

Editorial
El mundo posible e imposible de Aurora Venturini ............. Hay un brillo en nuestros ojos
Sobre el nombre
La mañana del último día ...................................................................... La nieve ............................................................................................................... Separaciones
Mueran Humanos
Primaria en el Exilio
Liturgia Pampeana
Mortalidad eterna
Poema en situación de calle
Reseñas
Los pies se detienen al comienzo. Le dan tiempo a los ojos para que bordeen el camino, al cuerpo para que respire, a los oídos para que escuchen; luego, empiezan a moverse. ¿Hacia dónde vamos? No tenemos tanta seguridad sobre eso. Pensamos en una revista. Una revista nuestra, donde la palabra “nuestra” pueda entrar en distintos circuitos, pueda hacerse propia en personas, grupos, espacios, casas, talleres, calles. Una revista que pueda reflejar el trabajo cultural de una comunidad. La literatura y la poesía son la base, nuestra nave desde la cual observamos el paisaje en el cual crece la cultura.
Inspirados por la revista Puff, producida y distribuida en Méjico, decidimos hacer una publicación y ponerle como nombre una onomatopeya.
Un material que nace en un contexto extraño, que se nos va haciendo familiar de a poco. Donde el espacio del encuentro toma otro valor, otras características. Una expresión de voluntad colectiva. La ciudad se sigue moviendo, quizás más lentamente, pero en lo profundo, cava en los cuerpos buscando nuevos significados, rastrea identidades al interior.
Esta revista también quiere ser una excusa para tejer redes, ponernos en contacto para compartir producciones y experiencias. Dibujar una constelación para orientarnos, reconocernos a la distancia. Comienza a caminar, y también se sale del camino para ver qué hay más allá, vuelve, sigue caminando. Saborea el viaje. ¿A dónde vamos? Es una pregunta que se responde andando.
Cristina Baroni
Gonzalo Leonidas Chaves Roxana D’Auro
Matias Esteban Fer Nuri Nelba Paladino
Claudia Pascual Parada Pablo Pesco Tamara Rutinelli Soledad Viñuela
Impreso en Genesis Print, calle 2 nro 631, La Plata. Prov. de Buenos Aires, Argentina. Diciembre 2021.
Diseño Gráfico Rama Galeliano
Impresión de Serigrafía de tapa y contratapa Francisco Quito Zarza
Fotografías de la Ciudad de La Plata Roxana D’Auro y Pablo Pesco
Corrección: Claudia Pascual Parda y Federico Aldunate
Contacto: pablopesco@gmail.com
“[mi madre]... creía que las escritoras eran unas locas. Tenía razón. Como arañas.”
Una tarde de marzo, veo tras la vidriera de una librería de usados “La Plata, mon amour”, de Aurora Venturini. El diseño de tapa es un mapa lineal de la ciudad. Unas horas antes había estado revisando un texto propio, “Tanger, mon amour”, un diario de viaje en el que me refiero a la forma de las ciudades, a La Plata particularmente. Ahí digo que la aparente transparencia del trazado regular de las calles es una trampa, una especie de ilusión óptica. Digo que en el centro de esa trampa se esconde una maldición, algo que pacientemente nos aguarda. Digo que alguien me dijo alguna vez que de La Plata no se podía salir, que ese centro era también un pozo, una boca que nos tragaba.
Nacho, el librero, comenta que tengo suerte, que es un ejemplar muy raro. Mientras guardo el libro en la mochila, suena mi celular. Pablo me invita a escribir un artículo para Zig-Zag sobre alguna escritora platense. Acepto contenta, sin mencionar la coincidencia que acaba de sorprenderme.
Al día siguiente, Majo, una de lxs entrevistadorxs de “Aurora Venturini, la maldita”, me invita a pasar un tiempo con ella en el Delta del Tigre. Hace años que no hablamos. Creo en las señales, en que hay algo del otro lado, en que lo tocamos con sólo estirar el brazo. Como Aurora, lo que tengo de solitaria lo tengo de esotérica.
Ya en el Delta, vuelve la señora. Revuelvo en la pila de libros que hay sobre una mesa, y doy con “Las amigas”. Lo devoro emocionada, sintiéndome cada vez más cerca de la autora. Majo menciona un documental que está en youtube: “Beatriz Portinari”. Por la noche, lo veo.
Aurora habla de Rebeca y Ariadna, madre e hija, dos arañitas que vivían en el quicio de su ventana y con las que conversaba. A la hija le gustaba leer. Un
día Aurora le muestra un poema de Panchito López Merino, “La araña”. Más tarde, la encuentra aplastada entre sus páginas. Abre el libro frente a cámara y muestra su cadáver. Al perder a Ariadna (Rebeca ya había muerto), recibe el pésame. Dice que es lógico, porque era su familia. “Cada cual tiene los parientes que puede”, remata. La anécdota, me maravilla. La comparto en redes sociales. De pronto, noto que algo se mueve sobre el piso. Pienso que es una cucaracha y prendo la luz. Me baja la presión. Una araña de tamaño indescriptible se posa junto al ejemplar de “Las amigas”. Baste decir, que el fenómeno impar, murió. Aurora creía en los fantasmas, yo también. Su trampa, intuyo, es un guiño, una chanza, una aprobación. Voy a escribir sobre usted que teje la tela como se teje un mapa, como se traza una ciudad maldita. Señora misteriosa, con su permiso...
Aurora Venturini nació en la ciudad de La Plata el 20 de Diciembre de 1922. En esta ciudad comenzó su actividad como poeta y escritora. Junto con otrxs escritorxs de la ciudad formó el sello “Ediciones del Bosque”. Fue docente, traductora, escritora. En el devenir de su vida trabajó y entabló amistad con Eva Perón. Exiliada en París estudió psicología y conoció al grupo de intelectuales de esta ciudad. Estuvo casada con el historiador Fermín Chávez. Su amplia obra incluye novelas como “Las primas”, ganadora del premio de Nueva Novela Pagina/12 en 2007, “Nosotros, los Caserta”, “Las amigas”, entre otras.
“Yo de pensar en la barriga me muero de horror. (...) la panza gorda, con algo adentro, siempre me espantó. Seré anormal, pero imaginate la pobre mujer haciendo fuerza, qué espanto.”1
“… tenía unos ochocientos novios. No era ninguna santa. Me parecía una estupidez la virginidad, yo era como las chicas de ahora.”2
“Si una mujer es un intelectual, el hombre tiene un erizamiento, por no poder ser como ella. Si no sabe cocinar, peor.”3
Vayamos a la década del ‘40. La Plata. Una joven de 19 años abandona la casa familiar. En su departamento de soltera, escribe poesía. Publica “Versos del recuerdo” (1942), “Corazón de árbol” (1943), “Adiós desde la muerte” (1948), “El anticuario” (1948). Trabaja y se gradúa como profesora en Filosofía y Ciencias de la Educación en la UNLP. Mantiene durante algún tiempo un romance con un profesor que fue, según ella, el amor de su vida; un fracaso, porque el hombre es casado. El escándalo es grande. Aurora quiere ser libre. Publica en varios diarios y revistas, se codea con el núcleo de intelectuales platenses, con quienes integra Ediciones del Bosque, de la que participan Raúl Amaral, Vicente Barbieri, María Elena Walsh, Julio Molina, Alberto y Horacio Ponce de León y Roberto Themis Speroni, entre otros. En el ‘48 recibe de manos de Borges, el premio Iniciación de la SADE, por su poemario “El solitario” (1951).
“Tengo para mí que es antihigiénico ayuntarse en pareja ocho horas.”4
1 “Quién le tema a Aurora Venturini”, entrevista realizada por Leila Guerriero, en 2012 En: gatopardo.com
2 Entrevista realizada por Liliana Viola, para Página 12, publicada el 0912-2007. En: pagina12.com.ar
3 Íbídem
4 Venturini, Aurora. “Laura Láinez”. En: “El marido de mi madrastra”. Mondadori. Buenos Aires, 2012.
Por los mismos años, trabaja como asesora en el Instituto de Psicología y Reeducación del Menor, donde conoce a Eva Perón, una que era, según palabras de Aurora, más salvaje que ella. De familia radical, se hace peronista. Comienza a trabajar en la Fundación, y las dos mujeres se hacen amigas. En su lecho de muerte, Evita le pide que le cuente chistes verdes.
Tras la Libertadora, Aurora es encarcelada y torturada durante cuatro días. Al salir, pide prestado unos pesos, consigue un pasaje y se exilia en París. Estudia Psicología en la Sorbona. Publica cinco nuevos poemarios. Va y viene de Francia a Argentina hasta el ‘75. A la poesía, se suman sus libros de narrativa y sus traducciones. Los paga de su bolsillo porque, según confiesa más tarde, le molesta que le digan que no. Conoce a JeanPaul Sartre y a Simone de Beauvoir, convive con Violette Leduc y trabaja con Ionesco en el teatro. Traduce las obras de Isidore Ducasse, conde de Lautreamont, Rimbaud y Villon, todos “malditos”.
