Revista Acta & Verba - Enero 2025 - Universidad San Sebastián

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Facultad de Psicología y Humanidades

Valores en acción: Cuando la Razón, Verdad y Virtud nos guían

Dr. Gustavo Roll S. - Humanidades y Ciencia: Un diálogo esencial para la vida. | David Muñoz Z. - La humildad es la verdad. | Yonathan Fuentealba C. - La religión de los datos, el talento humano y la gestión organizacional. | Diego Pérez L. - No pienses tú solo, sino piensa por ti mismo. | Gabriel Almonacid U. - La búsqueda del hombre: antropología y ética inquieta. | Personajes - Aristóteles.

Director

Guillermo Tobar Loyola

Editor Miguel Lobos Zuzunaga

Comité Editorial

Guillermo Tobar Loyola

Miguel Lobos Zuzunaga

Felipe Rodríguez Santa María

Sebastián Sanhueza Rodríguez

Gabriela Molina Ortiz

David Muñoz Zuñiga

Pablo Rojo Salazar

Diseño

Felipe Rodríguez Santa María

Imagen de Portada “Self Discovery”

Cami Ruohonen

Instagram: @camiruohonen

Acta & Verba es una publicación trimestral en el área de las Humanidades. desarrollada por el Departamento de Formación Integral, perteneciente a la Facultad de Psicología y Humanidades de la Universidad San Sebastián. .Los artículos firmados de Acta & Verba son de responsabilidad exclusiva de sus autores y la Revista no comparte necesariamente las opiniones vertidas por ellos. Se autoriza la reproducción de artículos señalando su procedencia.

Contacto miguel.lobos@uss.cl

y palabras 3

Entrevista

Dr. Gustavo Roll S.

Humanidades y Ciencia: Un diálogo esencial para la vida. 5

Columnas

David Muñoz Z. La Humildad es la verdad. 10

Klaus Droste A.

Miguel Lobos Z.

La razón y la verdad inicial: sobre el significado humano del descubrimiento. 14

Yonathan Fuentealba C.

La religión de los datos, el talento humano y la gestión organizacional: razón natural e inteligencia artificial. 16

Diego Pérez L.

Sergio Salas F.

Desde el Aula - Trabajos estudiantiles

Gabriel Almonacid U. La búsqueda del hombre: Antropología y Ética inquieta. 22

Thomas Ojeda R. Ser libre y tener razón: A propósito de The constitution

Guillermo Tobar Loyola

Director Nacional de Formación Integral

Universidad San Sebastián

Editorial

Hechos y palabras

En un mundo donde la inmediatez de la información nos abruma a diario, surge la necesidad de recuperar la profundidad, la reflexión y la pausa que la palabra escrita nos ofrece. Es por ello que, desde esta convicción profunda, presentamos con entusiasmo el primer número de nuestra revista digital de Formación Integral cuyo nombre Acta & Verba significa Hechos y Palabras. Nombre que refleja nuestro propósito fundamental: ser un espacio donde la acción y la reflexión se encuentren, donde lo que hacemos y lo que decimos se entrelacen en un diálogo constante que da forma a nuestra identidad como comunidad universitaria.

Los hechos representan las acciones concretas que realizamos día a día, tanto dentro como fuera de la universidad. Son los logros académicos, los proyectos de investigación, las actividades culturales, las iniciativas de vinculación con el medio, y todas aquellas acciones que impactan en nuestra comunidad y en la sociedad. “Hechos” simboliza nuestro compromiso con el hacer, con la puesta en práctica de los valores institucionales. Como decía

Aristóteles: “Somos lo que hacemos repetidamente. La excelencia, entonces, no es un acto, sino un hábito”. Por lo mismo, queremos destacar aquellos hechos que encarnan la virtud (excelencia) y el compromiso en todas sus formas.

Las palabras, por su parte, son el vehículo a través del cual compartimos pensamientos, ideas y reflexiones. Son retazos de sentido que unen al ser humano con la realidad. Son una especie de brújula que nos orienta y ubica en el mundo. “Palabras” refleja la riqueza de la reflexión, la crítica y el pensamiento que caracterizan el ambiente universitario. José Ortega y Gasset señaló que, “la claridad es la cortesía del filósofo”. Buscamos, por lo mismo, que las palabras aquí sean claras, profundas y que sirvan para iluminar los temas y problemas que más nos conciernen como comunidad educativa.

“Hechos y Palabras” no son términos opuestos; son realidades complementarias. La verdadera transformación en el ámbito educativo y social ocurre cuando lo que hacemos y lo que decimos están alineados. Esta revista quiere ser el puente donde los hechos que

ocurren en nuestra universidad se narren con palabras que inspiren, motiven y provoquen reflexión. No por otro motivo la Universidad declara que su Misión es educar en la razón, la verdad y la virtud.

Cada palabra tiene en nosotros una carga emocional y una resonancia existencial única. Son ellas las que contribuyen en nuestra identidad profesional y personal, ellas inspiran nuestros hábitos y nuestra conducta. Las palabras que queremos y aquellas que rechazamos, de algún modo, ocultan una parte de lo que somos y otra de lo que deseamos ser.

Ya lo decía el filósofo austriaco Wittgenstein: “los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo” Esto quiere decir que las palabras que utilizamos tienen la capacidad de transformar nuestra realidad, pero no a propio capricho, sino a través del

significado que poseen en sí mismas. El lenguaje y el uso de las palabras con un sentido particular, genera cambios en nuestro cerebro y modifica nuestra percepción del entorno que nos rodea. Son capaces de modificar y transformar de manera profunda nuestras vidas.

La razón pone en evidencia que hombres y mujeres poseemos el don de la inteligencia y, con ella, la capacidad de formularnos preguntas radicales que nos permiten conocer la realidad del mundo en todo su esplendor. Pero la realidad sin la búsqueda de la verdad es el mayor extravío al que puede verse expuesto el ser humano, ya que la verdad se busca cuando se desea conocer y comprender el verdadero rostro de

la realidad y no la sombra egoísta de la propia conveniencia. De lo contrario, es posible confundir lo falso con lo verdadero, la fealdad con la belleza o la maldad con la bondad. El camino para superar los errores y la senda que nos permite alcanzar el perfeccionamiento humano en todos sus niveles, se encuentra en la virtud. Esta tercera palabra, o principio rector de la excelencia humana, permite que nuestros proyectos e ideales no se queden anclados en meras intenciones, sino en una posibilidad real de alcanzar los más nobles ideales proyectados en la vida personal de cada uno. De aquí el tema de este primer volumen: razón, verdad, virtud.

En resumen, llamar a nuestra revista Acta & Verba es también una invitación abierta a la comunidad universitaria (profesores, estudiantes y colaboradores) a no solo ser lectores, sino actores y narradores de sus propias experiencias. Invitamos a todos a participar, a aportar con sus hechos y a compartir sus palabras. Como decía el poeta hindú Tagore “la raíz escondida no pide premio alguno por llenar de frutos las ramas” Queremos ser generosos en la escucha y en la expresión, y fomentar una comunidad atenta y activa.

René Magritte, La Décalcomanie, 1966, Oleo, Centro Pompidou, Paris (Francia).

Humanidades y Ciencia

Un diálogo esencial para la vida

Los distintos ámbitos de la salud, y en particular la medicina, como disciplina científica y vocación profundamente humana, van más allá del conocimiento técnico. Estas carreras se adentran en cuestiones éticas, sociales y culturales que impactan no solo a los pacientes, sino también a quienes se dedican a su cuidado. Conversamos con Gustavo Roll, médico y académico de la facultad de Medicina USS, quien nos ofreció una perspectiva única sobre la integración del humanismo en la práctica médica y en la formación de nuestros estudiantes.

¿Cómo percibe la relación entre la Medicina y las Humanidades?, ¿Considera que estas disciplinas son complementarias en la formación de un médico?

La Relación entre la técnica y el Humanismo tal vez se inició en los

primeros momentos de la historia de la medicina. Por ejemplo, recordemos a Hipócrates, quien introdujo en la medicina de la época el espíritu ilustrado y racional griego de los siglos V y IV a. C.. Se refiere a la medicina como una ciencia real, una epistéme, un conocer propiamente

científico, un saber operativo sobre el hombre y el mundo, del cual se derivan aplicaciones prácticas en el quehacer concreto del terapeuta. La salud es entendida como resultante del equilibrio de potencias (Alcmeón de Crotona: isonomía ton dynámeon), el primero de los bienes, la Eukrasía,

la buena mezcla de los humores. Para curar, se reconoce el efecto o la fuerza sanadora de la naturaleza, de la cual el médico es un servidor.

Con la historia, aprendemos que es en el Renacimiento cuando aparece el hombre como centro de la “atención existencial”. Con ello se produce una lenta y progresiva separación entre la ciencia y el pensamiento Humanista. La concepción positivista reduce monolíticamente el saber a su forma físico-matemática y limita esta ciencia a la mera constatación y medición de los “hechos” o fenómenos observables y a la formulación de las leyes que los relacionan. La finalidad principal de las leyes sería facilitar el dominio humano de la naturaleza, permitiendo la previsión de los hechos futuros, pareciendo

que la ciencia no se interesaría por un conocimiento auténtico de la estructura y de las causas reales de las cosas.

