Podría argumentarse que es un fenómeno constante en el desarrollo crítico de la arquitectura universal; sin embargo, quien esto escribe lo percibe de otra manera: estos tiempos parecen darle cabida a las posturas más diversas producto de los intereses y capacidades de cada cultura. Son los tiempos donde parece caber de todo: los acercamientos neohistoricistas (el interés por el Brutalismo es solo un caso, aunque en verdad esta tendencia no nos ha dejado nunca), la continuidad matérica, formalista y derivativa del Modernismo, el refrito ya desgastado y sin significado de la Posmodernidad, un Regionalismo crítico tan necesario como responsable, el incierto desparpajo de la Deconstrucción, la apasionada búsqueda de una inasible sostenibilidad, la apropiación de los temas urbanos centrados en la urgente cualificación del espacio público y la insuficiencia crónica de las infraestructuras, la cada vez más autosemejante oferta de una arquitectura para el desarrollo inmobiliario, en fin, un vigoroso eclecticismo se a