Revista Universitaria N°143

Page 39

miramundo

dad sin clases. Hoy, nadie más opina eso. La fuerza que empuja al mundo es el mercado mundializado, acompañado de una impotencia política, donde las crisis económicas muestran que los mercados escapan de todo control. La mirada revolucionaria ya no existe, subsiste un poco en las correcciones de algunas desigualdades por parte del Estado, pero el gran proyecto de una sociedad sin clases está muerto y creo que ya nadie más piensa eso. —¿Cuáles serían los rasgos de una sociedad hipermoderna? —La esperanza ya no está en lo político, sino en la hibridación de lo humano con lo tecnológico. Entramos en una época de lo inmaterial, asociada a las nanotecnologías y posiblemente a las neurociencias, la que va dar la prioridad a las transformaciones ligadas inevitablemente a las tecnociencias. —¿Qué es lo que ha cambiado en la vida real de las personas? Es la difusión de los objetos de consumo, tales como la televisión, el auto y los electrodomésticos a partir de los años 50 y 60. Esa fue la primera ola de cambio y tuvo un gran impacto en la vida y en el pensamiento de las personas. Hoy estamos en una segunda ola tecnológica; la electrónica, la computación, internet y los aparatos móviles como los smartphones han creado una revolución que tiene un carácter más amplio, y que toca ahora todos los aspectos de la vida. Incluso ha cambiado la forma de relacionarse que tienen las personas, los jóvenes especialmente, que hoy se conocen a través de páginas de encuentro. Su manera de conquistar, de seducir y de comprar está mediada por aparatos móviles e internet. Hasta hace poco comprar era simple. Se iba a una tienda y uno se desplazaba físicamente a horarios fijos; ¡para ir al cine había que ir al cine! Pero internet trastornó eso y a las 4 de la madrugada ahora puedo comprar un refrigerador o reservar un hotel. Se rompen las antiguas barreras físicas, transformando el consumo, lo que permite nuevas formas de economía colaborativa que están empezando. Creo que estamos en presencia de una revolución total, incluyendo la salud; tendremos chips en los refrigeradores, en mi reloj, pudiendo yo saber cuántas calorías consumí, cuánto gasté, si debo tomar remedios o ir al médico. En esta nueva revolución no hay nada político, es la tecnología y la posibilidad de consumo lo que cambia la vida. El viejo sueño de los modernos que desarrollaron Rimbaud o Marx, el de cambiar la vida, se está haciendo; pero lo está haciendo el capitalismo, lo que es una ironía de la historia. Lo político está hoy lejos y tiene un rol muy débil.

El profesor y su técnica —¿Están los individuos preparados para estos cambios o es necesario comenzar a prepararlos y reeducarlos? —Hay dos posiciones opuestas; la primera, desarrollada por Michel Serres en Francia, es la de los fascinados con las nuevas tecnologías. Ellos dicen: “finalmente gracias a internet y estas nuevas herramientas la escuela ya no es necesaria, cada uno puede ser su propio profesor y el maestro ha sido sobrepasado por la máquina”. La otra, más conservadora, dice que la tecnología va a idiotizar a los humanos por lo que habría que mantener los estudios de los siglos pasados, las obras humanistas que forman el espíritu. Pienso que la radicalidad no es buena consejera. Decir que no necesitamos más escuela me parece oscurantista, los niños no se van a enamorar de máquinas, el aprender necesita de una formación. Incluso, debe haber coerción, no se puede criar a alguien sin imposiciones. ¿Conocen un futbolista que no practica? Es imposible, necesita mucho entrenamiento, lo mismo un pianista. Aprender es difícil y siempre lo será. El factor clave es la motivación y eso no viene de la tecnología. Tiene que ver con el alumno, el profesor, la familia, con muchos factores. Todos fuimos marcados por profesores, es una suerte de seducción, es una buena seducción, hay que ser atraído por algo. Tampoco es cierto que internet da acceso ilimitado al conocimiento. ¿Qué se puede hacer con tanta información? ¿Cómo alguien que no está formado se puede ubicar con 50 mil mensajes? Hay que ordenar y manejar la información. ¿Y quién te da ese método? Los profesores. Pienso que la relación humana sigue siendo capital. La otra tesis, que las nuevas tecnologías no van a cambiar nada, es errónea. Desde la década de los 60 se insistió en las revoluciones pedagógicas hacia los niños y los jóvenes, pero creo que con la hipermodernidad digital habrá un enorme trabajo que hacer con los académicos para volver a la primacía del profesor. Los jóvenes hoy tienen una cierta autonomía pero debe haber personas capaces de crear la motivación en ellos, de darles una cierta altura para poder interpretar esta masa de acción. Hay nuevos medios, por lo que va a costar más barato que antes capacitar a miles de docentes. Estoy convencido de que el progreso en nuestros sistemas educativos va a pasar por la formación que ellos entregan. Necesitamos que estén bien pagados como en Noruega y Singapur, remunerados en su justo valor para que sean respetados por los niños, por los jóvenes, y necesitan una posición social respetable.

“La responsabilidad de la universidad es innovar en nuevas vías para la educación, formar a los profesores. Muchos de nosotros tenemos poco poder, los individuos son débiles frente al mercado, frente al capitalismo, pero en cuanto a la educación se puede hacer mucho, en especial con un niño”. 39


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.