carnicero inglés o a las de un neozelandés. Mas allá de lo primitivo, me interesa la acción de cortar y manipular la masa en tres dimensiones. Si bien es un interés evocativo, también es específico, y contiene técnicas muy precisas. Desde entonces trabajamos con formas sucias, menos puras, menos definidas. Al principio, los proyectos tenían renders con negro como fondo, con el proyecto flotando en el espacio. Pero a medida que vamos avanzando, las cosas se ensucian, en búsqueda de una literalidad rústica entre lo grotesco y lo horrífico, donde los proyectos funcionan como mutaciones de especies.

Extractos de la conferencia de Hernán Díaz Alonso, con introducción de Ciro Najle, organizada por el Centro de Estudios de Arquitectura Contemporánea, el 14 de agosto de 2017.

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