Pensar la complejidad. El cambio de paradigma en las ciencias sociales

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PENSAR LA COMPLEJIDAD. EL CAMBIO DE PARADIGMAS EN LAS CIENCIAS SOCIALES. Por. Francisco Roberto García Samaniego. 1 Si bien es cierto, nos encontramos en un proceso de cambio en todas las ciencias humanas, cambios que dan al traste con las diferentes concepciones del mundo, de la filosofía, el arte, las ciencias duras: como la matemática, la biología, la física etcétera. Toman nuevas formas de hacer ciencia en una ciencia más humana, una ciencia, que entienda los problemas que precisamente de la hiper-cientificidad han provocado problemas en sentidos ético, políticos, culturales y por supuesto económicos. Muchas de las ciencias han sido causa de la contaminación y del problema que nos engloba a todos en el planeta tierra. El calentamiento global, los problemas de la pobreza crónica, que deben tratarse como asuntos desde encuentros multidisciplinares, transdisciplinares, en donde las ciencias empíricas lógicas y las ciencias sociales se encuentren, se crucen entre ellas información para dar solución a problemas reales, bajo el uso adecuado de las tecnologías. Practica científica que se está llevando a cabo en las últimas décadas con mucha más fuerza en los países desarrollados. De hecho en los albores del siglo XXI comenzamos a entender, esas nuevas formas de hacer ciencia. Por ello pasamos a dejar a tras esas concepciones del saber parcializado, hacia un saber que comunique, que resuelva, superando esos pensamientos estancos como lo viene anunciando Edgar Morin en sus celebres ensayos. En tal sentido la cultura, la política, la sociedad cambia, se reconfigura, precisamente por los cambios en la vida diaria de todos los seres humanos por el desarrollo de la tecnología. Asimismo esos cambios planteados son, por 1

Pol, Magíster. Candidato a Doctor, HUMANIC-ULA Centro de Investigaciones de Política Comparada (CIPCOM-ULA) MÉRIDA-2011. franciscogarcia_samaniego@hotmail.com


ejemplo en la sociología muy importante: por ello Pierre Bourdieu advirtió: “pedirle a la sociología que sirva para algo siempre es una manera de pedirle que sirva al poder como ciencia de vigilancia”. Y Alrededor de todo este gran movimiento dentro de todas las ciencias comenzamos a pensar, entender y comprender que; “desde el campo cotidiano y de su quehacer, encontrar el modo de hacer jugar el pensamiento complejo

para edificar una práctica

compleja, más que para atarse a anunciados generales sobre la complejidad. El desafío de la complejidad es el de pensar complejamente como metodología de acción cotidiana, cualesquiera sea el campo en el que desempeñamos nuestro que hacer”. En efecto pasamos a hablar de la interdisciplinas, multidisciplinas y transdisciplinas. Ello como conjunto de nuevos conceptos epistemológicos y metodológicos explicativos para entender las ciencias de toda índole, en el proceso infrenable de globalización de los conocimientos, y la globalidad de la política, así como de las culturas y los mercados. Ahora bien, “no todo puede ser racionalizado, pero todo puede ser pensado; en el pensar cohabitan, con toda naturalidad la aplicación de la ley lógica, el reconocimiento de la norma y la vivencia de valores. Al pensar cogitamos, sentimos y valoramos a la vez; tanto como para decir que para pensar bien hay que cultivarse cognoscitiva, ética y estéticamente durante toda la existencia. En su habitación en Amboise donde murió, Leonardo había pintado en la pared su máxima de vida: Anchora imparo, aún aprendo”. (Pasquali, 2007:20) Se nos presenta en tal sentido que: “Vivimos un momento en el que cada vez más y, hasta cierto punto, gracias a estudiosos como Edgar Morin, entendemos que el estudio de cualquier aspecto de la experiencia humana ha de ser, por necesidad, multifacético. En que vemos cada vez más que la mente humana, si bien no existe sin cerebro, tampoco existe sin tradiciones familiares, sociales, genéricas, étnicas, raciales, que sólo hay mentes encarnadas en cuerpos y culturas, y que el mundo físico es siempre el mundo entendido por seres biológicos y culturales. Al mismo tiempo, cuanto más entendemos todo


