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La acción buque-motor “Ana María Campos”

La gran tragedia del lago

La acción del buque-motor “Ana María Campos”

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La Administración de la Aduana ofreció un reconocimiento a Ignacio Roos, Capitán del Buque-motor “Ana María Campos” por su desinteresada colaboración con la tragedia lacustre y el cual cito textualmente:

“A Ignacio Roos, Capitán del Buque-motor “Ana María Campos”.

Esta administración de aduana cumple con el deber de manifestar a Ud. su agradecimiento por su humanitaria conducta en el salvamento de los náufragos de la motonave Ana Cecilia, actuación de la cual se ha hecho eco justicieramente la opinión pública. Y como al obrar usted de modo tan desinteresado y abnegadamente a favor de un grupo de compatriotas en desgracia, se hizo digno de mención ante la comunidad venezolana, cúmpleme reconocerlo y testimonio a usted cordiales sentimientos de sincero aprecio (Panorama, ídem).

Dios y Federación Francisco J. Parra

Administrador de la Aduana de Maracaibo.

Pero no se debió hacer un homenaje solamente al Capitán de la “Ana María Campos” debió haberse tomado en cuenta a la hora del homenaje a toda la tripulación ya que en esa hora nefasta supieron cumplir con su sagrado deber para con el prójimo. Por lo que a continuación se ofrece la lista de los nombres de los que componían la tripulación de la primera nave que llegó providencialmente al sitio del siniestro para hacer menos extenso el horrible duelo que embargó a muchos hogares venezolanos. Estos nombres son los siguientes: Capitán, Ignacio Roos, Contramaestres, Cipriano Hernández;

Marineros, José A. Olivares, Luis F Ramírez, y Eduardo González; 1er. Motorista, Dimas López y 2do. Motorista Emiro López; cocinero, Juan B. Ávila. En la medida en que los trabajos de salvamento se prolongaban, se distanciaba más y más el lapso de tiempo que mediaba entre la salvación de un náufrago y el próximo a salvar. El tiempo inclemente parecía señalar el fin del número de náufragos a los que el destino permitiría salvar. El intervalo de tiempo se hacía gigantesco, y por ende desaparecieron por completo los desgarradores gritos de auxilio. Sin embargo el “Ana María Campos” llegaba con su salvamento compuesto de carga humana al sitio denominado “La Ciega” para regresar de nuevo al lugar de la tragedia en la madrugada, sin importarle la hora. Su último viaje regresó a las dos y media de la madrugada. La “Ana María campos” Apareció si se puede decir milagrosamente ya que se vio obligada a desviar su acostumbrada ruta y coger hacia la derecha debido a que un tanquero que viajaba en su cercanía lo obligó a desviarse. Esto significó que el “Ana María Campos” se viese obligado a pasar precisamente por el sitio exacto del naufragio sin pensar jamás conseguirse con ese cuadro lleno de angustia y desesperación. El fino y agudo oído del marinero en guardia, José A. Olivares, y el del Capitán, que ayudado por el paso a media máquina del buque motor lograron una vez llegada al lugar del siniestro, distinguir, los “ayes” lastimeros de unos cuatro náufragos que asidos de un barril, pedían socorro urgentemente. Fue entonces que el “faro de exploración” del buque rindió su máxima eficiencia. Hábilmente piloteado por el Jefe del Departamento de Marina de la Caribbean Petroleum Company y dirigidas las maniobras por el Capitán Ignacio Roos, se empezó a rescatar de las aguas turbulentas del lago, uno a uno, y por diversos procedimiento. De no haber aparecido el “Ana María Campos”, los ochenta y tanto náufragos completamente extenuados hubiesen rendido inexorable tributos a la muerte. Por todo lo anterior, se debió conceder una mención honorífica no solamente al Capitán sino también a la tripulación.