© 2023, Yaritza Balvin
Primera edición, agosto del 2023
Editado e Ilustrado por Yaritza Balvin
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Editado e Ilustrado por
Yaritza Balvin
Érase una vez, en un pueblo pequeño, una niña
llamada Carla, la cual era muy especial porque podía ver y entender las emociones de las personas, sin embargo, en el pueblo, era algo que todos ignoraban.
La tristeza de Lucas
Un día, Carla notó que su amigo Lucas estaba muy triste y decidió acercarse para hablar con el. Lucas le contó sobre un problema que tenía en su colegio y que se sentía muy solo. Carla decidió apoyarlo y juntos encontraron una solución que a Lucas lo hizo sentir mucho mejor.
La alegría de Nino
Mientras Carla paseaba por el parque, vio a su amigo Nino que se reia y saltaba de felicidad. Carla decidió unirse a el y jugar juntos mientras disfrutaban momentos llenos de felicidad. Es ahí que Carla aprendió que compartir momentos felices con los demás la hacen sentir mejor.
La ira de Yza
Un día, Carla se encontró con Yza, una niña que estaba muy enojada y gritaba. Carla decidió acercarse con calma para descubrir el motivo de su enfado, Yza se desahogó y le contó su molestia. Carla la escuchó atentamente y le dio consejos para poder controlar su ira de mejor manera.
El miedo de Tania
Carla notó que su amiga Tania estaba muy asustada, se sentaron juntas y Tania le contó su temor. Carla le habló calmada para consolarla y le dijo: "Está bien tener miedo, pero podemos enfrentarlos con mucha valentía", esto calmó a Tania.
Después de todas estas experiencias, la enseñanza que tuvo y explicarle senitmos es muy importante, y expresar. Les enseñó que nuestras en nuestras vidas, y que todos debemos y compartirlas. Es asi que el pueblo y aprendieron a valorar tanto sus de los demás. Fin
experiencias, Carla decidió compartir explicarle a su pueblo que todo lo que que debemos reconocer y nuestras emociones son como colores debemos aprender a manejarlas pueblo entendió lo que explicó Carla sus propias emociones como la
Moraleja: Las emociones son como amigos que nos ayudan en la vida, nos dicen cómo nos sentimos y lo que necesitamos. No hay emociones buenas ni malas, todas son importantes.
Cuando escuchamos a nuestras emociones, aprendemos mucho sobre nosotros y los demás, es como un superpoder que nos hace más sabios y fuertes. Así que, ¡abracemos y entendamos nuestras emociones para ser nosotros mismos y aprender en nuestro camino!