Creo que ha sido justamente el enorme progreso en la búsqueda del funcionamiento de la materia, la que ha llevado justamente a buscar el entendimiento de su funcionamiento último, apartándose de esta forma del mecanicismo. El sobrepasar este límite, necesariamente conlleva a buscar las respuestas en la o las ideas que vitalizan y dan objetivo a la materia. Irrumpe entonces, en la búsqueda de la respuesta, el pensamiento humanista, con todas sus acepciones, tipos y formas. Es pues, la relación entre la medicina y el Humanismo, muy estrecha. La una, aporta la técnica y el proceso, y

la otra, el objetivo y el entendimiento final del proceso. La una, permite entender el “cómo” y la otra busca el “porqué”.

Entendiendo esta conexión entre la técnica y espíritu mismo de la medicina, ¿cómo traduce ese espíritu humanista a su labor como docente? ¿De qué manera las humanidades son un eje diferenciador en la formación de futuros medicos, tanto en sus competencias profesionales y humanas?

Necesariamente debo referirme a mi función docente en la Escuela de Medicina de la Universidad San Sebastián. El Perfil de Egreso del Medico formado en la USS señala: “El egresado y egresada de la carrera de Medicina de la Universidad San Sebastián es un profesional íntegro que evidencia, en el ámbito profesional y humano, el sello Humanista Cristiano de la Universidad. En virtud de ello, la institución resguarda que tanto sus planes de formación profesional como todos sus espacios formativos tributen a este sello.” Nuestra Universidad, por tanto, declara en el perfil de egreso del médico que forma el sello Humanista Cristiano. Sumamos a eso la declaración de nuestra misión: “La Universidad declara que su compromiso fundamental es el cultivo del conocimiento y el de todas las ciencias y saberes; y es educar en la razón, la verdad y la virtud, promoviendo una atmósfera académica de orden, reflexión, respeto por las diferencias y rigor académico”.

Son pues las Humanidades un factor clave y diferenciador en el proceso de enseñanza de nuestra Universidad. Al declarar en la misión que educa en razón, la verdad y la virtud, sella un sólido pacto con las raíces humanistas cristianas. Quisiera nombrar solamente un pensamiento de San Agustín: “La fuerza de la verdad nos debe invitar a aprender; la necesidad de la amistad, a enseñar”, “El oficio de enseñar es el mérito de

haber alcanzado lo que se estaba buscando”, así como también otro de Tomás de Aquino, el que define la educación como: “Conducción y promoción de los hijos hasta el estado perfecto del hombre en cuanto hombre, que es el estado de virtud”.

La visión humanista otorga el sentido al proceso biológico. Nos ayuda a entender la materia, a buscar la verdad última, a fundamentar la búsqueda del prolongar la vida del enfermo, a aceptar la muerte y a saludar cada día el milagro de la vida.

A partir de esta formación humanista que menciona, imaginamos que habrá casos en su experiencia médica donde esos valores marcan una diferencia fundamental.

Nuestra vida médica, orientada a ojalá sanar y siempre a consolar al paciente, está llena de pequeñas historias, donde tanto la actitud como la palabra contribuyen a fortalecer al ser humano sufriente. El ser humano sufriente se enfrenta muchas veces no solo al dolor físico sino a la perspectiva de una muerte anunciada, todo lo cual aumenta su temor, su inseguridad y sobre todo su miedo a lo que vendrá.

Un ejemplo de ello es el enfermo que es portador de una enfermedad incurable. A ella, la técnica entrega medidas paliativas y el Humanismo Cristiano la perspectiva que terminado el sufrimiento físico, lo espera la Vida Eterna y la posterior Resurrección. Resulta muchas veces conmovedor observar cómo el moribundo acepta su muerte y junto a ello, llega a él la paz.

Claramente, los valores humanísticos no solo fortalecen la relación médico-paciente, sino que también tienen el potencial de transformar la sociedad. ¿Cómo cree que esta formación humanista puede influir en el ámbito más amplio de la salud pública?

Las Humanidades pueden y deben contribuir a la construcción de una sociedad más justa a través de la educación. Jacques Maritain señala: “El fin primario de la educación es la conquista de la libertad interior y espiritual a la que aspira la persona individual, o, en otros términos, la liberación de ésta mediante el conocimiento y la sabiduría, la buena voluntad y el amor”. El fin secundario tiene que ver con la formación social de la persona, es decir, pretende formar al hombre para que lleve una vida normal, útil y de sacrificio en la comunidad, o dicho de otro modo, guiar el desenvolvimiento de la persona humana en la esfera

social, despertando y fortaleciendo el sentido de su libertad, así como el de sus obligaciones y responsabilidades.

Creemos que debemos trabajar para alcanzar la “vida buena” de cada uno y con ello la “vida buena” de la sociedad. Debemos cultivar la virtud: La virtud designa la excelencia como actividad que representa la efectivización de la potencia que expresa la virtud ética, la cual el ser humano debe asumir como componente esencial de su tiempo de vida y como proyecto de ser. Debemos buscar la verdad, la razón y la virtud a través de la educación de nuestros alumnos y nuestros pares.

“La visión humanista otorga el sentido al proceso biológico. Nos ayuda a entender la materia, a buscar la verdad última, a fundamentar la búsqueda del prolongar la vida del enfermo...”

En fin, debemos transmitir la misión de nuestra Universidad en forma sólida y constante al alumnado, incluyéndola con entusiasmo en los planes educacionales. Solo así cada egresado, cada docente y cada funcionario será un agente multiplicador y mejorador de nuestra sociedad.

Desde su perspectiva, ¿qué estrategias podríamos implementar para reforzar ese diálogo entre la ciencia médica y las humanidades, tanto en la universidad como en la práctica clínica?

“El humanismo es una posición integral que nos hace ver que todos los hombres somos iguales en esencia y capaces de crear y evolucionar, a pesar de las diferencias individuales...”

El humanismo es una posición integral que nos hace ver que todos los hombres somos iguales en esencia y capaces de crear y evolucionar, a pesar de las diferencias individuales. Heredamos la concepción Humanista Renacentista (Humanitas) creativa del ser humano que, al transformar la naturaleza y crear el mundo de la cultura, logra la transformación en el sujeto. Abriendo múltiples posibilidades de desarrollo, convirtiéndolo en un proyecto inacabado, en un individuo único e irrepetible, el cual, mediante su actividad libre e inteligente, se da a sí mismo una forma de ser.

Esta concepción debemos ser capaces de trasladarla al aula y de ahí al educando. No debemos olvidar que, como señalaba José Letamendi en el siglo XIX : “el que sólo sabe de medicina, ni medicina sabe”.

Debemos enseñar que el acto médico “es un ejercicio de humanismo, entendido también como humanitarismo. Que se basa en una insustituible relación de

confianza mutua entre el médico y su paciente, cuyas dimensiones humanas y de espiritualidad deben ser individualmente consideradas y atendidas”. Debemos aclarar qué es el concepto de “médico humanista”; engloba tanto el aspecto técnico como el humanista, entendiendo que lo humano, más allá de lo biológico, es lo que nos hace diferentes de los animales. Es toda la carga de racionalidad, de civilización y cultura, de historia o religión que cada uno quiera depositar en el concepto. Es, en definitiva, un enfoque humanista

que debemos dar a nuestro proceso educativo, otorgándole valor y presencia en la sala de clases. Con ello, abrimos una visión distinta de la medicina y honramos en plenitud nuestra misión: “La Universidad declara que su compromiso fundamental es el cultivo del conocimiento y el de todas las ciencias y saberes; y es educar en la razón, en la verdad y en la virtud, promoviendo una atmósfera académica de orden, reflexión, respeto por las diferencias y rigor académico”.

Pablo Picasso, Ciencia y caridad (1897). Óleo. Museu Picasso, Barcelona (España).

Robert Thom, Hipócrates – La medicina se convierte en una ciencia (1952), Óleo, Museo de Arte de la Universidad de Michigan, Ann Arbor, (Estados Unidos).

Columnas

La humildad es la verdad

Por David Muñoz Z.

Del Sello Humanista Cristiano de la Universidad

Por Klaus Droste A.

La razón y la verdad inicial

Por Miguel Lobos Z.

La religión de los datos, el talento humano y la gestión organizacional

Por Yonathan Fuentealba C.

No pienses tú solo, sino piensa por ti mismo

Por Diego Perez L.

La verdad: una virtud en nuestro logo

Por Sergio Salas F.

David

Departamento de Formación Integral Universidad San Sebastián, Sede Santiago.

La Humildad es la verdad

Santa Teresa de Jesús afirmaba que «la humildad es la verdad» (en Las moradas), una frase que invita a reflexionar sobre el reconocimiento honesto de nuestras limitaciones y la necesidad de vernos como realmente somos. En el contexto universitario, donde los estudiantes están inmersos en una búsqueda constante de conocimiento y respuestas, esta afirmación es especialmente relevante. El aprendizaje no consiste solo en acumular información, sino en tener la humildad para reconocer que no sabemos todo y que nuestras creencias pueden ser imperfectas o erróneas. Es en ese espacio de duda donde se abre la puerta al conocimiento genuino.

nos recuerda cómo la falta de humildad puede nublar el juicio, incluso en mentes brillantes.

En el ámbito académico, muchos estudiantes se enfrentan a un dilema similar: la tentación de creer que tienen todas las respuestas o que su conocimiento es definitivo. En realidad, la humildad intelectual es clave para el verdadero aprendizaje, ya que nos permite dudar de nuestras certezas y aceptar nuevas evidencias. Esta disposición no implica debilidad, sino una apertura de mente que fomenta el crecimiento intelectual, algo que el personaje de Dr. B. descubre dolorosamente al enfrentarse a su propia arrogancia.