En algún momento se casa con un juez, su primer marido. La escasa mención a sus matrimonios, dos en total, hacen del acontecimiento un accidente. Aurora cuenta que cada vez que la cosa se complica, ella se las toma. Ni gesta críos, ni los adopta. La maternidad, aparentemente, no es una opción. Nada más lejos del destino al que la sociedad condenaba a una mujer. No, Aurora no era “normal”.
La popularidad y un mayor reconocimiento le llegan con “Las primas”, cuando con 85 años recibe el premio a la nueva novela de Página 12. Aurora ya tiene publicados unos 45 títulos. La broma es supina.
La “nueva novela” es de la época de Marcelo Torcuato de Alvear. Semejante tardanza sólo puede obedecer a la miopía y al narcisismo de lo que con más o menos distancias, continúa siendo una élite literaria porteña para la cual si el mundo no es plano, lo es Buenos Aires. Pasando la general Paz, el vacío (o la barbarie, para usar una fórmula acorde).
“Yo no soy muy común, soy una entidad rara que sólo quiere escribir”.5
¿Qué se hace cuando se nace diferente? Para Aurora, la diferencia representa un destino, una fatalidad, por descuido o por pecado. La diferencia no como bandera, no como consagración, lejos de la idealización romántica, sino como dato, como constatación de lo real. En distintas entrevistas, Aurora se autodefine como “minusválida manual”, salvaje, maldita, loca, monstruo, alucinada, muy sensible, inútil, superdotada, isleña, solitaria, erizo. En la larga conversación que sostiene con María José Seoane y José Tcherkaski, dice frases como
“la muerte se olvidó de mí”, “dios me saltea”, “A mí el Altísimo no me tiene en cuenta. Me hizo por descuido, por eso no me quiere terminar de aceptar”. No hay en estas frases un gesto de suficiencia, ni una muestra de jactancia. En la misma conversación, recuerda la pregunta que le hiciera un niño con síndrome de down: “¿qué hay adentro del espejo?” No supo qué responder, no lo sabe todavía. Aurora entiende que el de la identidad es un asunto complejo. Cuando habla de sus matrimonios, repite que fueron dos desastres. Dice: “Cómo vas a tratar con una persona como yo. Nadie puede”6.
5 Seoane, María José; Tcherkaski, José. “Aurora Venturini, la maldita. Una larga conversación”. Lugar Editorial. Buenos Aires, 2016.
6 “Quién le tema a Aurora Venturini”, entrevista realizada por Leila Guerriero, en 2012 En: gatopardo.com
Como el Dante, Aurora estuvo en el Infierno. “Yo estuve muerta”7, así lo asegura y va a narrarlo en su novela “Los Rieles”. Tras haber tenido un accidente doméstico en 2011 que la llevó a una larga internación, desciende al averno y, mientras es quemada en una parrilla, ve al Diablo en persona. Poseedora de una profunda fe católica, amiga del padre Mancuso, exorcista de la Arquidiócesis de La Plata, Aurora sabe que “todas las
pruebas de Dios son amargas”8. Cuando en “Las Vélez”9, Marichú levanta vuelo sobre una escoba, en la habitación de los altares, santidad y brujería se confunden. Al referirse a Santa Teresa, el texto reza: “que el poder le venía de Dios, pero que podía venirle del Diablo”. Se sabe, los santos son hostigados por el mal (y a veces tentados). Aurora cree en los fantasmas, dice haberlos visto, hablado con ellos; una vez, uno la empujó. Como fatalidad, la anomalía es también entonces una maldición. En muchos
8 “Quién le tema a Aurora Venturini”, entrevista realizada por Leila Guerriero, en 2012 En: gatopardo.com
7 Entrevista realizada por José María Pallaoro, en 2012. En: poesialaplata.blogspot.com
9 Venturini, Aurora. “El marido de mi madrastra”. Tusquets. Buenos Aires, 2021.
de sus libros, esta maldición se hace cuerpo, se presenta en su forma evidente, como visión. Toda una comparsa de contrahechos, deficientes, locxs, enanxs, protagonizan estos relatos. La anomalía, lo monstruoso, lo singular, se representa sin ribetes. Aurora nos dice, estoicamente: se nace diferente, “y bueno”. Si el mundo es duro, hay que endurecerse. En sus frases cortantes, definitivas, en sus apreciaciones maledicentes pero sin regodeo, la sobriedad es frugalidad. A una existencia diferente, una representación otra del mundo: el detalle burdo se mezcla en una misma frase con la confirmación de un valor: “Qué buen tipo Jean Paul. Era bizco, pero interesante.”10
¿Y qué rol juega en todo esto la literatura? El principal, porque si hay pecado, hay redención. Como la Yuna Riglos de “Las Primas” que rebasa su dislalia y el cerco de una familia que “no es normal”, gracias a la pintura y luego la escritura, Aurora, a partir de sus cuatro años, da con la puerta de salida del Infierno y se fusiona con Beatrice, esa otra que elegirá como pseudónimo al presentarse en 2007 al concurso de Página 12. Pero el pasaje que propone la literatura, el arte, no es hacia la normalidad. De Yuna, nos dice: “cuando empieza en Bellas Artes se anima a escribir y anda todo el tiempo con el diccionario, casi, casi diría se nivela con un normal. Pero ella no quiere ser normal porque ve toda la miseria de la gente normal”11.
Como recurso, la escritura es también un poder. Mientras Marichú vuela, Aurora escribe. Como Sor Juana, se excusa diciendo no saber hacer otra cosa. La escritura, la literatura, la cruza del otro lado. La diferente ya no es una desvalida. Construye un mundo posible, lo enseña, haciendo de la mirada singular un nuevo modo de habitar. La literatura es la red, la malla que la sostiene. No se sabe en verdad, quién tentó a quién, pero intuyo que antes de que Aurora tramase, la literatura tramaba para ella. El esquema se repite, en eco, como hacen los fantasmas, más huella que consciencia. Como buena discípula, Aurora aprendió. Acá me tiene, una entre cientos de lectoras cautivas, a pura hilada. Acá nos tiene, invocándola, una y otra vez. Que su nombre, señora, ilumine.
10 “Quién le tema a Aurora Venturini”, entrevista realizada por Leila Guerriero, en 2012 En: gatopardo.com
11 Entrevista realizada por Silvina Friera, para Página 12, publicada el 01-01-2008. En: pagina12.com.ar
Tamara Rutinelli. Nacida en Punta Alta. Desde el 2001 vive en La Plata. Estudió Letras en la UNLP, realizó talleres de artes plásticas, fotografía, música y actuación. Se desempeñó como docente en FBA, correctora en medios locales, editora y tallerista. Actualmente trabaja como bibliotecaria en la FaHCE.
Foto P.P.
Está empezando el otoño y por mi ventana puedo ver cómo caen las hojas. Todo está muy calmo, es como si el mundo se detuviera. Daiana M.
Nuestra escuela está ubicada en la esquina de las calles 18 y 71 del Barrio Meridiano V, y aunque la zona es bien conocida por cierto aire pintoresco y su movida cultural, el 90 % de nuestres alumnes pertenecen al barrio Altos de San Lorenzo.
Me gusta la noche porque entre tanta oscuridad la luz ilumina mejor.
Me gusta el silencio nocturno porque todos los sonidos se escuchan mejor. Me gusta bañarme a la noche sentir mi pelo mojado mirar por la ventana ver las estrellas jugar a adivinar qué auto pasará primero. Me gusta sentir mi cama como un capullo y ser la dueña única de mis sueños. Oriana J.
El barrio comienza después de cruzar la avenida 72 que marca los límites de la ciudad establecida. Un barrio como cualquier otro de la periferia platense. Para muches venir hasta la escuela es cruzar esa frontera que separa una cosa de la otra, salir del barrio, ir un poquito más allá, estar con otres. Nuestres alumnes tienen entre 17 y 19 años y cursan su último año de la secundaria, están transitando ese pasaje entre su adolescencia y la preparación para el mundo adulto, esa etapa de decisiones y sueños, de perspectivas o no. Una cama pegada a la pared, una ventana con la persiana rota que no me deja ver, sólo un pequeño espacio permite la luz, luz de luna, ilumina mi habitación oscura. Rodrigo Ca.
Durante el aislamiento muches trabajadores debimos seguir haciendo nuestras actividades: trabajadores de la salud, chóferes de micros, empleades de los supermercados, viajantes y camioneres, miles de compañeres en las barriadas con sus ollas populares, entre otres. A nosotras nos tocó seguir en la escuela, en el aula.
