6ta Edición de la revista Yo Soy Venezolano

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Fe y Tradición Venezolana

“La Paradura del Niño Merideño”

Pasada la guerra de la independencia, Venezuela vivió una época calamitosa, dadas las nuevas condiciones de un país sumado en la escasez, el hambre, la falta de servicios básicos como la salud y la educación, la grave crisis moral y de reconstrucción espiritual de todos sus apartados poblados, marcados por los vicios de las luchas independentistas. La Diócesis de Mérida abarcaba casi todo el occidente del país, contaba sólo con 101 curas, pero aún así se intensificó su presencia entre los pobres, dedicándose a formar verdaderos cristianos que asumieran el liderazgo en las comunidades más apartadas. Así surgen laicos comprometidos que dirigen las expresiones de fe popular de nuestras comunidades andinas. Se cuenta que en la época decembrina se esperaba al párroco en los campos merideños, para celebrar la misa de la Natividad del Señor y al no llegar a todos los rincones, se apoderó de los pobladores una gran incertidumbre ¿qué hacer con el Divino Infante? Así se origina el “parar al Niño”, con cantos, versos de su propia inspiración, el paseo después de la misa y el rezo del rosario. Al año siguiente continuaron practicando este rito familiar, apoyados por sus pastores, tomando forma de celebración religiosa andina por toda la región y por los pueblos Táchira y Trujillo, hasta llegar a institucionalizarse como fiesta del calendario religioso de nuestro pueblo merideño, como “La Paradura del Niño”. La devoción al Divino Niño es una hermosa tradición andina inspirada por los misioneros Agustinos Doctrineros, venidos de tierra española, siendo la fiesta religiosa de mayor duración en Venezuela. Esta tradición merideña se inicia desde el día de la Navidad hasta el 2 de febrero día de la Candelaria, con un reencuentro entre vecinos para llevar lo necesario en la elaboración del pe-

Cronista Oficial del Municipio Arzobispo Chacón. molinacanagua@yahoo.com

sebre, con el ornato de los hogares, la “vestida del pesebre” con el musgo del páramo virginal, con la fragancia del nardo, las mayas y las ramas de los árboles del bosque y todo el hermoso paisaje de esta tierra merideña que me vio nacer. Para la creación del Belén Andino el musgo y el papel son elementos de importancia en su fabricación, así como la escarcha, anime y elementos naturales que simulan las grandes montañas, riscos nevados, ríos cristalinos; pastores en sus duras faenas campestres picando leña, sembrando, lavando ropas a orillas del río y otros haciendo humear sus fogones. Siguiendo la estrella desde muy lejos vienen los Reyes Magos hacia la pesebrera de la salvación y en el centro del escenario las figuras de la sagrada familia en la espera de la llegada del “Emmanuel”, su cuna de madera y su colchoncito de pasto. El día del alumbramiento se coloca el niño para aguardar la paradura con el fin demostrar que Jesús no se quedaba pequeño y recostado en las pajas del pesebre, sino que se levantaba y crecía como nosotros, para trabajar y servir por los demás hasta el punto de entregar su propia vida para salvación del mundo.

¡Acompáñenme a celebrar el día de la Paradura! El primer paso es “robar al Niño”, es decir, un vecino se lo lleva, los músicos y padrinos irán en su búsqueda acompañados de familiares e invitados, alrededor del pesebre los dueños de la casa distribuyen el paño blanco a los cuatro padrinos para acunar al niño apenas aparezca, y repartir velas a todos. El orden ritual lo dirigen los músicos con versos ordenados que indican lo que se debe hacer: “repartan las

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velas”, “hínquense padrinos”, “vamos pa´fuera”, “besen al Niñito”, entre otros. Toca ahora buscar al Niño Jesús, entre versos: “Ya vamos pastores, vamos a adorar al recién nacido que está en el portal”. Se inicia el retorno a su pesebre con velas encendidas, suenan los “voladores” anunciando el regreso del Niño. Se consume el licor andino “michito” para calmar la sed de músicos y rezanderos. Se preparan hervidos de gallina, dulces de lechosa y majaretes. Se cantan los aguinaldos criollos al niño. Se reza las tres partes del rosario, el trisagio al Niño y a la Virgen, oraciones al Patriarca San José y el canto de la Salve. Terminado este rito le sigue los versos al niño, los padrinos toman las velas y de frente al pesebre, se encomiendan para tan sagrado acto. Además del ruido de los voladores, los padrinos cargan al Santo Infante, rodeado de niños que hacen las veces de pastorcitos, San José, María y Reyes. Al llegar a la casa se culminan los versos con la adoración, comienzan las peticiones, donde se alaban las virtudes del Niño y le piden salud, bienestar y seguridad para el nuevo año y se termina con un rosario cantado y los misterios gozosos. Los invitados toman el brindis de la paradura: El bizcochuelo y el vino pasita o de mora. El Niño es alumbrado toda la noche como gratitud por tantos favores. Se pone de pie, pues ya se acerca el día de ir guardándolo todo hasta el próximo diciembre. Por la noche en silencio después de despedirse de los dueños de casa, cada quien emprende su camino, pues no se baila por lo sagrado de tan digno acto. Nuestros merideños conservan en el corazón de su montaña y lo apartado de sus hogares La Paradura del Niño, expresión de fe y de esperanza cristiana, quiera Dios que cada vez se revalorice y propague más, como signo de nuestra identidad religiosa y patrimonio cultural.

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Enero - Febrero 2012


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