ello, más se nos propone reducir nuestra experiencia a sectores limitados del saber y más sucumbimos a la tentación del pensamiento reduccionista, cuando no a una seudocomplejidad de los discursos entendida como neutralidad ética”. Evidentemente el pensar complejo se plantea desde la teoría de los sistemas abierto y en acción continua del cambio paradigmático implica como tal según Marcelo Pakman: “Cuando nos sumamos a entender el mundo físico, biológico, cultural en el que nos encontramos, es a nosotros mismos a quienes descubrimos y es con nosotros mismos con quienes contamos. El mundo se moverá en una dirección ética, sólo si queremos ir en esa dirección. Es nuestra responsabilidad y nuestro destino el que está en juego”. Asimismo Edgar Morin viene postulando su teoría de la complejidad en todas las ciencias y nos expone una idea que bien vale la pena destacar en este ensayo: “nunca pude a lo largo de toda mi vida, resistirme al saber parcializado, nunca pude aislar un objeto de estudio de su contexto, de sus antecedentes, de su devenir. He aspirado siempre aun pensamiento multidimensional. Nunca he podido eliminar la contradicción interior, siempre he sentido que las verdades profundas, antagonistas las unas de las otras, eran para mí complementarias, sin dejar de ser antagonistas. Nunca he querido reducir a la fuerza la incertidumbre y la ambigüedad”. En este sentido, la ciencia política se readapta a nuevos paradigmas y categorías de análisis. Y al mismo tiempo, “una vez alcanzado determinado nivel de madurez, la teoría social está cada vez más sujeta a los mandatos sociales y políticos de la sociedad. Los intereses y objetivos sociales de carácter general han superado a cualquier lógica interna de búsqueda de la verdad como fuerza motora de la investigación científica (Barnes, 1992).”2 Pero de lo anteriormente expuesto, pasamos a la crítica de Sartori en tanto ¿Hacia dónde va la Ciencia Política? Para Sartori es un gigante que sigue creciendo y que tiene los pies de barro. Propone en su conclusión: “La 2

Citado por, Von Beyme, Klaus. Teoría política: teoría política empírica. Nuevo manual de ciencia política tomo II, Istmo, 2001, p 750.


alternativa, o cuando menos, la alternativa con la que estoy de acuerdo, es resistir a la cuantificación de la disciplina. En pocas palabras, pensar antes de contar; y, también, usar la lógica al pensar”. (Sartori, 2004; 354) Por lo tanto, el paso de la primera modernidad, hacia una modernidad reflexiva, o segunda modernidad (criterio de análisis que por su misma volatilidad, tanto conceptual como social, alude en consecuencia “en extremo sensible a los lenguajes; a su radical contingencia e historicidad”) (Brünner, 1999: 13) ha significado el cambio en los paradigmas explicativos y teóricos, para dar cuenta de las realidades que en la actualidad la teoría de la modernidad

clásica da sus aportes, como lógicas de autoreflexión para

repensar las sociedades occidentales. El traspaso cognitivo y valorativo de la cultura, en estos aspectos, ha dado lugar para que se hable de un proceso histórico de la globalización, en el cual la misma “es por sí lo suficientemente heterogénea y abierta como para resultar complejo el establecer unos presupuestos firmes y delimitadores”. (Maíz, R; Lois y M, 1998: 403). Si ello es así, ¿qué fue lo que provocó la crisis de la modernidad? ¿Por qué la postmodernidad no nos explica nada, o casi nada de la realidad tan compleja? O más crítico reflexivo, ¿son gobiernos, partidos políticos, medios de comunicación, ciudadanos e intelectuales los culpables de esta modernidad reflexiva y periférica, que bajo el término y aplicación de la globalización económica y la globalidad política, deslinda a los seres humanos de un mundo de esperanzas desencantadas? O acaso, ¿nos diluye una heterogeneidad?. La respuesta nos parece obvia. No sabemos lo que nos depara el futuro, en un mundo en total cambio y replanteo de sus paradigmas teóricos metodológicos, además de su cosmovisión del acontecer político social y cultural de la sociedad del riesgo, como lo ha venido proponiendo Ulrich Beck. En efecto, el pensamiento crítico reflexivo de la segunda modernidad y sus principales exponentes, tratan de establecer el camino teórico por donde cruzan ideas innovadoras. Ahora bien, en el momento de construir el mapa