Momentos añorados
Observo por una delgada línea una gran columna blanca y una puerta negra, en una mínima parte hay luz en la otra abunda la oscuridad colmada de preocupaciones de miedo de tristeza de amor de sueños sin cumplir de preguntas sin responder.
El viento frío trae la nostalgia de aquellos que extrañamos de aquellas cosas que solíamos hacer de pelis en el cine de los mates en la plaza de la juntada con los amigos
de los besos apasionados de salir sin miedo. María S.
Una escuela y un aula que tuvimos que recrear a través de las pantallas de compus, celulares, grupos de wasap, cadenas de mails. Compartimos y sostuvimos la idea de que lo importante era generar o construir un espacio de encuentro, de diálogo, poder escuchar o ver a nuestres alumnes en este momento donde no era posible habitar la escuela, saber cómo estaban, qué les pasaba, y poder acercar alguna forma de conocimiento, poder dar una mínima disputa de sentido a este momento de incertezas, exposiciones, falsas utopías, desigualdades acentuadas y pronósticos desencantados.
Quiero ver la luna, verla brillar como siempre, siento que nos parecemos. Aparece y me sorprende en mi cara se forma una sonrisa, en mis ojos hay un brillo. Bárbara G.
Observo escucho despierto atesoro todo lo que se esconde en la oscuridad. Nely C.
Teníamos la necesidad de generar un espacio en el que les estudiantes pudieran expresarse y elegir su propia palabra para hacerlo. Recurrimos a la poesía, no como receta mágica ni estado desentendido, sino como un espacio para la escritura y el pensamiento, de construcción de algo propio, lugar de búsqueda.
Mi pelo se mueve de lado a lado diciéndome que hay viento, las rejas de mi ventana se acobijan mis labios se van secando, las pupilas se abren para intentar ver más allá, quiero saber los detalles de todo.
Bárbara G.El silencio hace ruido Ventanas que van quedando oscuras trato de imaginar qué película mira mi vecino si el del otro departamento se está bañando si alguno toma un té si alguien espera un llamado si alguien no puede dormirse como yo. Un gato camina por la terraza no hay nadie en la calle parece un desierto asfaltado con luces cuento quince ventanas despiertas más la mía Tengo frío no hay internet ya no sé la cantidad de mate que tomé. De noche me gusta imaginar
la vida de los otros y soñar despierta con mi futuro.
Julieta J.
Recrear el aula de manera virtual, generar condiciones para enseñar y dar clases, emprender actividades de seguimiento por estudiante teniendo en cuenta, de cada une, las condiciones e inquietudes que les atraviesan, nos llevó a escribir. Nos sentimos afortunadas de que nuestres estudiantes nos dejen entrar a ver lo que sienten y piensan, que nos compartan esa chispa que tienen y nos contagia, porque quizás nuestra tarea tenga que ver con cuidar esa vitalidad que nos mantiene encendidas, en esta ida y vuelta que vamos armando juntes, porque conmueve e inquieta la riqueza de todo lo que nos devuelven, aunque no siempre tengamos una respuesta para darles. Porque para nosotras, les pibes son sujetxs de derechos, pero también son sujetxs de deseos.
Todas las poesías que acompañan este texto pertenecen a nuestres alumnes que cursaban 6to año en la Secundaria 44 en el año 2020.
Para leer el artículo completo acceder al link de El Toldo de Astier revista de la FAHCE -UNLP año 12, núm. 22. http://www.eltoldodeastier.fahce.unlp.edu.ar/numeros/numero22/pdf/LLDBaroniTrumper.pdf
Link al vivo de Instagram para escuchar las lecturas de en voz de los mismos alumnos y alumnas: https://www.instagram.com/p/
Constanza Trumper. Nació el 31 de Julio de 1987 en Moisés Ville (Provincia de Santa Fe). Es graduada del Profesorado en Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de Rosario. Desde el año 2011 vive en la ciudad de La Plata donde comenzó a ejercer como trabajadora de la educación. Es docente en instituciones públicas de nivel secundario y terciario. También participa de proyectos de militancia y educación popular en el oeste platense.
Cristina Baroni. Nació en el año 1981 en la localidad de Darregueira. Hace más de 15 años que vive en La Plata. Es Profesora en Lengua y Literatura y se desempeña en el nivel secundario y público. Dicta talleres de poesía en contextos diversos. Forma parte del taller “El paisaje nos devora” de La Grieta, integra el colectivo poético “Papermusa”, y el club de lectura “Los lectores salvajes” junto a Matías Esteban. Ha publicado: “Algarabía” (Ed.Pixel, 2017); Poesía (antología, Ed. La Comuna, 2019); y “Verdes como el fuego, rojas como el pecado” libro de cartas a poetas (Ed. Bosque y Ed. La Caracola, 2021).
Para emparentarnos con la revista Puf! que un amigo y una amiga editan en la ciudad de México, nos pareció oportuno ponerle también a nuestra publicación una onomatopeya como nombre. Separamos unas quince de las más conocidas y las pusimos a consideración del grupo promotor. Hicimos eso porque dada la libertad para crear onomatopeyas, la lista no termina nunca de cerrar. Por mayoría salió elegida ZigZag. Una onomatopeya, según dicen, es una imitación lingüística oral de un sonido natural. ZigZag tiene la característica de que no sólo remite a un sonido, se trata de una onomatopeya visual y eso la hace doblemente interesante.
En un viaje a México, hurgando en el corredor de libros Balderas, conocimos Martín Cinzano (Guayaquil 1977), uno de los promotores de la revista cartonera Puf!, que coedita junto con la escritora Draupadi de Mora (Ciudad de México 1984). El encuentro con Martín Cinzano fue corto de tiempo, no sabemos mucho de su vida. A Draupadi de Mora no la vimos personalmente nunca, ahora nos conocemos un poquito gracias a internet. No sabemos por qué, pero intuimos que en estas coincidencias existe un fuerte vínculo de confianza.
Gonzalo Leonidas Chaves. Cinco hijos y cinco nietos. Vive y trabaja en La Plata. Se inicio escribiendo relatos de la historia. Desde hace algunos años incursionó en la ficción. Trabajó sobre relatos y cuentos. Publicó algunos en la revista “La Pulseada” de la Obra del Padre Cajade. “Parando en todas”, “El Cazador de Amaneceres”, “Extramuros” y “Sus Hijos la llamaban China”. Con Gatos Negros ediciones en 1916 publicó su primer poemario “Monedas en el Bolsillo”. También los poemas desplegables “El Angel Anarquista” 2018, “Pájaro de la madrugada” 2019 y “Versos del Exilio” (2020).
Desayuno frente al mar en Santa Teresita. La playa, sólo habitada por aves madrugadoras, se mantiene calma. Mañana se inicia un nuevo año en el hemisferio Sur. Sin embargo, en estos días que estoy disfrutando en la costa, caminé por las calles del poblado sin advertir ninguna señal de fiesta, ni para recibir, ni para despedir el año. El pensamiento único y el eurocentrismo nos desvincularon de este momento vital. El inicio de un nuevo ciclo de vida en nuestro planeta, no es una construcción cultural. No es el ser humano el que fija el momento de la procreación de la vida y el tiempo, esa tarea le corresponde a la naturaleza. Cuando la noche más larga del año da paso al nuevo día, se inicia un nuevo ciclo. Es el momento donde se aparean los animales y se prepara la tierra para sembrar. En el hemisferio Sur se produce el 21 de junio; en el Norte el 31 de diciembre. Los pueblos originarios de Sudamérica, quechuas, aimaras, guaraníes y mapuches, entre otros, reciben ese día con alegres fiestas. Es muy posible que en alguna casa de las afueras, familias descendientes de las culturas precolombinas, se reúnan para preparar chicha morada, asar piñones de araucaria o cocinar locro, sopa de maní o ulluco con charqui. Juntos esperando el nuevo día.
Roxana D’Auro coordina un taller literario de lectura y escritura para adultos hace siete años, es conductora y productora hace cuatro años de un programa de radio sobre literatura infantil y juvenil y no se acuerda hace cuánto que escribe.
