Lecturas sobre danza y coreografía

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En la Essen Opera, Jooss fue responsable de coreografiar operetas e interludios y también de crear trabajos independientes como Der Grüne Tisch. En relación al Segundo Congreso de Bailarines, afirmó: “Hoy en día, las posibilidades económicas para la práctica de la danza a una mayor escala solo existen en los teatros de la ópera y, en menor grado, en los teatros. La danza mundial actual debe por tanto tener en cuenta dos aspectos fundamentales: por un lado, satisfacer las necesidades del teatro, y, al mismo tiempo, trabajar sin cesar […] en la idea general de la danza teatro.” (Markard, 1985: 17).

Der Grüne Tisch se alejaba de Totenmal, no solo en su adherencia a las convenciones del teatro burgués, sino también en su alineación inequívoca con la política de izquierdas. Aunque el protofascismo de Totenmal se ve claro solo en retrospectiva, la afiliación política de Der Grüne Tisch fue más evidente en 1932 que en décadas posteriores, cuando su poder de generalización y su supervivencia en el repertorio hicieron que soportara múltiples interpretaciones. Creada durante el último año de la República de Weimar, la producción apoyaba la política progresista a través de un dispositivo estructural simple: la yuxtaposición de secciones enmarcadas y secciones que enmarcan. Mientras las secciones enmarcadas [framed sections] asocian la danza de la muerte con la guerra, las secciones que enmarcan [framing sections] asignan la responsabilidad de la danza de la guerra a los Caballeros de Negro y al Especulador[3]. La danza tradicional de la muerte existe más allá de coordenadas cronológicas y geográficas. Tal y como muestran unos frescos del siglo XV en los muros de una iglesia en Lübeck, conocido como el Lübecker Totentanz (La danza de la muerte de Lübeck) –y una de las fuentes de trabajo de Jooss–, la personificación de la muerte habita en un lugar generalizado, símbolo de todos los tiempos y lugares. Dentro de este mundo-espacio simbólico conduce a representantes de todos los estratos sociales –mendigo, campesino, obispo, rey– a su fin. Revisando esta concepción tradicional, Jooss localizó la danza de la muerte en el campo de batalla. Dentro de las secciones enmarcadas, la Muerte convoca a sus víctimas: jóvenes soldados y su líder idealista, una mujer anciana, una chica joven y una mujer revolucionaria. La acción sugiere que la guerra destruye no solo a aquellos quienes van a luchar, sino también a todos los que se quedan en casa esperando a sus seres queridos. Los Caballeros de Negro, enmascarados y con esmoquin, aparecían al inicio y al cierre de cada sección, y enmarcaban el resto de la acción con sus deliberaciones en torno a una gran mesa verde. Aunque gesticulan en desacuerdo, su disputa va revelando sus pactos, repitiendo exactamente los mismos pasos al principio y al final. La lógica de la secuencia presenta su discusión ritualizada como la causa continua de guerra. Ajenos a la destrucción causada por la danza de la muerte, continúan con sus maquinaciones.


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