“...la humildad intelectual es clave para el verdadero aprendizaje, ya que nos permite dudar de nuestras certezas y aceptar nuevas evidencias”

Un relato que ilustra este conflicto entre el orgullo intelectual y la humildad es La novela de ajedrez de Stefan Zweig. En esta historia, el Dr. B., un hombre encarcelado por los nazis, redescubre el ajedrez como una forma de mantener su cordura. A través de este juego, el Dr. B. reconstruye su identidad, pero cae en la locura al obsesionarse con su propio conocimiento. El orgullo y la certeza de su superioridad lo conducen a una lucha interna, mostrándole que su verdadero desafío no está en dominar el juego, sino en dominarse a sí mismo y aceptar sus limitaciones. Este cuento

El dogmatismo, en contraste, es un enemigo de la verdad. Las personas dogmáticas tienden a aferrarse a sus creencias, incluso cuando se les presentan razones sólidas para dudar de ellas. Es importante reflexionar críticamente: ¿aplicamos los mismos estándares de juicio a nuestras propias ideas que a las de los demás? Esta reflexión es esencial en el ámbito universitario, donde la diversidad de ideas y opiniones es una constante. A través de esta práctica, los estudiantes pueden evitar caer en la trampa de aceptar ideas sin el escrutinio adecuado.

Un ejemplo de cómo el mal uso de herramientas tecnológicas puede fomentar este dogmatismo es el uso acrítico de ChatGPT. Aunque es una herramienta valiosa para acceder rápidamente a información, muchos estudiantes pueden caer en la tentación de aceptar sin cuestionar las respuestas generadas. Este comportamiento refuerza el dogmatismo, al evitar el proceso de contrastar opiniones, reflexionar y profundizar en los temas. Adam Blehm (en The Importance of Developing Excellent Humans: Education, Virtue, and ChatGPT) advierte que el uso excesivo y sin criterio de estas tecnologías puede obstaculizar el desarrollo de virtudes intelectuales como la humildad y la apertura de mente. La información generada por una IA no debe ser el final del aprendizaje, sino un punto de partida que invite a la reflexión y al análisis crítico.

La humildad intelectual y la apertura de mente no solo son herramientas valiosas, sino esenciales para aquellos que buscan la verdad en el ámbito universitario. Al practicar estas virtudes, los estudiantes pueden reevaluar sus creencias y aprender a ajustarlas cuando se enfrentan a nuevas pruebas o evidencias, lo que los acerca a un conocimiento más profundo y genuino. El proceso de reflexión crítica y el cuestionamiento de las propias creencias es un camino hacia una comprensión más clara del mundo.

La universidad no es solo un espacio para adquirir información, sino también para desarrollar una actitud de constante cuestionamiento. La humildad intelectual permite a los estudiantes navegar entre la certeza y la duda, recordándoles que la verdad no es siempre inmediata ni abarcable en su totalidad. Aquellos que son humildes y están dispuestos a escuchar, reflexionar y revisar sus ideas, no solo enriquecen su aprendizaje, sino que se acercan cada vez más a la verdad, que, como decía Santa Teresa, se encuentra en la humildad.

Santa Teresa de Jesús, El libro de] las moradas. Verbum, Madrid, 2019.

Stefan Zweig, Novela de ajedrez. Acantilado, Barcelona, 2001.

Adam Blehm, The Importance of Developing Excellent Humans: Education, Virtue, and ChatGPT. En: Christian Education Journal, 2024, 21, 1, pp. 19-34.

Gustav Klimt, El parque (1910). Óleo. MoMA, Nueva York (Estados Unidos).

Universidad San

Del sello Humanista Cristiano de la Universidad

Nuestro Proyecto Educativo esgrime tres palabras: Razón, Verdad y Virtud, y despliega diez valores o principios Institucionales1. Con ellos la Universidad San Sebastián reconoce que la Universidad es el lugar privilegiado para el cultivo del saber.

Quienes vienen a la universidad buscan una ciencia y un arte que, una vez finalizada la formación universitaria, la universidad avala otorgando un título profesional. Pero, ¿por qué puede hacerlo?

Porque la ciencia, aun siendo de carácter inmanente, es verificable por el saber, y porque la técnica asociada a esa ciencia, siendo de carácter transeúnte, se verifica por el saber realizar algo.

No obstante, las tres palabras y los diez principios no se agotan en este aspecto que es central y esencial de toda Universidad.

El Proyecto Educativo de la Universidad San Sebastián, se hace cargo de un desafío insoslayable en la actualidad, que es la intención y

preocupación por la formación de buenas personas.

¿Puede garantizar la Universidad la formación de una buena persona? De ninguna manera. Quien prometiera tal cosa ignoraría completamente lo que es la vida humana. No hay fuerza humana que pueda determinar la libertad en una dirección. Sin embargo, es una obligación y una posibilidad de la Universidad disponer de todos los medios a su alcance para iniciar un proceso en vistas a que una persona haga dentro de la esta casa de estudios un verdadero descubrimiento del sentido de la vida humana, contando con un espacio que le ayude en el camino de ir consolidando una libertad madura y responsable.

Por esto es que la Universidad San Sebastián vela por el cuidado – en todas las dimensiones en que se desarrolla la vida universitaria – del cultivo de los hábitos (virtudes), no sólo de la ciencia y el arte, sino naturalmente el cultivo de la sabiduría, la prudencia, la justicia, la fortaleza y la temperancia, propias de un ser humano autén-

ticamente humanizado y que ha vigorizado sus potencias al máximo.

Si bien el maestro no es la causa eficiente en la adquisición de la virtud intelectual o moral, frente a esta última, la causa ejemplar resulta determinante. Así el claustro de profesores, con todos quienes formamos parte de la Universidad, generamos ese clima humano que pueden respirar nuestros estudiantes dentro de la universidad y que es gravitante en este proceso de formación. Los jóvenes, tal vez hoy más que nunca, necesitan Testimonio de la Verdad, el Bien y la Belleza2. Quien da testimonio no se presenta como modelo, sino como quien, con conciencia de su imperfección, va hacia delante en un camino difícil con la esperanza de quien sabe que el ser humano solo se realiza plenamente a sí mismo mediante la sincera donación de sí a los demás.

A eso llamamos Formación Integral: a la síntesis de la Formación Disciplinar, que procura la adquisición de la ciencia y el arte (la técnica propia de cada disciplina) y la Formación General que apunta a posibilitar una visión de conjunto que permite ver la vida teniendo como centro la dignidad de la persona; junto a todos los espacios extracurriculares que permiten el despliegue y cultivo de todos los talentos de nuestros alumnos. Todo ello en un clima de estudio, alegría, rigor académico (excelencia) y esperanza en el mañana.

Este es un distintivo evidente y potente de la propuesta formativa que nuestra Casa de Estudios ofrece a las futuras generaciones y que no se debe esconder ni disminuir.

“Quien da testimonio no se presenta como modelo, sino como quien, con conciencia de su imperfección, va hacia delante en un camino difícil ”

«El hombre contemporáneo escucha más a gusto a los que dan testimonio que a los que enseñan, […] o si escuchan a los que enseñan, es porque dan testimonio» San Pablo VI, Evangelii Nuntuandi René Magritte, El imperio de la luz (1954). Óleo. Peggy Guggenheim Collection, Venecia (Italia). 1 2

La dignidad superior de la persona humana; El cultivo de la verdad; La racionalidad y la capacidad de reflexión; La honestidad; La justicia; La responsabilidad y la prudencia; La tolerancia; La solidaridad y la alegría de servir; El espíritu de superación; Fortaleza y perseverancia.

La razón y la verdad inicial:

sobre el significado humano del descubrimiento

a aparecer en su realidad histórica: el yo como historia.

de Miguel Lobos Z. Académico Departamento de Formación Integral Universidad San Sebastián, Sede De la Patagonia

Entre los años 413-426 y 1641 encontramos, desde el punto de vista de la constatación histórica de la filosofía, una especie de arco intelectual en el que se nos presenta con claridad una idea elemental pero radical: el descubrimiento del yo. No tanto en el sentido de que antes o después no se habla en filosofía en la primera persona gramatical, sino más bien que en ambos momentos ocurre una especificación de ese “yo” que somos todos nosotros, la idea que el ser humano es un descubrimiento de sí mediante el cual encuentra su realidad esencial. Se trata de un camino, un ejercicio, una experiencia humana según la cual el “ser” humano vuelve

El primero, lo constituye Agustín de Hipona, al escribir «Initium ergo ut esse, creatus est homo», esto es, para que haya un inicio, fue creado el ser humano (en La ciudad de Dios), una afirmación que se remonta idealmente a aquel ejercicio de autodescubrimiento mediante la búsqueda del “tú” que constituyen Las Confesiones algunos años antes. El ser humano es un inicio permanente, es llamado a iniciarse siempre, origen de sí. Lo comentaba así Hannah Arendt: «De acuerdo con san Agustín, al que con razón se le puede llamar el padre de toda la filosofía occidental de la Historia, el hombre no sólo tiene capacidad de comenzar, sino que él mismo es este inicio» (en Ensayos de comprensión).