Es duro el asfalto y raspa en la espalda. No puedo moverme. Lo único que me queda es mirar el cielo, atravesado de cables. ¿Hace cuánto que estoy tirado acá? Duele. ¿Por qué no hay nadie, justo hoy, en el barrio? ¿Qué hubiera pasado si en vez de haber nacido en El Mondongo, hubiera nacido en City Bell? ¿Y si en vez de patear una pelota hecha con una media, entrenara en algunos de esos clubes chetos de por allá? Seguro que ya estaría canchero con las fracturas, me habría fracturado antes, un par de veces, brazos, piernas o la mandíbula, porque a pesar de ser re grosos, esos se rompen igual. ¿Cómo me llamarían? Seguro que no tendría un sobrenombre tan bueno como el que tengo, “el pájaro” me dicen en la canchita, ¿será por las patas flacas o por esa palomita que nos hizo salir campeones la única vez que los curas nos llevaron a jugar contra unos de Quilmes? ¿Por qué no están justo hoy los pibes en la
esquina? ¿Qué hubiera pasado si perdíamos? Seguro que la Jésica no me daba ni bola, porque ya estaba que se partía, aunque era chica todavía, y me empezó a mirar con unas ganas cuando entre todos me pasearon en andas Y dale dale pajaró cantaban, así con acento en la o. Capaz que todavía sería virgo si no fuera por ese gol, o por los curas, y tampoco nos hubiéramos metido en semejante bardo cuando ella quedó con el bombo, es que estábamos meta y ponga todo el día, en cada rincón, dos perros abotonados parecíamos y quedó nomás, capaz que si en vez de garchar a lo loco hubiésemos seguido siendo amigos, la
Jésica todavía estaba en el barrio, porque después de que pasó eso, que se lo pudo sacar y después de la paliza que nos ligamos los dos, porque yo también ligué, aunque no me dolió tanto como me duele ahora, que hasta el pelo me duele, y la espalda quema. Después de eso, la madre de la Jesi se la llevó, lejos de “este barrio de mierda donde si me descuido te preñan de nuevo” le dijo, ella, que tenía seis pibes, y sin marido. Me dio una pena que se la llevara, nunca supe adónde, yo la quería un montón, hecho pelota estaba, y dejé la escuela, ahora que lo pienso si no hubiera dejado la escuela capaz que tendría un trabajo o un auto, no, un auto es mucho, capaz una motito para dar vueltas por ahí y buscarla tan linda con esos ojazos, en cualquier lugar donde preguntara la tendrían que conocer, pero si tuviera una motito, seguro que ya me la habrían afanado para venderla por dos mangos con tal de meter nariz, por eso
me quedé con la bici, “la poderosa” le puse. Mi hermano me contó que así se llamaba la moto del Che, y a mí ese chabón me re cabe. Si la bici no se hubiera hecho mierda cuando volé por el aire, me iría como el Che ése, de gira, aunque no iría a Bolivia, si acá la mitad del barrio son bolivianos, ya es un poco como estar allá, ¿dónde están todos hoy? Ni gritar puedo. Pienso en la Jesi, para que no duela, pero es peor, en el pecho duele ella. Al sur me iría, a la Patagonia, a conocer la nieve, y un muñeco de nieve haría, o angelitos con los pies y los brazos, como vi en una película, pero si me acostara arriba de la nieve, así como estoy ahora en el medio de la calle con la remera que tengo nomás, me cagaría de frío, como ahora, y me enfermaría seguro y después ya sé cómo es, no tenés un mango para remedios y te terminás muriendo, siempre te terminás muriendo pero qué lindo morirse en la nieve, ¿no? Si pudiera elegir, elegiría morirme en la
Foto P.P.nieve, porque el cuerpo no se me va a hinchar como un globo igual que los perros al costado del camino y, además, porque me enterrarían en un bosque y, aunque esté muerto, creo que me gustaría ver el cielo celeste sin las rayas de los cables y la copa de los pinos. ¿Por qué no hay pinos en El Mondongo?
Fer Nuri. Escritor, editor y diseñador gráfico. Editó cinco títulos de poesía y participó en cuatro antologías de la ciudad de La Plata. Miembro fundador de FLIA La Plata trabajando en ella hasta el año 2013, coordinó tres ciclos de lectura y es miembro de la comisión organizadora del Circo Poético (UNLP). Desde sus inicios con el Enjambre de Jengibres buscó una Poesía Aumentada, concepto que actualmente es el centro de su desarrollo poético en obras de videopoesía y poesía performance. Estos son sus primeros pasos en la escritura narrativa.
Aunque ya estuviera cayendo, el sol encandiló los ojos de Clara. Quizás fuera una predisposición natural sentir los ocasos de esa forma, porque también así, aunque ya estuviera cayendo, el amor de María no encandilaba su corazón.
Los pasos de Celeste iban un poco nerviosos, temían, silenciosos, por no saber adónde llegarían. El paisaje de su barrio le recordaba constantemente a Luis. Ahí estaba la verdulería donde compraban siempre, más allá la carnicería donde no compraban nunca, a mitad de cuadra la casa llena de madreselvas “para armar nuestro nidito”, en la esquina la parada donde siempre esperaban el colectivo.
Paula esperó el micro acordándose del primer beso. Los primeros meses fueron tan felices que no le cabía en el cuerpo, en la casa, en la ciudad, no había dónde entrara tanto amor. Si visitaban la casa de algún amigo había que andar
apretando el amor, achicándolo un poquito para que se hiciera lugar entre los muebles. Y entre los otros amores, porque estando enamorada, Carla siente que todos alrededor aman con desmesura.
Vivir, comer, dormir eran para Camila el mismo verbo cuya conjugación más bella era la primera persona del plural. Andar desnudos, abrigarse en el abrazo; también se decían de la misma forma para Lucas. Después eso se detuvo, llegó el desencanto. Las discusiones fuertes, las primeras heridas.
Jimena tenía en el celular, todavía, la primera foto que se habían sacado
juntos. En ella, Facundo cerraba los ojos en un beso sobre la mitad izquierda de la boca de Camila que miraba a la cámara orgullosa de su amor.
María no pudo seguir mirando el paisaje por la ventanilla, se sentía devorada por él. Pero mirar a los pasajeros también le traía recuerdos. ¿Toda mi vida se reduce a esto? Qué dramatismo –se dijoNi que fuera la primera vez…
El micro llegó a destino y Rocío tuvo que bajarse de él. Martín estaba entrando al bar cuando ella llegó a la puerta.
-Hola -los ojos de Luciano mostraron sorpresa por la casualidad de entrar al mismo tiempo. Justo ahora coordinamos, pensó. -H-hola -dijo Daiana. -¿Pasás? *** -Un café doble –pidió Federico. -Un Margarita –pidió Martina. La cara de José mostró sorpresa y enojo.
-¿No te parece temprano para empezar con eso?
-No, no me parece. -Qué ganas de llamar la atención. -Es para enfrentar este momento. Ya que no se puede fumar… -… -No seas resentido.
-Ja, ¿resentido? –Damián dio un golpe en la mesa. -Resentido tu hermano, que bardea a la primera de cambio. -Pablo no tiene nada que ver. -¡Ah, no! ¿Y lo que nos hizo con el coche? ¡Qué se lo meta en el! -Carlos no tiene nada que ver, esto es entre vos y yo. No busqués a quién echarle la culpa.
-Ahora te hacés la superada. Hubieras estado así de tranquila el otro día.
-¿¡Ah, sí!? ¿¡Preferís que esté enojada?! Me estaba guardando todo lo que tengo para decirte, pero.
-¡Pendeja de!
-¿Por qué no te?
-¡Lo hubieras pensado mejor! -¡Y todo el tiempo estás!
-¡Ni siquiera sos capaz de!
-¡Nunca escuchas lo que!
-¡Siempre te encaprichas con las! -¡Dejame que te!
-¡No quiero!
-¡Con vos es siempre lo mismo! -¿¡Para qué viniste!?
-¡Siempre lo mismo con vos! –Malena cruzó el café en tres pasos rápidos. Giró el picaporte con fuerza y dio un gran portazo.
-La puta que la parió –en los ojos de Juan se empezaba a juntar la humedad. Desde la bacha, el mesero observó la escena con tranquilidad y con una mueca de media sonrisa movió su cabeza de un lado al otro en señal de resignación.
“(…) Los testigos, en su mayoría, ya no hablan de demonios o ángeles. Ahora los protagonistas son unos entes – igual de extraños y distintos a nosotros, eso sí – que aparentan ser extraterrestres. (…) ¿Nos encontramos ante fenómenos reales, físicos, tangibles e incontestables o, por el contrario, estamos siendo testigos privilegiados del surgimiento de una nueva creencia, de un nuevo folclore tecnológico, acorde a los tiempos que vivimos?” (en Humanoides).
“La imaginería extraterrestre y ovni en la mitología de la era tecnológica”.
Esta no es una historia de grandes hazañas y heroísmos conformistas. No hay enemigos obvios, obstáculos invencibles, destinos indescifrables ni finales felices. No soy una heroína, ni siquiera soy una rebelde. Soy simplemente una traidora deliberada y sin remordimientos. Sin embargo, nunca traicioné mis convicciones. No me debo nada a mí misma. Lo demás es irrelevante.
cercanos al sueño. Pero ¡ojo! No se equivoque. Aunque usted seguramente en este mismo momento está deseando que así sea, no lo es. Porque este relato es auténtico y no hay nada en él que no sea verdad.
