Yeibo Magazine Junio 2012

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En México como en muchos otros países de Latinoamérica el tema del vino se ha visto rezagado por la falta de cultura acerca de este milenario líquido, el cual se considera la bebida más compleja conocida por el hombre hasta el momento. Para sorpresa de muchos, nuestro país es el productor de vino más antiguo del continente, pero se ha visto opacado por la producción de aguardiente y vinos rústicos, además de ser eclipsado por la producción de vinos de calidad de sus vecinos como Estados Unidos, el norte de Canadá, Chile, Argentina y el pujante sur de Brasil, que ya se coloca en el tercer lugar de producción en Sudamérica.

C

ontrario a lo que muchos pensarían, el vino tiene una especial relevancia en México; si nos remontamos a la era de la colonia nuestro país fue el primero en América donde se plantó la “vitis vinifera”, no obstante se han encontrado registros que demuestran que existían otro tipo de vides como la vitis rupestris y lambruscosa, evidenciando así que los aztecas y otras culturas prehispánicas ya consumían vino que obtenían de la uva a la cual los indígenas llamaban: Xocomecatl –‘fruto de la enredadera’ y Tlapaloctli -‘vino que pinta’. Posteriormente, los guerreros españoles y miembros de la iglesia lo consumían primordialmente como parte de los ritos católicos, pero también como parte de su cultura gastronómica, misma que comparten con los demás países del mediterráneo y que lo consideraban como revitalizador, reponedor de fuerzas, medicina y alimento. Esto no ha cambiado mucho hasta nuestros días, ya que se han comprobado beneficios a la salud en el consumo habitual y moderado. Así pues, había una imperiosa necesidad de traer esta bebida desde el viejo continente, pero esto resultaba caro y riesgoso pues en ultramar sucedían todo tipo de imprevistos, además que las condiciones de conservación eran muy pobres y muchas veces en el mejor de los casos, llegaban toneles de vinagre en lugar de ésta. De tal suerte que en 1529 Hernán Cortés ordenó el decreto de la plantación de 1000 viñas por cada 100 indígenas a cargo de los nuevos terratenientes, con lo que comienza una era de producción en nuestro continente que años más tarde se vio disminuida por el decreto que mandó La Corona —prohibir la plantación en la colonias—, ya que afectaba los intereses de los productores peninsulares. Por suerte, ante las guerras y turbulencias sociales como la independencia y posterior revolución —además de la falta de comunicación—, muchos productores en México no hicieron caso a dichos ordenamientos y siguieron plantando viñas hasta nuestros días. Un papel relevante para que la producción no cesara fueron las misiones católicas que también fomentaron la vitivinicultura, en especial los jesuitas, franciscanos y dominicos, quienes fueron fundando misiones en la parte central de nuestro país en los estados de Querétaro, San Luis Potosí, Aguascalientes y Zacatecas, quienes emprendieron hacia el norte. Así fue hasta que en 1593 se establece la primer bodega en América Latina en Parras, Coahuila, por Francisco Urdiñola y en 1626 se fundan Bodegas San Lorenzo por Don Lorenzo García —hoy Casa Madero—. Los monjes continuaron evangelizando y fundando misiones además de fincas productoras, hasta llegar a la entonces “Alta California” donde se establecieron las bases de las grandes plantaciones de California que conocemos hoy en día.

¿Qué dijo? Enólogo: Vitivinicultura: Cepa:

Persona especializada en los conocimientos relativos a la elaboración de los vinos. Arte de cultivar las vides y elaborar el vino. Tronco de la vid, del cual brotan los sarmientos, y por ende, toda la planta.

BON APPETIT

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