teórico en esta nueva cartografía nos situamos en una vía sumamente difícil de ver con tan sólo un mapa. Debemos, por tanto, recurrir a diversos instrumentos teóricos a fin de orientarnos a sitio seguro. En sí, recurrimos a la interdisciplinaridad en las ciencias sociales. (Dogan, 2001: 150-196) Sus consecuencias son claras: “la sociedad de riesgo puede poner en marcha también un proceso de aprendizaje, una politización forzosa, posibilidad perfectamente imaginable como proceso de aprendizaje mundial, como cosmopolitización; y ésta es, en el fondo, la esperanza con la que yo propongo mi teoría”. (Beck, 2002: 195) Las respuestas reflexivas teórico-metodológicas aportadas hoy, parecen desvanecerse en el mar de la realidad y de este nuevo aprendizaje. En sí, las grandes desigualdades sociales globales que se van transformando glocales, provoca en la realidad

en

profundos declives sociales, religiosos,

culturales y económicos, que se manifiestan y se vuelven más reales a través de los medios de comunicación masiva: “el analista contemporáneo se halla forzado a entender la vida en el mercado si quiere captar el sentido de la época global”. (Brünner, 1999: 21) Evidentemente entender el pensar complejo ha implicado abrir la mente y por ello Edgar Morin observó: “Pero la complejidad ha vuelto a las ciencias por la misma vía por la que se había ido. El desarrollo mismo de la ciencia física, que se ocupaba de revelar el Orden impecable del mundo, su determinismo absoluto y perfecto, su obediencia a una Ley única y su constitución de una materia simple primigenia (el átomo), se ha abierto finalmente a la complejidad de lo real. Se ha descubierto en el universo físico un principio hemorrágico de degradación y de desorden (segundo principio de la Termodinámica); luego, en el supuesto lugar de la simplicidad física y lógica, se ha descubierto la extrema complejidad microfísica; la partícula no es un ladrillo primario, sino una frontera sobre la complejidad tal vez inconcebible; el cosmos no es una máquina perfecta, sino un proceso en vías de desintegración y, al mismo tiempo, de organización”.


Como veremos a continuación, Arlie Russell Hochschild, se pregunta: “¿Cómo debemos entender los efectos de la globalización sobre el afecto? ¿Qué sabemos de ello, qué pensamos y sentimos al respecto? Si se forman más cadenas mundiales de afecto, ¿Los movimientos y las consecuencias se caracterizan por la bondad o la crueldad? Dado lo dura que es la pobreza, no son preguntas fáciles de responder. Pero no nos hemos ocupado plenamente de ellas, en mi opinión, porque, para la mayoría de nosotros, el mundo se globaliza a más velocidad que nuestros corazones. Vivimos en el mundo pero tenemos sentimientos locales”. (Russell, 2001: 189) Como resultado de lo anterior, en sí, cabría aplicar aquí, aquella presunción weberiana según la cual las teorías y conceptos de análisis no superan, por más ni más, a la continua y fundante realidad del mundo en que vivimos cada vez más complejo remitiéndonos a las más disímiles realidades. Asimismo, “una de las conquistas preliminares en el estudio del cerebro humano es la de comprender que una de sus superioridades sobre la computadora es la de poder trabajar con lo insuficiente y lo impreciso; hace falta, de ahora en más, aceptar una cierta ambigüedad y una ambigüedad, cierta (en la relación sujeto/objeto, orden/desorden, auto/hetero-organización. Hay que reconocer fenómenos inexplicables, como la libertad o la creatividad, inexplicables fuera del cuadro complejo que permite su aparición”. (Morin, 2007: 61). Para decirlo en palabras de Alain Touraine, “ya no creemos en el progreso (...) La afirmación más fuerte de la modernidad era que somos lo que hacemos; nuestra vivencia más intensa es que no es así, sino que somos cada vez más ajenos a las conductas que nos hacen repensar los aparatos económicos políticos o culturales que organizan nuestra experiencia”. (Touraine, 1998: 27) Precisamente esta transformación lleva al cambio paradigmático de nuestra sociedad global. Y, en cualquier caso, este quiebre paradigmático del pensamiento moderno y sus prácticas políticas son los que amplían nuestros


