Periódico edición 547 marzo 2015

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Edición 547

Opinión

Nuestra guerra no es ajena Coronel MANUEL JOSÉ SANTOS PICO

y Víctor Moncayo, el 10 de febrero. Quiero referirme a algunos apartes que debo controvertir, porque no pueden quedar como verdades cuando afectan la historia de una nación. Hoy en día nadie controvierte las revelaciones que se hicieron sobre matanzas en Vietnam y mucho menos del caso de My Lai-4. Lo que no es cierto, es la afirmación de que “la adicción a la marihuana de muchos soldados estadounidenses, que regresaron a su país tras la derrota asiática, obligaron al Ejército a buscar quien abastecería esa demanda”, porque estos soldados fueron desacuartelados, y mucho menos que hayan encontrado “el lugar ideal en la costa norte de Colombia”, para concluir que “Colombia es la víctima directa de la guerra en Vietnam”. Pero el aparte que más me interesa controvertir, porque es contrario a la verdad histórica, es el referente al Plan Colombia, mencionado a partir de la página 123, cuando afirma que, “la Ofensiva al Sur o Estrategia

¿Cuál tan pregonada paz?

Coronel SILVIO VALLEJO ROSERO

Como estamos de paz hasta el gollete y en la Patria entera por todos los medios, el Presidente, sus negociadores y amigos no se cansan de hablar de la tan necesaria paz, pido un minuto de reflexión que será suficiente para entrar en tierra derecha, como dicen los narradores en los hipódromos.

Paz es el estado de un país que no sostiene guerra con ninguno otro. Esto aclara cualquier duda sobre la pretendida y negociada paz con las Farc, a no ser que las Farc sean otro país. Paz es la tranquilidad del alma y, en última acepción, se la conoce como la concordia familiar cuya sumatoria es la tranquilidad social, o sea, la paz general, ciertamente una utopía, pero un objetivo útil para canalizar todos los esfuerzos de una nación.

Andina… o Plan Colombia, fue mencionado en el gobierno de Andrés Pastrana e incluido en el Plan Nacional de Desarrollo, Cambio para construir la paz, y aprobado por el Congreso. El Plan Colombia fue un plan colombiano, hecho por colombianos, para Colombia, donde el dinero que se necesitaba sería aportado por Colombia, Estados Unidos y algunos países de Europa y no fue un plan “vendido finalmente” por Estados Unidos al país. Fui testigo presencial en su elaboración como uno de los representantes del Comando General de las Fuerzas Militares, en el Palacio de Nariño. El Plan Colombia fue un “Plan para la paz, la prosperidad y el fortalecimiento del Estado”, tal como se puede leer en la portada de la publicación que se hizo. Estados Unidos no elaboró el plan, ellos apoyaron su desarrollo y publicaron un folleto que en su portada decía: “Apoyo de Estados Unidos al Pan Colombia. Departamento de Estado de los Estados Unidos. Febrero, 2001”. El Plan Colombia tenía

Para intentar acceder a las puertas de la paz, el Gobierno tiene como alternativas: ha-cer respetar la ley con los instrumentos que le otorga la Constitución y solo, si cree que no tiene la habilidad para lograrlo, negociar el desarme físico y espiritual, no tan solo con las Farc sino con to-

cinco capítulos: I. El proceso de paz. II. Reencauzando la economía. III. La estrategia antinarcóticos. IV. La Reforma del sistema judicial y la protección de los Derechos Humanos, y V. Democratización y desarrollo social. En la página 71 del libreto publicado por los Estados Unidos, se encuentra el total del apoyo de Estados Unidos al Plan Colombia, donde se consigna la suma de US$1.319.1 millones, y en este documento se puede encontrar los detalles de todo el apoyo. Es a partir de esta fecha, febrero de 2001, cuando empiezan a llegar estos apoyos en equipo y asesores. Pero el libro de Germán Castro tergiversa la verdad y cuenta verdades a medias. Aquí no vinieron mercenarios, en el sentido que el mismo da en la página 13: “Soldados que a cambio de dinero sirve en la guerra a un poder extranjero” – Real Academia de la Lengua Española. Las Fuerzas Militares de Colombia, el Ejército Nacional nunca utilizaron soldados extranjeros en acciones de combate, en la guerra. Los asesores militares han sido eso, asesores, en aspectos técnicos y logísticos, no soldados empleados en acciones de combate. Algunos contratistas civiles llegaron a Colombia para apoyar en las labores de fumigación, como Marc Gonsalves, miembro de la Fuerza Aérea de EE.UU. (retirado); Keith Stansell, del Cuerpo de Infantería de Marina de EE.UU (retirado); y Tom Howea, piloto. Los tres fueron secuestrados por las Farc, después del accidente de su avión. Es cierto que se han empleado contratistas civiles, miembros en retiro de

