Edición 571
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In memoriam Réquiem por el Coronel Enrique Amaya Castro Por: Redacción
Desde junio de 1987, el Coronel Enrique Amaya Castro (q.e.p.d.) asumió la dirección y edición del periódico ACORE. Ocupó ese cargo hasta mayo de 1994. Trabajó en estrecha colaboración y total compromiso con los presidentes de la asociación durante esos años, entre los que se cuentan los señores Brigadieres Generales Gabriel Puyana García, José Jaime Rodríguez Rodríguez, Armando Pinzón Caicedo, así como con el Contralmirante Guillermo Jaramillo Peña y el Coronel Luis Alfonso Rincón Aldana. Recorriendo las páginas de las diferentes ediciones en las que tomo parte activa el Coronel Amaya, encontramos algunos de sus escritos, a saber: julio de 1989, Detrás del telón; enero de
1990, Del Arauca vibrador, 40 años al Arauca Saudita; enero de 1991, Tema caliente: Golfo Pérsico; abril de 1991: Tema candente: Nuevo orden mundial; marzo de 1992, Cuenta regresiva; abril de 1993, El derecho de opinión, y mayo de 1994, Un día, una época, fecha histórica 13 de junio de 1953. Perteneció, junto con su esposa Gladys Buitrago, al Círculo de Periodistas de Bogotá.
Una constante en sus visitas a Acore, además de interesarse por su desarrollo y sus proyectos, fue su interés por los temas periodísticos, haciendo evidente que esa era su otra gran pasión. Desde estas páginas presentamos a su distinguida familia un saludo de condolencia y solidaridad.
Cuatro ex directores del Periódico Acore, de calidades extraordinarias. De izq a der. CO Germán Aragón Bautista (1995-2000), CO Manuel Darío Sosa camargo (2000-2008) MY Roberto Rodríguez Acosta 'Pimpilin' q.e.p.d. (1994-1995) y CO Enrique Amaya Castro q.e.p.d. (1987-1994)
Recuerdos del 13 de junio de 1953
Lealtad y gratitud histórica Por: Coronel (RA) Enrique Amaya Castro
El 13 de junio de 1953 tiene para mí una especial recordación. Se nos ordenó a los cadetes de la Escuela Militar patrullar la ciudad para proteger y prevenir el que se repitieran desórdenes similares al “Bogotazo” del 9 de abril. Mentalmente reflexionábamos sobre la noticia de que había asumido la presidencia de la República el General Gustavo Rojas Pinilla, pues ello marcaba un cambio significativo dentro del fanatismo y pasiones políticas que reinaban en el país en ese momento.
El General Gustavo Rojas Pinilla era oriundo de Tunja. Allí nació el 12 de marzo de 1900, coincidiendo su nacimiento con la Guerra de los Mil Días, en la que su padre, el Coronel Julio Rojas Jiménez participó. Doña Hermencia Pinilla Suárez fue su madre, que además de él, tuvo cinco hijos más. Ingresó a la Escuela Militar como cadete en 1920 y fue ascendido a teniente del Ejército en 1923. Realizó estudios de ingeniería civil en el Tri-State College en Indiana, para lo cual previamente solicitó ser retirado del servicio activo transitoriamente. Obtuvo el título de ingeniero civil en 1927. Fue un militar destacado. Ocupó los más altos cargos en su momento, dentro del escalafón mi-
litar, entre ellos, subdirector de la Escuela Superior de Guerra en 1944; director de la Aeronáutica Civil, en donde presentó su proyecto de aeropuertos Pistas de aterrizaje en Colombia, tesis con la que obtuvo su ascenso a Coronel. Ocupó el comando de las brigadas de Tunja y Cali, esta última ciudad en donde logró controlar la rebelión popular que generó el asesinato del líder liberal Jorge Eliécer Gaitán el 9 de abril de 1948. Ascendido a General en noviembre de ese mismo año, siendo asignado como comandante de la Brigada de Institutos Militares. En noviembre de 1949 fue nombrado ministro