El segundo momento es René Descartes, cuando en el punto clave de sus Meditaciones metafísicas, luego de poner en duda la realidad del mundo y de la persona, descubre

que el “yo” es aquella realidad fundamental desde la cual pueden asegurarse todas las demás, pues del hecho de que el yo piense no hay negación posible. El ser humano en su realidad pensante (esto es que «duda, afirma, niega, entiende poco, no sabe mucho, quiere, no quiere y también imagina y siente», lo cual ya ejemplifica que la razón es más que lógica); roca al mismo tiempo que capacidad de autodescubrimiento, fundamento cuanto resurgimiento, tal vez podamos reproponer lo que ha sido llamado el “error de Descartes” (la separación de mente y cuerpo, como sostiene Antonio Damasio justamente en El error de Descartes) como un juego de opuestos: ¿es el yo substancia o descubrimiento de sí?

Esta es, como se decía, una idea que ha viajado en el tiempo tal que puede pasarnos desapercibida. Y aún así, es experimentable en la metafísica humana. ¿Cuántas veces el ser humano se sumerge en las tinieblas, sólo para volver a sentirse sí mismo, finalmente, en algún momento? ¿No es quizás un caso especial del dinamismo vital el que en ciertos momentos ni siquiera se supo la confusión y la anestesia cotidiana en la que se vivía, hasta que algo de nosotros despierta? Pero de aquí surgen las interrogantes importantes: ¿de dónde esa novedad que pone en movimiento nuestra historia personal? ¿qué aparece ahí? Un “yo” más verdadero, una razón en libertad que respira los aires de sus perfiles esenciales nuevamente (¿o finalmente?) encontrados. Pero, ¿qué o quién lo causa?

revela su mejor cara, aquella verdadera. La razón busca esencialmente su verdad (al menos que prefiera ser indiferente), y está llamada a volver a iniciar. Pero los mismos autores nos confirman que en todo este ejercicio, hay un “otro” que sirve como punto de referencia frente al cual nuestro yo como punto de fuga vuelve a aparecer; el “tú” divino en Agustín (que redefine el “tú” que fuimos en nuestra historia personal) y que en Descartes asegura al ser humano su contacto con la realidad y con la verdad.

Si tomamos atención, ese tipo de experiencia de los filósofos quizás nos es mucho más cercana a cada uno de nosotros. Lo abstracto del con-

“Razón y verdad no son solamente simples motivos de un proyecto, sino el proyecto de la vida como tal”.

cepto parte por la experiencia. Alcanzar nuestra propia verdad, es de cierta forma algo que nos acontece, redefiniendo nuestra vida para que aparezca lo que verdaderamente se “es”. Mario Benedetti, explicándole a su amada lo que ha hecho por él, le escribe: «quiero decir que estás sacudiendo mi juventud / ese cántaro que nadie tomó nunca en sus manos / esa sombra que nadie arrimó a su sombra / y vos en cambio sabés estremecerla / hasta que empiecen a caer las hojas secas / y quede el armazón de mi verdad sin proezas» (en Mucho más grave). El artista Damien Rice, en su canción Grey Room, nos hace ver cómo la vida del ser humano puede convertirse en una cosa gris, donde gris es todo aquello que

se hace. ¿Qué razones habrán para que la razón vuelva a apropiarse de sí misma y así florecer en cuanto razón, pensamiento vertido al mundo y a los demás? A pesar de las vicisitudes grises en las que nos encontramos, se introduce un “pero”, un tú: «Enfrento mi amargura / y con ella me hago una medicina. / Pues nada está perdido / sólo está inmóvil bajo el hielo / Y está abierto al tiempo / sin nadie que lo espere [...]. / Pero aún me tengo a mi mismo / para ser tu puerta abierta. / Y todavía me tengo a mi mismo / para ser tu costa de arena. / Y todavía me tengo a mi mismo / para cruzar tu puente bajo la tormenta. / Y todavía me tengo a mi mismo / para darte calor. / Un calor más que un simple calor» (Damien Rice, Grey Room). Tal vez este “tú” pueda ser, también, algo recóndito en nuestro ser, una esencia a la espera de su merecido reconocimiento para entregar a las capas más visibles de nuestro yo su apropiada profundidad (algo así como a voz de la conciencia de la que hablaba Heidegger en Ser y tiempo).

Que el ser humano sea llamado a iniciar, quizás signifique que, después de todo, razón y verdad no son solamente simples motivos de un proyecto, sino el proyecto de la vida como tal. Una espera, un descubrimiento, algo incitado, provocado, algo que nos sorprende y nos despierta, algo en lo que el sentido del yo, del tú y del mundo vuelve a brillar por su presencia. La mía, la tuya. El origen es una relación que hace algo, por lo que no es únicamente afectiva, sino incluso efectiva

Los ejemplos de Agustín y Descartes testifican que la perdición y duda del “yo” son como espacios de alejamiento de nuestra misma realidad interior para un encuentro con aquello que redefine y entrega un sentido a ese camino personal; últimamente aparece el yo tal como quisiéramos, tal como sentimos que debiera ser, y con ello, tal como el mundo nos

Agustín de Hipona, La ciudad de Dios. VV., Gredos, Madrid, 2022.

Agustín de Hipona, Las confesiones. BAC, Madrid, 2019.

Hannah Arendt, Ensayos de comprensión 1930-1954: escritos no reunidos e inéditos de Hannah Arendt. Caparros, Madrid, 2005.

René Descartes, Meditaciones metafísicas. Alfaguara, Madrid, 1993.

Antonio Damasio, El error de Descartes. Destino, Barcelona, 2011.

Mario Benedetti, El amor, las mujeres y la vida. Alfaguara, Madrid, 2004.

Martin Heidegger, Ser y tiempo. Universitaria, Santiago, 1997.

René Magritte, El incendio (1948). Gouache sobre papel, Colección privada.

de Yonathan Fuentealba C. Secretario de estudios de Ingeniería Civil Industrial, Universidad San Sebastián, Sede De la Patagonia.

La religión de los datos, el talento humano y la gestión organizacional: razón natural e inteligencia artificial

La religión de los datos o el dataísmo, es como el historiador y escritor israelí Yuval Noah Harari ha denominado, irónicamente, a la sustitución de Dios y el hombre, por los datos. Los datos, hoy, son el nuevo dios del hombre Todo gira en torno a ellos. Una muestra de ésto son los popularizados Modelos de Lenguaje de Gran Tamaño (LLMs, por sus siglas en inglés) que son entrenados con gigantescas bases de datos, y sus aplicaciones de Inteligencia Artificial (IA) Generativa como ChatGPT, Gemini o Claude. Si en los últimos veinte años Google nos permitió buscar información, ahora los chatbots nos permiten “crearla”.

Los datos ayudan en la predicción de patrones de compra de los consumidores en el retail, supermercados y tiendas online. Alimentan algoritmos de búsqueda y visualización de contenido en redes sociales y plataformas streaming. En la producción de vinos se incorpora la IA para predecir el tiempo de fermentación o disminuir la cantidad de agua utilizada en el riego. En cada Tesla, un softwa-

re permite responder rápidamente aprovechando datos, información e IA para ajustar elementos del vehículo, como el sistema hidráulico y frenado regenerativo, mediante actualizaciones de software, reduciendo así el riesgo de accidentes y “mejorando” la seguridad en carretera (¿aunque – cabe preguntarse – bajo cuáles directrices éticas?). Y sin ir más lejos, en las góndolas de supermercados tenemos a NotCo, la foodtech nacional que elabora sus productos con IA como la famosa Notmayo o Notmilk.

La vida, el estudio, el mercado, las empresas, parecen no poder escaparse de este dataísmo. La cantidad de datos que deben manejar las organizaciones no solo sirven para controlar y gestionar recursos, sino que los datos en su consecuencia lógica se transforman en información, ésta en conocimiento, y el conocimiento se utiliza para la toma de decisiones. Es decir, el uso de los datos es una ventaja competitiva que las empresas y organizaciones no pueden ignorar. Considerar esto puede ser costo-

so, con resistencia al cambio y quizás sea difícil de implementar, pero es necesario. Pero ¿cómo?

Su implementación debe pensarse con cuidado. Existe el riesgo de desviarse hacia un utilitarismo radical, pasando por alto el único recurso vivo en las organizaciones: el talento humano. Hay desafíos éticos que no se pueden ignorar, pues la IA está inmersa también en los procesos de reclutamiento y selección a través de algoritmos que predicen emociones y rasgos en las entrevistas, e incluso pueden vincular características de los postulantes con los requerimientos y perfiles de cargo que poseen las empresas. Los datos tienen la inquietante capacidad de ser utilizados para predecir el comportamiento de los individuos y de los equipos, es decir, un comportamiento organizacional predecible (como lo llama la psicología organizacional) que nos invita a cuestionar reflexivamente el cómo mirar a los colaboradores, socios y clientes sólo a través de los datos. El dataísmo puede reconfigurar nuestra subjetividad, con el potencial de afectar emociones, estados de ánimo y percepciones dentro de las organizaciones (¿es esto justo? ¿cómo lo determinamos?).

Por ello, es importante no deshumanizar la gestión y los procesos: lecciones más que aprendidas tenemos del hombre como apéndice de la máquina desde la primera revolución industrial. La adaptación debe hacerse con premura, pero también con prudencia en el uso, manejo y propósito de los datos, sin olvidar que las personas siempre son lo más importante.

“Existe el riesgo de desviarse hacia un utilitarismo radical, pasando por alto el único recurso vivo en las organizaciones: el talento humano”
Yuval Noah Harari, Homo deus. Debate, Bogotá, 2017. Pablo Picasso, Mujer con sombrero y cuello de piel (1973), Museo Nacional de Arte de Cataluña, Barcelona, (España).

