Urashima y la tortuga, una historia de amor con consecuencias

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Hace mucho tiempo, un humilde pescador japonés tuvo un hijo al que puso de nombre Urashima. Le enseñó a amar y respetar el mar desde niño, y pronto se convirtió en un joven apuesto y trabajador, que no dudaba en madrugar para salir con su pequeña barca mar adentro para echar sus redes para pescar.

Urashima amaba el mar y su pequeña barca. Era su bien más preciado y pensaba en ella constantemente.

Un día, al izar con cuidado sus redes, descubrió que entre todos los peces había quedado atrapada también una pequeña tortuga. La sacó de ahí con cuidado, y mirándola fijamente, le dijo:

“No temas, tortuga, sé que vosotras podéis vivir hasta mil años, y deseo que vivas entera tu larga vida. Vuelve al mar con tus compañeras.”

Y diciendo esto, soltó con mucha delicadeza a la pequeña tortuga y observó cómo se zambullía entre las olas para volver a su hogar.

Al día siguiente, Urashima regresó al mismo lugar en donde había encontrado a la tortuga, y para sorpresa suya, la tortuga volvió a aparecer y le dijo:

“Vengo a darte las gracias. Me perdonaste la vida, y ahora la princesa del Palacio del dragón quiere conocerte. ¿Te gustaría conocerla?”

Urashima contestó que sí, que le gustaría conocerla. “Entonces”, continuó hablando la tortuga, “Súbete a mi caparazón y te llevaré”.

La tortuga comenzó a crecer y se hizo enorme. Urashima se subió a su caparazón y se hundieron entre las olas. Pronto llegaron hasta un precioso reino escondido entre corales y perlas, en cuyo centro se alzaba un hermoso y gran palacio.

En ese momento, una hermosa joven, la princesa Dragón, salió a su encuentro. Era la mujer más bella que había visto nunca, se enamoró de ella al instante.

Los jóvenes comenzaron a hablar y el tiempo pasó sin que se dieran cuenta.

Urashima y la joven Dragón se fueron enamorando cada vez más, y los padres de la muchacha les dieron la aprobación para celebrar su boda.

El tiempo siguió pasando y un día, el joven pescador de pronto se acordó de su barca y sobre todo… de su padre. “Tengo que regresar”, dijo Urashima asustado, “Mi padre estará preocupado”. La princesa Dragón no pudo convencerle para que se quedara. Adí que, llorando, le tendió un cofre y le dijo: “Tómalo, cuando regreses lo necesitarás. Pero no lo abras. No lo abras...” Urashima asintió y lo guardó. Cuando llegó a la superficie no encontró su barca, así que caminó hasta su casa. Pero al llegar... no estaba.

Asustado, Urashima le preguntó a unos ancianos que pasaban por allí dónde estaba su padre. “Ese hombre murió hace 300 años. Su hijo salió a pescar y jamás regresó”, dijeron. Desolado por la noticia, fue a la orilla y, olvidando la advertencia de su esposa, abrió el cofre. Una nube salió a envolverlo, comenzó a sentirse débil y su piel se llenó de arrugas.

“¡Estoy envejeciendo”, dijo, y dejó pasar sus últimos momentos, desapareciedo como una nube de polvo sobre el mar.

Urashima es un joven pescador que fue criado desde pequeño para amar y cuidar el mar.

Un día, cuando se encontraba pescando, atrapa una tortuga y la deja ir. En retorno, la tortuga al día siguiente le ofrece llevarle al reino Dragón a conocer a la princesa. ¿Urashima aceptará su oferta?

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