descente en el siglo xix fue un gran avance y significó la imposición de la luz eléctrica [103]. Gradualmente, la iluminación natural de los edificios dejó de tener relevancia, aunque se mantuvieron ciertos requerimientos como los edificios angostos, limitaciones en la profundidad de los espacios y el uso de la iluminación cenital. Durante el siglo xix, los edificios altamente acristalados llegaron a ser posibles debido al incremento en la disponibilidad de los vidrios combinado con las innovaciones constructivas que utilizaron hierro en sus estructuras. El Palacio de Cristal de Paxton es el ejemplo más famoso [102]. Fue una edificación construida en hierro fundido y vidrio, en el Hyde Park, en Londres, con motivo de la Gran Exposición Mundial de 1851. Su innovador diseño y los efectos visuales de sus grandes paredes de cristal causaron gran impresión y lo convirtieron en un símbolo popular de modernidad. En este contexto, grandes ciudades como Nueva York comenzaron a promulgar códigos de zonificación para los niveles mínimos de iluminación natural. En Inglaterra, en cambio, las leyes que trataron de garantizar el acceso a la luz natural se remontan desde el año 1189. En el siglo xx, la arquitectura implementó el uso de la luz natural principalmente por sus propósitos escénicos, aunque también por su funcionalidad. Numerosos ejemplos de edificios construidos en esta época muestran cuán importante fue el papel de la luz natural en la arquitectura. El Museo Guggenheim de Frank Lloyd Wright, en Nueva York, utilizó la luz natural para iluminar las obras de arte, mediante la iluminación indirecta y la proveniente de ventanas lineales en los muros y de los domos de vidrio. De manera similar, en el edificio administrativo Johnson Wax, en Wisconsin, el arquitecto consiguió utilizar la luz natural mediante claraboyas. Le Corbusier creó efectos dramáticos con ventanas abocinadas y torres de luz en la capilla Ronchamp, al sureste de París. Eero Saarinen utilizó la luz natural de una forma fascinante en la capilla mit, en Cambridge, Massachusetts, mediante una claraboya sobre el altar. No obstante, hasta mediados del siglo xx, no existía método que cuantificara la iluminación natural, dada la enorme variabilidad de la luz del cielo y la complejidad de su cálculo. El desarrollo de la lámpara
Universidad de las Américas Puebla
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