Vida Universitaria UANL No. 258

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cultura

V I D A U N I V E R S I T A R I A / 1 - 15 de junio de 2012

Carlos Fuentes nos enseñó cómo vivir la vida literaria

E

l novelista nicaragüense Sergio Ramírez evocó los primeros encuentros –literarios y personales– con su gran amigo Carlos Fuentes; el escritor Eduardo Antonio Parra habló de la obra perpetua que son los cuentos del autor de Tierra Nostra; y Hugo Valdés destacó al hombre que, desde la literatura, tendió puentes para una América Latina presente hacia el mundo. El homenaje póstumo que rindió la UANL al escritor Carlos Fuentes (1928-2012) tuvo lugar el 30 de mayo dentro de las actividades del Festival Alfonsino.

Sergio Ramírez

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e gustaría recordar cómo conocí a Fuentes sin conocerlo, es decir cómo conocí su obra y luego su figura. Yo vivía en Nicaragua y venía varias veces a México, conectado con revistas culturales en esta búsqueda que yo tenía de ser escritor. Por mis 20 años, mis referencias más inmediatas estaban en México, el suplemento México en la cultura, de la revista Siempre!, era un referente, un verdadero laboratorio de la escritura. La primera novela suya que leí fue Aura, después leí Cantar de ciegos. La región más transparente hay que leerla en conjunto con La muerte de Artemio Cruz. Fuentes demuestra mucho algo propio de la novela latinoamericana, y es la vinculación con la historia, en el sentido de que la historia que nosotros vivimos en América Latina no fluye normal; el escritor no puede quedarse sin hacerle caso y esa anormalidad está muy bien reflejada en sus libros. Uno como escritor tiene que tener una posición ética y por tanto una posición crítica frente a su mundo, eso fue lo primero que me enseñó Fuentes cuando lo conocí, a tener una posición crítica, a creer en algo; fuimos grandes amigos. Carlos Fuentes señaló que los mexicanos vivían sobre las cabezas de sus muertos, pisando su propia historia, con los edificios coloniales y modernos construidos sobre la gran Tenochtitlán, escribió mucho sobre la percepción de su mundo.

Hugo Valdés

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arlos Fuentes nunca fue un autor de la medianía, y en esos grandes riesgos tuvo resultados que habrá que examinar si merecen estar o no en el corpus de una obra enorme. Recuerdo La voluntad y la fortuna, publicada por Alfaguara en 2008, que es una vuelta al gran Fuentes. No es el narrador convencional, puro –como García Márquez o Vargas Llosa–, sino un autor que entiende lo que son las novelas de tesis, desdeña las psicologías convencionales y apuesta por el cruce de lenguajes; una idea que por cierto acota en algunos de sus ensayos como La nueva novela hispanoamericana.

No transigió con exigencias editoriales, hizo muy bien lo que quiso hacer y muchas de sus obras, no necesariamente todas, van a sobrevivir mucho tiempo. Desplegó una gran obra cuentística. Su primer libro en 1954, Los días enmascarados concentra una serie de temas que habrá de desarrollar en las décadas siguientes. Para él, México era un problema a entender y resolver. La literatura no se ocupa de temas felices, se ocupa del problema que somos los seres humanos, nos interroga, nos trata de conciliar con nosotros mismos y eso hizo Fuentes, además de tender puentes para una América Latina presente hacia el mundo.

Eduardo Antonio Parra

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engo la convicción de que la obra perpetua de Fuentes en realidad serán sus cuentos. En los cuentos siento a un Carlos Fuentes más libre, dejaba libre la imaginación, dejaba notar su sentido del humor. Hay cuentos muy divertidos, muy literarios, algunos llevados al cine como Muñeca reina, historias que sacuden, hacen reír, que reflejan lo más íntimo del ser humano, en estas historias hay menos política. Carlos Fuentes fue un modelo para todos los que en algún momento quisimos ser escritores en este país; nos enseñó cómo vivir la vida literaria, qué hacer después de publicar un libro, cómo darlo a conocer, cómo intervenir en la vida pública, cómo llevar una vida literaria para que los lectores supieran que escribíamos libros y que podían leerlos. A mí me gusta Tierra Nostra, mi apuesta es más por la narrativa breve, la apuesta contra el tiempo. Fuentes hizo aportaciones indiscutibles a la manera de ver la literatura y ver la evolución literaria en América Latina. Empujaba a los escritores a abrirse su propio camino, los recomendaba; no nada más era un escritor, era un gran promotor de la literatura mexicana y latinoamericana.

Fotos: Pablo Cuéllar Zárate


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