Revista Momento Septiembre 2019

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justicia que intentan frenar los intentos brutales contra sus derechos básicos o de búsqueda de igualdad. Pero también hay una forma de simulación de búsqueda de justicia a través de nuestras redes sociales que permiten el anonimato o la confrontación sin consecuencias reales. Vamos, que es muy fácil pelearse e insultarse o amenazarse bajo el cobijo de un monitor. Pero eso en realidad no es una búsqueda de justicia, es una búsqueda de tener la razón sobre cualquier situación a pesar de que haya evidencia de que no estamos en lo correcto. Tengo un amigo en Facebook que se la pasa insultando a los que votaron por el presidente, señalando cualquier cosa como un error y burlándose de los que insinúan una búsqueda

de justicia porque él piensa que el justo es él. No puede ver que su comportamiento, además de violento, implica una supuesta superioridad intelectual (no pienso discutir si sus argumentos contra el presidente son correctos o no porque sale sobrando). En la mayoría de los casos, cuando uno se ve acorralado, tendemos a culpar a los demás o a señalar a otros para que no se note mi error. Piense en esto: si usted trabajara en una empresa y una de las reglas es llegar a tiempo, pues uno debe llegar a tiempo. Seguro le ha pasado: alguien llega tarde, se le llama la atención y entonces contesta “Sí, pero fulano llega más tarde”. Nuevamente, parece poca cosa, pero no lo es. Este comportamiento también lo veo mucho inclu-

so en el aspecto profesional. ¿Qué significa esto? Pues que la idea de la justicia es flexible: la justicia se aplica cuando me favorece, no cuando me afecta. Esto aplica por supuesto en los negocios. Con cada generación, lo que se considera aceptable cambia. La esclavitud era considerada correcta en un tiempo. La explotación crítica en la Revolución Industrial era plenamente aceptada. Sigue siendo aceptada la conducta forzada para que trabajen más las mujeres que los hombres. Hoy en día, la conciencia ética de las mismas se rige por lo que opinan los clientes, pero esto entonces no es completamente ético porque está condicionada a una posible disminución de las ventas. Lo mismo ser buena persona 36

y justa: está condicionada si uno cree que es la forma de alcanzar el paraíso. Ser buena persona y bueno con el prójimo no debe estar sujeto a un premio a alcanzar cuando uno muera. Recuerdo que en una universidad en la que laboré propuse la creación de un código de ética, pero se detuvo ante la indignación de mis compañeros profesores, situación que me sorprendió porque el argumento no era “Debemos ser buenas personas empáticas con los alumnos por convicción propia y no obligados”, sino palabras vagas que trataban de justificarlos. Pero sí es necesario un código de ética en las universidades y en las empresas porque nos permiten impulsar hacer lo correcto haciendo cada vez más di-


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