No pienses

tú solo, sino piensa por ti mismo

de Diego Pérez L.

Académico

de Derecho y Ciencias Sociales

Universidad San Sebastián, Sede Valdivia

En su Crítica de la Razón Pura (1781/1787) el filósofo Immanuel Kant (1724-1804) repara en el hecho de que la condición humana es paradójica en lo que se refiere a la búsqueda de la verdad y del conocimiento. El pensador alemán nos recuerda a sus lectores que «la razón humana tiene el destino singular […] de hallarse acosada por cuestiones que no puede rechazar por ser planteadas por la misma naturaleza de la razón, pero a las que tampoco puede responder por sobrepasar todas sus facultades» (Crítica de la Razón Pura, A VIII). En palabras sencillas, el mero hecho de ser humanos hace que sea imposible no formularnos preguntas cuyas respuestas están fuera de nuestro alcance – utilizar el término “acosar”1 parece adecuado si uno piensa en

alguna noche de desvelo en la que estas cuestiones se toman nuestro escenario mental.

El que estas preguntas se presenten de imprevisto y dotadas de una intensidad que nos exige hacernos cargo de ellas va acompañado de un peligro no menor, a saber, el apresurarnos en su resolución. Si bien la premura es imperativa en ciertas dimensiones de

escasean; historias de calamidades y sufrimiento que encuentran su origen en un acto de fe ciega, lamentablemente, sobran.

Es por eso que en tiempos en los que, como vaticinaba Jung en El hombre y sus símbolos, la desintegración de la tradición occidental ha producido una disociación y desorientación generalizada en la población, es relevante

“La búsqueda de la verdad requiere, para lograr éxito alguno, el cultivo de la humildad y la valentía -así como una buena cuota de sospecha ante quienes aparentan tener todas las respuestas”

la vida – absurdo sería, por ejemplo, tomarse su tiempo en sellar una fuga de gas –, hay cuestiones que requieren tiempo y reflexión. Las tres grandes preguntas que inspiran la filosofía kantiana – ¿qué puedo saber?, ¿qué debo hacer? y ¿qué puedo esperar? —, así como aquellas que interrogan por el origen y el sentido de la vida, la naturaleza del bien y el mal, y por la felicidad, por dar algunos ejemplos, justifican dedicarse toda la vida a su consideración.

Una de las más peligrosas formas de precipitarse a resolver estas preguntas existenciales es confiar ciegamente en aquellos que dicen tener todas las respuestas. Abundan gurúes, oráculos e iluminados que, con bombos y platillos, nos han develado el destino de la humanidad y de su historia. Predicciones acertadas,

no caer en la tentación de evitarnos el trabajo de intentar responder estas preguntas existenciales y dejar que otros – los adivinos y pitonisas – las respondan por nosotros. ¡Piensa por ti mismo!, nos dice Kant en Qué es ilustración. Tener presente esta advertencia es imperativo a la hora de embarcarnos en la búsqueda de la verdad y el conocimiento. En caso contrario, estaremos a la merced de quienes (se supone) tienen todas las respuestas.

Ahora bien, aun cuando es necesario recordar que cada persona es la que está llamada a responder estas interrogantes existenciales por sí misma, es fundamental también reconocer las propias limitaciones a la hora de dedicar tiempo y reflexión a su respuesta. “No pienses tú solo, sino piensa por ti mismo” aconseja Baggini

El concepto que utiliza Kant en su original alemán es belästig.

Immanuel Kant, Crítica de la razón pura. Taurus, Madrid, 2005.

en A Short History of Truth. Puesto de otro modo, hay mentes más brillantes y experimentadas que uno y que han dedicado su vida a intentar dar respuesta a estas colosales preguntas. Por lo tanto, dedicar tiempo y espacio a escuchar lo que estas voces tienen que decir nunca está mal. No hemos de buscar en ellas la panacea, la piedra filosofal de la que hablaban los alquimistas, sino la mayor cantidad de información posible para formular, de manera seria y rigurosa, uno mismo una respuesta a estas preguntas que nos acosan.

En pocas palabras, la búsqueda de la verdad requiere, para lograr éxito alguno, el cultivo de la humildad y la valentía – así como una buena cuota de sospecha ante quienes aparentan tener todas las respuestas. Para no olvidar esto basta tener presente a Aristóteles, quien en su Metafísica nos recuerda que a los humanos nos está vedado el acceso pleno a la verdad y, al mismo tiempo, nos resulta imposible que ella – la verdad – se oculte por completo.

Immanuel Kant, ¿Qué es la ilustración? Y otros escritos de ética, política y filosofía de la historia. Alianza, Madrid, 2004.

Carl Jung, El hombre y sus símbolos. Paidós, Barcelona, 1995.

Julian Baggini, A short history of truth. Quercus, Londres, 2017.

Aristóteles, Metafísica. Gredos, Madrid, 2014.

Paul Klee, Costa sur al atardecer (1925). Óleo y acuarela. Colección privada..

La Universidad San Sebastián fue fundada en la ciudad de Concepción en 1989. Su Proyecto Educativo está centrado fundamentalmente en el desarrollo integral de la persona, como un sujeto racional y libre, llamado a vivir en sociedad. Esto contempla orientar nuestro quehacer educativo para que el estudiante logre alcanzar un grado mayor de perfección, como persona y en la sociedad.

La formación que entrega la USS no se aboca a la mera transmisión de contenidos o de habilidades, por muy importantes que estas últimas sean en el mundo laboral, sino al perfeccionamiento y desarrollo de la persona como un todo. Por esto mismo, su principal objetivo es que cada uno de sus miembros sea un aporte diferenciador para nuestro país.

Lo anteriormente dicho hace alusión a nuestra identidad, es decir, a quiénes verdaderamente somos o pretendemos ser. La identidad es, por lo mismo, una ambición, una consecución y un logro. La identidad es una percepción de quiénes somos, una ambición de quiénes queremos ser, así como una búsqueda de un ideal y una forma de vivir diferenciada. Es, básicamente, lo que pretendemos y buscamos ser en nuestra comunidad, de manera libre y responsable.

Definir la identidad de una institución es un ejercicio complejo. En nuestro

L a Verdad: Una virtud en nuestro logo

caso particular, llevamos en nuestro logo tres términos que nos ayudan en esta tarea y que buscamos transmitir e inculcar en toda nuestra comunidad: razón, verdad y virtud. Para quienes pertenecemos a la USS, estos tres conceptos forman parte de nuestro ADN.

Asimismo, la práctica de la verdad se asocia a la virtud de la veracidad y consiste en la obligación de velar siempre por esta. Todos hemos vividos momentos en que nos ha costado decirla, ya sea por el lugar en el que estamos o por lo que tenemos

que comunicar. Como contraparte, está la mentira a la que todos hemos sido expuestos y/o padecido en algún minuto. ¿Entonces cómo podemos ser fieles a la veracidad? Practicándola todos los días y poniendo énfasis en la verdad, a pesar de que esta nos exponga a tener enemistades o problemas. En definitiva, es básicamente actuar consistente y conscientemente con quien uno dice ser. Es ser justo con uno mismo. Verdad, justicia, identidad: no solamente un propósito arbitrario, sino que, como vemos, responden a la cosa misma, a nuestro ser.

Piero del Pollaiolo, Prudencia (1469-1472) Témpera Grsasa, Gli Uffizi, Florencia., (Italia).

Desde el aula

Trabajos estudiantiles

La búsqueda del hombre: antropología y ética inquieta

Por Gabriel Almonacid U.

Ser libre y tener razón: a propósito de The constitution of society de Anthony Giddens

Por Thomas Ojeda R.

Poema Dadaísta (Trabajo Colectivo) Dirigido por Miguel Lobos Z.

La búsqueda del hombre: antropología y ética inquieta

de Gabriel Almonacid U. Estudiante de Medicina, Universidad San Sebastián, Sede De la Patagonia

Solemos llamar ética al modo de comportamiento en el ser humano, es decir, la manera en que actuamos y tendemos hacia algo. El modo de comportamiento del ser humano suele parecer distinto a medidas individuales, estas cosas distintas que pueden ser, por ejemplo, diferentes formas de actuar ante una misma situación. Pero ¿hay algo que caracterice de manera general la manera de actuar de las personas? ¿qué cosas hacen que sea distinto en cada persona?

La pregunta es bastante general, pero podemos responderla mirando hacia el pasado, y quizás no tan atrás. Los valores de la cultura occidental han determinado desde hace muchos siglos la manera de actuar de casi todos los que forman parte de ella, estos valores están muy arraiga-

dos en la religión y también un poco en el pensamiento griego, en fin, en nuestra cultura. Sin embargo, los valores occidentales o de otras culturas no son inherentes al ser humano, tuvo que haber una razón para llegar a pensar así. Se puede velozmente concluir que nosotros habitamos en un medio que condiciona brutalmente nuestra actitud; podemos imaginar que al principio, el ser humano no tenía el concepto del valor moral que se debe cumplir en todas condiciones, sino que tomaba decisiones en virtud de sus posibilidades. Como vemos, hay prácticas que pueden ejemplificar bien lo que estoy planteando, la gastronomía de ciertos países resulta poco apetecible para otros, pero eso sucede porque las condiciones materiales son distintas: conseguir el tipo de alimento que se disponía fue crucial para la supervivencia.

