15
No utilizar comida como respuesta estereotipada ante cualquier requerimiento del adolescente.
16
No premiar con alimentos no saludables (caramelos, galletitas, etc.) el consumo de comidas saludables o el acto mismo de alimentarse.
17
No mentir, ocultar o engañar a su hijo/a para lograr que coma algún alimento rechazado.
18
Comer las mismas comidas que se les ofrece a los adolescentes.
19
Valorizar el aspecto saludable y nutricional de las comidas, compartir estos conocimientos con la familia.
20
No volcar inquietudes, dietas y mitos en la mesa familiar.
21
Evitar el televisor, la computadora y los diarios a la hora de comer.
22
Instaurar la sobremesa en el grupo familiar.
23
Asegurar un espacio de tranquilidad a la hora de las comidas.
24
No comprar aquellos alimentos no saludables para la familia.
Las estrategias de intervención son muchas y el esfuerzo familiar para reducir la ingesta de algunos alimentos ricos en calorías por parte de los hijos puede ser una excelente medida a nivel doméstico para prevenir la obesidad. Una de las estrategias más apropiadas consiste en no comprar estos alimentos en el supermercado, para evitar tenerlos en casa y no tener que verse luego en la obligación, de limitar o restringir el acceso a ellos. Otra intervención efectiva consiste en que los padres –y la familia en general– consuman el mismo tipo de alimentos y preparaciones que ofrecen a los más pequeños, con el propósito de lograr la identificación de éstos con el modelo nutricional y para que la transmisión del hábito sea cotidiana y no un enunciado aislado.
42