Revista Galería No. 45 "Joyería Guatemalteca"

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Collar de plata con temblereques, medallón con filigrana, algunos dijes y dos pescados, que en España se usan tradicionalmente como amuletos protectores.

Amuletos y Talismanes Aunque las propiedades de los amuletos y los talismanes sean similares, es importante aclarar la diferencia que existe entre unos y otros. Los primeros tienen cualidades por sí mismos a causa de su forma o por el material con el que se han fabricado; los segundos deben pasar por un proceso o ritual para ser efectivos, o sea que no tienen poderes por sí mismos. Entre los amuletos protectores que tradicionalmente usaba la mujer española se encuentra la trucha, que en muchos casos es articulada, o sea que se compone de piezas interconectadas con eslabones, que le dan movilidad. Se considera un objeto protector de la madre cuando la pieza es grande y del feto cuando es pequeña. Este animal es ajeno a la fauna guatemalteca y sin embargo se le representa muchas veces en la joyería local, en la que simplemente se le llama pescado, perdiendo su antiguo significado. Los pescados guatemaltecos son más sencillos que los europeos, de una sola pieza plana de plata fundida y grabada con escamas y otros detalles relativamente rústicos. Yo considero que la costumbre de utilizar estos dijes llegó a nuestro país con el propósito original de proteger a las mujeres y a su progenie, aunque hoy en día ya nadie lo recuerde.

Otro de los amuletos que tiene su origen en la joyería española es la maza, a la que aquí generalmente llamamos lágrima o gota, por su forma alargada. En la opinión de Julio Carvajal Cavero, se podría tratar de una transformación o evolución de las bullae romanas y las pomas de azogue que tenían poderes curativos. Otros investigadores, como Hugo de San Víctor, consideran que esta forma ha evolucionado de los antiguos amuletos fálicos de Roma.

Otro amuleto con un fin similar es el de la bola, que proviene de la bullae romana. Este término se deriva de su forma redondeada, similar a la de las burbujas y se asociaba con propiedades medicinales y curativas. Se usaron en Roma, donde se acostumbraba colgarlo al cuello del niño desde los ocho días de nacido y se retiraba en una especie de rito de pasaje, cuando dejaba de ser un infante, llevándolo al templo como ofrenda. Existen algunas pinturas renacentistas en las que el Niño Dios lleva uno de estos objetos en el cuello, de la misma forma en la que la usaban los infantes de este período. Este objeto se usó también en España, en los llamados trajes charros, en los que se cosían varios botones de forma esférica. Éstos tienen una argolla en la parte superior que sirve para colgarlos o sujetarlos. El mismo objeto se encuentra en el mortom, traje ceremonial de las cofradías indígenas de Totonicapán. Sus miembros acostumbraban enterrarse con él. Algunos objetos de forma similar, aunque más pequeños se usan como dijes en los lazos y collares de las Verapaces, especialmente en los collares de cuartillos.

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Pintura flamenca de la Virgen del siglo XV, de una colección particular, en la que el Niño Dios sostiene entre sus manos una esfera o bullae.


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