Maneras de actuar distintas, históricamente condicionadas por la disposición material de las sociedades y de cada persona. Entonces, se diría, no es que haya un denominador común que tenga una naturaleza como un valor moral inalienable, como por ejemplo no matar o la prevalencia de la vida, sino que el factor común que determina el comportamiento es la necesidad en virtud de las condiciones materiales en que cada persona se encontró; por supuesto, los valores se producirían socialmente, como concluyó Karl Marx: «No es la conciencia del hombre la que determina su ser, sino, por el contrario, su ser social es lo que determina su conciencia» (en Contribución a la crítica de la economía política).

Es curioso que el materialismo de Marx exprese una oposición a la forma idealista de entender los valores, cuando la solución del marxismo

es fundamentalmente idealista, sin embargo, se trata de una búsqueda hacia algo, que el lector ya se podría imaginar. Pensamos no obstante que más que la respuesta, es interesante la pregunta y el problema, dando un paso atrás. Aquí es donde iniciamos el camino, hablamos de necesidad y que los valores no son autónomos, pero ¿necesidad de qué?

Para esto debemos definir qué es lo que el hombre busca por naturaleza, el ser humano no tiende hacia la “vida”, al deseo de sobrevivir, sin embargo, esto es un instinto innato de él, no es lo que realmente busca, pues podemos decir que el hombre muchas veces prefiere morir antes de vivir una vida completa sin bienestar, o sin esperanza de alcanzarlo. El hombre a través de su instinto innato (supervivencia, preservación de la vida) intenta preservar ese bienestar. Por ejemplo, el mártir cristiano y el suicida, prevén que su sufrimiento en el mundo terrenal sea consolado o terminado después de la muerte, para el ser humano el bienestar está por sobre la vida, porque una vida sin bienestar (el antiguo ideal de la eudaimonía griega, la serenidad helenista, y la felicidad agustiniana), no vale nada para él, pero esto llega también a veces a un punto perjudicial.

El ser humano también puede priorizar su bienestar por sobre el bienes-

tar de los demás, y llevar así a ejercer lo que llamamos “mal”. Podemos decidir, tener elección sobre elegir el bienestar de otros, ejercerlo y considerarlo como “bondad”, y si además lo deseamos a los demás lo llamamos “amor”. Decidir ejercer estos elementos en el mundo lo llamamos “libertad”.

Podemos desprender del deseo humano natural al bienestar (necesidad), todos los valores y antivalores, pues estos se rigen ante esta búsqueda del bien en el hombre, giran en torno a él y se pueden adaptar dependiendo de las condiciones materiales donde se encuentra, el hombre es libre de cómo buscar este bienestar. Como sostenía San Agustín, el libre albedrío es la raíz de todo mal y todo bien (en Las Confesiones), como lo explicaba Emanuele Severino: «el origen de la desviación (o “defección”) de la voluntad no es Dios, sino el “libre albedrío”, es decir, la facultad en base a la cual la voluntad quiere lo que podría rechazar, y rechaza lo que podría querer» (en La filosofia dai Greci al nostro tempo). Al final de cuentas, ¿existiría el bien sin libertad? A lo cual podríamos agregar ¿de dónde el bien?

Tal vez este pueda ser un elemento para describir el dinamismo del comportamiento y la propia historia del ser humano: la armonía extraña entre necesidad y libertad.

Karl Marx, Contribución a la crítica de la economía política. Siglo veintiuno editores, México, 2005.

Agustín de Hipona, Las confesiones. BAC, Madrid, 2019.

Emanuele Severino, La filosofia dai Greci al nostro tempo. La filosofia antica e medioevale. Garzanti, Milano, 2004.

Hyeronimus Bosch, El jardín de las delicias (1503-1515). Óleo, Museo del Prado, Madrid (España).

Ser libre y tener razón: a propósito de The constitution of society de Anthony Giddens

de Thomas Ojeda R. Estudiante de Psicología, Universidad San Sebastián, Sede De la Patagonia

Constitution of Society (1984). En esta obra, Giddens argumenta que las estructuras sociales no deben ser vistas simplemente como fuerzas externas que determinan el comportamiento humano, sino como un proceso dinámico en el que los individuos también juegan un papel activo. En su obra, Giddens defiende que las estructuras sociales no son necesariamente opresivas, sino que proporcionan un marco que los individuos pueden utilizar para ejercer su agencia. Según Giddens, las personas tienen la capacidad de reflexionar sobre las normas y estructuras que los rodean, y pueden elegir cómo interactuar con ellas, adaptarlas o transformarlas.

La libertad y la razón nos colocan frente a una cuestión ética bien patente en nuestra época: con relación al mundo externo, ¿es nuestra tarea tratar al “mundo como un juguete”, utilizando la expresión de Philippe Meirieu (en El mundo no es un juguete), e imponer nuestra interioridad a la exterioridad, o existe otra opción, tal vez más incómoda, aunque más esencial a nuestra naturaleza?

Anthony Giddens presenta su “teoría de la Estructuración” en su libro The

Mi análisis se opone a la teoría de la estructuración de Anthony Giddens porque, mientras él argumenta que las estructuras sociales son un marco dinámico que los individuos pueden utilizar para ejercer su libertad y agencia, cabe destacar el hecho que las personas parecen prisioneras de las expectativas y estructuras impuestas por otros, lo que las aleja de su verdadera identidad y libertad. ¿Cómo acordar, entonces, dos agencias subjetivas? Más aún, esto nos

pone frente a una tarea primordial: ¿qué o quién es el sujeto?

En resumen, mientras Giddens subraya el poder reflexivo y transformador del individuo dentro de la estructura, cabe proponer un análisis enfocado más en cómo estas estructuras resultan asfixiantes y alienantes, impidiendo que los individuos se liberen y construyan su identidad autónomamente. Por ello, podemos decir que las estructuras no solo condicionan, sino que alienan y fragmentan la identidad, generando un ciclo perpetuo de confusión y conformismo. Ahora bien, ¿cómo se refleja esto en nuestros tiempos?

En la época contemporánea, nos enfrentamos a realidades complejas y controversiales, muchas de ellas construidas por otros y adoptadas sin cuestionamiento. Vivimos en un mundo donde las personas, muchas veces, se ven atrapadas en vidas que no eligieron, obligadas a seguir normas y expectativas impuestas por terceros. La presión por adaptarse a estas realidades ajenas genera un conflicto interno: queremos ser libres, pero nos encontramos encadenados a ideas y estructuras sociales que no necesariamente reflejan nuestra esencia. Frente a ello, parece proponérsenos casi como un axioma el cambio constante que define nuestra era, que parece borrar los cimientos de lo que somos, alimentando la idea de que lo antiguo es corrupto y responsable del sufrimiento presente.

Las nuevas generaciones buscan romper con el pasado, pero en este intento, también corren el riesgo de perderse a sí mismas, atrapadas en un ciclo de imposiciones culturales y responsabilidades emocionales que no les pertenecen ni son, entonces, tan legítimas como pensábamos, si implica un nuevo ciclo de estructuras y roturas. En este laberinto de espinas sociales, cuanto más intentamos avanzar, más nos alejamos de un verdadero sentido de identidad y libertad. Nos hemos vuelto prisio-

neros de creencias que no hemos elegido, etiquetas que nos dividen y nos separan, transformándose en categorías con las que mirar al mundo. Así, la sociedad contemporánea se asemeja a un archipiélago de fragmentos sociales, donde lo que queda de un mundo unificado son solo ecos y destellos del pasado. La verdadera libertad parece estar fuera de nues-

tro alcance, mientras nos extraviamos en este ciclo perpetuo de confusión y alienación. Pero ahí surge la pregunta, como lo ponía el poeta Giacomo Leopardi, «y yo, ¿qué soy yo? Así conmigo razono» (en Canto nocturno de un pastor errante…). Tal vez la agencia central sea justamente abrir el espacio para que lo humano en sus dimensiones esenciales pueda resurgir.

Philippe Meirieu, El mundo no es un juguete. Graó, Barcelona, 2007. Anthony Giddens, La constitución de la sociedad. Bases para la teoría de la estructuración. Amorrortu, Buenos Aires, 1995. Giacomo Leopardi, Cantos. Cátedra, Madrid, 2009. Remedios Varo, La llamada (1961). Óleo, Museo Nacional de Mujeres en el Arte, Nueva York (Estados Unidos).

Curso de Filosofía del Arte. Segundo Semestre 2024, Profesor Miguel Lobos Z. Universidad San Sebastián, Sede De la Patagonia

Este es el resultado de una actividad del curso Filosofía del Arte, sede De la Patagonia.

Consiste en la construcción de un poema con un método dadaísta por parte del grupo. Cada línea del poema es una contribución de cada estudiante. Se conservan por valor estético la gramática y formas de cada frase.

Poema Dadaísta [trabajo colectivo]

Qué frágil la vida, quizá mañana ya no estemos

Un gato bajo la lluvia

Pan con Chancho

El desorden es perfecto

Estoy Ansiosa

Flores en un jardín azul

Bastones de caramelo sabor piña

El Mar se lleva todo

El Mar es infinito como el tiempo

Futuro es futuro

La vida es muy corta para sufrir

Viajar enciende mi alma

A mi parecer todo es complicado

Flor

Primavera

Guata

Escaparse

Arbol

Independencia

Desastre

Desalojo

Verde

Menos mal solo es una frase corta

Felicidad

Momento fugaz

Vacio

Aquel ser, se perdió entre la niebla.

