Revista Esencia Nº3

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as Flores de Bach y la terapia asociada a ellas gozan en la actualidad de una buena difusión. Una bibliografía que ronda los 200 títulos en español así lo atestigua. Es lógico pues que circulen sobre ellas todo tipo de conjeturas, ya que así es para todo hecho, intercambio u objeto que de algún modo se populariza.

intervienen en ella (pacientes y terapeutas) construyen un marco terapéutico serio y empático. También, incluso, sin el mencionado marco terapéutico, la mayoría de terapeutas hemos visto resultados que superaban nuestras expectativas más optimistas y esto, aunque espectacular, no creo que se deba etiquetar como mágico.

De esta manera tenemos desde quien las considera un placebo, hasta quien les atribuye propiedades mágicas, pasando por quienes las abordan desde un prisma farmacológico.

Pero en este artículo me interesa especialmente dedicar unas líneas sobre la imposibilidad, o para mí error, de considerar las Flores de Bach desde una aproximación farmacológica.

Sobre que las Flores de Bach no son un placebo, creo que la mayoría de lectores de esta revista estarán de acuerdo, y más aún quienes han visto resultados rápidos que guardaban una “Las Flores aportan una relación causa-efecto evidente, sobre todo en animales y plantas. información no física, sino La utilización de las Flores como energética o vibracional, placebo ocurre cuando se emplean siendo catalizadores de una métodos diagnósticos no rigurosos, como por ejemplo sacar una bola información preexistente en de un bombo, elegir uno mismo los nuestro interior” botellines, sacar cartas al azar, etc. Acerca de los supuestos “efectos mágicos” yo diría que es una terapia que funciona muy bien, sobre todo cuando quienes

Creo que resulta casi imposible no enfocar una herramienta nueva, o relativamente nueva, con unas gafas preexistentes. Dicho de otra forma, las Flores de Bach no se libran de ser consideradas desde otras ópticas, como por ejemplo la farmacológico-alopática o la homeopática. Desde el primer paradigma, se hablará de incompatibilidades, efectos adversos, secundarios o colaterales, e incluso contraindicaciones. Y, para quien nada o poco conoce de las Flores, esto resulta de lo más lógico y conveniente, aunque llama más la atención cuando quien teoriza de esta forma sesgada lleva tiempo en la profesión. A mi modo de ver, lo más importante es entender que las esencias florales no son principios activos: esto es, que no hay una molécula (un grupo de átomos) con una acción específica, como en un fármaco o un producto fitoterápico. Por ejemplo, si ingerimos 10 mg de diazepam, nos quedamos dormidos. Luego existe una relación causa-efecto evidente entre la ingesta del medicamento y su poder relajante, o más bien hipnótico. Pero, si tomamos tal o cual esencia floral, no podemos dar por descontado un efecto similar o parecido. ¿Por qué? Porque las Flores aportan una información no física, sino energética o vibracional, siendo catalizadores de una información preexistente en nuestro interior. Yo más bien las veo como desobstructoras de una comunicación que, de alguna manera, ha quedado bloqueada. A esto (el bloqueo), el Dr. Bach le llamaba “conflicto entre el alma y la personalidad”. Esto es, una desarmonía, un desencuentro plausible de cristalizar en una enfermedad más adelante, a menos que sea rectificado. Yo creo que lo anterior es crucial para entender el motivo por el que no se puede Nº 3 Revista Esencia © 2011

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