criterios de análisis hacia posiciones auto-reflexivas, que por paradójico que nos parezca, es modernidad en sentido reflexivo. Con la agravante de que “modernización reflexiva significa que un cambio de la sociedad industrial que se produce de forma subrepticia (oculta) y no planeada, a remolque de la modernización normal, de modo automatizado, y dentro de un orden político y económico intacto implica lo siguiente: Una radicalización de la modernidad que quiebra las premisas y contornos de la sociedad industrial y que abre vías a una modernidad distinta”. (Beck, 1994: 15) Verbigracia, “decir postmoderno es como decir post-medieval, o, postrenacentista o post cualquier cosa que existió en el pasado. Lo que si parece claro, es que, llámese como se quiera, un determinado modo de entender al mundo está siendo reemplazado por otro que fue imaginado (o soñado) Ese es el quiebre aludido, y, a ese me referiré con el nombre de revolución paradigmática”. (Mires, 1996: 152) En sí, y como lo propone Bauman: “La dialéctica de la libertad y la dependencia empieza con el nacimiento y termina con la muerte”. (Bauman, 1990: 39) Es por ello que el proceso de socialización nunca se agota en la vida de los hombres de distintas sociedades. Y es precisamente ahí en donde la globalización tiene un rol de importancia porque los cambios que produce, tanto en lo económico, político como en lo cultural nos remite a una continua socialización y resocialización de nuestras vidas, tanto colectivas como cotidianas. Es decir, tanto públicas como privadas. Entre tanto, “la desintegración social es tanto una afección como un resultado de la nueva técnica

del

poder,

que

emplea

como

principales

instrumentos

el

descompromiso y el arte de la huida”. (Bauman, 2003: 19) Es un hecho que el individuo responde en su gran mayoría a conductas en masa (colectivas). Diríamos entonces que el consumo se manifiesta en una relación en donde el que no consume no pertenece a la sociedad de consumo. Se corre entonces un estado y situación de desamparo, tanto social como


Estatal. Ello afecta de manera drástica la función de la democracia en los Estados que padecen graves crisis, tanto económicas como políticas. Más aún, “nuestra vida está incidiendo en la manera como se están conformando las formas culturales. Siempre ha sido así. Pero cada momento, cada tiempo en particular, ha tenido su manera, sus formas de expresión ¿Cuáles son hoy día esas formas? Se trata de dar una respuesta, puramente descriptiva en esta primera aproximación, porque sabemos que debemos ir hacia la interpretación/explicación de por qué es así y no de otra manera”. (Bisbal; Pasquale, 1999: 97) Es así como los pobres (“invalidan los resultados de la socialización anterior y exigen una reestructuración radical del comportamiento, lo que a su vez requiere nuevas habilidades y nuevos conocimientos”) (Bisbal; Pasquale, 1999: 39) se enfrentan a la sociedad que los hace invisibles para no sentirse parte de esa marginación impuesta. Y, si hemos dicho que somos parte de un todo, también esa marginación nos afectará de manera negativa más que de manera positiva en algún momento. Incluso, no estamos sugiriendo con fe ciega el fin de las ideologías propuesto hace un tiempo ya, por Francis Fukuyama, lo que queremos postular, es que estos nuevos y paradójicos procesos de ruptura y cambio trae parejo consecuencias y conflictos que no se tenían previstos por muchas de las ciencias sociales. Aunque mejor decir, fueron pocos los teóricos sociales que lo pensaron en el pasado. Ante este nuevo escenario, Ulrich Beck nos ha planteado que esta suerte de ansiedad y miedo social al riesgo y a la inseguridad ha llevado al hombre y a la política a una reflexión subpolitica, en donde lo social y las demandas del ciudadano se comienzan a plantear de abajo hacia arriba en el ámbito de su propia creación.

Es precisamente allí que entra a jugar

importancia relevante los medios de comunicación para hacer llegar y manipular esas demandas del ciudadano.