El viento hace que los arboles saluden a la gente

La vida es un momento, que en un abrir y cerrar de ojos se puede acabar «Newen»

Las nubes deseo alcanzar y a tus ojos poder llegar

Hans/Jean Arp, Collage con cuadrados ordenados según la ley del azar (1917), Collage, MoMA, Nueva York. (Estados Unidos).

“Ser íntegro es hacer lo correcto, aunque nadie te esté observando”
C.S. Lewis
Crítico, académico y novelista Inglés.

Uno de los pensadores más influyentes de la historia, dejó una huella imborrable en nuestra comprensión del mundo y del ser humano. Discípulo de Platón y maestro de Alejandro Magno, su vida estuvo marcada por una incansable búsqueda del conocimiento, explorando temas tan variados como la ética, la política y la naturaleza. ¿Qué hacía único a este filósofo de Estagira, cuyo pensamiento sigue resonando más de dos mil años después?.

Por Roberto Marconi J. Académico Departamento de Formación Integral.

Su vida

Cuando Aristóteles (384 – 322 a. C.), con apenas 17 años, y proveniente de Estagira, ciudad de Macedonia, ingresó a la Academia de Platón en Atenas, nadie sospechaba aún la relevancia histórica que tendría este encuentro. Platón, ya en su madurez, de unos 60 años, debe haber percibido rápidamente el talento de este joven pues, según se dice, lo llamaba con el apodo de “la inteligencia”

Aristóteles permaneció como miembro de la Academia nada menos que 20 años, retirándose de ella sólo al momento de la muerte de Platón. Una colaboración tan extensa e inédita en la historia es digna de destacarse.

Probablemente Aristóteles no hubiera llegado a ser el gran pensador que fue sin su estadía en la Academia. Como alguien ha dicho, «la atmósfera de intenso debate crítico y amplio cultivo de la ciencia que respiró por tantos años en el círculo platónico contribuyó decisivamente, sin duda, a la consolidación de su propia personalidad intelectual»1. En un ambiente de amistosa divergencia, mediante un diálogo fructífero, se logra la consolidación de dos líneas de pensamiento muy diversas y en varios aspectos antagónica. Es muy famosa la frase atribuida a Aristóteles: “Soy amigo de Platón pero más amigo de la verdad”.

Cuando Platón murió, el año 347 a. C., quien lo sucedió como director en la Academia fue su sobrino Espeusipo, quien quizás proyectaba dar un giro a esta escuela que Aristóteles no compartía. El hecho es que deja Atenas aquel año y unos años después (en el 343 o 342 a. C.) se le encomienda la educación del príncipe heredero de Macedonia, a quien

la posteridad denominaría Alejandro Magno y que entonces tenía 13 años. No deja de ser llamativo que este alumno haya llegado a ser uno de los más célebres estrategas y conquistadores de toda la historia, llegando a formar un Imperio que abarcó tres continentes.

Culminado este proceso con Alejandro, el año 335 a. de C., Aristóteles decide volver a Atenas y fundar una escuela paralela a la Academia, Esta escuela filosófica se llamó Liceo, (nombre que proviene del dios Apolo Licio, a quien estaba consagrado ese terreno), y a sus integrantes los apodaron los peripatéticos, es decir, los paseantes, en alusión a un modo de dar clases caminando por los jardines de la escuela.

Aristóteles imprimió en su escuela el sello de la investigación de la naturaleza por medio de la observación directa. Quizás fuera una sensibilidad heredada de su padre, que había sido médico, pero lo cierto es que en su obra se destaca una importante investigación en torno a la física, la zoología, y la botánica.

Su reconocida obra, Ética a Nicomaco, recibe este título de su propio hijo, quien fuese su primer editor. Aristóteles murió a los 62 años en Calcis, Grecia.

Su pensamiento y legado

Aristóteles, asume una visión de ser humano radicalmente distinta a la de su maestro. Mientras Platón identificaba al ser humano únicamente con su alma y menospreciaba al cuerpo como una cárcel, Aristóteles, en cambio, afirmaba la unidad substancial entre el cuerpo y el alma.

Es muy célebre el mito de la caverna en Platón, pero no muy conocida la versión Vigo, Alejandro, Aristóteles, una introducción, p. 19.

aristotélica de este mito, Mientras en la versión platónica del mito, buscar la verdad equivale a superar el mundo sensible, para alcanzar lo inteligible, en la versión Aristotélica, es por medio de la contemplación del orden del mundo visible y sus maravillas, que se llega a considerarlo como obra de una inteligencia suprema.

áreas Aristóteles recoge y corrige lo aportado por los filósofos anteriores, y de alguna manera también funda y sistematiza todo un cuerpo de las ciencias. De él se ha dicho: «legó al mundo occidental gran parte del vocabulario filosófico aún en uso»2

Lamentablemente sus obras publicadas se perdieron en algún momento, y sólo perduraron las obras de uso interno en el Liceo,

Además de las ya mencionadas obras que tratan sobre la naturaleza, Aristóteles tiene obras fundamentales en diversos campos: en Lógica, en Ética, en Política, en Poética y en Metafísica. En cada una de estas Giannini, Humberto, Breve historia de la filosofía, p. 63 2

En la Edad Media, fueron primero los árabes quienes valoraron su obra y supieron ver su riqueza y fecundidad, pero después, en siglo XIII, figuras tan importantes en occidente como Alberto Magno y Tomás de Aquino, lo tomaron como maestro. Tomás de Aquino descubrió la inagotable riqueza de los escritos de Aristóteles, viendo en ellos un cuerpo mucho más compatible con la fe cristiana que la filosofía platónica.

El famoso cuadro de Raffaello Sanzio, La escuela de Atenas, parece mostrar las diferencias entre Maestro y Discípulo, mostrando a Platón apuntando hacia arriba significando su visión de lo suprasensible por sobre lo sensible y a Aristóteles apuntando hacia al frente, mostrando la primacía de la realidad concreta.

4 ideas clave propuestas por Aristóteles:
“Lógica”

La lógica es el arte de pensar y razonar bien. Aristóteles desarrolló reglas para identificar argumentos correctos y evitar errores. Es como una “herramienta” que organiza nuestras ideas. Estos principios los abordó en el “Órganon”, colección de obras que consolidan en profundidad la lógica.

“Física”

Aristóteles estudiaba la naturaleza y el movimiento de las cosas. En su obra “Física” explica cómo cambian y se mueven los objetos en el mundo que vemos, abordando temas como el Movimiento, el Espacio, el Tiempo y la Causalidad

“Metafísica”

La metafísica estudia lo que está más allá de lo físico (Meta: en griego, que significa “más allá”). Aristóteles se preguntaba: ¿Qué es la realidad?, ¿Por qué existen las cosas?, ¿Qué hace que algo sea lo que es?. Habló de la “sustancia” (la realidad individual que subyace a los cambios) y las diferentes causas para explicar el porqué de todo.

“Ética”

Aristóteles pensaba que la felicidad es el fin más importante de la vida. Para alcanzarla, debemos ser virtuosos: encontrar el punto medio entre los extremos. Por ejemplo: Si se tiene miedo extremo, no se actúa (cobardía). Si no se tiene nada de miedo, se arriesga demasiado (temerario). El punto medio es ser valiente: actuar con prudencia pero sin dejarnos paralizar. La virtud nos lleva a actuar bien en cada situación.

Nuestras recomendaciones para conocer más sobre Aristóteles y su influencia en el mundo actual:

Introducción a Aristóteles. Giovanni Reale
Ética a Nicómaco. Aristóteles Aristóteles. Johnatan Barnes

LITERATURA

Biología y antropología en el amor romántico humano

sobre “Por qué amamos” de Helen Fisherm por Daniela Calfui Muñoz, estudiante de Medicina, Universidad San Sebastián.

Si se considera que la antropología filosófica, junto con ser una disciplina, hace referencia a aquellas dimensiones pensadas y por pensar de la naturaleza humana, no es extraño que las determinaciones humanas sean una fuente constante de búsqueda de respuestas. El «sol rojo [rouge soleil]» que es el amor, como lo imagina Charles Baudelaire (en Femmes Damnées), es uno de esos temas experimentados abismalmente por el ser humano que nos hace preguntarnos por nosotros mismos y el significado de este fenómeno.

Helen Fisher, antropóloga, en el libro Por qué amamos busca responder a esta pregunta aparentemente sin respuesta, haciendo una relación entre las bases biológicas del amor romántico con la antropología. Usando como base un estudio científico que busca revelar el misterio tras la experiencia de estar enamorado donde demuestra que el amor romántico está estrechamente conectado con el cerebro, destaca cómo algunas hormonas juegan un papel clave en la experiencia amorosa y al mismo tiempo analiza cómo estos sentimientos son universales y responden a necesidades evolutivas.

La autora nos lleva a través de un viaje que comienza con ese salvaje frenesí del enamoramiento qué nos hace

conectar con esa intensa emoción que se experimenta al iniciar una relación. Luego por el magnetismo animal que nos une, esa instintiva atracción que experimentamos por otro. Además de mostrarnos los misterios de la química que lo provoca. Del mismo modo, habla del dolor del amor perdido y, por último, las estrategias para controlar la pasión que a veces nos consume.

En general el lenguaje científico y los términos de antropología en la literatura requieren una reflexión atenta, pero la autora los maneja de tal manera que el texto es informativo, comprensible y de lectura rápida. Este libro es recomendable para aquellos interesados en entender los mecanismos detrás de nuestras emociones más profundas, ya que proporciona información útil para quienes desean mejorar sus relaciones para profundizar en la naturaleza del amor desde una perspectiva científica y cultural. Información útil para mantener relaciones saludables. Porque, a pesar de que el amor como tema filosófico y como impulso de enamorarse ha llenado de alegría a muchos, visto de forma concreta y práctica, para otros puede ser percibido como una tragedia que marca profundamente las vidas, dejando huellas de desilusión y sufrimiento.

