El blanco y negro - Yara Barrera

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El blanco y negro

Yara Barrera Almonacid

En mi proyecto me interesa la traducción de imágenes fotográficas al lenguaje pictórico, que está en la búsqueda de devolver el cuerpo a la imagen, donde la pintura encarna a la fotografía.

Mi colección de fotografías son imágenes crudas; heridas, deformidades, torturas, exterminio y violaciones. Me atraen las imágenes antiguas en blanco y negro en baja resolución.

En la pintura me importa hacer visible a estas imágenes, tomo lo repulsivo, lo deforme y sangriento, y lo expongo en el medio pictórico para que se recuerde y se sensibilice a las víctimas.

IMAGEN Y VERDAD

A lo largo de los años que he venido estudiando Arte, no sabía cuánto habían influido en mí los artistas Francis Bacon y Gerhard Richter, hasta que investigué sus trabajos y los comparé con mis dibujos.

Cuando me interesó pintar cosas que fueran más crudas de ver y que dejarán una sensación de horror e incomodidad, fue al ver las pinturas de Bacon. Me llamó la atención la paleta de colores de la carne y los retratos de rostros deformes. Siento que pinta cosas atrevidas que no son del gusto de la mayoría y que pinta de una forma caótica que sale de lo tradicional.

Cuando le preguntan a Bacon en una entrevista, ¿por qué cree que la gente tiene esa sensación de horror en sus pinturas? él responde: “Bueno, el asunto es que siempre quise transmitir las cosas lo más directa y crudamente que pudiera. Y quizá si algo es transmitido directamente, sienten que eso es horroroso, porque los hechos tienden a ofender a la gente, o lo que solía llamarse “verdad”.”

Si bien Bacon no pintaba con la intención de transmitir horror, lo hacía al resaltar los defectos o a exagerar la verdad, mi obsesión por querer pintar cosas repulsivas es para rescatar temas ocultos de hechos espantosos que se quieren olvidar y transmitirlos lo más crudo y directamente posible. Las pinturas fotográficas de Gerhard Richter no cargan con ese horror o verdad cruda en la imagen, más bien son melancólicas e históricas. Pero son interesantes en que la colección de imágenes es casi al azar, no se percibe un tema en concreto y sorprende lo realistas que son sus pinturas y que la paleta de grises les da un aura de misterio.

Las fotografías que empecé a coleccionar fueron de periódicos antiguos en blanco y negro, de la época de dictadura en Chile, fotos de muy baja resolución y tamaños pequeños. Las imágenes eran de cadáveres hallados en las mañanas a causa del toque de queda, las marchas y torturas, la pobreza, la llegada del Papa, el ejército militar, etc. Todos de temas políticos de la época que empezó a redundar en lo mismo, así que busqué fotografías en internet, donde la búsqueda se agrandó abismalmente, pero con las mismas características, antiguas, de baja calidad y en blanco y negro.

La búsqueda de este tipo de fotografías en un banco tan grande de imágenes comenzó con la pregunta: ¿En qué contexto puedo encontrar estas imágenes? Y pensado en los hitos más horribles de la historia humana busqué en la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto, donde el acceso a imágenes grotescas y crudas me impresionó. A primera vista no podía soportar ver tantos cadáveres y personas hasta los huesos del hambre, esto me afectó mucho, pero también había una curiosidad por seguir viendo esta violencia desenfrenada.

VELOCIDAD

En el trabajo de Warhol, las imágenes de accidentes automovilísticos, donde la fotografía captura el hecho final de una horrible muerte para los pasajeros, Warhol dispone esta imagen repetidas veces, sirviendo como una manera de revivir el trauma, pero también como un modo de olvido e insensibilidad. Cuando uno es presa del impacto de la imagen fotográfica, algo extraño ocurre con la velocidad con la que se desvanece la sensibilidad y cercanía con el horror. Cuando pintó la imagen de una fotografía que carga con un trauma, tengo que terminarla y armarla en poco tiempo, no continuarla al otro día o dejarla para después, porque persevero en un tono emocional que se desaparece muy rápido. Se pierde el primer impacto o encuentro con la imagen cuando la ves repetidas veces, no sientes el trauma con la misma intensidad, tu mente lo insensibiliza de alguna manera. Y cuando pierdo esa sensibilidad pierdo el sentido por lo que pintaba esa imagen y siento que pintó solo por un morbo.