Significa una subpolítica de la

función política misma, que como condición sine qua non le plantea al individuo


(cuando hace uso de su civilidad) organizarse por grupos de interés específicos y no de solidaridades generales. Verbigracia, como lo ha observado Zygmunt Bauman en su libro, En busca de la política; los miedos en acción hacen de los ciudadanos buscar consuelo ya no en las iglesias ya no en los partidos, ya no en las grandes ideologías que les llenaron de sentido en épocas pasadas. Por todas estas razones, ahora el ciudadano mediático, sin que lo sepa, buscaba refugio en los grupos de apoyo, como alcohólicos anónimos, gordos anónimos, solteras/solteros etc... En el peor de los casos, y para muchos de los ciudadanos, la respuesta se haya en el control remoto. Es así, como percibimos la función tranquilizadora y perturbante (que por paradójico) se fusiona en los medios e influye en nuestro ideario cognitivo colectivo de acción práctica racional. Pereciera ser (para el caso de la televisión) que, para muchas personas encender la caja de Pandora se hace para encontrar las bellezas sexuales, los lujos materiales, los viajes inalcanzables, todo aquello que en su vida cotidiana (para la gran mayoría) no logran acceder, es el reflejo de distracción y condición de un nuevo tipo de matar el tiempo pegados al aparato telétransmisor. Y, en cualquier caso, la función básica mediática es recrear el consumo, busca y hace, de una imagen prediseñada un modelo de vida fundador de los mercados globales. Ya es posible observar los efectos de este tipo de globalidad mediática en donde el consumo como necesidad “básica” de los hombres cada día se hace más inagotable de nuevos objetos. Se nos presenta un modo de vivir consumiendo, en donde a falta de consumo se puede llegar a las más bajas pasiones, o sueños idílicos. De esta razón, de la sin razón, caen gobiernos y poblaciones enteras en la marginalización, pobreza y exclusión social.


Es precisamente de esa suerte de la sin razón, en donde la razón práctica de las acciones sociales de hoy día, se establecen en una racionalidad fenomenológica afectando de esa manera a la práctica política y establece nuevos roles y valores que hacen de todos los que las reciben sentir miedo y riesgos que los políticos y muchas de las instituciones por ellos conducidas, no están en la capacidad de afrontar, incluso esa es la base de los cambios en las Ciencias hoy día. Pero no todo es negativo, si de algo debemos estar complacidos con los medios de comunicación a escala global, es que le permiten al hombre destruir los “bastiones del aislacionismo cultural”. (Monsiváis, 2000: 213) Además libera aquellos secretos que por tabúes se dieron en situaciones pasadas, permitiendo así que nuestras generaciones amplíen su mapa mental con respecto a todo lo relacionado con la educación, tecnología y cultura. Dando complejos procesos laicos, que han permitido liberarnos (aunque hoy todavía existen en muchos países y mentes) de dogmas opresores, de fascismos demoledores y de racismos. Está permitiendo que los feligreses decidan sin temor sus posturas religiosas y a las mujeres legalizar mucho más sus vidas. Lo que está implicando es un reajuste en las formas de pensar el matrimonio o, las relaciones afectivas, entre muchos otros hechos de la razón práctica del mundo global-mediático de la experiencia vivida del imaginario colectivo instituyente. (Castoriadis, 2001: 96) En fin, como lo ha postulado Bisbal: “la gente voltea su representabilidad desde los políticos hacia lo masivo industrial de los grandes medios. Ellos se convierten en espacios idóneos para la representación y la interacción social”. (Bisbal, 2000: 29) Pasemos a considerar algunos planteamientos del libro de Ulrich Beck la sociedad del riesgo global (Beck, 2002). En donde bien podemos decir, entorno a la sociedad del riesgo, que es aquella en donde las relaciones interconectadas en la sociedad son ahora flexibles e inestables, por las consecuencias no esperadas, producidas por las nuevas tecnologías tanto de la información como las tecnológicas para el avance de todas las ciencias y