LITERATURA

Humanidades, psicología, y la historia de los pliegues recónditos de la razón

a propósito de “Fundamentos del desarrollo humano desde la psicología integral de la persona”, de Daniela Castro Blanco, y “Antes de Freud”, de Valentina Velarde, por Esteban Oyarzo Cofré, Estudiante de Psicología, Universidad San Sebastián.

En el mundo actual, donde todo es tan veloz e inestable, pareciera ineficiente repensar las grandes materias del saber humano desde sus fundamentos filosóficos; sin embargo, el libro de la docente Daniela Castro (USS Patagonia) es un gran intento de reunificar psicología evolutiva o del desarrollo y una de las disciplinas primigenias de la humanidad, la filosofía, siendo así la viva muestra de que investigaciones fundamentales de la psicología del desarrollo como la teoría del apego de Bowlby o la teoría del desarrollo cognitivo de Piaget tienen ciertos guiños e incluso sistematizaciones en autores de la filosofía antigua y medieval. Por una parte, este proyecto ofrece en forma sintética las elaboraciones y discusiones más relevantes de los psicólogos evolutivos, valioso para quienes buscan conocimiento científico asociado al desarrollo humano, sin olvidar las raíces filosóficas de dicho contenido.

En el mismo encuentro de filosofía y psicología, cabe mencionar la contribución de la profesora Valentina Velarde (U. Finis Terrae), Antes de Freud. Una aproximación a las raíces históricas de la psicología. La obra aspira a una desmitificación de la falsa contra-

posición entre psicología y filosofía, como si fueran disciplinas excluyentes, donde la hoy llamada Psicología Científica no tuviera nada que ver con los planteamientos de Aristóteles y Descartes en los siglos anteriores. El texto cumple dicha aspiración, ofreciendo un manual de historia de la psicología, entendida como estudio del alma (o espíritu), precedentes a los planteamientos de Sigmund Freud, conocido popularmente como el primer psicoterapeuta.

A partir de estas obras nos es claro que volver al pasado y al trasfondo humanístico al final de todo presenta una gran utilidad en el ámbito psicológico. Las obras efectivamente alimentan el conocimiento filosófico, logrando identificar que, en las grandes teorías de la psicología contemporánea, existen bosquejos y fundamentos de los más grandes autores de la filosofía occidental. Si no tenemos clara una aproximación a las raíces históricas de la psicología, es imposible progresar hacia una disciplina con fundamentos metafísicos y epistemológicos sólidos, los cual nos transformaría en autómatas de la técnica clínica, sin tener conocimiento sobre las hipótesis en las que nos basamos.

Hablar de la psique, volviendo sobre las reflexiones en la historia del pensamiento, nos muestra que, buscando entender – por ejemplo en la obra de la profesora Castro – un fenómeno tan natural y fundamental como el crecimiento humano, contemplando sus facetas cognitivas, emocionales y sociales desde el meta-modelo de la Psicología Integral de la Persona, el cual busca sistematizar el quehacer psicológico actual a partir de las aportaciones de la escuela aristotélico-tomista, se consigue en teoría fomentar un desarrollo en las personas, no sólo en las áreas antes descritas, sino también en la más profunda, y que de cierta manera subyace a las demás, la espiritual.

A veces olvidamos que los regalos valen por el significado y no el valor monetario; quizás no haya mayor ejemplo que el hecho de que hay gente que es un regalo, un momento que ocurrió tal vez una tarde en una cafetería; esos regalos (personas) con los que uno se cruza son lo que menos esperamos, pero llega en el momento indicado o, incluso, es el hecho que haya ocurrido lo que nos hace pensar que ese era el momento.

Esto lo vemos en el libro de Chris Pueyo, El chico de las estrellas. «Eres un desastre, pero lo conseguirás», son las palabras que le entregó una dama que consideraríamos “mágica”, que nadie esperaba, al autor de este libro mientras se encontraba escribiéndolo; esa pequeña frase fue más

LITERATURA

El significado del regalo

A propósito de El chico de las estrellas de Chris Pueyo. por Darién Ojeda Venegas, estudiante de Tecnología Médica, Universidad San Sebastián.

que un regalo, fue el impulso que sin saber necesitaba nuestro querido escritor para terminar su primer libro a los dieciocho años en una cafetería de Madrid.

La virtud es una fuerza de las cosas para producir efectos buenos; estas fuerzas pueden ser las mismas personas que vemos una vez en la calle y nos regala una sonrisa tan única la cual puede alegrarte un día o regalar una palabra que puede ser la motivación para crear algo nuevo o finalizar un proyecto tirado, a veces regalar una sola frase, entrever una cierta figura, puede ser esa “cosa” capaz de producir un gran efecto en la vida de alguien como fue la dama mágica para este escritor.

Gladiador es una de esas películas que podemos ver infinitas veces y, al menos en mi caso, retomar desde cualquier punto cuando de pronto aparece en algún canal mientras hago zapping. Una trama llena de detalles y personajes que nos acercan a Roma y su grandeza, desde la mirada de un general que producto de su cercanía con el emperador Marco Aurelio, se convierte en blanco de venganza para un ambicioso hijo, interpretado magistralmente por Joaquin Phoenix.

Si bien no es correcto, como muestra la película, que Cómodo causara la muerte de su padre, su elección como sucesor ha generado debate entre entendidos por las pocas competencias exhibidas para el cargo,

La búsqueda de la virtud: entre el cine y la historia

A propósito de “Gladiador”, de Ridley Scott por Mónica Jara, Directora de Relaciones Institucionales, Escuela de Liderazgo USS. CINE

considerando que Marco Aurelio es reconocido (además de ser un destacado gobernante y estratega militar) por contribuir en el ámbito de la filosofía, siendo uno de los referentes más importantes del estoicismo. La búsqueda de la virtud que caracteriza a este emperador – y que podemos observar en su representación prudente y que anhela el bien de Roma – contrasta con la figura de un Cómodo frívolo y sin escrúpulos que, según versión de historiadores, efectivamente bajó a la arena a disputar duelo contra gladiadores, sólo con el afán de presumir sus habilidades de combate y ser aclamado por el público. Estas incursiones generaron controversia en atención a su dignitas, atributo que en la sociedad de aquella época a no todos se reconocía.

Si bien, quienes realmente dan muerte a Cómodo provienen de la guardia pretoriana, hacia el final de la película y aparentemente como iguales en la arena del coliseo, el combate a muerte entre los protagonistas representa la herencia de virtud de Marco Aurelio que busca la libertad, frente a la vanidad del nuevo emperador que pretende afianzar su poder eliminando toda amenaza. En la vida real, con Cómodo termina la línea sucesoria de la dinastía de los Antoninos y comienza un periodo de inestabilidad política, mientras que, en el cine, Máximo logra imponer la voluntad de Marco Aurelio y es el justo vencedor de la contienda, pues en palabras de Cicerón “El honor es el premio de la virtud”.

Colaboraron en este número

Klaus Droste Ausborn

Psicólogo, Doctor en HumanidadesUniversitat Abat Oliba CEU de Barcelona, España. Decano de la Facultad de Psicología y Humanidades USS.

David Muñoz Zúñiga

Doctor en Filosofía, P. Universidad Católica de Chile, Director Magíster en Doctrina Social de la Iglesia USS.

Miguel Lobos Zuzunaga

Licenciado en Filosofía y Educación, P. Universidad Católica de Valparaíso. Doctor en Humanidades, Historia de la filosofía, Universidad de Bari, Italia. Académico del Departamento de Formación Integral USS.

Mónica Jara Pérez

Abogada, Magister en Derecho Privado, Directora de Relaciones Institucionales de la Escuela de Liderazgo USS.

Yonathan Fuentealba Contreras

Ingeniero Civil Industrial USS, Master in Business Administration USS. Secretario de Estudios de Ingenieria Civil Industrial USS, Sede De la Patagonia.

Sergio Salas Fernández

Licenciado en Historia, Universidad Gabriela Mistral, Doctor en Historia, Universidad CEU San Pablo, Barcelona, España. Director Escuela de Humanidades USS.

Gustavo Roll Stiepovic

Médico Cirujano, Universidad de Concepción. Académico de la Facultad de Medicina USS.

Diego Pérez Lasserre

Abogado, P. Universidad Católica de Chile, Doctor en Filosofía, Universidad Diego Portales. Académico Facultad de Derecho y Ciencias Sociales USS.

Roberto Marconi Juárez Licenciado en Filosofía. Universidad de Los Andes, Doctor en Filosofía. P. Universidad Católica, Académico del Departamento de Formación Integral USS.

Thomas Ojeda Reyes

Estudiante de Psicología, Universidad San Sebastián, Sede De la Patagonia.

Darien Ojeda Venegas

Estudiante de Tecnología Médica, Universidad San Sebastián. Sede De la Patagonia.

Esteban Oyarzo Cofré Estudiante de Psicología, Universidad San Sebastián. Sede De la Patagonia.

Daniela Calfui Muñoz

Estudiante de Medicina, Universidad San Sebastián. Sede De la Patagonia.

Gabriel Almonacid Uribe

Estudiante de Medicina, Universidad San Sebastián, Sede De la Patagonia.

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