de Correos y Telégrafos. Llegó a la presidencia de Colombia tras lo definido como “un golpe de opinión”. Ocupó la presidencia desde el 13 de junio de 1953 hasta el 10 de mayo de 1957, cuando fue presionado a renunciar por una movilización nacional dirigida por los políticos de turno, interesados en recuperar el poder para los dos partidos tradicionales. Para evitar el que se produjera un derramamiento de sangre, entregó el poder a una junta militar. Logró la pacificación del país, ante la guerra política que fue patrocinada por líderes conservadores y fomentada por dirigentes liberales, lo que condujo a la organización de las guerri-
llas del llano comandadas por Guadalupe Salcedo, Eduardo Franco y los hermanos Bautista, bandoleros que extendieron su influencia subversiva a los departamentos de Boyacá y Santander. Con su acción pacificadora, el General Rojas logró en muy poco tiempo la desmovilización de estos grupos y la entrega de las armas, concediéndoles una amnistía, que les permitió incorporarse a la vida normal del país. Estas acciones fueron coordinadas por el General Alfredo Duarte Blum. En su corto período gubernamental, realizó destacables obras de infraestructura como el puente elevado de Cajamarca, considerado obra modelo de ingeniería y el Ferrocarril de la Ruta del Sol. Fuimos uno de los primeros países en el continente americano en traer el servicio de televisión. Han perdurado como obras destacables, el Centro Administrativo Nacional (CAN), el aeropuerto Eldorado, el Hospital Militar Central, el Club Militar, el fuerte militar de Tolemaida, la Escuela de Lanceros (unidad de contraguerrillas que ha sido considerada modelo en el nivel internacional). Ideó y estructuró a Conastil, astillero de la Armada. Adquirió en Suecia dos modernos destructores y cuatro buques petroleros. Fundó la Corporación Aeronáutica de la Fuerza Aérea, dotándola además de nuevos aviones
de entrenamiento y combate. Organizó los Servicios Aéreos de los Territoriales y Nacionales, Satena.
Designó en su gobierno a ministros pertenecientes a los partidos políticos y a algunos militares tales como el General Gustavo Berrío en Correos y Telégrafos y de Contralor General al Coronel Alberto Ruiz Novoa. Como gobernadores, al Mayor Jacinto Márquez Parra en Atlántico; a los coroneles Rafael Hernández Pardo en Magdalena, Gustavo Sierra Ochoa en Caldas y César Cuéllar Velandia en Tolima. A los Generales Pioquinto Rengifo en Antioquia, Alberto Gómez Arenas en el Valle, Gilberto Montoya Gaviria en el Huila y Carlos Turriago en el Meta En las Intendencias a César Ferro Duque en Arauca y Jorge Villamizar Flores en la Guajira. A numerosos oficiales y suboficiales como alcaldes o inspectores de policía en corregimientos. Todos recibieron reconocimientos por la labor regional, gracias
a que cumplieron con responsabilidad el lema de su gobierno: “Pueblo fuerzas armadas”.
¿Qué ha quedado de esas Fuerzas Armadas tan admiradas y queridas por los colombianos? ¿Qué cifras marcan en este momento la aceptación y favorabilidad de un ejército que fue sinónimo de lealtad, compromiso de entrega y solidaridad, dispuesto al sacrificio hasta dar la vida por el bien de la patria? Hoy día, las Fuerzas Militares ‒maltratadas y perseguidas en el marco de la guerra política y jurídica‒ tienen a numerosos militares, reconocidos en otrora como héroes convertidos en villanos y pagando condenas, mientras los subversivos que ellos combatieron, por extrañas y dolorosas circunstancias para estos héroes y sus golpeadas familias, gozando del indulto a sus delitos y de especiales privilegios políticos, económicos y sociales.