HADITAS

Page 35

35 carretera. Entre varias naranjas destripadas se empezó a arrastrar guiándose por las sombras de unos fantasmales arbustos que veía en las orillas. Llevaba como un metro de avance cuando sintió que una enorme boca se acercaba a ella. Trató de ponerse a salvo, pero no pudo volar. Con mucho miedo emitió un grito apagado al notar que una bocaza llena de dientes mordía su vestidito y se la llevaba. No supo más porque cayó en un sueño pesado lleno de imágenes amenazadoras. Con las primeras luces de la mañana una lengua rosada la despertó humedeciéndole la cara. Con un salto y un grito descubrió que la lengua salía del hocico de una enorme bocaza que tenía una nariz calva con bigotes y dos ojillos inquietos más arriba. Una voz pausada y chillona le habló: — No te muevas mucho. Te caíste del camión naranjero re gacho... Lizlul no sabía que decir, ni podía: el miedo la paralizaba. Al notarlo el animal le dijo: — No seas desconfiada, morrilla. Lo malo que te iba a pasar ya te pasó y tuviste suerte. Aquí pasan muchos accidentes porque en la recta los choferes le meten la pata al acelerador... — ¿Quién es usted? — Le preguntó la maltrecha hadita. Tratando de protegerse detrás de unos terrones... — Pedrito Tlacuache, pa servir a usted. Yo siempre ando por aquí y anoche la vi tirada quejándose y me apresuré a sacarla de la carretera pa que no la fuera a aplastar un torton... — ¡Mentira! — dijo un armadillo — Dijiste que era una lagartija y te la ibas a comer. — Es que no se veía, nada, Carmela. Cuando me di cuenta la puse a salvo... Cuando Pedrito vió que Lizlul ahora se protegía del armadillo la tranquilizó. — No se espante, mi alma. Es amiga. — Carmela Armadilla— dijo la animalilla acercándose amistosamente—. Soy vecina. Tu humilde madriguera está en aquellas peñas y si no hubiera sido porque llegué a tiempo, este guzgo te hubiera cenado anoche...

35


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.