No está soñando. No está loco. No está muerto.
Claudia Pascual Parada. Docente y escritora. Reside en La Plata desde hace 20 años. Ha incursionado en radio. Tiene publicados los libros de relatos “Un día en la vida” (Morosophos). “Materia narrable”, “Animalario” (Editorial Malisia), y el libro de poemas “No todas las hamacas son paraguayas” (Ediciones Gatos Negros)
Esta tampoco es una historia de amor, aunque quizás sí lo sea. Pero no esperen encontrar en ella algo parecido al amor. Hay un aura extraña en esta historia, una sensación de irrealidad o martirio muy
Si a esta altura usted está confundido y tiene dudas sobre los acontecimientos ocurridos en los últimos meses y su desenlace, busque el teléfono celular más accesible y trate de hacer contacto con algún ser mínimamente querido. Si usted es incapaz de marcar el número, no se asuste: está dormido. En caso de que escuche una voz del
otro lado de la línea, es porque usted no está soñando. O acérquese al espejo más cercano de su entorno y busque su reflejo en él. Si no logra visualizar nada, no entre en pánico. Caso contrario, usted no está soñando: es un sobreviviente y no tendrá otra opción que creerme. Creer en estas palabras con las que usted por casualidad o despiste se ha encontrado, porque usted ya no debería existir. Debe agradecérselo a un imperdonable poco profesional error de cálculo.
Yo soy una humana como usted y posiblemente seamos los únicos humanos en todo el cosmos. A mí no me preocupa. A usted seguramente sí, aunque no debiera ser así porque yo tendría que ser el único ser humano en este universo.
Existe la posibilidad de que usted no sea un humano sino una especie antropomórfica distinta de inteligencia desarrollada. Incluso un animal. En ese caso podrá perpetuar en el tiempo la historia de cómo lograron desaparecer a la humanidad.
Esta es la historia de la extinción de la raza humana y de su planeta. Pero no una historia sobre su salvación, sino sobre su destrucción a manos de un humano. Ahí es donde entro yo.
Firma: Lien Alien
Respiro esta atmósfera impura que no me deja tranquila. Me altera. Me altera el sueño, la energía, el humor, el cuerpo… Ni siquiera me deja respirar sin estar preguntándome si no sería mejor no respirar. El aire no me da confianza. Este aire…
Anotación: googlear si existe algún tipo de pastilla o pasta tipo dental accesibles a la población, de esas que antes usaban los astronautas para alimentarse en el espacio sin recurrir a los viejos trucos civilizatorios de la comida gourmet.
No duermo. Como poco y cuando lo hago, tengo la sensación de haber tragado un zapato viejo. Roto. Roñoso. Vida desteñida de cotidianeidad absurda teñida de rimbombante mediocridad pusilánime humanidad de pequeñitos humanos tragándose el mundo.
Garganta seca. Dolor de cabeza. Duermo y nunca descanso, y siempre tengo sueño, y siempre… tengo miedo. De ser esto. De esto, de todo lo que nos rodea. ¿Siempre habrá sido así? ¿Cómo es posible que haya podido sobrevivir a esta aventura humanoide? ¿Cómo es posible que los dioses, diosas, el cosmos o lo que fuera nos hayan permitido subsistir tantos milenios? Son increíbles las cosas insólitas y terribles que las deidades pueden llegar a crear estando en trance cósmico. Por el momento esta es la única explicación no pretensiosa que he encontrado.
Anotación 2: astro =estrella nauta = navegante. Astronauta: persona que navega o surca las estrellas. Interesante forma de matar el tiempo…
Continuará….
Gonzalo Chaves Viernes 11 hs. en el Ignacio Zuloaga de Madrid. Estoy cursando el 5º grado en esta escuela española que es un poco la foto del inicio de la etapa post franquista. Adentro de esta institución predomina un falangismo inculto y patógeno. En mi caso, mi profesor es Don Tomás, un hombre que anda por los 70 años. Desde que nos conocimos lo nuestro fue un interesante y malogrado diálogo de sordos, extendido como un fruto por otras ramas del árbol a un diálogo sin ojos, sin alma y sin gestos reales. Me pregunta cuántos de los siete sacramentos he realizado. Ingenuamente le respondo que todos y el irascible hombre de Palencia se agarra la cabeza.
En el banco inmediatamente enfrente mío tengo a mis dos mejores amigos el “Gitano” y Alberto Camblor. Este último me invita siempre a su casa y me hago también muy amigo de sus hermanos mayores, Santiago y el Cani. Con Alberto salimos hablando de la escuela de diferencias entre socialismo y comunismo,
obviamente balbuceamos, somos como loritos. Enhebramos ideas, pero cada uno está seguro en su posición. Impertérritos. Sin darnos cuenta, en eso también copiamos a los adultos. Con Santiago el tema es la biología, los animales, la recolección de hojas. Es como un niño científico -sensu propioserio, respetuoso y escuchador, para nada agrandado, a pesar de tener tan desarrollado para su corta edad una especie de vocación intrínseca.
Con Cani, que me lleva la enormidad de tres años y medio, nuestra unión es el fútbol. El fútbol y caminar y caminar por Madrid: Tetuán, la Dehesa de la Villa, Cuatro Caminos, siempre hablando de cosas aparentemente, más bien casuales o anodinas. Con el tiempo me doy cuenta de que este Cani es un maestro de la amistad. El menos intelectual, pero también el más sensible de toda la familia. Es el invisibilizado que nunca falta entre los otros
dos que aunque menores en edad, destacan por sus muy apreciables virtudes. Pero este Cani es la junción perfecta entre la bondad y el desinterés absoluto por extender su imagen, es el verdadero león de Judá de esta pletórica familia.
Estamos a fin de año escolar. Don Tomás entrega las calificaciones, me da el boletín en la mano, pero no me dice nada. La cara es de disgusto. Lo pongo en la mochila sin mirarlo. Salgo del aula, voy hacia el pasillo y veo el curso de mi hermana, un tercer grado. Está solo en la puerta de la clase un compañerito de Mariana de tan sólo 9 años, que tiene la característica de ser vasco y entrar siempre de espaldas al aula, ya que adentro de la misma, sobre la pared, está la foto del rey. Es como un indomable. No lograron nunca, ni siquiera bajo amenazas, que no gire y que no se ponga de espaldas al entrar al aula. Salgo de la escuela y ahí saco el boletín y lo miro. Estoy reprobado en religión, matemáticas, ciencias naturales y lengua, y por si fuera poco, reprobé el año. Tengo que hacer 5º de nuevo. Las tres cuadras que faltan para llegar a casa se hacen largas. La calle Numancia, que siempre me pareció la más hermosa de toda la zona de Tetuán y a la cuál vi bajo todos los guiños y rostros solares
posibles, incluso cubierta de nieve, perdió su encanto y está replegada sobre sí misma, como esos gatos que adivinan de lejos el advenimiento imperceptible de nuestra tristeza. Diviso la calle Guadalix y en el número 5, entro. Mi viejo está en la mesa del living.
¡Tomá¡ -le digo, le tiro el boletín como si fuera un avión que aterriza y despega. Otra vez y mi viejo lo agarra con una sola mano. Lo mira y me responde: Gon...el boletín lo hacemos nosotros.
Es un golpe maestro el que ha dado mi viejo, una verdadera respuesta contrafáctica. Siento como si por efecto de una magia blanca me hubiesen sacado una lápida de la espalda. El contra embrujo está hecho, pero el tiempo me ha dado a entender que no se ha de tomar a la ligera, como no se deben tomar a la ligera las pociones mágicas. Porque como espaldarazo paternal es frontal y absoluto, pero también bordea la omnipotencia, así que no deja de ser de cierto cuidado. Como todos los elíxisires, funcionan mejor en dosis bajas.
Mariana Paccotti es actriz y escritora. Poemas de su autoría forman parte de los libros Ontología poética (Gata Peluda 2017) y Camalote: poesía afluente (Caravana de editoriales 2019). Acaba de publicar su primer libro de narrativa: Casandra (Gata Peluda 2021).
El joven lama aureolado tiñe con su luz la estepa. Líneas de trigo rojo, muestran el camino. A lo lejos un espantapájaros, apenas erguido, antes desafiante. El sol ha oxidado los molinos, debajo agua clara en los estanques. Perfecta luz del horizonte en el preciso instante en que la noche comienza a ganarle al día. Campos cubiertos de luz. Neón. El instante del idilio. Ya vienen bajando las voces, cantan las aves. La luz avanza y con ella un zorro, un búho y un gato. Hoy aquí, en la Pampa Húmeda, mañana quizá en Siberia. Liturgia pampeana sin condiciones acompañando al viento,
vuelan los matorrales. Observa el búho las señales y levanta la voz al cielo: “¿Quién te ha traído joven lama?”. Arremete el zorro: “¿Por qué chapotear en el estiércol?” Toma el gato la palabra: “Muta niño que ya es hora, el trigo aún no se ha abierto.”