modos de vida en occidente. Esa inestabilidad, e inseguridad le comporta al individuo, vivir en un estado de permanente cambio por parte de los proyectos de vida de los distintos, ahora inseguros, de sus posiciones alcanzadas, pero de carente estabilidad. Es decir, no sabemos con certeza que depara el futuro en la democracia a raíz de los cambios estructurales e institucionales por los que las democracias tienden a transformarse en cosmopolitas. En este argumento, Thompson y Beck coinciden teóricamente. Ello, no significa, que los autores mencionados, nieguen los aspectos positivos de los avances de la ciencia y la tecnología en la era global, la movilidad social, y los cambios paradigmáticos del ideario cognitivo del hombre de hoy. Asimismo

para

el

sociólogo

Estadounidense

Richard

Sennett,

materializa su categoría de análisis de los cambios sociales en una “personalidad a la deriva”, va en la misma línea teórica de Ulrich Beck con respecto a la sociedad del riesgo; ella genera según Sennett una personalidad a la deriva en donde, la tradicional carrera cambia (forma de trabajo) su forma estable para convertirse, en un principio en inversión en la educación para luego poder cualificar y acceder a los puestos de trabajo de la economía del conocimiento (hoy más inestable que nunca). Y como bien lo ha señalado Fernando Vallespín: “La pauta hoy es la mudanza y la aparición del hombre flexible, que debe estar siempre dispuesto a ajustarse a circunstancias en continuo movimiento”. (Vallespín, 2000: 68) El hombre (como profesional o, trabajador técnico especializado u obrero) de hoy, vive en una constante amenaza y riesgo de inseguridad laboral, por las consecuencias no deseadas por el avance de las nuevas tecnologías o, del propio desarrollo económico. Para Susan Strange, estas amenazas, tanto de las nuevas tecnologías como las del desarrollo económico, comportan una “locura”. “Sobre todo, porque opera como un casino en el que se juega el futuro del mercado internacional”. (Strange, 1998: 60) La sociedad del riesgo como tal debe enmarcarse en lo que para Giddens, Beck Thompson, Vallespín es: que en la sociedad actual y en el


mundo contemporáneo; vivimos en una etapa de transición: “En la que comienza a disolverse los presupuestos convencionales de la modernidad y de la sociedad industrial”. (Vallespin, 2000: 69) El Estado Nacional soberano se ve en la mayoría de sus funciones desplazado, y la sociedad misma se hace en ella misma más política. Puesto que, sus formas participativas se generan en parte, en los medios de comunicación e información, canalizando de esa forma la opinión pública política para el cumplimiento de las demandas y promesas hacía los políticos y sus proyectos de gestión. La democracia, debe por tanto reinventarse en sus espacios públicos políticos de la sociedad del riesgo, para poder auto-organizarse en los espacios públicos, y ello implica normalizarse, sancionarse y limitarse. Implica, volver a redescubrir la política y cómo ella puede volver a institucionalizar la democracia política, fundamentada en los partidos políticos como formas de gobierno para dirimir el conflicto en la sociedad desbordada (Appadurai, 2001) y en la globalización desbocada (Giddens, 2000) Por cierto, “en una época en que los conglomerados de comunicación global son los actores clave de la producción y distribución de bienes simbólicos, una reflexión sobre las condiciones de la libertad de expresión no puede restringirse a la estructura territorial del EstadoNación”. (Thompson, 1998: 309) Nos resulta paradójico, que en el mundo contemporáneo, la mayoría de los países del mundo son democráticos o pretenden serlo, pero corren a su vez una suerte de desmovilización de los ciudadanos hacia los profesionales de la política, más no, a la política en sí. Son éstos los riesgos de la actual sociedad democrática. Incluso, el problema radica, en que ya, las instituciones políticas, como los partidos políticos y los sindicatos, no son ya, la base adaptativa de las otrora esperanzas depositadas de sus afiliados. Las instituciones se convierten así, como lo ha observado Beck, en “jinetes sin caballo”. Y es precisamente en esté asunto en donde entran en juego e importancia los medios de comunicación o mass-media, para captar el descontento y movilizarlo a intereses que son más privados que públicos.


