Prescribe en Cardiología. N° 18

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CARDIOLOGÍA

cientes a los tratamientos antihipertensivos”. A nivel internacional, la investigación de campo ha mostrado resultados contundentes. En el caso de los Estados Unidos, se han conocido datos de un metaanálisis que incluyó a 16.290 pacientes con HTA. El estudio fue publicado en noviembre del año pasado, en el Journal of American Society of Hypertension. Mostró que la adherencia al tratamiento es mayor cuando este es más sencillo. En los más de seis años que duró el seguimiento, un 76% de los pacientes que debían tomar tres pastillas abandonó el tratamiento, o hizo pausas de más de un mes; mientras que, entre los que recibían las mismas drogas, pero en dos píldoras, solo un 46% interrumpió su tratamiento en ese período. Además, quedó ampliamente probado que los pacientes que siguieron las pautas terapéuticas, disminuyeron el riesgo de eventos cardiovasculares, falla cardíaca, infarto de miocardio, ACV y enfermedad renal. También se vieron beneficiados con una menor cantidad de intervenciones por enfermedad cardíaca, y redujeron el ingreso en tratamiento de diálisis (la hipertensión es, junto con la diabetes, la principal causa de enfermedad renal crónica). Otro metaanálisis, esta vez publicado por el British Medical Journal, en 2006, va en la misma línea que el citado estudio estadounidense. Demuestra que, entre los pacientes que adhirieron al tratamiento, hubo una mortalidad un 44% menor que entre los no adherentes, aun cuando se tratara de un placebo. El número, merece ser tenido en cuenta, aunque el objeto de la investigación hayan sido los tratamientos cardiovasculares en general, y no específicamente los vinculados con la HTA.

“Cuando el tratamiento no cumple con el objetivo, y el médico no produce cambios ni modifica las dosis, el paciente suele perder la confianza en él”. Más allá de lo estrictamente farmacológico, está el complemento de la parte del tratamiento vinculado con los imprescindibles cambios de hábitos necesarios para enfrentar a la HTA. El ejercicio físico, abandonar el consumo de sal, alcohol y tabaco, y controlar frecuentemente el peso, son medidas de conducta básicas. Se presume que, quienes adhieren al tratamiento con medicamentos, también cumplen correctamente la requisitoria referida al estilo de vida. “Hay pacientes que son más cuidadosos y, en general, la persona que ‘toma la pastillita’ es la que también se cuida de una manera más integral, que come bien y que no fuma”, refrenda el doctor Marín.

plantea el doctor Marín: “Algo que también se da muy a menudo, es que los médicos no ‘adhieren’ a alcanzar los objetivos terapéuticos. Después de un tiempo de haber iniciado un tratamiento convencional, las cifras de presión arterial de un paciente, medidas en el consultorio, tienen que estar por debajo de 140/ 90 milímetros de mercurio (14/9) y, sin embargo, se ha visto, a través de las historias clínicas, que los pacientes acuden con valores por encima de lo normal, y el médico no hace nada”. El doctor Ingaramo, reflexiona en el mismo sentido y explica que, “cuando el tratamiento no cumple con el objetivo, y el médico no produce cambios ni modifica las dosis, el paciente suele perder la confianza en él y, probablemente, busque a otro profesional. Pero, mientras tanto, suspende el tratamiento”. Que el paciente vea resultados, parece ser la vía recomendada por los expertos en la materia. Para Ingaramo, “la mejor forma de generar confianza en el paciente hacia su tratamiento, y de favorecer la adherencia, es hacer que el tratamiento sea efectivo. Cuando logramos hacer que al paciente le baje la presión, por supuesto, sin provocarle hipotensión ni efectos adversos, la persona siente que el tratamiento le está haciendo efecto, aunque la hipertensión arterial sea una enfermedad que, en general, no da síntomas”.

Un trabajo compartido Ante la cruda evidencia, se impone la necesidad de encontrar las causas que producen la baja adherencia y los caminos para revertir esta realidad. En este punto de la cuestión, hay que saber identificar, en su justa medida, la responsabilidad del paciente. Al parecer, el médico no está exento de esta ante el abandono del tratamiento. Claramente, lo

En resumidas cuentas, la fórmula debería incluir: la elección del fármaco inicial (logrando más eficacia con menos efectos adversos para no desalentar a quien debe tomarlo), la simplificación del tratamiento, el aumento de la frecuencia de las visitas al médico, y establecer, entre el médico y los sistemas de salud, condiciones que faciliten el cumplimiento de las metas terapéuticas y 11


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