Ellos eligen las cosechas, ellos cuidan el encuentro. El campo que hoy los cobija, estuvo antes desierto. Así viajan y coinciden, así recorren el tiempo. El círculo formaba la aureola, el gato se alejaba, observaba a lo lejos al espantapájaros, aureolado desafiando la noche en la estepa.
Una vida mortal eterna. Sí, eso dije, la persona llevaría una vida eterna pero eventualmente moriría. Para que esto sea posible, es claro, lo que debe estar situado en el infinito es el nacimiento. O tal vez, dicho de otro modo, la persona no ha nacido, sino que siempre fue. Pero algún día no será. Una chispa antes de la nada, diría el buen Jean Paul. ¡Y qué chispa!
De todas maneras, siendo sinceros: ¿quién recuerda su nacimiento? Algo similar a los simples mortales le sucede a nuestro personaje, el principio de su existencia es una serie que converge hacia el pasado, tan sólo que se trata de un pasado bastante largo. Si la persona tuviera memoria de pez, creo que incluso no habría diferencias sustanciales con cualquier otro mortal. Pero si ésta resultara ser memoriosa, pues la imagino en la ardua tarea de recapitular el pasado. Traumas y pequeñas alegrías son, por lo general, los grupos habituales de recuerdos para los mortales convencionales.
Para el mortal eterno, las puntualidades son efímeras, tan harto repetitivas que parecen haber sido superadas hace mucho tiempo, es más, parece que siempre han estado superadas. En realidad, el mecanismo de su memoria es otro. El mortal eterno agrupa en etapas, no en eventos puntuales. Pero rápidamente aqueja que una etapa racional parece revisarle continuamente su infinita vida. Imposible de superar, a lo mejor que ha llegado es a olvidarla. ¿Cómo? Tal vez un golpe seco en la cabeza. Sí, su recuerdo más antiguo es ese, se despierta con un chichón. Cada vez que toma un garrote para reiniciar, siente un deja vu. Cree que ha desistido para no ser repetitivo y siente otro deja vu. No hay caso, la razón es a largo plazo, tan instintiva para el ser humano como para la araña tejer. Pero en alguna de esas revisiones logra, como quien dice, perderse en el laberinto. En esos tramos, piensa que
es un personaje cuya historia se propuso narrar. Pero el narrador, creyéndoselo, sucumbe finalmente ante la ficción que ahora puebla su eternidad. Mi razón es pura ficción, dice. Ha tenido entonces, toda la vida para superar el miedo a la muerte racionalmente, o bien ficcionalizar esa pérdida, es decir, personificar a un intrépido.
No obstante, superada o no, la muerte se encuentra, por así decirlo, al caer. Siempre al caer. El mortal eterno debe ficcionalizar también su paciencia o adquirir una paciencia razonable. Se sienta entonces y espera, toma una infusión, que a lo mejor es ficcional o a lo mejor es razonada, ya ni sabe. A lo mejor esa imposibilidad de discernir funda toda su manera de vivir. Porque la eternidad no es, a fin de cuentas, más que un dilatador de pequeñas cosas.
Federico Aldunate reside en La Plata, es Licenciado en Letras por la UNLP, escritor y editor en Gata Peluda Ediciones Artesanales. Publicó cuentos en revistas locales y extranjeras y participó en las antologías Cuentos Rotos y Ontología Poética (2017). Su primer libro de poemas, El órgano del tiempo se publicó en 2019. Tiene en preparación un libro de narrativa llamado Bosquejos del cual forma parte el cuento publicado en esta revista.
I pregunto si podremos dar la espalda entregarnos a la confianza con que el alma se sucede en mariposa en pájaro o en liana para que trepe de abandono el aire o en selva donde la lluvia pare su maestranza de hojas y flores insurrectas podremos nosotras abandonarnos confiadas al abrazo a la palabra nómada en la canción de los sentires de las furias y las conmiseraciones del amor y la magia de sus rutas si somos viaje si eterno viaje somos déjame hombre darte mi espalda para que en el anverso de mi rostro se transparente mi corazón ahora
II pero ese hombre llora y el otro en silencio testifica el abandono de sus lágrimas ya de la lluvia ya del viento ya de las astillas y de los gélidos vidrios clavándose en la indiferencia el frío se hamaca en el campanario mudo
con mudez de santo interpelado por las grietas del odio habla el incienso pastoso y húmedo de las naves tan inmensas que no cabemos tan gargoleros los arrebatos de los monjes de la sin razón entre vitrales a sangre y fuego la historia hila palabras necias contradicciones de espanto persiguiendo mantillas y devociones de bancos comprados con planchuelas de bronce con nombres que creen ganaron el reino de los cielos ahora hay sólo un pedazo de pan y con vino regaremos su corazón de miga elevándolo hasta la profundidad de las almas pediré por nosotros sólo por nosotros para regodearnos conscientes por un instante en nuestra vengada intimidad
Olga Martínez Cereceda. Creo que el tiempo se ha detenido y trastienda está mi historia de asumirme poeta, que comenzó en mi infancia y se acentuó en la pre-adolescencia ,cuando empecé a publicar en diarios locales.Después pasé por los claustros universitarios en los que me impulsó las ediciones en y de revistas poética y los primeros libros con escritores platenses y de la provincia de Buenos Aires.Actualmente estoy en la preparación de otras y nuevas ediciones poéticas y obras teatrales.
Draupadí de Mora
I mi muerte jamás será heroica ni bella ni buena kalósthánatos no es para mí era la onda de Héctor de Aquiles de Patroclo y esa gente yo soy odisea sin puerto ni penélopes ni pretendientes ni ardides y si todo eso asalta la duda quizá en realidad no soy odisea sino Circe pero sin su amor por Odiseo lo que hace saltar la liebre nuevamente quizá no soy odisea ni Circe
sino los barcos o quizá no los barcos sino los remos o tal vez no soy barcos ni remos ni Circe ni odisea sino los mástiles mares y grutas los cerdos en disputa el dolor del cíclope no obstante ¡oh, paradoja! puede ocurrir que tampoco sea grutas
ni mares ni cerdos ni dolores y a estas alturas mucho menos sirenas ni cantos de sirenas ni conocimientos de sirenas plantas o brujas nada de eso quizá sea solamente e s t a escritura
II para los griegos naturaleza era physis para nosotros naturaleza es ir al zoológico ver un documental abrir una enciclopedia enorme el reino animal el bisonte el increíble mundo de la cabra montesa el cuclillo mi ciclo menstrual cortado por un dispositivo intrauterino el único árbol que han respetado los del ayuntamiento la rata que nos sale al paso y el muro en que escribimos te quiero juan y paulina un corazón ¿para qué ir al zoológico?
la arrendadora prohibió tener macetas en el pasillo pero las plantas se niegan a irse y a cada tanto vuelven a tomar la entrada el descansillo las escaleras la arrendadora quiere echarnos dice que las plantas dañan el inmueble nos amenaza nos cuelga el teléfono envía correos intimidantes
un día la llamo pero atiende otra persona la arrendadora está enferma quizá en cama fiebre estacional influenza o cosa parecida ese día los helechos avanzan hasta la primera línea 2020, año de la peste
Draupadí de Mora (Ciudad de México, 1984). Ha publicado El jardín de los violadores amables (Santiago, G0 Ediciones, 2016) y Lo merecemos todo (Ciudad de México, Mantra Ediciones, 2017). En 2020 le fue concedida la Beca Montserrat-Roig/UNESCO para residencias de escritura en Barcelona. A la par de su trabajo poético, se desempeña como traductora de portugués y es co-editora de la revista cartonera PUF! en colaboración con Martín Cinzano.
Al cumplirse el 45° aniversario del último golpe de Estado salió a la luz el fanzine Marchar*, de Gabriela Pesclevi. Se trata de un repertorio concebido entre los años 2015 y 2019 en las marchas, sobre la marcha. Estas odas callejeras o crónicas-poéticas son escrituras desde adentro del tumulto, en la algarabía, sosteniendo una pancarta, cantando, agitando. Su lectura nos sumerge por completo en el escenario visual, sonoro y físico de las movilizaciones.
“Marchar” es una palabra que emana fortaleza. Las marchas que habitó y comparte Gabriela van desde el paro de mujeres, el repudio al golpe en Bolivia, los pedidos de justicia por Santiago Maldonado, hasta la defensa de la universidad pública.
La noción del manifestarse es repudiar veladuras, ninguneos, atropellos es encontrarnos en ese sentimiento afortunado de lo común, lo distinto amoratado o suelto como surja y venga saltimbanquis del amor de un día (…)
En cada página vibra un pueblo marchando en defensa de sus derechos, sin perder jamás la alegría, el goce ni el disfrute.
