opinión
ISABEL COIXET directora de cine
mi hermosa lavandería
‘BRIDEZILLAS’ La película La boda de mi mejor amiga, a la que acudí esperando lo peor, resultó ser una comedia bastante ácida (y magníficamente interpretada por un plantel de actrices fantásticas, una de ellas la guionista del filme) sobre el absurdo, humillante y caro espectáculo al que voluntariamente se someten millones de mujeres en el mundo en el día de su boda. La película es divertida, cínica y hasta autocrítica: en ningún momento se justifica la insania de todo el proceso. Otras películas se han basado en la misma trama (La boda de Rachel, La boda de mi mejor amigo, Novia a la fuga, Un día de boda...), pero ninguna se acerca a las cotas de mala uva de esta. Nunca dejará de fascinarme (con el tipo de fascinación por el horror que suscitan los documentales del National Geographic sobre el despeñamiento de bandadas de bisontes) todo el melodrama y la parafernalia que rodea a estas ceremonias del apareamiento: los inenarrables trajes blancos modelo tarta de nata, el pastel de boda, las listas de regalos, los horribles trajes de las damas de honor (en el caso de Estados Unidos; recemos para que aquí no llegue esa funesta moda), la histeria de la novia, tirar el ramo, los interminables banquetes, la floreciente industria de los planificadores de bodas, las tremendas despedidas de soltera/o. Nunca me parece más justificada la bomba de neutrones que cuando veo a esas bandadas de inglesas completamente borrachas por las calles de nuestras ciudades con antenas en la cabeza hechas de pollas de plástico y cantando canciones de las Spice Girls. Aunque imagino que la única manera que algunas muje10 DOM
res encuentran de sobrellevar los fastos de la boda es sumergirse en jarras de sangría barata. El reality Bridezillas es sumamente revelador a este respecto. Muestra, sin ocultar momentos que deberían avergonzar a las futuras esposas, la realidad del proceso de una boda y lo que las mujeres (al menos todas las novias que aparecen en el programa) quieren de él: fastidiar a sus amigas solteras, sentirse las absolutas protagonistas por un día en sus vidas y gastarse el dinero que no tienen, no necesariamente en este orden. Las bodas de príncipes, como las últimas en Inglaterra o Mónaco, son seguidas por millones de espectadores y venden auténticas fortunas en recuerdos de todo tipo. La boda de Kim Kardashian –una especie de multicelebrity de figura voluptuosa que se hizo famosa por un vídeo explícitamente sexual grabado por uno de sus exnovios, tiene reality propio y se gana la vida prestando su cara y su culo a diversas marcas comerciales– ha sido trending topic en Twitter durante días, ha ocupado la portada de revistas de medio mundo, incluso en lugares donde no saben quiénes son ni Kim Kardashian ni sus hermanas. Y ha costado diez millones de dólares, casi tanto como la ceremonia de cuento de hadas con castillo italiano incluido de Tom Cruise y Katie Holmes hace cinco años. Sin ir más lejos, nuestro país ha vivido momentos de tensión máxima alrededor de la boda de la duquesa de Alba, otra prueba más de que las mujeres podemos llegar a los 85 años tropezando con las mismas piedras. Rocas, incluso.
el vino bobal
La bobal es, después de la tempranillo, la variedad tinta más plantada en la Península. Resulta sorprendente que, con 90.000 hectáreas de viñas, el 99% se destine a vinos de cupaje, sencillos y enfocados a la exportación a bajo precio. La Malkerida 2010 es la reivindicación de la bobal del joven y premiado sumiller londinense Bruno Murciano. Originario de Caudete de las Fuentes (Valencia), animó a David Sampedro y convencieron a un viticultor para que les dejara elaborar una viña de 8 hectáreas y 80 años de edad. La primera añada es una delicia perfumada, con sutiles frutas rojas y una boca ligera y placentera. – quim vila Tel: +44 796 684 2290 PVP: 7,10 €