VIM Magazine - Marzo #44

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Por otro lado, La 89 edición de los premios Oscars (aún nos sacan algo de ventaja, aunque sólo sea en cuanto a años celebrándose) será recordada por siempre por el garrafal error cometido en el último premio entregado esa noche: el de mejor película. Es conocido por todos el lio de tarjetas que provocó un revuelo máximo entre el público, la desilusión de los que se creyeron ganadores durante más de dos minutos y la incredulidad de los verdaderos vencedores que no daba crédito a lo que había pasado. Hay quien habla de que todo estuvo preparado para conseguir que se hablara inequívocamente en todos los noticieros a nivel mundial de unos premios algo descafeinados, que a pesar de contar con grandes películas, ninguna de ellas había roto records en taquilla. A pesar de eso, la gala tuvo un inició increíble con un Justin Timberlake maravilloso cantando Can’t stop that feeling de la película ‘Trolls’ y que, cabe decir, estaba nominada en su categoría. Puso en pie a la audiencia y a sus compañeros en las butacas, que no dudaron en acompañarle durante los minutos que duró su actuación. El discurso de Jimmy Kimmel no abusó de la política en esta ocasión pero sí que tuvo alusiones a Trump, aunque ninguna de ellas buenas, por supuesto. La visita guiada de unos turistas al Dolby Theatre, la lucha entre Matt Damon y el propio Kimmel, alguna que otra escena conmemorando ‘El rey león’ y alguna que otra alusión al actual presidente de los EEUU en los discursos ganadores nos dejaron una gala algo descafeinada pero que se dejó ver y que nos dejó la mayor de las sorpresas para el final.


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