UNIVERSIDAD Y SOCIEDAD 11
Octubre de 2008
El estudio fue realizado por el equipo que lideran Patricio Cumsille y Loreto Martínez, de la Escuela de Psicología
Los adolescentes que perciben apoyo y alta supervisión de sus padres tienden a aceptar más su autoridad Si bien las investigaciones han confirmado que el ámbito de lo personal se va expandiendo a lo largo de la adolescencia y que la autoridad parental va perdiendo legitimidad, también han demostrado la existencia de patrones que rompen esta homogeneidad. Antonieta Sánchez
De acuerdo a la llamada teoría de los dominios de razonamiento cognitivo, padres y adolescentes clasifican el comportamiento de estos últimos en tres ámbitos fundamentales: moral, convencional y personal o psicológico. El dominio moral está gobernado por principios de carácter obligatorio y universalmente aplicables; el convencional está regido por acuerdos arbitrarios o socialmente construidos acerca de las conductas apropiadas, y el ámbito personal o psicológico involucra aspectos que sólo afectan al individuo. Los padres y adolescentes tienden a atribuir autoridad a los primeros en aspectos morales y en cuestiones que pueden afectar el bienestar y la seguridad personal de los hijos, que caben dentro de lo que se denomina subdominio prudencial y que pertenece al ámbito psicológico. También concuerdan en que los padres no tienen derecho a regular conductas del ámbito personal, como la elección de actividades recreativas o de los amigos. Pero si bien existe este acuerdo, no hay consenso respecto a qué cabe dentro de cada categoría, sostiene el profesor de la Escuela de Psicología Patricio Cumsille. Junto a la psicóloga Loreto Martínez y académicos extranjeros, el especialista ha desarrollado una extensa investigación acerca de las relaciones entre padres y adolescentes, que involucra dos proyectos Fondecyt. El desacuerdo entre padres y adolescentes tiene que ver con dónde caben algunos temas que están en el límite. «Lo moral típicamente tiende a ser mucho más fácil de clasificar, por ejemplo, no dañar a otras personas. Pero otros aspectos son más difíciles de encasillar. Cómo yo me visto puede ser considerado convencional, pero desde
Diferencias socioeconómicas
DIFERENCIAS: Para los adolescentes la forma de vestirse es un asunto personal; para algunos padres, corresponde al ámbito de lo convencional. Temas difíciles de clasificar producen conflictos.
el punto de vista del adolescente es asunto suyo, a nadie más tiene que importarle», explica Patricio Cumsille, quien lidera la investigación junto a Loreto Martínez. Los estudios han confirmado que el ámbito de lo personal se va expandiendo a lo largo de la adolescencia –que para objeto de las investigaciones se extiende entre los 12 y los 18 años–, y que en la generalidad de los casos con el paso del tiempo la autoridad parental va perdiendo legitimidad. Sin embargo, Cumsille dice que si bien se observa una cierta regularidad en este proceso, también existen patrones que rompen esta homogeneidad. En cualquier etapa de la adolescencia se pueden encontrar ejemplos de control parental: adolescentes que otorgan legitimidad a los padres en todo; control compartido: jóvenes que aceptan supervisión en los aspectos prudenciales, pero no en los
personales, y control personal: individuos que no le otorgan a los padres legitimidad en nada. «Lo que uno esperaría es que la transición fuera del control parental a uno mixto, y después a uno personal. Si bien este patrón se da, no es el único. Hay gente que se mantiene en los distintos patrones, o que pasa por lo que popularmente se podría denominar un período de rebeldía y después como que vuelve atrás», explica el psicólogo. Los estudios también han demostrado que existen características de los padres, así como características de los jóvenes, que permiten predecir estos patrones. Es más probable que los adolescentes que perciben apoyo y alta supervisión de parte de sus padres acepten la autoridad parental y su propia obligación de obedecer; específicamente, porque creen que los padres tienen legítima autoridad sobre estos aspectos.
