Plástico cruel, de José Sbarra

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como único equipaje. El viejo cerdo Axel ojea el diario distraídamente mientras se enfría el café en la taza. La vieja Plástico Cruel hunde una medialuna en el café con leche y mira con fascinación aviones que aterrizan y despegan detrás de los cristales. El viejo detiene su vista en una página del diario y le comenta a su compañera: –Salió la noticia del robo a la joyería, una cámara oculta grabó todo, hay una instantánea de los asaltantes. La vieja Plástico Cruel olvida la medialuna, los aviones, el café con leche, y como si nunca hubiesen pasado los años, pregunta: –¿Salí bonita en la foto? - FIN DE LA ALUCIONACION AXEL Y LINDA MORRIS –¿Vamos a tomar un café? –No tengo tiempo, Axel. –No importa, el café que vamos a tomar es muy corto. –¿Y para qué querés que hablemos? –Para saber si tu deseo puede volver a coincidir con lo que no hace mucho tiempo deseé. –¿Para qué querés que hablemos, Axel? –Quiero convencerte de que te acuestes conmigo. –Eso ya es imposible. –No hace falta que sea «ya», puede ser dentro de media hora. –Quise decir que siempre será imposible. –Siento pasión por todo lo imposible. Es terrible, Plástico. –¿Qué es lo terrible? –Enamorarse de una mujer, presentársela a un amigo, y José Sbarra | 170 | http://zonaliteratura.com


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