Guatemala, viernes 18 de octubre de 2019
de Hugo Carrillo
Viernes
15
más tarde que temprano, de haber fallado tan torpemente en ese largo instante luminoso que tuvimos el privilegio de habitar. Hugo Carrillo era un ser humano como cualquiera, sólo que genial y brillante. Sus errores y mezquindades podían ser descomunales también, pero nadie sabía como él del arte valiente que es enmendar y hacer la paz. Imposible guardarle rencor, se diría, pero helo allí… cargado del castigo más grande: el olvido. Sigamos viviendo. Volteemos la página. El muerto al hoyo y el vivo al bollo. Es carnicería del espíritu, y nadie acude a recoger su porción para llevarla y hacer un buen guiso que florezca en creación con brillo renacido. ¿Quién es Hugo Carrillo, ya muerto y enterrado?
Entre sabor y saber
Esta orfandad en que quedamos sus discípulos, sus amigos y amores, su pequeña patria y matria entera, no nos otorga el privilegio de sentarnos a contemplar con toda tranquilidad -cual ocaso colorido en hermosa playa- el descalabro en que se ha convertido nuestra existencia, y no importarnos. Nos importa, y mucho. Nos tiene que importar, porque no puede ser que en balde haya pasado por nuestras vidas uno que supiera tan bien revelar los secretos del buen vivir. “¡Savoir!” nos espetaba de cuando en cuando, jugando con el equívoco entre sabor y saber… Venía de tarde en tarde y soltaba atisbos de sus ocurrencias para la siguiente epopeya. A veces, en pleno debacle del montaje en proceso, dejaba deslizar una palabra, una referencia a su idea para el siguiente: una sensación de continuidad, de misión, de puerto seguro nos inundaba en esas ocasiones, y sentíamos que el vuelo de esta gran ave-nave no se detendría jamás. Nos pasaríamos la vida haciendo maravillas en los escenarios de Carrillo, y cumpliría-
En la gráfica María Mercedes Arrivillaga posa junto al dramaturgo y a Lidia Mc Donald.
mos con nuestro tiempo, y pagaríamos la deuda del tesoro entregado. Dónde queda tan poderoso recuerdo. Qué hacer con él. Cómo hacer revivir esa chispa para encender el fuego tan necesario entre los vientos ácidos que corren. Cómo devolverle este pan de lucha a los hambrientos. No es Carrillo el único, por supuesto… pero es el que a mí me toca, es el que a mí me dio con manos llenas, es el que
me mira eternamente pícaro y contento desde lo alto de mi galería… y no me interroga, porque no hace falta: los reclamos los llevo tatuados debajo de la piel y los reviso y releo un día sí y un día no. Y sólo le pido a la vida tiempo para cumplir y fuerza para trasladar, y hacer mi parte porque Hugo Carrillo viva, si no por siempre, al menos lo necesario para hacer que la semilla se levante. *Actriz de teatro
Teatro de hueso colorado
El teatro guatemalteco contemporáneo no se puede explicar sin Hugo Carrillo, un creador multifacético que ahondó en nuestra realidad política, psicológica y social, para llevar a escena lo que consideró importante. Es así como en su obra encontramos una temática chapina hasta los huesos pues, aunque hay asuntos que se extienden al ámbito universal, también es cierto que centró su interés en este país cargado de contradicciones e incertidumbres y, para expresarlo, combinó inteligentemente la palabra justa con la tensión dramática. Había nacido para el teatro, en un país cuya historia abunda en tragicomedias y actores de toda laya, desde tiranuelos hasta testaferros dispuestos a sacrificar a toda una nación de la que él, como hombre de talento y de bien, formaba parte.
De ahí que sus obras de gran trazo dejan entrever no solo su conocimiento de la técnica teatral, el manejo inteligente de expresiones propias de una determinada clase social en un momento concreto, sino que también una amplia documentación del acontecer nacional pasado y presente. Como dramaturgo serio que era, Hugo Carrillo trató temas altamente sensibles, evitando siempre caer en el chiste fácil, más bien se apoyó en recursos poéticos, para que el dolor, la indignación, la alegría, también alcanzaran el objetivo de conmover al auditorio. En otras palabras, la obra de Hugo Carrillo constituye un testimonio apasionado de Guatemala y el mundo, como lo ilustra El corazón del espantapájaros. cuya acción se desarrolla en la plaza pública de un pequeño pueblo. “En el centro, un
tablado para representar la comedia. Es de noche. Los músicos de un desafinado conjunto de marimba principian a tocar una marcha de las populares en los circos ambulantes que arrastran de feria en feria, su azarosa existencia...” Esta pieza se estrenó el 13 de julio de 1962, en el Conservatorio Nacional de Música, por la compañía de teatro La Gaviota, y contó con la participación de Norma Padilla de Carrillo, René Molina, Haidé Andreu, Zoila Portillo, Marina Coronado, Jorge Hernández, René Figueroa, Miguel Cuevas, Antonio Oliveros, Mortimer Calvillo, Gustavo Lara, Consuelo Miranda y Miguel Ángel González, con escenografía de Juan José Espada, luces y vestuario de John Marsten, tambores de Emilio Castellanos, la asistencia de producción de Carol Wilson y música de circo interpretada por la Marimba Federal.