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Baños termales en el Perú Las numerosas y notables fuentes termales del Perú son más antiguas que el Perú. Nacieron con los Andes, que se crearon por el desplazamiento (9 cm. por año) de la placa de Nazca debajo de la Placa sudamericana. Aunque recibe el nombre genérico de Andes, en el Perú existen varias cordilleras. Algunas como las de Salkantay y Carabaya emergieron durante el periodo Jurásico, hace 150 millones de años, cuando todavía reinaban los dinosaurios. Mientras que la Cordillera Occidental se formó durante el periodo Cretácico, hace más de 60 millones de años, cuando los dinosaurios ya se habían extinguido, y por supuesto no habían países ni fronteras, ni siquiera seres humanos. Pero sí fuentes termales: y es que los Andes albergan fuego en sus entrañas (por la constante fricción de las Placas), prueba de ello son los constantes sismos y la proliferación de volcanes en esta cordillera que recorre 7.400 kilómetros en Sudamérica, desde la Tierra del Fuego hasta Maracaibo en Venezuela. Perú está en el corazón de los Andes, en la zona más ancha de este sistema orográfico. Bueno, gracias a este fenómeno geológico, nuestro país, como pocos en el planeta, tiene un inmenso potencial para el turismo termal. El relajo de Atahuallpa Todas las culturas precolombinas peruanas: mochicas, paracas, waris, nazcas, incas, entre otras, tenían al agua como un recurso vital para su economía y, a la vez, lo consideraban un elemento digno de veneración. En la parte práctica, para fines agrícolas, diseñaron canales que son obras de arte de la ingeniería hidráulica: venciendo a la gravedad o conduciendo el agua en forma subterránea. Muchos de estos canales aún están en uso. Como el de Cantayoc, en Nazca. Asimismo, estas antiguas civilizaciones, usaban el agua en rituales de saneamiento, en baños previos a ceremonias religiosas o festividades importantes, no precisamente para limpiar sus cuerpos sino para purificar su espíritu. Estos baños litúrgicos son visibles en varias ruinas incas, incluso en Machu Picchu. En 1844 los españoles prohibieron estos rituales por considerarlos paganos. Claro, los antiguos peruanos tenían también en muy alta estima los beneficios que brindaban al cuerpo esas aguas que brotaban de las profundidades de la tierra, e incluso conocían las propiedades curativas de cada poza y las aprovechaban cuando tenían la salud resquebrajada. En especial eran usadas por la nobleza y los sacerdotes, aunque también, como sostienen algunos cronistas por los Incas Huayna Cápac y Atahuallpa, que las tenían en muy alta estima. Incluso, en 1532, en uno de los momentos históricos más trascendentes para el Perú y gran parte de América, mientras Francisco Pizarro preparaba minuciosamente la estrategia para capturar a Atahuallpa en Cajamarca; el Inca estaba disfrutando una temporada de descanso en Inti Puquio (“manantial del sol”, en quechua), ahora llamados Baños del Inca. No se sabe si la historia hubiera cambiado, pero lo cierto es que el cronista Pedro Pizarro, testigo de este acontecimiento, señala que Atahuallpa iba muy distendido para reunirse con los españoles, con muchos indios bailando y cantando delante de él, y que tardó una eternidad en cubrir la distancia entre los baños termales y Cajamarca. Como digo, tan solo es un juego especulativo, pero de pronto las templadas aguas de Inti Puquio, y el consecuente relajo de Atahuallpa, fueran en parte culpables que los incas perdieran el Tahuantinsuyo, de lejos, el imperio más poderoso de Sudamérica.