Los textos fueron escritos durante la presidencia de Mauricio Macri, sin duda son un registro de ese tiempo, pero se editaron en los primeros meses de 2021, en un contexto político y sanitario muy diferente del que les dio origen. Esa mutación también está puesta de manifiesto en el prólogo de su autora: “Fue extraño pasar de varios años de movilizaciones a estar quietas, quietos, mayormente en los interiores de nuestras casas y con la lógica, aunque fuera de prevención de distanciamiento; hablo de la presencia de nuevas prácticas con sus nuevos enunciados rondando en todo el mundo por la irrupción de una pandemia”.
*El fanzine se presentó de manera virtual en abril 2021 con la participación de Gabriela, Fabiana Di Luca y Taty Almeida (Madre de Plaza de Mayo – Línea Fundadora). La presentación puede verse en el canal de YouTube de Biblioteca Popular La Chicharra
Este fanzine es el primer título de la serie Achalay del sello editorial de Biblioteca Popular La Chicharra (La Grieta) que promete más novedades. Cada ejemplar incluye una bandera confeccionada y estampada a mano por la artista visual y docente Fabiana Di Luca. Allí se lee un verso de Marchar impreso con letras rojas:
Las telas flamean sin viento. Sembrar, insistir, sostener, los verbos se vuelven infinitos
Ahora, esas banderas colgadas en cada una de las casas, las ventanas, los balcones, las cocinas de lxs lectorxs conforman algo así como una comunidad, una marcha en tiempos donde inventamos cada día nuevas formas de encontrarnos.
Foto Archivo¿Qué hace una mujer escribiendo cartas en pleno siglo XXI? ¿A quién le escribe? ¿Y quién le responde? O mejor: ¿quién se anima a responderle? Para pensar estas preguntas habrá que encontrar el espacio adecuado (sugiero una sillita al aire libre, cerca de un árbol) y disponerse a leer Verdes como el fuego, rojas como el pecado, como quien lee cartas de amor.
A mí me parece que cuando hoy, en nuestro presente, Cristina resuelve escribir, pone en movimiento muchas cosas de diferente orden y alcance; y cuando además lo que escribe son cartas, entre todo lo que mueve, impulsa al tiempo. O lo abre: un poco como se abre el sobre de una carta. Lo despliega con el cuidado de no romper lo que contiene y preserva el gesto de sorpresa ante un contenido desconocido. Ese juego con la temporalidad -que no es solamente una conciencia geológica del tiempo- se puede encontrar en diferentes momentos o lugares del libro. Por ejemplo, está en la genealogía de escritoras que arma. Y también, de otra forma, está en el modo de conocer el mundo y, por supuesto, de pensarlo en el engranaje de la lectura y la escritura. Otro ejemplo: la mirada de la remitente sobre el universo que la integra no es la del coleccionista que acumula o el poeta que enumera, un poco desde afuera y con cierta distancia. La que está metida en el mundo y en la escritura
es la poeta y la lectora que puede encontrar lo ínfimo, lo que en el ajetreo habitual la percepción desecha: flores diminutas, pequeñas plumas blancas o un carozo. Pero también presta atención al movimiento que transforma esas cosas: una espina caída ahora deja ver un tallo que ya no pincha. O en la cáscara de una semilla ayuna flor que crece. No son las cosas, entonces, ni lo que representan, sino su despliegue. Su mutación es la que hace posible otra vida y otro tiempo. Es decir: otra carta, otra lectura.
La Plata. Editorial Pixel, 2020 por Natalia Bogliano
Destajar es la clave en su presente.
Agreste es el desafío de Laura con sus cavilaciones existenciales y su desamparo. Un salto al vacío. Un camino sin certezas. Puro aventurarse a un universo otro. Íntimo.
Un sueño anfibio. Despabilarse y perseguir el deseo. Dudar. Soltarse el pelo. Fluir descalza…
Agreste nos sumerge en la arena, el campo, el mar, la vía láctea… Habita paisajes despojados y sensibles, hechos de retazos, de pétalos, de vual.
Agreste propone un viaje sensorial que penetra el cuerpo, lo desborda, lo interroga. Recorre la piel como descubriendo un mapa, una intemperie.
Su poesía nos penetra y nos conmueve.
Florencia Bossié con sensibilidad y delicadeza sobrevuela y bucea el interior de una mujer. Desnuda y arropa su misterio. Pispea los paisajes internos que construyen el afuera. Desierto. Laberinto. Rompe las formas del pasado. Deriva. Abre caminos. Sospecha. Contornea las arrugas y el paso del tiempo. Atraviesa el sinsentido vital y lo vuelve crisálida.
La Plata, Editorial Malisia. 2021 por Facundo Dell Aqua
Como la mangaba, todos los cuentos de Pablo Pesco tienen impregnados el sabor del Brasil, pero también el perfume de lo provisorio, del constante movimiento. Los personajes siempre están en una búsqueda, lanzados a los caminos, ya sea por un camino de tierra perdido o volando de país en país, ninguno de ellos se encuentra totalmente arraigado a su lugar de origen. Sus vidas, además, son transformadas constantemente por las fuerzas del azar o las que ellos mismos le demandan a la suerte, cualquier ocasión es buena para torcer las ruedas del destino. Uno nunca sabe que se va a encontrar a la vuelta de la esquina: un viaje en colectivo al trabajo puede desembocar en un replanteo de toda la vida y una zambullida en el mar provocar que emerja un hombre completamente nuevo. Y en ellos, también, está tejido el caos de ser humano, de decisiones terribles que tomamos arbitrariamente y de la mística olvidada que se esconde en las grietas de la vida moderna. Son los cuentos de la mangaba un viaje constante por rutas infinitas, con el viento de lo aleatorio golpeándote en la frente.
“¿Cuál era la fuerza que emergía de las cosas y ejercía poder sobre las voluntades?” se pregunta la narradora en uno de los doce cuentos que componen este libro. Pregunta que podría leerse como una clave para entrar a cada una de las historias que se van abriendo para nosotros. Porque “Animalario” de Claudia Pascual Parada, nos regala una escritura donde el ojo que observa y escribe extrae de cada personaje aquello que lo hace singular, enigmático, rozando sus secretos, sus motivaciones más profundas. Una galería donde lo humano y lo animal se funden y borran sus límites, allí donde el deseo hace nudo con el miedo, y ambos se alimentan y devoran.
Tener alas, plumas, escamas, piel; una boca, una lengua larga, ojos, antenas, garras, dientes, veneno, corazón, apetito, instinto, palabra, silencio. El dolor, la búsqueda del placer, y la pregunta acerca de qué significa ser un cuerpo en este mundo nos van guiando a través de estas historias donde siempre estamos frente a un desborde, donde lo animal aparece como un modo de cuestionar el orden civilizado.
Con un tono entre la comedia y la tragedia, con dramas que podrían volverse casi absurdos, Claudia Pascual Parada conforma este desfile de personajes/ animales que por momentos se nos vuelven un abismo,
sumidos en su gran soledad, inmersos en la descripción de ambientes que nos brinda una poesía de colores grises, teñidos de cierta ausencia y nostalgia. Cada cuento, sobre el final, nos devela algo que estaba escondido, algo que emerge con fuerza, que rompe, que quiebra, que abre. Personajes que se acercan a la muerte como una esperanza de alivio, que por eso la buscan y la provocan, porque aquí la muerte, acaso sea, una de las principales formas de transformación.
De Deleuze a Iorio. Del tango al coach ontológico. De la Grecia clásica al New Age. MDF es el manual cultural de nuestros tiempos. Fatídicamente hilarante como el mundo globalizado, arrollador y fluctuante como el río de Heráclito. En un mar de aforismos, las letras emergen inclasificables, rebosantes de poesía, humor y razonamientos filosóficos.
“El lenguaje no toca fondo; en el mejor de los casos, alguna vez, nos parece que el fondo abraza espectralmente a las palabras…”
Letargo, soledad, introspección. La pesquisa entrega un resultado inmediato, entre las palabras y el silencio no hay tiempo. El presente y el pasado se vuelven uno solo, un difuso recuerdo rumiante visto como a través de una lente fotográfica. Semillas de cardo transita la carretera de una memoria rota, pero también de un olvido agotado. Los árboles y los grillos, el servicentro, un cuento indio, la voz de uno y la voz del otro; el viento suelta algunos fragmentos, esperanza de cicatrices. No hay mejor evidencia de la “contigüidad entre las cosas y el vacío”.
Cuentos Rotos es una colección de relatos breves que forma parte del catálogo con que Ediciones Gata Peluda comenzó su actividad como un nuevo actor en el panorama de las ediciones artesanales.
