Esp, Ann Skelton, Sudáfrica

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Ann Skelton

¿POR QUÉ SE NOMINA A ANN?

NOMINADA • Páginas 90–109

Ann Skelton ha sido nominada al Premio de los Niños del Mundo 2012 por su exitosa lucha de más de 20 años por los derechos de los niños afectados por el sistema jurídico. Ann ha realizado una labor pionera por los niños de Sudáfrica, tanto en las cortes como al cambiar las leyes que afectan a la niñez. Cuando Nelson Mandela se convirtió en presidente, se le pidió a Ann que presidiera la comisión de redacción de la nueva ley que protegía a los niños con problemas legales. Por ejemplo, al ayudar a un niño en un caso de divorcio, a un niño maltratado en su casa, a un niño refugiado solo, a niños maltratados en prisión o a niños de escuelas de barro en malas condiciones, y alcanzar una decisión de la corte a favor de los niños, Ann ha ayudado y protegi­ do a todos los niños de Sudáfrica en situaciones similares. Ann es la directora del Centro de Derecho Infantil de la Universidad de Pretoria y recibe la ayuda de dos jóvenes abogadas.

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Ann con estudiantes de los secundarios Pretoria Boys High School y Girls High School interesados en fomentar los derechos del niño. FOTO: MASI LOSI

Ann creció bajo el violento régimen del apartheid en Sudáfrica. Cuando tenía 15 años, los chicos negros de su misma edad que protestaban eran baleados y encarcelados. Siendo una joven fiscal, vio niños que habían sido golpeados por la policía y mordidos por los perros policía que eran condenados a recibir azotes. Se transformó en una abogada que lucha por los derechos del niño y redactó leyes para protegerlos. Lleva los casos de los niños a la corte y cuando gana esos casos, muchos niños en situaciones similares a las de sus clientes son ayudados. Para Ann es importante que los adultos escuchen a los niños. “Los niños son personas. Necesitan la oportunidad de participar en las decisiones que afectan su vida.”

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n la adolescencia, Ann odiaba todas las reglas de la escuela. “Cuando empecé el secun­ dario, mis compañeros y yo teníamos que llevar un cartel con nuestro nombre en torno al cuello. Me parecía degra­ dante y me negué a usarlo.” Pero esa fue sólo la prime­ ra de una serie de humilla­ ciones para Ann en el nuevo secundario.

“Los chicos más grandes nos maltrataban, nos envia­ ban a comprarles cosas y nos trataban como esclavos sólo porque éramos menores. Me rebelé contra todo ese acoso y por supuesto, me metí en problemas y acabé en la sala de castigo de la escuela. Siempre me sentí afuera de ese siste­ ma en el que podías ser casti­ gado por tener tus propias ideas y una opinión diferente.”


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