LA MUERTE

El poema Morgue, de Gottfried Benn, me invita a ver los cadáveres sin miedo y con una idea de que esos cuerpos sin vida, que fueron importantes y amados por otras personas, ahora son solo piel, órganos y sangre, mostrando lo efímera que resulta ser la vida. En las fotografías que colecciono, siento que hago lo contrario, ya que tomo lo repulsivo, lo deforme y sangriento, y lo expongo en el medio pictórico para que se recuerde y se sensibilice a las víctimas, como el sentido de las máscaras mortuorias. En todas mis obras está presente la muerte y son retratos de gente que actualmente se encuentra muerta. En el libro Velar la imagen de Paz López, dice: “En varias oportunidades, Zurita se ha referido a la poesía como una sepultura simbólica, una tumba donde poder enterrar a los muertos y velar por ellos, como si la labor del poema fuera ser un custodio de todos aquellos cuerpos, palabras y experiencias que se volvieron blancos forzosos de la historia… convertirse en un espacio donde recuperar el vacío, lo ausente, lo diferido, donde abrazar lo inasible”. Reflexionando sobre esta idea de la poesía como un espacio para velar a los muertos, pienso que la pintura también puede ser un medio para devolver un cuerpo a la imagen de la fotografía, revivir el trauma, ya que las imágenes en periódicos e internet son consumidas y desechadas muy rápidamente al olvido, de tal modo que en el plano pictórico las imágenes se adentran con materiales de más peso, y por un traspaso de medios, donde a la imagen se le entrega un cuidado y se realza su verdad.

LA IMAGEN CULTO

El trabajo de Dittborn, donde su colección de imágenes extraídas de revistas deportistas y populares, imágenes tan poco significativas que la sola “mención de la palabra arte podría ruborizarlas”, conecta elementos y procedimientos distanciados entre sí, “precipitando una figura sobre otra, como si las cosas se movieran por saltos, choques y colapsos hasta producir una pequeña catástrofe, una pequeña alteración que algunos llamaríamos sentido, como un ritual que invoca las relaciones entre historias divididas por el tiempo, los hechos y el lugar, y se les une para contar un nuevo relato”.

La búsqueda de estas fotografías es muy difícil la mayoría de las veces, porque es muy fácil perderse y confundirse en buscar la morbosidad de una imagen, por encima de su importancia histórica, por esto y porque la línea de encontrar imágenes crudas históricamente reales y el género Gore es muy estrecha, de hecho, a la mayoría de esas imágenes se les entrega más difusión a través de este medio, ya que la morbosidad que tenemos los seres humanos con la violencia gráfica extrema es algo que nos interesa consumir muchas veces, tanto así que pasa a estar en el comercio televisivo de las noticias.

Entonces las posibilidades de encontrar la imagen que contenga una verdad cruda sin que traspase esa morbosidad no es muy consciente, ya que también el consumo excesivo te insensibiliza y no ves la diferencia, convirtiéndose entonces en una especie de ritual donde la búsqueda se guía por la sola intuición y la espera de que una imagen me despierte este tono emocional que solo le hace sentido a mi subconsciente.

Si bien son temas sobre lo malo y lo que se tiene repudio, no a todas esas imágenes me interesa otorgarles esta visibilidad en la pintura, entonces este conjunto de obras pictóricas se ven a primera vista muy al azar, por ser de diferentes momentos en la línea de tiempo, en realidad se vinculan en una búsqueda ritualizada en común.

EL BLANCO Y NEGRO

La paleta de grises le otorga a mi trabajo una concentración en los volúmenes de los rostros desfigurados y al cuerpo arrojado con indignidad. El blanco realza las telas del hospital frío y la piel pálida, la carne sin vida. El negro rememora el luto, la muerte y la oscuridad del olvido en el que viven los horrores del pasado, que miramos con nostalgia y como hechos que ya no ocurren en el presente.

DE
PROCESO
OBRA
OBRA

El soldado Acrílico sobre tela 50 x 60

La mirada Acrílico sobre tela 50 x 60

Lobotomía

Acrílico sobre tela 50 x 60

Escuadrón 731 Acrílico sobre tela 50 x 60

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