las Fuerzas Armadas de EE.UU, pero no que “en los últimos años del gobierno de Uribe Vélez en este país había entre tres mil quinientos y cuatro mil mercenarios extranjeros involucrados en la guerra contra los narcóticos y la subversión, o dependiendo de las grandes compañías multinacionales que operan en el país” (Página 17). En los acuerdos con Estados Unidos se estableció que no podían ingresar más de seiscientos estadounidenses, número que nunca se alcanzó. En una de las listas que se pudieron evidenciar estaban registrados 384 militares y civiles asesores en los diferentes programas, con nombres y apellidos completos. No es cierto, que ellos entraran y salieran del país, sin ningún control. Mentiras a medias, como la existencia del Mister Ron, personaje que vino a Colombia bajo el contrato de instalación de unos radares, que entre otros no era “alto y rubio, como todos” sino bajito y gordo, como pocos. Nadie puede negar las historias de prostitución de soldados y contratistas de Estados Unidos en Colombia, lo que no es cierto es que se permitiera por los comandantes militares que “se llevaran viejas a las bases militares donde ellos son los reyes”. No he sido capaz de terminar el libro, estoy en la página 141. Qué pena con Germán Castro Caycedo, porque en mi biblioteca tengo parte de sus 19 obras, de las cuales he disfrutado leyéndolas: El Huracán, Colombia amarga, El Karina, El hueco, y la bruja. De todas maneras creo que el conflicto colombiano no es una guerra ajena, es nuestra, es de naturaleza subversiva, es una guerra irregular donde el narcotráfico llegó desde Perú y Bolivia, no desde Estados Unidos.

dos y cada uno de los siguientes enemigos de la sociedad general, mejor dicho de la nación: Eln, bacrim, narcos, atracadores, secuestradores, corruptos, violadores, extorsionistas y terroristas, porque casi nada se logrará haciendo las paces con un solo grupo si los otros

siguen vivos aterrorizando. Esto significa que la tarea para aclimatar la paz está apenas en sus comienzos. Son diez grupos violentos y solo se está comprando la decisión de uno de ellos. ¿Cuándo se comenzará a negociar con los demás? ¿Alcanzarán los billones para ese amplio y variopinto cometido? Para fundamentar estas reflexiones tengamos en mente los siguientes axiomas: La paz personal reside en la conciencia de cada uno de nosotros. La paz familiar es la base de la unión y la concordia ciudadanas. La paz social es el orden habitual. La paz regional se reconoce por el progreso, y la paz nacional por el desarrollo general. Este es el verdadero alcance y significado de paz, no debe confundirse con una simple negociación con uno de los grupos que han asolado nuestros pueblos.

FOTO: telcelcontratacion.blogspot.com

Ninguna guerra, que se catalogue nuestra puede ser ajena. Desafortunado título que Germán Castro Caycedo, le dio a su reciente libro, Nuestra guerra ajena. Y digo desafortunado, porque no podemos esconder con un dedo nuestra culpa, echándosela a otros Estados, ni mucho menos agregar otra nueva causa del conflicto al narcotráfico. Afirmar que “el narcotráfico llegó al país hace cuarenta años, auspiciado por el Ejército de Estados Unidos, como una estrategia muy bien planeada después de la guerra del Vietnam”, no es más que un buen chiste. De este tamaño son algunas imprecisiones que encontré en este libro, de un gran periodista que admiro, pero no puedo quedarme callado ante tamañas desproporciones. Si Germán hubiera estado entre los doce intelectuales que el gobierno de Colombia nombró en agosto del 2014 para presentar las causas del conflicto, no creo que se hubiera atrevido a presentar este libro como soporte de que “los intereses y la geopolítica que la determinaron (la guerra)”, no fueron nuestros, sino estadounidenses y que esta guerra apareció en 1974, hace cuarenta años, y no cincuenta como afirman quienes dicen que su inició fue en 1964. Esta nueva teoría de Castro Caycedo crearía muchas más confusión de la que existe. “No hay unidad frente al origen” fue una de las conclusiones de los doce en La Habana, que presentaron los relatores, Eduardo Pizarro

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