Consecomercio AL DIA

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Punt

y Final

Francisco Suniaga

La isla bonita ✑✑ Johanna Morillo

Ningún hombre es una isla, pero este autor venezolano, oriundo de La Asunción, le debe mucho a ese terruño flotante que le vio nacer y crecer. La Margarita de su infancia, la que fue y ya no es, es para él un destino habitual de la nostalgia. Pasearse entre los recovecos de la memoria le garantiza a Suniaga la inspiración. La otra, la de Puerto Libre que todos conocemos, esa también la visita con bastante regularidad y no sólo con su pluma. ¿Cómo resistirse al encanto del “único lugar del planeta donde todos mandan y nadie obedece?».

C O NS E C OM E R CI O

a l d ía

A los 16 años salió buscando tierra firme. Se fue a Caracas para presentar la prueba de admisión académica de la universidad en el año 1969. Una vez aquí una prima le hizo el favor de poner en sus manos un ejemplar de Cien años de soledad y, todavía en pijamas se dispuso a leerlo hasta que lo terminó de una sola sentada y sin interrupciones. Sin darse cuenta llegó la noche y con ella el final de los Buendía y del Macondo de las mariposas amarillas, ese que tanto se le asemejaba al escenario de su vida.

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Después de cumplir con el cometido de estudiar y trabajar, este profesor universitario egresado del Instituto Pedagógico, abogado internacionalista de la Universidad Santa María -con estudios de postgrado en la Universidad Central de Venezuela y en Columbia University- y columnista de importantes diarios, reconoció en él tanto su sensibilidad por la escritura como una evidente necesidad de saciar la compulsión por contar historias. Fue casi a los 50 años cuando Suniaga consiguió que coincidieran tanto el propósito como el tiempo, gracias a la reubicación de su esposa en Frankfurt como cónsul de Venezuela. Así comienza a darle forma en su cabeza al primer libro, ese que soñaba con escribir. No tenía nombre, pero sí tema: Diógenes Escalante, el presidente que pudo ser y no fue. Abocado a la investigación de este importante hecho histórico, quiso la providencia que llegara una curiosa anécdota a su puerta. Una mujer alemana acude al consulado venezolano para intentar esclarecer la muerte de su padre, nada más

y nada menos que en Margarita. La doliente no encontró paz en las escuetas respuestas ofrecidas por parte de las autoridades venezolanas, las cuales no explicaban cómo un antiguo campeón de natación fallecía ahogado. La esposa de Suniaga intentó ayudarle tanto como pudo y él no se quedaría atrás. En una posterior visita a su islote natal hizo lo que pudo por investigar el suceso, lamentablemente sin hallar respuesta. Con mucha suerte encontró la autopsia, que estaba traspapelada en la morgue. Lo ocurrido le inspiró escribir un cuento a su regreso que, con la ayuda del frío invierno alemán, se convirtió en La otra isla, publicado en 2005 con ocho ediciones y contando. Y dicen que será llevada al cine por Marcel Rasquin (Hermano) y su socio Joe Torres, que le compraron los derechos. El buen acogimiento de su primera obra no le permitió olvidarse de ese héroe roto, cuya existencia siempre sintió tan cercana. Después de una acuciosa recopilación de datos y hechos, muchos de ellos proporcionados por una hija del propio Diógenes Escalante, a finales de 2008 presentó su segundo libro El pasajero de Truman, el cual cuenta un capítulo de la historia venezolana, algo olvidada y confusa, la insania del candidato avalado tanto por la oposición como por el oficialismo y los dilemas que él confronta; el salvador de la patria y el hombre designado para la transición llegó a Venezuela el 7 de agosto de 1945 y tres semanas después perdió la cordura, y cambió con su suerte el destino del país. Para Suniaga, la historia que no fue. A pesar del éxito y reconocimiento obtenido con este importante retrato sociopolítico, una vez más Suniaga nos hace tomar el ferry de sus recuerdos, al refugiarse en tramas que lo regresan a su isla natal. Primero en 2010 con Margarita Infanta, una colección de crónicas de otro mundo, previo a la urbanidad y a la agitación turística de la 4 de mayo y sus alrededores. Este libro el autor lo describe como un mural de su niñez, integrado por imágenes muy vívidas que evocan esos tiempos más simples de la Venezuela de ayer que tanto le emocionan aunque no le hacen dejar de vivir el momento. Finalmente, en 2012 no sólo repite escenario sino también personaje: el abogado José Alberto Benítez, a quien sus lectores conocieron con su primera novela. Esta gente es el título del más reciente trabajo del ilustre margariteño; un ameno relato y otro caso imposible para Benítez, jurista al cual acude un grupo de insurgentes ancianos isleños con ánimos independentistas, que hacen campaña para separar a Nueva Esparta del territorio venezolano. Sin duda, otra perla.


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