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3. Roles de género y división sexual del trabajo
Por otro lado, también existen relaciones en las que las mujeres pueden ejercer poderes de dominio sobre los hombres. Este dominio surge de las condiciones de identidad (clase, edad, nacionalidad, etcétera), el tipo de relación que tienen con ese hombre en particular, y su estatus (Lagarde, 1997, pp. 76-77). Generalmente, esto sólo ocurre en ámbitos donde las mujeres pueden controlar y dirigir a otras personas. Un ejemplo puede ser donde la mujer es supervisora o jefa de un hombre en un contexto laboral.
En las relaciones de poder intragenéricas (entre personas del mismo género), los hombres ejercen poderes de dominio sobre otros hombres para incrementar su jerarquía social o mantener su estatus. Una de las maneras legitimadas socialmente para hacerlo es por medio de la violencia o, incluso, de la generación de un daño a sus enemigos, mediante ataques a “sus mujeres”, como si las mujeres fueran objetos de pertenencia o extensiones de los hombres, en lugar de personas independientes y libres (Lagarde, 1997, pp. 77-81). Para ejemplificar lo anterior, basta recordar que durante décadas los delitos sexuales, como el estupro, se regularon como si la afectación fuera para el padre de la niña que lo sufría.
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En otro sentido, las mujeres también ejercen poder sobre otras mujeres en función de condiciones de identidad y otros factores.37 Así, existen mujeres que compiten por obtener reconocimiento social por su calidad de mujeres, por cumplir con los estereotipos de género asignados socialmente y por los espacios sociales a los que pueden acceder (Lagarde, 1997, pp. 82-83). Este tipo de opresión también puede suscitarse al contratar a otras mujeres para que realicen labores socialmente poco valoradas, como el trabajo del hogar.
3. Roles de género y división sexual del trabajo
En este apartado se analizan dos de las consecuencias principales de la forma en la que es concebido el género conforme a los parámetros cul-
37 Por factores nos referimos a todas aquellas cuestiones de hecho que enfrentan las personas y que les colocan en situaciones específicas de desigualdad, pero que pueden ser transitorias, como alguna enfermedad, el estatus migratorio, habitar en una zona urbana o rural, encontrarse en reclusión, entre otras. En cambio, las condiciones de identidad son todos aquellos rasgos que caracterizan a las personas, pero que no “dependen” de ellas, por ejemplo, el origen étnico, la discapacidad, la identidad sexual, el género, la edad, etcétera.