EL ADULTERIO,

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TEMA: EL ADULTERIO, TEXTO HEBREO 13:4 HEBREOS 13:4 Honroso sea en todos el matrimonio, y el lecho sin mancilla; pero a los fornicarios y a los adúlteros los juzgará Dios. (Rv 1960) HEBREOS 13:4 El matrimonio sea tenido por todos en honor; el lecho conyugal sea sin mancha, porque Dios ha de juzgar a los fornicarios y a los adúlteros. (Nácar Colunga) HEBREOS 13:4 Honroso es para todos el matrimonio, y pura la relación conyugal; pero Dios juzgará a los fornicarios y a los adúlteros.(RVA) HEBREOS 13:4 [Sea] venerable en todos el matrimonio, y la cama sin mancha; mas a los fornicarios y adúlteros juzgará Dios.( Nueva reina Valera 2000) HEBREOS 13:4 Todos deben considerar el matrimonio como algo muy valioso. El esposo y la esposa deben ser fieles el uno al otro, porque Dios castigará a los que tengan relaciones sexuales prohibidas y sean infieles en el matrimonio. (Biblia en lenguaje sencillo) HEBREOS 13:4 Sea el matrimonio honroso en todos, y el lecho matrimonial sin mancilla, porque a los inmorales y a los adúlteros los juzgará Dios. (Biblia de las américas) Hermanos, hermanas, niños, jóvenes, adolecentes y todos los presente usted y yo que queremos servir a Dios muchos desean tocar un instrumento, muchos desean predicar como el líder, muchos desean cantar , muchos deseamos hacer muchas cosas para el señor y por qué digo esto por que tenemos un enemigo que no duerme como dice 1 PEDRO 5:8 Sed sobrios (en juicio cabal), y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; y el anda buscándole la caída a cada uno de nosotros por que el no ve si usted es mueco, tuerto, cojo o tiene todos los defectos lo que el ve es lo que Dios ha depositado en cada uno de nosotros. El mira lo que hay en nuestro líder, en las hermanas que preparan los alimentos, en los hermanos que tocamos y cantamos el mira es eso como derribarnos para que no seamos bendición. De ahí que el que quiere servir a Dios se debe cuidar de caer en terrible pecado como es el adulterio. En PROVERBIOS 6:32-33 1 es falto de entendimiento ósea sin sabiduría por que si somos sabios y miramos lo que Dios ha puesto en nosotros en los lugares de honra le decimos no a la tentación. 2 corrompe su alma esto es rebelión contra Dios por que que paso cuando satanás quería darle un golpe de estado a Dios o quería ser igual a Dios dice la EZEQUIEL 28:17 Se enalteció tu corazón a causa de tu hermosura, corrompiste tu sabiduría a causa de tu esplendor; yo te arrojaré por tierra; delante de los reyes te pondré para que miren en ti. o sea que abuso de la confianza puesta en el y eso mismo pasa con nosotros cuando caemos en tan grande mal contra nuestra vida por que tal vez decimos yo hago esto pido perdón y problema resuelto pero esto no es así la palabra de mi Dios es clara 3 heridas y vergüenza por que siempre Dios nos va a estar diciendo lo que hicimos por que hemos frustrado el plan que Dios tenía con cada uno de nosotros.


4 nunca su afrenta se borrara queda manchado delante de Dios y de los hombres Nosotros podemos ver que cuando alguien cae en adulterio hay que hablarle con amor por que se enoja hay que estar contento por la cochinada que hizo y hay que decirle hermano tranquilo por eso nunca su afrenta se borrara. Mancilla: manchamos nuestra testimonio y por ende que damos privados de muchos privilegios. Hermano, hermana si esto esta en nuestro corazón hoy es el día que Dios quiere sanar y romper esa actitud por que esto nos separa de Dios. Dios nos perdona pero la consecuencia queda vamos a ver dos casos David el dulce cantor de Israel y a José I. David y Betsabé (11. 1–4) No fue un apasionado adolescente el que se metió a propósito en este pecado, sino un hombre de Dios que había llegado a la edad mediana. Es fácil ver cómo David cayó en este pecado: (1) se sentía confiado en sí mismo, después de disfrutar victorias y prosperidad; (2) fue desobediente, quedándose en casa cuando debería haber estado en el campo de batalla; (3) estaba ocioso, acostado al atardecer; (4) se dio a la indulgencia, dando libertad a sus deseos cuando debería haber estado autodisciplinándose; y (5) fue descuidado, permitiendo que sus ojos vagaran y se rindieran a «los deseos de la carne y los deseos de los ojos» (1 Jn 2.16). El soldado cristiano nunca debe descuidar su armadura (Ef 6.10ss).