Conformada por catorce cuentos en su mayoría breves, la antología permite al lector conocer a doce autores y autoras inéditos, de diferentes orígenes nacionales, que residen en la ciudad bonaerense de La Plata.
A la vista de la variedad de formas que los primeros textos exhiben, surge la pregunta: ¿qué es lo que le da integridad a una colección de textos que se presenta como antología? Los ejemplares de Cuentos Rotos destacan por los fragmentos de espejo que decoran las tapas y que expresan la metáfora que hilvana la colección: “reconstruir un espejo roto no devolverá las imágenes originales, sino más bien las combinaciones que habitualmente mendigamos, construcciones adulteradas”, afirman los editores.
Pero la variedad no es sólo a nivel de la forma. También los temas de esta antología son diversos. A medida que avanzamos en la lectura, imaginamos que los cuentos que integran la colección componen al reunirse la imagen fragmentada que nos adelantó el prólogo, la de una literatura posible en un territorio habitado por migrantes. Diversas son también, entonces, las geografías imaginadas.
Cabe hacer una mención a la manufactura de estos libros. Encuadernados a mano, con tapa dura forrada y una confección muy cuidada, los ejemplares de Cuentos Rotos son piezas que merecen un lugar visible en cualquier biblioteca. Asimismo, las ilustraciones originales de Nicolás Aguirre, Rosario Martínez Damonte, Johanna Garzón y Juliana Scelsio, le agregan atractivo visual a un libro de cuentos que ofrece una variedad panorámica en cuanto a formas, temas, estilos, madurez y aspiraciones.
Autorxs por órden de aparición:
Michael Venegas, Laura Scalabrini, Federico Miguel Aldunate, Mariela Buño, Josefina Suárez, Horacio Martelli, Roberto Mujica, Roberto Contardi, Johanna Garzón, Robinson Vega, Agustín Ávila y Juliana Pelnar.
En este andar incesante de develamiento, en la que la vida te permite conquistar nuevos caminos, nos encontramos con un bello término que se utiliza con frecuencia en el mundo del feminismo; deriva del latín “sor” que significa hermana. Se refiere a la hermandad entre mujeres, en contraposición a fraternidad que es la hermandad entre varones y que se ha hecho sentir fuertemente durante siglos.
La sororidad se refiere al apoyo, coexistencia y solidaridad, frente a los problemas sociales que afrontan las mujeres, muchas veces en absoluta soledad. Y es allí donde es necesario romper con los estereotipos. Salir del velo ingenuo de no cuestionar la realidad que nos cincela tan lentamente que resulta imperceptible y se encarna como nuestra voz y nuestro sentir.
La sororidad es percibirse como iguales que pueden aliarse, compartir y
sobre todo, cambiar su realidad debido a que todes, de diversas maneras, hemos experimentado la opresión. Favoreciendo el empoderamiento del género femenino. La sororidad no mantiene las cosas como están, pretende transformarlas.
Un término conocido es también el de “affidamento”, que es igual a garantía. Hacemos un pacto para
P.P.apoyarnos. Hoy es un pacto político entre mujeres. Podremos establecer relaciones de confianza, no de incondicionalidad o ceguera, instalando derechos en nuestra propia vida. La insolidaridad es una construcción patriarcal de relaciones de hostilidad para favorecer más dominio.
Pensemos en el ensayo “Una Habitación propia” de Virginia Woolf, que defiende con su forma irónica de expresión, los derechos de las mujeres; este espacio literal y metafórico, donde intenta determinar qué posibilidades tiene una mujer para poder escribir y desarrollar su libertad de creación.
Cada mujer necesitó superar la propia misoginia. Es un proceso lento que lleva tiempo poder revertir. La sororidad es una forma de ética. Todes somos la síntesis de lo que fuimos y de lo que pudimos construir, es un sincretismo. Sartre explicitaba que “somos lo que
hacemos con lo que hicieron de nosotres”. Las utopías nos sirven para atrevernos a pensar un mundo diferente.
Según Marcela Lagarde en uno de sus libros afirma que: Los Cautiverios de las Mujeres son ser madresposas, monjas, putas, presas y locas. Es decir, la casa como presidio, el convento, el burdel, la prisión y el manicomio; siempre en situaciones de encierro, que son máscaras de un mismo vestido, que es el control sobre nuestras vidas y sobre nuestros cuerpos.
Siempre fue necesario colocar a cada una de las mujeres en el espacio normativo; En la docilidad para ser buenas. La realidad demostró ampliamente las tragedias que producen los estados de sometimiento. Por eso más que obediencia necesitamos transgresión.
La sororidad está basada en la búsqueda de una relación de mutuo reconocimiento de logros, de autoridad, de atributos. Ser sororas implica que estamos contribuyendo al declive patriarcal. Todo implica un proceso y necesita tiempo, para que se produzca una alteración en lo establecido.
Es necesario sentirnos empoderadas, ser ciudadanas de tiempo completo y asumir conciencia de nuestro
protagonismo. Y que esto no suene a mandato, que es lo que queremos evitar. No necesitamos cambiar de mandatos, sino decidirnos a no acatar ninguno.
Me atrevo a decir que la sororidad es un atajo liberador para evitar la violencia ejercida durante siglos sobre nosotras. La violencia que hace estragos en la intimidad de las personas. En la autoestima de cualquier ser humano. La educación sexista también golpea tan duro como el peor de los golpes; y es muy difícil reaccionar.
Como somos muy desobedientes, salimos a luchar por las calles, aunque algunos políticos nos mandan a que
nos guardemos. Si nos encontramos podemos tejer redes de contención. Y las soluciones pueden aparecer de a miles.
Las mujeres durante siglos cubrieron un frente interno, su vida transcurría fronteras adentro, el mundo privado era su mundo. Pasó mucho tiempo para que se acepte que eso que ocurría puertas adentro era trabajo y muy importante porque sostenía a la organización externa. Nunca fue trabajo recompensado. Como nos ha legado Silvia Federici en Calibán y la bruja: eso que llaman amor, es trabajo no remunerado.
Cuando Simone de Beauvoir pronunció aquella sentencia: “No se nace
mujer se llega a serlo” afirmando que no existe un destino biológico, psíquico o económico que define a la mujer, sino que es el conjunto de la sociedad que permite la construcción política y social de la misma. Marcó un nuevo parámetro para analizar la realidad. Las mujeres han sido educadas de acuerdo a las necesidades de los hombres durante siglos. Es como una presencia-ausencia. De hecho, la historia la escribieron los hombres, borrando de un plumazo la participación de las mujeres. Definió al feminismo en 1963 como una manera de vivir individualmente y una manera de luchar colectivamente.
Estamos embarcadas en que el feminismo sea para todas. Para ello es necesario desentrañar algunas cuestiones que están tan anquilosadas que las seguimos reproduciendo, como son las tareas de cuidado; y no existe ningún reconocimiento por el mismo. Nuestro tiempo se reparte y se diluye entre estos menesteres; y no estoy instigando a que haya que abandonar a ningún ser humano, sino que se ejerza la simetría de responsabilidades. La sociedad cuánto más solidaria más fácilmente sobrevivirá.
Desgraciadamente a lo largo de los siglos confirmamos que la diferencia
entre los sexos se ha interpretado como inferioridad. La ideología patriarcal es abusiva intrínsecamente, los mecanismos para ejercer violencia hacia los más débiles, está absolutamente instalada. Se enlazan con políticas neoliberales, que profundizan el machismo y la violencia de unos contra otros.
El feminismo vino a transformar estas situaciones de injusticia. Parece una verdad de perogrullo aclarar que todos somos seres humanos y que por cierto en nuestras individualidades somos diferentes; no es motivo para pensar que un grupo está por debajo del otro. Sólo ha sido justificado a lo largo de la historia para dominar y someter. El derecho está pensado por hombres, no posee neutralidad alguna; y gira entorno a la mirada androcéntrica que la historia nos ha legado. Podemos soñar sin temor alguno a ser vanguardistas de nuestra propia vida. Decretemos resistir para conseguir la justicia social.
Bibliografía consultada:
1-Virginia Woolf. Una habitación propia.
2-Sarte Jean Paul. Lo Imaginario. Losada
3-Marcela Lagarde. Claves Feministas. Para mis socias de la Vida.
4-Silvia Federici. Calibán y la bruja. Mujeres, cuerpo y acumulación originaria. Tinta limón.
5-Mercedes D” Alessandro. Economía feminista. Cómo construir una sociedad igualitaria (sin perder el glamour).
Simone de Beauvoir. El Segundo sexo. Editorial Sudamericana.
Nelba Paladino nació en la ciudad de La Plata el último día de enero de 1955. Trabajó como docente durante casi treinta y dos años. La escritura siempre fue su mirada más lejana y su sentir más cercano.