Revista Viernes Año I No. 51

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Leon Trotsky compareció ante el tribunal para responder a preguntas sobre el tiroteo que causó la muerte de uno de sus guardaespaldas, cuando un grupo intentó asesinar a su esposa.

nivencia con los asaltantes”, quien partió con ellos y fue posteriormente asesinado en el Desierto de los Leones, en las afueras de la capital mexicana, por un cuñado de Siqueiros. Pese al fracaso, la víctima sabía que la tregua iba ser corta y tenía el convencimiento de que Stalin llevaría a cabo otro atentado.

El verdugo catalán

No hubo que esperar a la tercera para que fuera la vencida. El segundo intento fue el definitivo y concedió un lugar en la historia, al hasta entonces casi desconocido espía español, natural de Cataluña, Ramón Mercader, “un hombre de Stalin que con el alias Frank Jacson se había convertido en pareja de la trotskista norteamericana Sylvia Ageloff. Había viajado con ella a México y se había acercado a mi abuelo, simulando motivos de trabajo y aparentando no tener ningún interés en tener trato alguno con su víctima”, según Volkov. Un día, inesperadamente, pidió que Trotsky le revisara un pequeño artículo sobre la conveniencia de defender o no a la Unión Soviética, un tema polémico en el seno del partido trotskista norteamericano. Según Volkov, “mi abuelo estuvo imposibilitado de negar tal favor, dado lo servicial y generoso que había sido Jacson con los camaradas de la casa de la calle Viena”, ubicada en Coyoacán, donde hoy radica el museo, visitado por miles de personas todos los años. Mercader llegó a realizar dos visitas a su despacho. La primera, con el supuesto escrito, únicamente fue de reconocimiento del lugar, y la segunda fue para cumplir el mandato de Stalin. “Tan pronto como Trotsky se inclinó sobre el artículo, Mercader desde atrás le pegó en la cabeza con un piolet de alta montaña de mango recortado, que llevaba oculto en un impermeable”, narra Volkov. Gracias a su gran vitalidad y a pesar de sus 60 años de edad, el revolucionario ruso aún pudo entablar una lucha con el asesino y proferir un atronador

La reivindicación de Trotsky La figura de Trotsky permanece todavía hoy en la penumbra en su país. Durante años, las autoridades soviéticas hicieron oídos sordos a las repetidas demandas de familiares y amigos de que se anulasen los falsos cargos judiciales en su contra y de su hijo León Sedov. “Las calumnias y difamaciones han seguido a la orden del día por parte de todos los gobiernos rusos, sin faltar Mijail Gorbachov y el actual gobernante, Vladimir Putin”, se lamenta Volkov. “La denuncia de León Trotsky sobre la ilegitimidad del gobierno burocrático de Stalin, surgido de la traición y usurpación de la revolución socialista de 1917 tiene, por lo que se ve, plena vigencia hasta nuestros días en Rusia, para todos los gobiernos de turno”, reivindica el nieto, que sin embargo, se considera “la persona más afortunada de mi familia”. “Viví episodios difíciles, una vida agitada en un escenario de gran interés y tengo la gran suerte de haber sobrevivido”, confiesa. En cuanto al nombre de Esteban, fue elegido por el mexicano Adolfo Zamora, el que fuera estrecho amigo y apoderado legal de Trotsky, además de tutor de Volkov, a petición del abuelo y “considerando lo poco usual” de su nombre original, Sieva o Vsievolod.

grito que alertó de inmediato a los guardias, lo que evitó que el verdugo escapara. Su madre, Caridad Mercader, y el agente de inteligencia soviético Nahum Eintingon, apodado Kotov y considerado el cerebro del atentado, lo

esperaban en un vehículo en una calle cercana a la casa. “No lo maten, debe hablar, indicó dificultosamente el abuelo recostado en el piso del comedor con la cabeza ensangrentada, rodeado de Natalia y varios secretarios, al oír los quejidos del asesino desde su despacho”, narra Volkov. “Mantengan al niño alejado, no debe ver esta escena” también alcanzó a decir el hombre moribundo, al oír los pasos del nieto en la biblioteca vecina.

La supervivencia de la casa museo

“Tras el asesinato hubo una consigna desde Moscú de hacer desaparecer ese lugar histórico. Estalinistas infiltrados en el Gobierno mexicano intentaron en varias ocasiones el desalojo de la familia, para convertir la casa en una guardería infantil u oficinas institucionales”. “La rápida intervención del general Lázaro Cárdenas impidió estas maniobras”, señala Volkov, que hasta 1974 ocupó el inmueble con su familia, formada por su esposa Palmira, originaria de Madrid, y sus cuatro hijas, Verónica, Nora y las gemelas, Patricia y Natalia. “Mis hijas disfrutaron mucho la casa, por el espacioso jardín que tenían para jugar y atendiendo muchas veces visitas guiadas en el museo”, apunta. Natalia Sedova, esposa de Trotsky, solo vivió en el recinto hasta 1961, año en que viajó a París para visitar unas amistades. Falleció en enero de 1962 en la localidad francesa de Corbeil. Actualmente, sus cenizas descansan junto a las de León Trotsky en el monumento erigido en el centro del jardín de la Casa Museo, diseñado por el reconocido arquitecto mexicano Juan O’Gorman. En el recinto, destino ineludible de todo turista que llegue a México con ganas de saber algo más de la historia universal, se puede visitar actualmente el comedor, el estudio donde fue asesinado el revolucionario, su dormitorio, el de su nieto, el vestidor y el baño. * EFE

Guatemala, VIERNES 5 de septiembre de 2014

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