Revista Anciano|Enero- Marzo 2020

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Iglesia en acción‹

ALIMENTO ESPIRITUAL EQUILIBRADO El secreto del discipulado de nuestros niños y adolescentes. Glaucia Korkischko, directora del Ministerio del Niño y del Adolescente de la División Sudamericana.

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aremos una analogía sobre la alimentación, pero no se tratará acerca de papas, porotos, arroz, ensaladas y otros alimentos. El asunto está relacionado con el alimento espiritual para nuestros hijos. Además, abordaremos el ejercicio y el fortalecimiento de los músculos misioneros. Cuando hablamos del discipulado de los niños de la iglesia, debemos tener en cuenta sus características y necesidades. Un niño pequeño necesita alimento para crecer. Por ser dependiente, también necesita que alguien le dé el alimento, que cuide de él, que le muestre qué hacer y qué dirección tomar. Este acompañamiento le da seguridad al niño y desarrolla en él la creencia de su valor personal. A partir de estos elementos, confía en los demás y es capaz de desarrollar también su fe en Dios, si así le fuere enseñado. Salomón escribió: “Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él” (Prov. 22:6). He aquí el pilar estructural, el primero y el más importante del Ministerio del Niño y el Adolescente: El discipulado integral de los padres con los hijos. En los tiempos modernos, muchos son como un relámpago para sus hijos. Es decir, solo cruzan su cielo de vez en cuando, y con mucha rapidez. No logran iluminar su camino por más de treinta segundos. No tienen tiempo para lo que es más precioso: la convivencia y el moldeado. Volviendo a la analogía inicial, algunos niños están muriendo por inanición. Pasan muchos días sin comer, o apenas sobreviven con las pequeñas porciones de alimento espiritual que reciben en la Escuela Sabática y en el momento de adoración infantil los

sábados. Y lo peor es que sus padres no se dan cuenta porque, en la mayoría de los casos, tienen el mismo problema. Son una familia raquítica espiritualmente, casi sin vida, sin fe en Dios y en el poder transformador de su Palabra. Filosofías y estrategias extrañas comienzan a llenar ese cuerpo vacío, a fin de lograr el sustento. Pero, es impresionante la forma en que actúa el enemigo de Dios. Él tiene una estrategia para cada situación. Reflexionaremos un poco sobre las cosas que pueden salir mal en una familia que supuestamente “alimenta” a sus hijos. Hay padres que proveen a sus hijos todos los recursos y materiales necesarios, como la lección de la Escuela Sabática, devocionales, Biblia, libros confesionales, programas religiosos semanales, etc. En estos hogares se provee el alimento espiritual, e incluso muchas veces se lo lee, pero no puede ser digerido. En algunas realidades, los cultos y los servicios religiosos tienen lugar como una formalidad, y terminan representando una masa de gordura mórbida.

Tanto si es raquítico como si es obeso, el niño es considerado disfuncional. Sin nutrientes ni absorción de los alimentos, no hay salud. No hay energía, por ejemplo, para la actividad física. El ejercicio es fundamental para el crecimiento, y haremos una correspondencia con los músculos espirituales. Me gusta pensar que cumplir la misión es hacer ejercicio. Fortalece los músculos del cristianismo, y trae salud y equilibrio. No basta alimentar a nuestros hijos, necesitamos llevarlos al gimnasio. Los pequeños deben experimentar la alegría de servir a Jesús y a la humanidad. Elena de White escribió: “Los niños han de ser educados para ser diligentes en la obra misionera; y desde sus primeros años, ha de inculcárseles la abnegación y el sacrificio por el bien de otros y para el adelanto de la causa de Cristo, con el fin de que puedan ser colaboradores juntamente con Dios” (Servicio cristiano, p. 256). Para el Ministerio del Niño y el Adolescente, el énfasis que es necesario se expresa en dos objetivos importantes:

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