La Ventana de las Vegas Bajas - enero 2012

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Falacias ALFOnSO PInILLA gARCíA Parto de una realidad que suele olvidarse: la derecha y la izquierda ya no existen, al menos tal y como se entendieron en sus orígenes. Fueron inventos político-ideológicos procedentes de la Revolución francesa, pero de eso ha pasado ya mucho tiempo y ni siquiera el más indignado de los indignados sufre hoy las paupérrimas condiciones de vida –y la absoluta falta de derechos civiles– que impulsaron al hambriento “sans culotte” a tomar la Bastilla aquel 14 de julio de 1789. Quizá porque quienes estudiamos, y enseñamos, historia política no hemos sido capaces de transmitir las diferencias (y similitudes) entre las distintas corrientes ideológicas; quizá porque de tanto centrarnos en el detalle –magnicidios, batallas, anécdotas– hemos olvidado la perspectiva del conjunto; quizá porque fuimos incapaces de trascender lo concreto para establecer modelos explicativos viables, comprensibles e integradores; o quizá, sencillamente, porque nuestra sociedad gusta más del slogan que del argumento, lo cierto es que muchos ciudadanos aún entienden el presente en términos –ya anacrónicos– de izquierda y derecha, proletarios y burgueses, rojo y azul, sin saber diferenciar a un liberal de un socialdemócrata, por ejemplo. Este contexto explica que pueda oírse en la calle, o leerse en las páginas de algún periódico, que Esperanza Aguirre es fascista, que PP y PSOE están en las antípodas ideológicas, que Rajoy quiere cargarse el Estado del Bienestar, que Izquierda Unida es la extrema izquierda o que el nacionalismo es sinónimo de progreso y multiculturalidad. Detengámonos, siquiera brevemente, en una de las erradas ocurrencias anteriores: la supuesta gran diferencia ideológica existente entre las dos principales opciones del bipartidista modelo español. El PSOE y el PP no son tan distintos. Ambos aceptan la democracia liberal como sistema político y mantienen un modelo económico de raíz socialdemócrata –el Estado del Bienestar keynesiano–, si bien el PP gira más hacia el liberalismo sin, por ello, convertirse en una formación puramente neoliberal como el Partido Republicano estadounidense. Una prueba es que, contraviniendo lo dicho en campaña, Rajoy ahora está subiendo impuestos sobre la renta y aplicando la llamada “progresividad” –paga más quien más tiene, medida claramente socialdemócrata– a su nueva política fiscal. Y todo ello para salvar, in extremis, el Estado del Bienestar –pensiones, seguridad social, cobertura a los parados– que Zapatero, un pretendido socialdemócrata, se ha cargado con su nefasta política de excesivo e inútil gasto público. ¿Un liberal (Rajoy) salvando un invento socialdemócrata con políticas socialdemócratas? La paradoja no es tal porque, en el fondo, y sin perder de vista los matices, que siempre existen, Rajoy y zapatero no son ideológicamente tan distintos ni tan distantes. Ya se encargan Merkel y Sarkozy de “limar diferencias” imponiéndoles políticas desde Bruselas. Hay quienes, desconociendo estas precisiones, caen en el error de entender la realidad bajo una lógica maniquea y empobrecedora. Pero hay quienes, y estos son los más peligrosos, conocen perfectamente el mundo de las ideologías, sus similitudes y diferencias, pero aprovechan la escasa formación de esta sociedad cada vez más relativista e inane para manipularla desde una lógica binaria que divide, enfrenta y destruye en vez de unir, colaborar y construir soluciones comunes a problemas comunes. Diferenciar entre blancos y negros, rojos y azules, izquierda y derecha supone quedar fuera de la siempre compleja, multiforme y poliédrica realidad. Aquellos que actúan dividiendo al mundo en bandos irreconciliables obedecen, en el fondo, a egoístas intereses que se nutren de la dinámica fratricida por ellos alimentada. Y lo peor de esta dinámica es que, ante tanta tergiversación, va borrándose la delgada frontera que separa la democracia de la falacia.

Pisando catalinas CHEMA ÁLVAREz Quién es quien se delata por entrar en la pringue giñando en bata, que aquello del detalle distingue. Rosendo. “Quién le mece la hamaca”. Oye tú, para, mira, ése que ves ahí, ése que anda tan peripuesto, que parece un figurín porque viste del sastre del corteinglés, genio y figura hasta la sepultura, ése es el Tato, el que en su pueblo, cuando chico, más listo que el hambre, andaba siempre de aquí para allá haciendo recaos, de los que siempre sacaba algo, como quien sabe arrimar el ascua a su sardina, si antes era avispao, ahora lo es mucho más, ahí le tienes, de alcalde y con un cargo en las altas estancias, perdón, instancias, que me traiciona la mente y se me trabuca la lengua, ya lo barruntaban sus paisanos, éste va para ministro, o para lo que quiera ser, que no hay ná que se le ponga por delante, parece que anda siempre pisando mierdas, de la suerte que tiene, y acertaron, pues ahí le ves, de alcalde sin saber hacer la o con un canuto, de político, que nunca quiso estudiar, aunque también los hay que no estudian y valen mucho, porque él dice que la mejor escuela es la vida, aunque ahora sí, ahora sa apuntao a no sé qué curso a distancia que, cuando lo acabas, te envían el título a casa, y hasta farfulla su inglés y escribe en los papeles, aunque de aquella manera, no, si éste aún no ha parao, veremos a dónde llega. Ahora el Tato está superpuesto en las nuevas tecnologías, en eso de la informática y de los ordenadores, le tenías que ver cómo se maneja, que si su tuenti, que si su feisbuk, tiene móvil a cargo del contribuyente y siempre está con el cacharro pegao a la oreja, con quién tendrá tanto que hablar, claro, como le sale gratis, quién lo ha visto y quién lo ve, hace sólo unos años, chaval todavía, currante a lo que le salía y viviendo con sus padres y ahora tiene ya dos casas, la una con piscina y la otra con yacusi, menuda casa, tenías que verla, y algunas tierrillas comprás por el pueblo, dos coches, una moto, de hipoteca nada, sólo un poco pa tirarse el pego de que también debe a los bancos, porque dinero tiene, vaya que si tiene, si se lo pagamos tó los demás, si él no gasta ná, también un piso que la gente dice que se ha comprao en Madrid, otros que si en la Antilla, la gente dice, la gente dice, la gente es muy malpensá y lo que tiene es mucha envidia, no hay más que verlo, hombre bien casao, padre de familia, cristiano como el que más, que no falta nunca a misa ni a las fiestas del pueblo, fíjate si será bueno que de los dos sueldos que gana como político ha renunciao a uno y se lo da a los más pobres, para que veas, la suerte que tuvo, el muy rejodío, siempre dando tumbos hasta que se dio de bruces con el que manda en su partido, y entonces comenzaron los mítines, las reuniones, mucho pin, mucho panfleto, las trifulcas con los del otro lao, que las hubo y fueron gordas, pero él se partió la cara, hasta que su jeta comenzó a sonar, que lo de las formas importa poco, lo que vale es ganar, ganar, ganar, caiga quien caiga, y ganó, vaya que si ganó, ahora, no le preguntes por sus ideas, que te repite que eso ya no se lleva, que son cosas del pasado, de los perroflautas, y te suelta a lo mejor un latinajo, una sentencia, y un santaspascuas. Es el Tato. Cuando le veas, salúdale, que nunca se sabe, por si las moscas.

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