No tenga miedo de hablar directamente con el Espíritu Santo. No existen celos ni rivalidad en la Trinidad. El Padre está feliz y el Hijo está feliz cuando usted se dirige al Espíritu Santo en oración. A fin de cuentas, el Espíritu de Dios es Dios Espíritu. Además, la Trinidad no la componen Dios Padre, Dios Hijo y ¡Dios la Santa Biblia!