<$$US1>EL_TIEMPO - BOGOTA-2 - 9 - 25/09/10 - Composite - ARCHIVO - 25/09/10 09:31 <$$CP09>EL_TIEMPO - BOGOTA-2 - 9 - 25/09/10
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SÁBADO 25 DE SEPTIEMBRE DE 2010
BOGOTÁ 2-9 EN COLINA CAMPESTRE Y GRATAMIRA, SE DESTACAN POR SU LIMPIEZA Y COLORIDO
CRÓNICA BOGOTANA
Parques dignos de ejemplo
‘Mono’ tras las rejas
‘Los parques son para sus hijitos, no el baño de sus perritos’. Los parques de los barrios Colina Campestre y Gratamira, ubicados el noroccidente de la ciudad, en la localidad de Suba, no son un espejismo ni tampoco un milagro. Estos lugares, abiertos al público desde las 6 a.m. hasta las 7 p.m., les permiten a los bogotanos disfrutar de escenarios, en buen estado, que cuentan con canchas de tenis y minifútbol, rodaderos, areneras y todo tipo de juegos diseñados para niños. Para muchos residentes dela zona ver los parque así es la “machera”, como lo cuenta Ómar, un aficionado visitante del parque Suralá Segovia, que se encuentra en la carrera 57 con calle 138. “Son lindos árboles, todo está muy limpio y se ve muy bonito”. Frente a Suralá está el parque Sevilla, que cuenta con cancha de tenis y con una singular leyenda que hace reflexionar a los usuarios: “Es el parque para sus hijitos, no el baño de sus perritos”. Un juego entre semana Unas calles hacia el sur, exactamente en la calle 137B con carrera 56A del mismo sector de Colina, varios niños de un jardín infantil se divierten corriendo en diferentes direcciones, pero hay uno que deja a un lado a sus amiguitos (sin apartarse de sus profesoras), y decide mover la cabeza de un lado a otro siguiendo el recorrido de una bola de tenis que se niega a parar en la red. Cuando esta cae cerca de él, rápidamente la recoge y se la
C B
Canchas de tenis y baloncesto, rodaderos, columpios y zonas verdes conforman los parques del sector.
Claudia Rubio y Mauricio Moreno / EL TIEMPO ZONA
El parque Suralá Segovia, ubicado en la carrera 57 con calle 138, funciona entre las 6 a.m. y las 7p.m. tira a Juan Pablo, un tenista aficionado que escogió la tarde del lunes para “pelotear” con Mauricio, su compañero de andanzas. “Los niños, cuando nos ven jugar, gritan y hacen barra: a ellos poco les
ASÍ SE MANTIENEN LOS PARQUES DEL SECTOR Estos parques, que antes tenían cerramientos para ser usados sólo por los conjuntos residenciales de estos dos barrios, ahora están abiertos a los visitantes en un horario específico. Aunque no hacen parte del inventario del Instituto Distrital de Recreación y Deporte (IDRD), son públicos. Para su mantenimiento los vecinos pagan la seguridad y el cuidado de las zonas verdes. “Cuando LIME no viene a cortar el pasto, los vecinos cancelan
Un ‘mono’ está tras las rejas de una casa en El Nogal, en la calle 79B con carrera 9a. No hace monerías, ni trepa árboles; es Juan Lozano, un vendedor apodado ‘el Mono’, que cambió el martilleo de la construcción, por el negocio del mecato, hace ocho años. Cuando comenzó a trabajar en la calle –con Enrique Peñalosa como alcalde–, ofrecía cigarrillos y chicles, en su ‘chacita’. Sin embargo, no vivía tranquilo, pues “les quitaban la mercancía a los vendedores ambulantes”, recuerda. A los cinco meses, tomó una determinación. “Le dije a la señora de la casa que si me arrendaba un pedacito de su antejardín”, para no sufrir los operativos de la Policía, relata.
una suma para que lo hagan. Por su parte, la vigilancia, que es privada, se encarga de que se les dé un buen uso”, dice uno de los residentes del conjunto Suralá Segovia. Gracias a esta acción ciudadana, los parques de Colina y Gratamira se destacan por las amplias zonas de recreación para grandes y pequeños. Del cuidado que se les dé a estos espacios depende la diversión de muchos habitantes de la ciudad entera.
interesa saber quién va ganando; lo que realmente les gusta es ver a qué hora una pelota se nos va lejos, para correr a traerla”, concluye Mauricio. Uno de los vigilantes del parque comenta que lo cierran a las 7 p.m. con el fin de que estos espacios no sean usados para el consumo de drogas. “Le da un mal aspecto al parque y un mal ejemplo a los niños”, señala el vigía. Pasando la avenida Boyacá, hacia el occidente, en la calle 137 entre carreras 73 y 74, se encuentran los parques de Gratamira. En total, son tres, repartidos a ambos costados de la calle 137. Uno cuenta con cancha de tenis, otro con una casita de madera y el último tiene dos diminutas canchas de fútbol, en un espacio verde reducido.
El día a día “Mono, un combo uno, por favor”, le dice un joven a Lozano. Resguardado por árboles y una tela verde, Lozano –ojos claros, tez blanca y cabello crespo– le entrega media cajetilla de cigarrillos y un paquete de chicles a través de la verja. Luego, llega otro cliente. “¿Tienes minutos?”, y otro, “¿Me vende un Chocorramo?”
Vanessa Ruggiero / EL TIEMPO ZONA
y otro “¿Me da unas papas, por favor?”. ‘El Mono’ asegura que sólo 50 clientes le compran por día. Pero esos 50 fácilmente podrían triplicarse en su ‘tienda’, instalada en el jardín de una residencia del costado occidental de la carrera 9a. Él ofrece palitos de queso, galletas, jugos, mantecadas, papas fritas y otras golosinas en la zona verde de esa vivienda, desde las 7 de la mañana hasta las 6 de la tarde, de lunes a viernes, y los sábados, de 8 a 12. Se decidió por las ventas callejeras, luego de un accidente en una construcción. “Me fui a instalar contadores de energía, me fracturé la columna y tuve cuatro meses de incapacidad. Estuve como todero en una empresa, pero me echaron a los nueve meses y ahora me ha ido mejor”, agrega ‘el Mono’, quien hoy gana un poco más del mínimo. vanrug@eltiempo.com.co