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Caracas, 20 de julio 2012

30 Diego Enrique Arria Salicetti es caraqueño nacido el 8 de octubre de 1938. Economista de profesión y diplomático de carrera, se ha desempeñado como diputado al Congreso, Ministro de Información y Turismo, Director del Banco Interamericano de Desarrollo, Embajador de Venezuela ante la ONU, además de Presidente del Consejo de Seguridad de ese organismo hemisférico. En 2011 regresó al ruedo político al postularse para las primarias que elegirían a un candidato presidencial por la oposición, obteniendo el cuarto lugar con 1, 3 % de los votos.

Adriana Núñez Rabascall

“Yo no enseñé

a vestir a CAP”

Es una especie de karma. Una historia que lo acompaña, pero que niega a quemarropa. Trajeado con camisa manga larga blanca de hilos finos, jeans a la medida, zapatos de cuero marrón, sentado con las piernas cruzadas, Diego Arria se defiende de lo que considera una mentira que lo perseguirá toda la vida: “Yo no enseñé a vestir a CAP. Eso fue una manera que encontraron algunos de intentar disminuir el rol que yo jugué en la primera elección de Pérez. Es una difamación. Yo me siento ofendido cuando dicen eso… y Pérez se sentía aún peor ¡Imagínate!… Él se vestía horroroso… Con unos trajes de cuadros marrones terribles”. Recuerda que durante un viaje al exterior, le regaló al expresidente un par de corbatas azules, pero nunca las usó. “Pérez es el tipo que más corbatas recibió en la historia del país. La que sí influyó en su cambio fue Cecilia Matos. La gente subestimaba a Pérez. Pensaba que había ganado porque se cambió de ropa. Ganó porque tenía una fuerza, una visión de país y un carisma que lo hacía candidato excepcional”, sentencia. Pero Arria también tuvo su travesía electoral. Después de asumir la Gobernación de Caracas, sumó su nombre a la lista de candidatos que aspiraban a la presidencia en 1978. “Fue muy prematuro lanzarme”, concluye 34 años después. Sin embargo, no se arrepiente. “Yo veía que el bipartidismo iba a acabar con la democracia en Venezuela. El país estaba secuestrado por 500 ó 600 personas que nunca en su vida habían pagado un pasaje, cuyos choferes y guardaespaldas eran pagados por el Estado. Que vivían del patrimonio de la nación”, dice con asombro. Como todo aquel que busca conquistar votos, Arria recorrió 320 ciudades y poblados. “En esas visitas descubrí que el plato de lujo de los venezolanos de escasos recursos -cuando le quieren hacer una atención a alguien- es un pasticho con una Pepsicola tamaño familiar”. Lamenta que el sentido de fiesta y camaradería de aquellos días se haya perdido. “Yo subía los bloques del 23 de enero cuando quería. Me podía dar el lujo de ir con mi mujer a cualquier barriada. Alguna gente me invitaba a pasar. Otros no. Pero todos me saludaban, estuviesen de acuerdo conmigo o no. Nunca tuve un inci-

dente. La gente te invitaba un café, te daba la mano. Mi problema fue que me dieron demasiadas manos y pocos votos”, se ríe. En una caminata por Petare, una morena alta le hacía señas desde lo más alto del cerro gritando: “Diego, Diego”. El candidato -exhausto- pero con noticiasrtv.com ansias de ganarse alguna voluntad, tomó fuerzas para llegar hasta donde estaba la mujer. La abrazó y ésta le susurró: “Ay, mi amor. Yo hubiera votado por ti, pero soy colombiana”. La candidatura de Arria no era bien vista por la dirigencia partidista del momento. El para ese entonces Presidente Carlos Andrés Pérez lo visitó durante la campaña y le dijo: “Mira Diego, tú no vas a ganar. AD te quiere ofrecer el puesto de Gonzalo Barrios como senador por Caracas. Te retiras. Te hacemos senador… Serás canciller y pondremos a alguna de tu gente en un cargo”. Arria no aceptó la oferta, pero Pérez tenía razón. Postulado por el partido Causa Común, el exgobernador terminó

EL PRIMER BOLIVARIANO No fue Chávez el primer candidato que utilizó a Bolívar como inspiración y guía de su movimiento político. En la llamada cuarta república ya existía el Movimiento Bolivariano. Con el nombre de "Movimiento Libertador" se inscribía cada año un caraqueño llamado Alberto Solano. Él y Pedroza, otro elemento de la picaresca política, aparecían en cada elección y aunque usted no lo crea, sacaban sus votos. Claro, nadie los financiaba.

de cuarto en los comicios con e1, 69 % de los sufragios. Arria cuenta que una década “Yo más tarde, le ocurrió un incidencreo que la te curioso en las elecciones de naturaleza de 1988. “Yo trabajé para la reeleclos problemas que ción de Carlos Andrés Pérez, lante pero el día de la votación iba en tiene el país por de luta la fila y todavía no sabía por requieren una abso quién iba a votar. Porque mayor Eduardo Fernández hizo una o ng te le Yo a. ci independen económicos que a campaña muy interesante. temor a los grupos Tenía mi programa de gobiericos. Son mucho no. Y mientras pasaban los los partidos polít eden minutos pensaba: ¿Cómo voy más poderosos y pu los a votar en contra de un tipo comprar más que partidos” de mi generación y que tiene mis mismas ideas? Cuando me tocó el turno, voté por Pérez para la Presidencia, pero marqué la tarjeta verde para el Congreso”.


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