Carta suicida, de un intento fallido. Me he percatado que hace mucho tiempo deje de consentir; cada vez que termino en cama con algún hombre, son porque este mismo acto comenzó como un abuso, toqueteos de pierna donde trato de apartar sus manos, pero parece no importarles, ya sea que esté dormida y me comienzan a tocar, o cuando me dan besos en el cuello mientras bebo y siempre termino ebria, o cuando digo que no, pero lo hago con risas nerviosas, y proceden a seguir, es entonces por lo que tiendo a convencerme a mí misma que no puedo seguir diciendo que no o siquiera expresarlo, de ser así y que no pararan entonces ¿si se convertiría en abuso o es que ya lo es?, aunque ¿O es que una exagera? Y es que solo puedo consentir con este miedo a ellos, pero convencerme no es consentir, tiendo a creer que convenciéndome esto deja de ser aquello que no quiero nombrar, hace tiempo que no consiento antes, y es que hace tiempo que nadie pregunta, que nadie quiere confirmar si es lo que una quiere, piensan que porque una no dice nada, es que ya tienen el derecho, todos creen que tienen el derecho de hacerlo y casi siempre terminan por tener razón, el derecho innato y natural que tienen los hombres de pasar por encima de una, de hacernos creer que el cuerpo mismo es pertenecía y no propia. Tiene tiempo que dejé de parar a quien me abusa, porque tengo miedo de llamarlo así, ABUSO; es mejor darles lo que quieren sin luchar, si una lucha y logra ganar, nadie le cree. Conozco a tantos hombres, conozco tantas pieles, pieles que han recorrido los centímetros de la mía ¿y porqué? Por miedo, porque es mejor convencerse a una misma que aquello que está sucediendo debe pasar, que querer frenarlo, el deseo del hombre siempre estará por encima de la existencia de una; a veces solo quiero parar con este sentimiento de impertinencia, quiero borrar de mi mente cada cara de cada uno de ellos, dejar de seguir mintiendo(me), parar con este dolor que le llamo ser mujer, mujer habitante de una piel sexualizada. Extraño sentir la pertenecía de mi cuerpo, hace tiempo olvidé que tengo el derecho de decir que no, pero, qué pasa si mis derechos nunca son consultados, yo ya no quiero llamarlo abuso, no puedo llamarlo así.
MALV A todos aquellos que jamás preguntaron, yo nunca quise hacerlo.