De lo bello: Lo humilde y arrogante Introducción: Consideraciones del ensayo El ensayo que pasare a desarrollar, se construirá desde un aspecto subjetivo sobre algunas ideas que han estado rondando en mi cabeza con respecto a la belleza y su situación en las sociedades de todo el mundo. Comienzo con un pequeño diálogo ficticio para exponer una de las ideas principales del ensayo “la belleza y su ligadura a la arrogancia en nuestros tiempos”. Digo “en nuestros tiempos” porque este no es un ensayo histórico sobre la belleza, sino una interpretación -como ya dije antes- subjetiva de lo que significa ser bello(a) en la actualidad, aunque esto no esté exento de historia dado que la belleza nace con la naturaleza; o sea con el mundo. Usaré para designar la belleza, “bello” que englobará términos como, simpático o bonito, que son palabras que usamos muy a menudo para designar que alguien es bello; digo “alguien” porque el ensayo está basado en seres humanos en general, aunque hablaré mucho más del género femenino que del masculino. Según la RAE (Real Academia Española), el primer significado de belleza es “Propiedad de las cosas que hace amarlas, infundiendo en nosotros deleite espiritual. Esta propiedad existe en la naturaleza y en las obras literarias y artísticas”. El segundo, “Mujer notable por su hermosura”. En cuanto a bello significa “Bueno, excelente”. Algunos se preguntarán por qué uso la palabra bello en lugar de usar simpático o bonito. En primer término, lo que es simpático es relativo al carácter. Se puede decir de un bello o no bello, que es simpático porque es un persona, graciosa, amable, bondadosa, etc. Llamémosle adjetivos positivos de un ser humano. Segundo, lo bonito, es un escalón previo a la belleza, como la RAE describe es lo “Lindo, agraciado de cierta proporción y belleza”. En nuestros días es raro oír que alguien o algo son bellos, simplemente porque le tememos a esa palabra creyendo que esta fuera de nuestro alcance, es decir la dotamos de cierto misticismo, como Dios. Sin embargo, los antiguos griegos, sobre todo los filósofos, usaban la palabra belleza con mayor familiaridad que nosotros. Podríamos especular por qué los griegos utilizaban cotidianamente bello en vez de bonito, quizás sea porque no existía la palabra o nunca tuvo traducción en los idiomas actuales, hasta podríamos decir que la palabra es más poética que otros sinónimos. Por otro lado, el término “no bello” lo usaré para nombrar a lo que comúnmente llamamos “normal” y también para lo que creemos “feo”. Sobre lo “normal”, en nuestros tiempos es usado para describir un intermedio entre lo bello y lo feo, es decir que una persona según como la vean, puede ser un poco de bello a veces o un poco de feo, sin llegar a ninguno de los extremos. También se aplica desde una perspectiva que lo dota de sencillez y humildad. Alguien de quien se dice “es normal” tiene el beneficio de la duda de su parte, porque quizás tenga un poco de ventaja en estar más cerca de lo bello que de lo feo. Lo “normal” es carente de una esencia “especial” a comparación de la belleza. “Normal”, para hacer una analogía espiritual vendría a ser un simple hombre, mientras que lo bello sería lo bueno y lo feo lo malo. Como sabemos lo feo es todo lo contrario a lo bello. Lo feo es todo lo “desagradable y aberrante” que podamos conocer por nuestra propia experiencia a través de los sentidos; por ejemplo cuando vemos excremento, olemos basura, oímos ruidos, tocamos una herida o masticamos la pepa de un limón.