Otro aspecto revelado por los estudios de legitimidad de la autoridad parental fueron las diferencias entre niveles socioeconómicos. Cumsille señala que en una comparación entre niveles bajos y medios, fueron los niveles socioeconómicos más aventajados los que tendieron a rechazar más el control parental. «En el nivel más bajo hay una mayor aceptación. No significa que necesariamente vayan a obedecer más, pero reconocen que los padres tienen autoridad. Uno puede especular que estos valores de respeto a los derechos, a la sobreimportancia de que se desarrolle el individuo como persona, son valores que se exacerban en las clases media y alta», explica.
Cumsille explica que, en general, los jóvenes que tienen problemas de comportamiento y aquellos cuyos padres imponen menos reglas, tienden a pasar de un control parental a uno personal, es decir, a considerar que los padres no tienen legitimidad en ninguna de las áreas. «La probabilidad de aceptar la autoridad (de la legitimidad parental) de un adolescente de 12 años que tiene poco apoyo y baja supervisión y que está involucrado en problemas conductuales, es medianamente equivalente a la probabilidad de que un adolescente de 17 años que no tiene problemas conductuales y que tiene mucho apoyo y supervisión», sostienen los investigadores en un artículo.
CORAZÓN CRUZADO
José Pablo Arellano Marín, economista «Me siento privilegiado por la formación que me dio la UC»
Hasta hoy está «presente» en la memoria de José Pablo Arellano Marín, economista de la Universidad Católica y máster y doctor en Economía de la Universidad de Harvard, los estupendos recuerdos de sus compañeros y el ambiente de amistad que reinaba en la Escuela de Economía, donde realizó sus estudios desde 1970. Dice que eligió la UC después de una decisión bien meditada y consultada. «Visto en perspectiva, me ofreció una estupenda formación por las enseñanzas que recibí de mis profesores graduados en Chicago, y de otros docentes que se incorporaron durante esos años. Todo el equipo académico era muy motivado y de alta preparación». Reconoce haber tenido excelentes profesores, muchos de ellos con estudios de postgrado en las mejores universidades extranjeras, algo no muy común hace 35 años. Recuerda especialmente a dos grandes: Jorge Cauas y Dominique Hachette, quienes a su juicio destacaban como do-
centes y directores de escuela. «Me siento privilegiado por la formación que me dio la UC», comenta al recordar esos años, en los que además fue miembro de lo que entonces se llamaba el Consejo Escuela: «Allí recibíamos amplia información y participábamos en numerosas decisiones que tenían que ver con la marcha de nuestra escuela, como la malla curricular, formas de evaluación, entre otras. Fue muy formativo para mí participar en esa instancia en momentos de enormes tensiones y polarización. En la escuela prevaleció un ambiente de colaboración y diálogo, lo que contrasta con lo que se vivió, por ejemplo, en Economía de la Universidad de Chile, donde se dividió la Facultad de Economía en dos, según la visión del pensamiento económico. Fue una época de grandes debates sobre el futuro de la universidad. Tuve la oportunidad de participar como delegado en el Claustro Universitario, lo que me permitió ser parte de los grandes debates
de la época que eran presididos por don Fernando Castillo Velasco». Todo ello sucedía en el, para él, inolvidable campus Los Domínicos, que era exclusivo para Economía. Por su lejanía «en los bordes de la expansión de Santiago», pasaba allí buena parte del día, donde se daba una grata convivencia entre toda la comunidad. En cuanto a su infraestructura, declara que era la «envidia para muchos» y marca una diferencia con el actual campus San Joaquín, en que existe una interacción con otras carreras. «Cuando fui Ministro de Educación (1996-2000), tuve la oportunidad de inaugurar varias construcciones del campus San Joaquín, entre ellas, la Facultad de Educación. Fue un gran reencuentro con mi universidad». Casado con Manena Recabarren, tiene cuatro hijos. «Tengo una hija ex alumna de Pedagogía en la UC y un hijo que está terminando Ingeniería. Me da mucho gusto escuchar, a través de la experiencia común, los progresos que experimenta la universidad en la formación de sus alumnos». Esta es una sección preparada por la Asociación de Ex Alumnos y Amigos UC.