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Una crónica: memoria viva

En el año 2022 acepté participar del proyecto colectivo Memoria Viva. Una propuesta artística ideada por Valeria Roa que reunió a 20 artistas plásticas por un lado y a 20 escritoras por otro en Buenos Aires (Argentina).

Este proyecto fue pensado en articulación con la ONG AVISE (Asociación de Víctimas de la Impunidad sin Esclarecer), presidida por Rosa García, desde la cual se lucha para hacer justicia.

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Rosa, es una madre que hace muchos años pasó por lo que ninguna de nosotras quisiera: la pérdida de un hijo por circunstancias ajenas a causas naturales. A este grito se le sumaron los de otras familias con el fin de mantener viva la memoria de sus hijos, y también para dar visibilidad a estos hechos lamentables que aún hoy no tienen resolución en la justicia.

Cuando me hicieron la propuesta no dudé un segundo en decirle que sí. Mi caso sería el de Maximiliano López. Podría hablar con su madre, leer sobre lo que le sucedió, investigar, intervenir su remera de marcha o simplemente, largarme al lienzo. Leí todo al respecto, pero no quise contactar a la familia para sentirme libre de plasmar «lo que pintara».

Mi hacer de pedacitos perdidos en el espacio y reconstituidos por la memoria, traería al que se fue físicamente, pero no en el recuerdo de quienes lo quieren.

Cuando viajaba a la inauguración de la muestra sentí mucha expectativa, incertidumbre, nervios de constatar en qué ambiente me estaría asomando. Los fantasmas prejuiciosos sobre la densidad de lo que viviría –tal vez sería «un bajón», o qué «te metés en algo que no da soluciones»…– me enfrentaron a realidades posibles. Extrañamente me sentí protegida sabiéndome con amigas queridas, colegas que también se sumaron a la propuesta. Cuando entré al Centro Cultural barrial de Buenos Aires Ernesto Sábato, donde se realizaba el encuentro, ya estaba repleto de gente. El clima era sorprendente, festivo, de esperanza y empuje. De valoración y camaradería.

La organizadora abrió con voz quebrada la reunión. Se leyeron palabras hermosísimas sobre el concepto de memoria a cargo de Germán González y se disfrutó un número de danza. La presidenta de la ONG, Rosa García, y Antonio

González hablaron muy emocionados y agradecieron a las artistas por la labor realizada, como a lo largo de toda la reunión, repitieron este gesto los familiares de los proyectos de cada una de nosotras. Mujeres. Nosotras artistas y ellas las madres, las amigas, las hermanas, las hijas. Acompañadas por sus hombres. Pareciera que NOSOTRAS, podemos siempre resurgir de las cenizas en unión mutua.

Corrían los minutos cuando se acercó. Se la veía en paz. Era la mamá del joven de diecisiete años que asesinaron para robarle las zapatillas y fuimos NOSOTRAS, que nos conmovimos.

Liliana se aproximó con una sonrisa. Nos miramos y no hubo palabra que hiciese falta… el abrazo surgió espontáneamente y duró muchísimo. Las lágrimas no se evitaron. Las mías eran diferentes. Para mí era la primera vez que me enfrentaba a ese dolor pecho a pecho. Ella en diez años pasó por muchas etapas pero nunca se sintió despechada por lo ocurrido. Nunca venganza. Reconocer y valorar el día a día creo fue lo más valioso. Hoy puede convivir con el dolor de manera positiva. El amor con que me trató esta mujer supera mis expectativas y el agradecimiento que sentí por parte de ella fue tan inmenso, que hasta me avergonzaba pensando que no era necesario si lo único que había hecho era plasmar mi arte en un lienzo. Un gesto a veces representa para el otro algo que no imaginamos, si se hace desde el corazón. Rescato una frase de esta mamá: «Doy gracias a que mi hijo me enseñó que era feliz y no lo sabía».

Ahora valora, ahora es feliz con otro de sus hijos, al cual disfruta. Ve crecer a la familia.

Después de tanto empeño, Liliana tiene un trabajo que le permite vivir dignamente. Desarrolló su parte espiritual para poder ayudar a otros y sabe que Maximiliano ya es un ángel que nos mira a todos, tratando de que nos demos cuenta que el desamor en la familia es lo único que puede torcer el camino de los hombres.

Para más información de los casos: www.facebook.com/avise.org.ar

Claudia Bursuk

bursuk.claudia (Buenos Aires, Argentina)

Un ritual de nuestros pueblos mayas: cuando una mujer no podía tener hijos, ella hacia un ritual de pasar un bebé por entre sus piernas, por este acto ritual era reconocida como madre en la comunidad y su vida tomaba el sentido más profundo de una mujer: ser madre...

@viviannetantra_art

Concepción (Chile)

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