En todo caso, Beck agrega su tesis del partido cosmopolita de tipo nacional transnacional (como lo hemos indicado líneas arriba) para mejorar las condiciones de las estructuras institucionales en un nuevo manifiesto cosmopolita de carácter global, prestando atención en los asuntos locales. Puede decirse, que es una nueva forma explicativa, la cual aboga por involucrar las instituciones internacionales en los asuntos locales y nacionales a la vez. Pero ello involucra, como se ha dicho, a las instituciones locales y nacionales en los asuntos transnacionales de interés global para todos. Un ejemplo, de ello lo podemos observar en los actuales debates sobre, medio ambiente, pobreza, narcotráfico, el SIDA, la enfermedad de las vacas locas, el terrorismo, entre otros temas de conflicto social glocal-global. En el presente y futuro cercano, ya hablar de eurocentrismo, norteamericanismo o latinoamericanismo (desde el punto de vista occidental) es retrogrado. “De este modo, conceptos como eurocentrista, o al revés, provincialista, pierden su carácter acusatorio. Uno puede ser parroquialmente provinciano, y al mismo tiempo compartir bienes de una cultura cosmopolita, sin que eso signifique necesariamente una contradicción”. (Mires, 2001: 45) Ahora con ésta nueva imagen cultural-virtual y comunicativa, las ideas viajan de un lugar a otro. Primero, sin la supervisión del Estado, y segundo, sin la necesidad de que los hombres se trasladen al lugar en donde se ha producido esa, o esas ideas. Es cierto, que en el pasado, las ideas iban y venían, pero no con la rapidez actual. Esa rapidez, comienza a romper esa brecha entre países desarrollados y subdesarrollados, en el aspecto académico y la transmisión de los conocimientos técnicos. Pero sigue siendo cierto que, las economías menos favorecidas tengan muchos problemas internos y aumente las desigualdades sociales entre ricos y pobres. Lo que si hay que destacar, es que las ideas y planteamientos científicos, ya no son exclusividad única de los países desarrollados. Esas ideas viajan vía Internet, se entrecruzan con la telefonía móvil, y bajo el uso de las redes sociales tipo Facebook, entre otras, se originan nuevos encuentros y nuevas estrategias en todos los sentidos, con la ayuda por su puesto de las tecnologías ya existentes y las que están por venir.


Eso, claro está, no significa superación de las desigualdades sociales. Aquí, sólo estamos haciendo referencia, a un grupo reducido en número, de hombres y mujeres (empresarios, intelectuales y técnicos especializados) en el mundo. “Desde un punto de vista menos formal debo decir que, a mi juicio, no hay ideas eurocentricas, ni americanocentricas ni nipocentricas. Hay ideas malas e ideas buenas; o, si se prefiere, hay ideas útiles e inútiles. Por cierto, hay eurocentrismo en muchas actitudes intelectuales imitativas (Masilla, 1997: 32), pero ello no tiene que ver con el mantenimiento o la difusión de tal o cual idea.

Porque,

pongámonos

de

acuerdo:

¿qué

es

en

definitiva

el

eurocentrismo?”. (Mires, 2001: 45) En fin, también la vida se difumina en una suerte de riesgo. “Se ha roto el pacto social que posibilitaba al Estado el papel regulador y, sobre todo, compensador de los desequilibrios provocados por el crecimiento económico. Ahora, la economía especulativa se ha podido librar del Estado y su capacidad destructiva en términos humanos y ecológicos no parece tener fin. Los nuevos riesgos y conflictos desbordan la reducida capacidad estatal, hasta tal punto que los percibimos como si tuvieran vida propia y una trayectoria fatalmente trazada a priori por algún poder inaccesible”. (Curbet, 2003) Concluyamos con el pensamiento de Edgar Morin; “Prepararse para lo inesperado La complejidad no es una receta para conocer lo inesperado. Pero nos vuelve prudentes, atentos, no nos deja dormirnos en la mecánica aparente y la trivialidad aparente de los determinismos. Ella nos muestra que no debemos encerrarnos en el contemporaneísmo, es decir, en la creencia de que lo que sucede ahora va a continuar indefinidamente. Debemos saber que todo lo importante que sucede en la historia mundial o en nuestra vida es totalmente inesperado, porque continuamos actuando como si nada inesperado debiera suceder nunca. Sacudir esa pereza del espíritu es una lección que nos da el pensamiento complejo”.


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