Santiago 1.13–15 describe perfectamente el caso de David: (1) sus deseos fueron activados por la vista y fracasó al no contenerlos; (2) el deseo concibió el pecado en su imaginación; (3) su voluntad se rindió y esto le llevó al pecado; (4) el resultado de sus acciones fue la muerte. No «vigiló y oró» como ordena Mateo 26.41; ni tampoco trató con decisión a sus «ojos errantes» (Mt 5.29 y 18.9). David podía haber vencido esta tentación (porque no es pecado ser tentado) acudiendo a la Palabra de Dios (Éxodo 20.14), II. David y Urías (11.5–27) «Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado» advierte Santiago 1.15. Cuán ciertas son estas palabras en la experiencia de David. En lugar de clamar al Señor y confesar su pecado, el rey envió a llamar al marido y trató de engañarlo para que fuera a su casa. Esto, por supuesto, hubiera cubierto el pecado. ¡Pero Urías era mejor hombre que su rey y rehusó irse a su casa! Entonces, cuando este primer plan falló, David trató una nueva artimaña y emborrachó al hombre. Pero incluso bajo la influencia del vino, ¡Urías era más disciplinado que David cuando estaba sobrio! El pecado seguía creciendo: David decidió que mataran al hombre y luego tomar su mujer. Joab estaba más que dispuesto a cooperar, puesto que esto le daría la oportunidad más tarde de aprovecharse del rey. Urías llevó ese día al campo de batalla su sentencia de muerte. El plan resultó y el bravo soldado murió en la batalla. David «fingió» y esperó hasta que pasara la semana de duelo; luego se casó con la viuda. Algunos en el palacio tal vez elogiaron en su mente a David por consolar a Betsabé, pero el Señor pensaba de otra manera. David y el Señor (12) La confesión de David (vv. 1–14). Pasó por lo menos un año durante el cual David escondió su pecado. Léase en los Salmos 32 y 51 las descripciones de los sentimientos de David durante ese difícil período. Se debilitó y se enfermó físicamente; perdió su alegría; perdió su testimonio; perdió su poder. Dios le dio a David mucho tiempo para que arreglara las cosas, pero él persistió en esconder su pecado. Si se hubiera acercado al Señor en sincero arrepentimiento, las cosas tal vez hubieran sido diferentes más adelante. Por último, Dios envió a Natán, no con un mensaje de bendición como


en el capítulo 7, sino con uno de convicción. ¡Qué fácil es convencerse de los pecados de otros! Pero Natán sin temor le dijo a David: «¡Tú eres aquel hombre!» Debemos elogiar a David por inclinarse ante la autoridad de la Palabra de Dios y confesar su pecado. Podía haber matado a Natán. Dios estaba listo para perdonar los pecados de David, pero no podía impedir que aquellos pecados dieran «a luz la muerte» (Santiago 1.15). La gracia de Dios perdona, pero el gobierno de Dios debe permitir que los pecadores cosechen lo que siembren. Véase Salmo 99.8. «¡Debe pagar con cuatro tantos!» David declaró el castigo respecto al hombre en la historia de Natán, así que Dios aceptó su sentencia. La espada nunca se apartó de la casa de David: el niño murió; Absalón mató a Amnón, quien violó a Tamar (cap. 13); luego Joab mató a Absalón (18.9–17); y Benaía mató a Adonías (1 R 2.24–25). ¡Cuatro tantos! Añada a estas pruebas la horrible ruina de Tamar, el vergonzoso tratamiento que Absalón dio a las esposas de David, más la rebelión de Absalón y verá que David pagó caro por unos pocos momentos de placer lujurioso. Sembró lujuria y cosechó lo mismo; sembró homicidios y cosechó homicidios, porque «todo lo que el hombre sembrare, eso también segará» (Galatas 6.7). La disciplina del servicio (39.1–6). José cambió su «túnica multicolor» por el delantal del criado, y Dios le obligó a aprender a trabajar. De esta manera, aprendió la humildad (1 P 5.5–6) y la importancia de obedecer órdenes. Debido a que José fue fiel en lo poco, Dios le promovió a cosas mayores. Véanse Proverbios 22.29 y 12.24. B. La disciplina del dominio propio (39.7–18). La madre de José era una mujer hermosa y sin duda el hijo heredó sus rasgos (29.17). Las mujeres egipcias eran conocidas por su infidelidad, pero José no cedió. Dios estaba probándolo, porque si José no podía autocontrolarse como siervo, nunca podría controlar a otros como gobernante. Pudiera haber aducido: «¡Nadie lo va a saber!» o «¡Todo el mundo lo hace!» Pero, en lugar de eso, vivía para agradar a Dios y se cuidó de no proveer para la carne (Ro 13.14). «¡Huye de las pasiones juveniles!», amonestó Pablo (2 Ti 2.22), y esto fue exactamente lo que José hizo. Como dijera el predicador puritano: José perdió su túnica pero conservó su carácter. Demasiadas personas han fallado en esta disciplina y Dios ha tenido que echarlas a un lado (1 Co 9.24–27; Pr 16.32; 25.28). C. La disciplina del sufrimiento (39.19–23). No sólo José controló sus apetitos, sino también logró controlar su lengua; porque no discutió con los oficiales ni expuso la mentira que la esposa de Potifar esparcía acerca de él. El control de la lengua es una señal de madurez espiritual (Stg 3). Es probable que Potifar era el capitán de la guardia a cargo de los prisioneros; incluso tal vez era el principal verdugo. En cualquier caso, cuidó que a José lo pusieran en la prisión del rey (v. 20), y la fidelidad y devoción de José le ganó el favor de los oficiales. La clave de su éxito fue que «Jehová estaba con José» (39.2, 5, 21). Al menos dos años tuvo que sufrir José como prisionero o quizás más tiempo. El Salmo 105.17–20 explica que este sufrimiento puso «hierro» en su alma. Contribuyó a hacerle hombre. La gente que evade el sufrimiento tiene dificultades para desarrollar el carácter. Sin duda José aprendió la paciencia de sus sufrimientos (Stg 1.1–5) tanto como una fe más profunda en la Palabra de Dios (Heb 6.12). Este sufrimiento no era nada agradable, pero necesario y un día se convirtió en gloria.


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